Regreso en Armas:
Movimiento 14 de Mayo para la Liberación del Paraguay
Diana ARELLANO*
Revista Novapolis
Esta comunicación constituye la primer re-visita a mi reciente estudio sobre
las memorias del "Movimiento 14 de Mayo para la Liberación del Paraguay",
protagonista de la resistencia armada al régimen del General Alfredo Stroessner
de Paraguay entre los años 1959 y 1961. Nos proponemos aquí analizar su
emergencia como grupo armado en la situación histórico-política particular
paraguaya y latinoamericana que lo hizo posible.
El "Movimiento 14 de Mayo" se formó básicamente con jóvenes miembros de los
Partidos Liberal y Revolucionario Febrerista de Paraguay(1)
en su exilio en Argentina, país al que retornaron luego de la derrota, la cárcel
y finalmente la fuga de la Prisión Militar de Peña Hermosa. Argentina es, para
muchos de los sobrevivientes, el lugar desde donde mantuvieron sus vínculos
-familiares, amistosos, económicos y políticos - con el Paraguay, una zona
liminar que les brindó protección jurídico-política contra la represión y, al
mismo tiempo, les otorgó la posibilidad de "estar en la zona" y mantener un
activo flujo comunicacional con su país.
La tradicional conspiración armada de la que muchos habían sido protagonistas y,
por esa causa exiliados, se trastoca en una lucha más profunda que no solo se
plantea el clásico derrocamiento del gobierno sino un cambio radical en la
estructura política del Paraguay: el objetivo del "Movimiento 14 de Mayo" era
derrocar por las armas la dictadura de Stroessner, condición primordial para
permitir el regreso al Paraguay de miles de exiliados y para lo cual se habían
trazado un Plan Programático de Gobierno.
El 12 de diciembre de 1959, el "Movimiento 14 de Mayo" inició lo que se dio en
llamar "La Gran Invasión" con el ingreso en simultáneo de cinco columnas
de hombres armados y una radio clandestina ZPX que operaría como enlace de todas
las columnas y como medio de propaganda. Ingresaron por diferentes puntos de la
frontera argentino paraguaya sobre territorio de Misiones, desde Posadas al Alto
Paraná y, a través de Pedro Juan Caballero en el límite con Brasil. El propósito
era lograr un ataque de frentes múltiples para que las tropas del ejército
regular no pudieran responder.
La columna que cruzó el río frente a Posadas, fue detectada en el canal del río
Paraná y sus tripulantes fueron hechos prisioneros sin poder desembarcar, a
excepción de la canoa al mando de Juan José Rotela que logró entrar, arengar a
la población y salir con vida.
Las columnas que cruzaron a la altura de Puerto Rico y Puerto Iguazú, lograron
un desembarco exitoso merced a la experiencia y el avezamiento de sus
comandantes que tuvieron plasticidad para implementar cambios de posición sobre
la marcha y se adentraron entre 100 y 200 km. en territorio paraguayo, pero ante
la noticia del fracaso del movimiento en Asunción y Encarnación deciden regresar
a la Argentina y son apresados ya sobre la costa del Paraná.
Es decir, en menos de 15 días la totalidad de las columnas que intentaron la
"Gran Invasión" fueron reducidas, salvándose solamente la columna de Juan José
Rotela -máximo líder y comandante del "Movimiento 14 de Mayo"- que volvería a
intentarlo nuevamente en abril de 1960 siendo asesinados todos sus integrantes.
Posteriormente, pequeños grupos, mejor armados, equipados y entrenados
realizaron varios intentos infructuosos con estrategias de guerra de guerrilla
en los montes.
Históricamente, los gobiernos de Paraguay hicieron cumplir prisión a los presos
políticos en lugares inhóspitos para desvincularlos de las redes sociales
urbanas que constituían una molestia para el gobierno ya que los visitaban
permanentemente, pedían explicaciones y hacían denuncias. De éste modo, luego de
una breve estancia en Asunción, prácticamente la totalidad de los integrantes
del "Movimiento 14 de Mayo" y sus colaboradores fueron recluidos en la Prisión
Militar de Peña Hermosa situada en una isla del Alto Paraguay cerca de la
frontera con Brasil. Excepto por lo alejados de los pueblos y ciudades, estos
lugares no cumplían las mínimas condiciones de seguridad, por lo que para los
presos políticos, la fuga hacia Brasil fue siempre una posibilidad cierta que
concretaron primeramente un pequeño grupo de 5 personas y la totalidad de los
prisioneros restante el día 27 de abril de 1961.
