Latinoam�rica
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La dictadura uruguaya y su corrupci�n �Qu� pasa que nadie investiga?
Andr�s Capel�n
Las noticias que llegan desde Chile sobre el
procesamiento de la familia Pinochet por sus delitos econ�micos, llevan a
preguntarse cual es el motivo por el que nunca han prosperado investigaciones de
este tipo en Uruguay
"Cuando surjan las pruebas, se revisar�n todos aquellos actos para sancionar con
todo el peso de la ley y el desprecio a los que lograron prebendas, beneficios
personales o familiares, o llenaron sus bolsillos de oro, a la sombra de los
soldados oficiales que mor�an luchando contra la subversi�n o de la situaci�n
coyuntural del presente proceso cualquiera sea el lugar que ocupe en la sociedad
uruguaya".
Teniente General Gregorio �lvarez, Orden 777 del 9 de agosto de 1977
La relectura del libro de 1987 "Pa�s Vaciado, dictadura y negociados", del
economista Miguel Carri� (en su momento miembro de la Comis�n de Banca y
Financiamiento del Frente Amplio e integrante de la Comisi�n de Econom�a de la
central sindical uruguaya, el PIT-CNT), ayuda a comenzar a develar el misterio.
Esta falta de inter�s por los delitos econ�micos de la dictadura llama m�s la
atenci�n puesto que ellos est�n expresamente exclu�dos de la Ley de Caducidad de
la Pretensi�n Punitiva del Estado. En efecto, en el inciso b de su Art�culo 2�,
la ley que impide castigar a los militares y polic�as que violaron los derechos
humanos durante la dictadura, aclara expresamente que no est�n comprendidos en
esa impunidad: "Los delitos que se hubieren cometido con el prop�sito de lograr,
para su autor o para un tercero, un proyecto econ�mico". Es un hecho comprobado
que aqu� tambi�n la corrupci�n acompa�� a la dictadura, a pesar de la hip�crita
declaraci�n de principios del dictador Gregorio �lvarez con la que se abre esta
nota ("La corrupci�n acompa�� al fascismo como dos caras de una misma moneda",
sintetiza Carri�).
En su libro, el investigador se�ala un punto clave para develar el misterioso
silencio que rodea a los actos de corrupci�n cometidos en esos a�os: "La
dictadura no solamente sirvi� para llenar bolsillos militares, tambi�n los
civiles que se adaptaron al modelo econ�mico aplicado pudieron utilizarla en su
beneficio". El autor explica al respecto que "Hacia 1972 comienza a delinearse
una nueva estrategia de pol�tica econ�mica de liberalizaci�n y apertura externa,
que se plasma en el Plan Nacional de Desarrollo 1973-77 elaborado por la Oficina
de Planeamiento y Presupuesto de Bordaberry, que contaba con el Contador Ricardo
Zerbino como director y con el Contador Alberto Bensi�n como subdirector."
En 1985 el presidente Julio Mar�a Sanguinetti designar�a a Zerbino como su
ministro de Econom�a y Finanzas, y en 2000 el presidente Jorge Batlle har�a lo
propio con el contador Bensi�n. Pero adem�s, Carri� hace notar que "Bajo la
dictadura las funciones de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto las
desempe�� la SEPLACODI, cuyo director, el general Pedro Aranco, ten�a como
segundo, pero manejando realmente las riendas, al contador Ariel Davrieux".
Vuelta la democracia, Davrieux fue director de la Oficina de Planeamiento y
Presupuesto durante las dos presidencias de Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000)
y la de Jorge Batlle (2000-2005).
OPERACI�N CONSERVA
Una de las m�s escandalosas componendas c�vico militares de la dictadura, fue la
llamada "Operaci�n Conserva", un contrato firmado en 1982 entre el Ministerio de
Ganader�a, Agricultura y Pesca de la dictadura y una empresa llamada Inversur
Trading Company. Dicha operaci�n se divid�a en cuatro etapas:
1) La exportaci�n a Argentina de carne vacuna uruguaya.
2) La elaboraci�n de Corned Beef en Argentina.
3) La venta del Corned Beef
4) La prestaci�n de una serie de "servicios especiales" por parte de la empresa
Inversur.
