VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoam�rica

Se venden candidatos

Frei Betto
Alai-amlatina

Con la Revoluci�n Industrial, la producci�n en serie exigi� motivaci�n para el consumo.  Los bienes dejaron de tener s�lo valor de uso y pasaron a tener, sobre todo, valor de cambio.  Poco a poco, la producci�n dej� de apuntar estrictamente a las necesidades de los consumidores.  El mercado se volvi� un fin en s�.  Se pas� a producir, no para satisfacer carencias, sino para obtener lucros exorbitantes.  As�, se ampli� el mercado de productos superfluos, lo cual exige mayor empe�o publicitario, de modo de convertir, a los ojos del consumidor, lo superfluo en necesario.
El capitalismo todo lo reduce a la condici�n de mercanc�a.
Es lo que Marx calific� de reificaci�n.  Productos agr�colas e industriales, servicios y actividades culturales, ideas y creencias, todo se transforma en mercanc�a a ser tratada seg�n las leyes del mercado.
Pol�ticos y pol�ticas pasan a recibir el mismo tratamiento.
Salen los cientistas pol�ticos para ceder paso a los mercadot�cnicos.
En el transcurso del actual sistema electoral, predomina la victoria de los candidatos que cuentan con m�s recursos financieros y, por lo tanto, est�n en condiciones de costear m�s publicidad.  La vieja izquierda, interesada en el "asalto al poder", desde�aba de la publicidad, aunque se empe�aba en divulgar sus propuestas.  Pero lo hac�a a partir de presupuestos equivocados como creer que ellas iban al encuentro de los sufrimientos del pueblo y, por lo tanto, funcionar�an como f�sforo encendido en tanque de gasolina..  Se percibi� demasiado tarde que el ideal de los pobres es la ilusi�n burguesa.  Ser como los ricos es m�s seductor que luchar por la igualdad social.  Igualdad que la izquierda propon�a a trav�s del discurso herm�tico de los conceptos ideol�gicos, inaccesibles a la comprensi�n popular.  Se utilizaba un dialecto s�lo que solo era comprendido por los miembros de la tribu ideol�gica.
Descartado el horizonte revolucionario, la nueva izquierda se rindi� al pragmatismo publicitario.  Es preciso competir en condiciones de igualdad con los dem�s candidatos.  As�, el servicio de los mercadot�cnicos se hizo m�s importante que los an�lisis prospectivos de los analistas pol�ticos de una campa�a electoral.  Ahora lo que importar es vender al mercado ese producto llamado candidato.  Hacerlo digerible al gusto del consumidor-elector, de modo que �ste le de a aqu�l sus votos, como expresi�n de su esperanza.
La opini�n p�blica no digiere el c�digo conceptual de la izquierda.  Condicionado por los sofisticados recursos publicitarios, que se dirigen m�s a la emoci�n que a la raz�n, el mercado consumidor es m�s sensible a la forma que al contenido, a las apariencias que a la propuesta, al que toca al afecto, y no tanto a lo que apela a la inteligencia.
As�, a la izquierda parece no quedarle alternativa, si quiere ganar las elecciones (mientras no que haya reforma del sistema electoral), debe someterse a los par�metros del marketing.  Por eso, las candidaturas, salvo raras excepciones, sufren cada vez m�s de progresiva desideologizaci�n , revestidas de una envoltura que encubre convicciones y propuestas, dejando transparentar apenas trivialidades: el sabor de la familia del candidato, el prestigio de las personas que lo apoyan, su apariencia siempre jovial y decidida, en fin, una envoltura que inspire confianza en los consumidores-electores.
La pasteurizaci�n electoral de la izquierda corre el riesgo de prolongarse en el ejercicio del poder.  Si la mujer de C�sar deb�a ser honesta y tambi�n parecerlo, el pol�tico que se deja maquilar por los efectos electorales peligra con preocuparse m�s en parecer eficiente que ser eficiente.
Gobierna poniendo el ojo en las estad�sticas de opini�n.
Abdica de sus compromisos de campa�a para someterse al s�ndrome del electoralismo, o sea mantenerse en el poder pasa a ser su obsesi�n, y no la de administrar para lograr mejores condiciones de vida de la mayor�a de la poblaci�n.
Esa desideologizaci�n tiende a reducir la pol�tica al arte de acomodar intereses.  Se pierden la perspectiva estrat�gica y el horizonte ut�pico.  Ya no se busca otro mundo posible.  Ahora todo se reduce a cultivar una buena imagen frente a la opini�n p�blica.  Poco a poco, desfallece la militancia, dando lugar a los que act�an por contrato de trabajo, gente desprovista de aquel entusiasmo que imprime idealismo a una propuesta.  La movilizaci�n es suplantada por la profesionalizaci�n.
La pol�tica siempre fue un factor de educaci�n ciudadana.
Vaciada de contenido ideol�gico, como de consistencia de ideas, se transforma en un mero negocio de acceso al poder.
Como ocurri� en California con Schwarzenegger, se elige a qui�n tiene m�s visibilidad p�blica.  Aunque est� desprovisto de �tica, principios y proyectos.  Es la victoria del mercado sobre los valores humanitarios.  En el lugar de Libertad, Igualdad y Fraternidad entran la visibilidad, el poder de seducci�n y los amplios recursos de campa�a.  Es el predominio del marketing sobre los principios.  Y, como todos sabemos, el secreto del marketing no es vender productos: es vender ilusiones, con las cuales se envuelve los productos.  Ilusiones que llena la mente de fantas�as, aunque no llenen el est�mago.  Pero tambi�n alimentan la inconformidad de los excluidos que, atra�dos por la fantas�a, toman la realidad, a su manera.
Peor para todos nosotros.  A menos que la reforma pol�tica venga a depurar y mejorar nuestro proceso democr�tico.
(Traducci�n ALAI) - Frei Betto es escritor, autor de "Sabor de uva" (Garamond), entre otros libros.    


������