El representante de Inversur en las negociaciones era el se�or Jos� Mar�a Alori,
uno de los zares de la industria frigor�fica uruguaya. En la �poca, Alori
integr� los directorios de varios frigor�ficos, entre los que se encontraba
EFCSA (Establecimientos Frigor�ficos del Cerro, S.A.), donde compart�a la mesa
del directorio con el luego diputado por el Partido Colorado Edison Rijo (adem�s
abogado de la empresa y su representante ante el Instituto Nacional de Carnes).
Alori tambi�n fue director del Frigor�fico y Matadero Carrasco (FRIMACAR), del
cual el luego vicepresidente de la Rep�blica Enrique Tarigo (1985-1990) era
entonces abogado y director. Pero adem�s, junto a todos ellos se encontraba la
se�ora Rosario Flores, la mism�sima esposa del dictador Gregorio �lvarez.
Para que la operaci�n se realizara era necesaria la aprobaci�n del Instituto
Nacional de Carnes (INAC), cuyo director era el mayor de la marina Armando
M�ndez, un fascista con justa fama de incorruptible. Tras estudiar el acuerdo,
M�ndez concluy� que el operativo era inconveniente, entre otras cosas porque "el
precio final de adquisici�n del corned beef por el Estado, es superior al que
actualmente se obtiene en la colocaci�n". La soluci�n que encontr� el dictador
�lvarez para superar este inconveniente fue la inmediata destituci�n del
director del INAC. Lo mismo le volver�a a suceder a M�ndez en 1992, cuando como
director de Aduanas del gobierno del presidente Luis Lacalle (Partido Nacional
1990-1995), descubri� los lazos entre el ex presidente Julio Mar�a Sanguinetti y
la mafia del contrabando.
Los beneficiados con esta Operaci�n Conserva fueron obviamente los frigor�ficos,
que cotizaron el ganado a 850 d�lares la tonelada, cuando el precio
internacional de la carne manufacturada era de tan s�lo 700. Los frigor�ficos
argentinos intervinientes en la operaci�n pertenec�an a un grupo estrechamente
vinculado con el jefe de polic�a de la provincia de Buenos Aires, el general
Ram�n Camps. El convenio obligaba al estado uruguayo a pagar los costos de la
operaci�n y a comprar el producido. En su libro, Carri� explica que a
consecuencia del Operativo Conserva "el ministerio de Ganader�a, Agricultura y
Pesca qued� como feliz propietario de la partida de corned beef a un costo
promedio de 22 d�lares la caja, un 25 % por encima del precio internacional del
producto, y con una deuda por 15 millones de d�lares con el Bank of Am�rica (que
hab�a financiado la operaci�n)."
"Finalmente �contin�a el autor- una parte de la conserva fue reexportada por
Alori a 16 d�lares la caja, perdiendo el Estado la diferencia y ganando Alori
las comisiones que INAC pag� por la venta". Una segunda parte de esa partida fue
utilizada para la campa�a electoral del �ltimo intendente municipal de la
dictadura en el departamento de Montevideo, Juan Carlos Pays�e (Partido
Nacional), y el resto fue comprado por el frigor�fico Lipena S.A, el que nunca
las pag�. Por otra parte, los "servicios especiales" a los que hac�a referencia
el punto 4 del acuerdo, consistieron en una gesti�n ante el Bank of Am�rica para
que otorgara a la dictadura un pr�stamo de 27.3 millones de d�lares; previa
compra por parte del Estado de su cartera de deudores incobrables, por un monto
cercano a los 10 millones de d�lares.
En el a�o 1985, el ministerio de Ganader�a realiz� una investigaci�n
administrativa sobre este operativo, y concluy� que el estado uruguayo perdi�
m�s de 12 millones de d�lares en el negocio, que se viol� la ley de contabilidad
y administraci�n financiera, y que la empresa de Alori gan� casi 700 mil d�lares
m�s las comisiones que le pag� el INAC. A pesar de ello, el ministro Pedro
Bonino (presidente Sanguinetti) orden� la clausura y el archivo de las
investigaciones. El caso nunca lleg� a la justicia.
FRIGOR�FICOS Y CARNICEROS
Una de la primeras tareas encaradas por la dictadura fue la eliminaci�n del
estatal Frigor�fico Nacional, para poder proceder as� a la liberalizaci�n de la
industria frigor�fica sin la molesta presencia de ese "ente testigo". Junto con
los ya mencionados pol�ticos del Partido Colorado, al dictador �lvarez, al
General Julio C�sar Vadora y al represor argentino Ram�n Camps, en los
abundantes negociados realizados en el �rea participaron individuos de la cala�a
de Jos� Gavazzo, Jos� Arab y An�bal Gordon.
La historia comenz� en 1973, cuando el estado uruguayo decret� la intervenci�n
administrativa del frigor�fico Comargen y sus colaterales debido a que se hab�an
comprobado gruesas maniobras financieras, desv�os contables, defraudaci�n
fiscal, y deudas impositivas "monumentales". Comargen era propiedad del mafioso
Jorge Angel�pulos, quien para evitar la prisi�n huy� hacia Buenos Aires. Hacia
1976 trab� relaci�n con Anibal Gordon (1), y entre ambos decidiron "mover sus
influencias" para recuperar las empresas. Para comenzar las gestiones,
Angel�polus y Gordon contrataron al afamado abogado penalista uruguayo Rodolfo
Schurmann Pacheco.
Dos a�os despu�s, el "trabajo" ya estaba hecho y las empresas fueron devueltas a
Angel�polus, comprometi�ndose el estado uruguayo a desistir de todos los juicios
entablados y a levantar todos los embargos trabados contra �l. Pero adem�s, la
dictadura devolvi� a Angel�polus "toda la documentaci�n perteneciente a las
sociedades referenciadas, sus directores y accionistas, o dem�s personas
involucradas", es decir: devolvi� al delincuente las pruebas de su delito. Una
vez que Angel�polus recuper� el frigor�fico Comargen, design� al entonces
coronel Jos� Gavazzo (2) como su Gerente de Planta, cargo que desempe�� hasta
1985.
Por su parte, Jos� Arab (3) ingres� al negocio de la carne hacia 1982, a�o en el
que fund� una distribuidora que comercializaba principalmente la carne faenada
por Comargen. Seg�n relata Carri�, "el turco Arab ten�a m�todos muy efectivos
para �convencer� a los carniceros de que compraran sus productos", quien se
negaba a hacerlo recib�a en forma inmediata una inspecci�n del INAC que
infaltablemente encontraba irregularidades en el comercio. Anibal Gordon, que
estuvo "exilado" en Uruguay durante un per�odo en el que estuvo peleado con
Ram�n Camps por haber asesinado a dos de sus polic�as, figuraba hacia 1984 como
asociado a la empresa Algecira, una distribuidora de carne del frigor�fico
Comargen para el departamento de Montevideo.
Fue precisamente el dictador Gregorio �lvarez quien solicit� al comandante en
Jefe de la Armada uruguaya, el vicealmirante Hugo Ram�n M�rquez que protegiera a
Gordon de Camps. En declaraciones a una publicaci�n de la ciudad de C�rdoba, en
1984 Gordon se jactaba as� de su amistad con �lvarez: "�Usted sabe que el
presidente de Uruguay es padrino de confirmaci�n de una de mis hijas? Bueno,
Gregorio �lvarez me llam� y me dijo que fuera para all�, que �l me proteger�a".
El represor y delincuente pose�a adem�s un carnet que lo acreditaba como oficial
de la Armada uruguaya.
PESCADOS Y PECES GORDOS
El libro de Miguel Carri� dedica un cap�tulo entero a contar las andanzas del
vicealmirante M�rquez, y revela que la Armada uruguaya manej� durante a�os una
cuenta secreta en el mismo banco en el que hac�a sus dep�sitos Augusto Pinochet:
el Riggs National Bank, sucursal Nueva York. Parte de esos dineros proven�an del
alquiler del superpetrolero propiedad de la Armada, el R.O.U. Lavalleja, a la
estatal Administraci�n Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP).
Seg�n la propaganda de la dictadura, la adquisici�n de esa nave "nos surte con
una apreciable reducci�n en el precio de los fletes, que antes se pagaban a
barcos de otras banderas". Sin embargo, el petrolero propiedad de la Armada
cobraba a ANCAP un flete muy superior al precio internacional. Result� s� "un
excelente negocio para la Armada a costa de ANCAP, aumentando el costo de los
combustibles", que por supuesto terminaba pagando el consumidor.
Seg�n explicaban los mismos marinos, la Armada hab�a abierto esa cuenta en el
banco Riggs para ocultar sus ganancias al Ej�rcito y la Fuerza A�rea, temerosa
de que su dinero fuera a parar a Rentas Generales y terminara por no poder ser
administrado por ella. Nunca se supo cual fue el destino de los intereses
devengados por el mill�n de d�lares depositados en el Riggs. En 1985, el senador
Jos� Germ�n Ara�jo (FA) denunci� estas maniobras il�citas en el Parlamento, pero
el asunto no pas� a mayores.
Al igual que lo hizo con el Frigor�fico Nacional, la dictadura comenz� sus
tropel�as en la industria de la pesca desmontando el ente estatal del ramo, las
Industrias Loberas y Pesqueras del Estado (ILPE). Carri� explica que luego de
quitado ese escollo, "La pesca atrajo la atenci�n de capitales privados
nacionales �sobre la base de cr�ditos bancarios- y extranjeros, y signific� una
fuente de ocupaci�n para �gestores� nacionales, en particular vinculados al
Partido Colorado". Al respecto, se�ala que hacia 1983, el Instituto Nacional de
Pesca ten�a en bandeja de entrada tres proyectos de inversi�n para la
explotaci�n de t�nidos. El pocos a�os despu�s ministro del Interior del
presidente Julio Mar�a Sanguinetti, Antonio Marchesano, figuraba en el
directorio de dos de esas empresas. En el de la tercera aparec�a el pachequista
Marcial Bugallo.
Pero Carri� explica que "el pol�tico colorado de mayor trayectoria en la pesca
bajo la dictadura fue el luego senador Eduardo Paz Aguirre, �nico director de
Pescatl�ntica S.A." La empresa contaba supuestamente con el respaldo de ciertos
capitales espa�oles, pero en los hechos compr� sus barcos con un pr�stamo del
Banco de la Rep�blica Oriental del Uruguay, con la garant�a de los propios
barcos y la solidaria de Paz Aguirre. Pero adem�s, Pescatl�ntica contrajo
voluminosas deudas con los bancos De Montevideo y Bafisud y con Provimex, una
empresa propiedad del hermano del pol�tico colorado. Lamentablemente,
Pescatl�ntica quebr� y esos cr�ditos pasaron a integrar las carteras incobrables
que luego comprar�a el Estado uruguayo para poder vender esos bancos a capitales
extranjeros.
El investigador se�ala que "ILPE fue objeto de un cuidadoso proceso de
vaciamiento y mal manejo de sus fondos por parte de los mandos de la Marina. Los
dos �ltimos buques de los que dispon�a la pesquera estatal fueron vendidos en
1983 a la empresa Bero S.A., cuyo principal era el Capit�n de Nav�o Jacinto
Avil�s, que casualmente era tambi�n el encargado de viajar a Nueva York a
realizar los dep�sitos del dinero negro de la Armada en el banco Riggs. La
excusa para vender ambas naves fue que ya eran "obsoletas". Sin embargo, el mes
anterior a su venta se hab�an invertido 40 mil d�lares en repuestos para ellas,
y de hecho siguieron operando durante varios a�os m�s para Bero S.A.
Hacia noviembre de 1984, como director de Bero S.A., el empresario Jacinto
Avil�s envi� una carta a sus colegas pesqueros convocando a apoyar las
candidaturas del vicealmirante Juan J. Zorrilla y Eduardo Paz Aguirre al
Parlamento. "As� como apoyamos sin lugar a dudas la candidatura del �Lalo� Paz
Aguirre, por las mismas razones entiendo deber�amos, salvo tu mejor opini�n,
apoyar la del Almirante Zorrilla, que inferir� en forma destacada en el sector,"
dec�a la carta, y continuaba: "por las razones expuestas, desear�amos contar con
tu decidido apoyo en esta ayuda a la Campa�a Financiera del futuro Senador
Zorrilla dentro de Unidad y Reforma del Partido Colorado, mirando desde el punto
de vista, m�s de tener un amigo que pueda recoger r�pidamente nuestras
inquietudes en el Sector, que desde el punto de vista pol�tico."
BANCOS A UN PESO
En 1981, al allanar el escritorio en Arezzo, Italia, del Gran Maestro de la
Logia Mas�nica Propaganda Due (P2) Licio Gelli, quedaron al descubierto las
conexiones entre dicha organizaci�n mafiosa y altas personalidades de la
pol�tica, las finanzas, y la diplomacia internacionales. Entre los implicados en
la densa trama de sobornos y lavado de dinero figuraba el el banquero Mario
Ortolani, quien estaba instalado en nuestro pa�s desde 1970, y en 1981 era la
eminencia gris del Banco Financiero Sudamericano (BAFISUD) desde su
aparentemente modesto cargo de Sub Gerente General.
Junto a Ortolani, integraban el Consejo de Administraci�n de BAFISUD
representantes de los intereses vaticanos, personalidades uruguayas del ambiente
financiero, y el propio Licio Gelli. Entre los uruguayos figuraban los Santayana,
Julio Azn�rez, la familia Strauch, y la familia Peirano Facio. Carri� explica en
su libro que en ese a�o se desarrollaba una guerra no declarada por la sucesi�n
del dictador Aparicio M�ndez en la Presidencia de la Rep�blica, entre los
generales Luis Vicente Queirolo (quien ten�a "negocios" con la logia P2") y
Gregorio �lvarez. Es precisamente esa relaci�n de Queirolo con la para ese
momento "desgraciada" organizaci�n mafiosa, lo que permitir� a �lvarez hacerse
con el poder.
Una vez en la presidencia, el dictador �lvarez ordena la incautaci�n de los
documentos encontrados en la casa que Licio Gelli ten�a en Montevideo. Entre
ellos se encuentran tres carpetas rotuladas "Massera, Emilio Eduardo", el hombre
de la logia en Argentina, represor, genocida, ladron de ni�os, amigo y socio del
vicealmirante Hugo M�rquez. Hacia 1982, el BAFISUD ocupaba patrimonialmente el
tercer lugar en el ranking bancario uruguayo, pose�a una sucursal en la ciuda
brasile�a de San Pablo, y en Argentina era propietario del Banco Continental.
En abierta infracci�n a la legislaci�n uruguaya y en forma "rel�mpago" Ortolani
contruy� un denso entramado de intereses industriales y comerciales en torno al
banco, con el objetivo claro de vaciarlo en perjuicio de sus ahorristas. Se
asocia con la empresa SAFEMA, que -presidida por el Contador Luis Lecueder-
canaliza hacia la inversi�n en la construcci�n en Punta del Este y Montevideo
buena parte del dinero negro argentino. Carri� explica que la forma de actuar de
Ortolani para concretar inversiones era detectar las empresas que pod�an ser de
inter�s para el grupo mediante la auditor�a de la multinacional Price Waterhouse,
y si el informe era favorable, hac�a una oferta para su adquisici�n.
Pero en esa misma fecha, en medio de la "guerra sucesoria" por el control de la
logia P2 derivada de la quiebra del Banco Ambrosiano, el mafioso Carmelo D�Amore
inici� un juicio contra BAFISUD acusando a Ortolani de malversaci�n de fondos,
uso indebido de dep�sitos y falsificaci�n de firmas. Lo denunciado por D�Amore
era verdad, y ello provoc� una corrida bancaria que fue solucionada por la
dictadura vendiendo el BAFISUD al holand�s NMB Bank por la suma de N$ 1.00, y
compr�ndole luego su cartera pesada por 94 millones de d�lares. El asesor de los
holandeses en nuestro pa�s era el luego diputado del Partido Colorado (lista 15)
Alberto Brause Berreta.
Entre los deudores incobrables de BAFISUD figuraban entre otras las empresas
Ambrois y C�a., Tem S.A., Atma S.A.; y los grupos Soler, Bakirgian, y Strauch.
Este �ltimo, que estaba sindicado como estrechamente vinculado a la logia P2,
tuvo un acelerado desarrollo basado en el cr�dito bancario durante la dictadura.
Su estrategia era concentrar los bienes en manos de un integrante del grupo que
no tuviera deudas, volviendo insolvente al resto. As� lo hizo con el BAFISUD, y
as� lo volver�a a hacer con el Banco Pan de Az�car tiempo despu�s. Esta �ltima
instituci�n (que tras quebrar fue absorbida por el Banco Rep�blica) ten�a
iniciados m�s de 20 juicios contra este grupo, pero nunca pudo recuperar un
cent�simo debido a la carencia general de garant�as de la que hist�ricamente
hacen gala los Strauch.
La misma operaci�n de compraventa se repetir�a con los bancos Panamericano, del
Litoral, y Banfed, que tambi�n fueron vendidos en un nuevo peso al Banco Central
de Madrid, al Banco Santander y al Banco Exterior de Espa�a, respectivamente.
Luego de vender los bancos, el estado uruguayo pag� a sus nuevos due�os una suma
superior a 300 millones de d�lares por el privilegio de quedarse con sus
carteras pesadas. Esta estrategia de compra de carteras incobrables de los
bancos fundidos adrede fue idea del Citibank, que ofreci� a cambio de la venta
de la suya un pr�stamo al gobierno central. De esta manera, la banca privada
solucionaba sus problemas de la alta incobrabilidad de sus carteras, y la
dictadura obten�a nuevos pr�stamos externos para seguirse financiando.
La lista de delitos, corrupciones, sobornos y contubernios cometidos en tiempos
de dictadura puede ser inabarcable. Los civiles y los militares que gobernaron
el pa�s a su antojo durante m�s de una d�cada, lo tomaron con una deuda externa
de 716 millones de d�lares y lo devolvieron con una de 6.000 millones. Nadie
investig� nunca en qu� se us� ese dinero ni ninguno de los gobiernos posteriores
(tampoco el actual) puso alg�n reparo para pagarlo. Nadie compar� nunca la
situaci�n patrimonial de los oficiales de las Fuerzas Armadas en 1973 con la de
1985. �Llegar� alg�n d�a la hora en que al fin se sancione "con todo el peso de
la ley y el desprecio, a los que lograron prebendas, beneficios personales o
familiares, o llenaron sus bolsillos de oro" durante la dictadura? Nadie parece
interesado en que as� sea. Las pruebas, empero: est�n.
NOTAS:
(1) El teniente coronel (r) Jos� Nino Gavazzo Pereira, fue jefe operativo del
personal militar uruguayo que se desempe�� en Orletti. Comand� el secuestro,
tortura y desaparici�n de 140 compatriotas en la Argentina; actuaba a cara
descubierta, dec�a su nombre a los prisioneros y a veces les mostraba un
encendedor de oro con sus iniciales que le regal� la CIA; encabez� el operativo
de secuestro en Buenos Aires de la ciudadana uruguaya Sara M�ndez en que le
robaron el hijo Sim�n, de 20 d�as de edad.
(2) El mayor Jos� Ricardo Arab Fern�ndez. (Alias: "El Turco". "305". "La
Bruja"), naci� el 7 de febrero de 1941 e ingres� al Ej�rcito el 1� de marzo de
1958 al Arma de Ingenieros. En 1967 es teniente primero en la Escuela Militar.
Asciende a capit�n en 1970. En 1971 sirve en el Batall�n de Ingenieros N� 3 de
Paso de los Toros. Con el grado de mayor, act�a en el Servicio de Informaci�n y
Defensa (SID) en 1976. Participa de las operaciones de represi�n en Automotores
Orletti en Buenos Aires y en el traslado ilegal de ciudadanos. El 9 de febrero
de 1978 fue dado de baja y degradado, por "degenerado".
(3) An�bal Gordon fue un personaje impar de la represi�n en la Argentina. Su
primera aparici�n ante la llamada "opini�n p�blica" fue en el a�o 1971, cuando
ten�a un oficio m�s noble que el que luego termin� ejerciendo como asesino a
sueldo de las dictaduras triunfantes: era ladr�n de bancos y rob� uno en San
Carlos de Bariloche. La fuga fue de pel�cula yanqui, porque se escap� en
helic�ptero. Un a�o despu�s lo metieron preso y lo confinaron en Devoto. Por
esos "misterios" insondables de la corrupci�n en la Argentina, Gordon fue uno de
los beneficiarios de la amnist�a dispuesta en 1973 por el gobierno de H�ctor J.
C�mpora, porque ten�a acceso a la confecci�n del listado de presos favorecidos
por la amnist�a, debido a que desde 1968, es decir antes del robo en Bariloche,
ya era miembro activo de la Secretar�a de Inteligencia de Estado (SIDE). Gordon
particip� en los secuestros, en las torturas y en los asesinatos ocurridos en el
centro clandestino de detenci�n de Automotores Orletti, entre muchas otras cosas
m�s.
Fuente: Comcosur/Montevideo