Los sobrevivientes retornaron a la Argentina y regresaron al Paraguay recién en
1989 con la caída de Stroessner, solo algunos se insertaron nuevamente en su
país, una gran mayoría se radicó definitivamente a lo largo de la Argentina
donde formaron sus familias y muchos viven en la actualidad principalmente en
Buenos Aires, Chaco, Formosa y Misiones. Todos viven la derrota como una derrota
militar, no de las ideas y con lo único que tienen reservas es con la capacidad
revolucionaria del pueblo paraguayo que a su juicio está totalmente aplastada.
Durante el intento armado los medios de comunicación cumplieron un importante
papel. Es preciso distinguir entre: el papel de los medios argentinos tanto los
de Misiones como los de Buenos Aires y; el papel de los medios de comunicación
de la dictadura paraguaya en su doble o triple discurso, hacia el interior
tratando de constituir el "enemigo de la nación", hacia los países
vecinos tratando de mostrar una imagen de situación controlada y repartir
acusaciones, sobre todo a la Argentina, mientras hacia Estados Unidos y el FMI
mostraba una imagen catastrófica a través de Cancillería para gestionar pingües
fondos para la lucha anticomunista.
La prensa argentina jugó un importante papel con el "Movimiento 14 de Mayo",
decididamente de apoyo al comienzo y de vocero de derechos humanos tras la
derrota. Durante todo el mes de diciembre de 1959, por ejemplo, el diario "La
Razón" llevaba diariamente los pormenores de la prohibición de regresar a
Asunción que pesaba sobre el Padre Ramón Talavera, un sacerdote paraguayo que se
había pronunciado públicamente contra Stroessner y por ello se encontraba en
Argentina realizando una campaña periodística y negociaciones con la embajada
del Paraguay para regresar a su país. La prensa argentina fue acusada por el
régimen de avisar en código a los contactos del movimiento en Paraguay que el
desembarco era inminente mediante este artilugio informativo.
Todos las diarios argentinos actuaron de una suerte de "amplificador" del corto
alcance de la radio clandestina del movimiento que instaló el tema a nivel
internacional pues, de otro modo, quizás hubiera pasado desapercibido como uno
de los tantos altercados de las zonas fronterizas. La Razón, La Nación, Clarín
reproducían los textos y hasta los mensajes y proclamas enteras del movimiento
que el diario de Misiones "El Territorio" captaba de la emisora clandestina ZPX.
Por su parte, además de desmentir a los medios argentinos, la construcción del
"enemigo" le demandó al régimen un intenso trabajo de propaganda que llevó a
cabo Edgar L. Insfrán -para muchos autores, la gran figura política del sistema
stroessnista. Jefe de Policía primero y Ministro del Interior entre 1956 y 1966-
Insfrán implementó un sistema de propaganda política inspirado en Göebels:
apresamientos, explicaciones oficiales a través de la prensa, adhesiones del
aparato partidario y finalmente una gran concentración masiva buscando fanatizar
a las "masas coloradas" a favor del gobierno y movilizarlas como agentes
de control de la población. Desde siempre el Partido Colorado ha tenido un
discurso conservador, pero durante el stroessnismo se volvió además
reaccionario, autoritario y vulgar en el que la burla y un estilo de expresión
soez -incluso en la prensa escrita- intentaban desempeñar un rol populista que
construía un interlocutor tácito afirmando el tópico de "colorado pynandí",
pobre e ignorante, con un discurso absolutamente chabacano y machista.
En este trabajo, distinguimos, exclusivamente a los fines analíticos, cuatro
elementos que se encuentran densamente imbricados en la realidad, a saber: a) el
contexto mundial de Guerra Fría en que Estados Unidos necesitaban eliminar a los
grupos revolucionarios en toda América Latina b) la práctica del destierro de
los opositores políticos como el tratamiento "natural"; c) la particular
situación de los exiliados en Argentina que favorecía la organización de grupos
armados entre ellos y; d) la necesidad del nuevo régimen de monopolizar el uso
de la fuerza -en tanto elemento constitutivo del poder del Estado en términos
weberianos- reduciendo a sus antagonistas. Pretendemos reflexionar sobre la
incidencia que cada uno de estos elementos ejerció para la cristalización de la
lucha armada contra el régimen stroessnista.
a) En enero de 1959, se produce el triunfo de la revolución cubana con su figura
emblemática, el argentino Ernesto "Che" Guevara, lo que constituyó un ejemplo
concreto para los exiliados paraguayos en Argentina acerca de la posibilidad de
derrocar a una dictadura latinoamericana mediante las "nuevas tácticas de
guerrilla".
En el marco de la Guerra Fría y la Alianza para el Progreso- la lucha de
Stroessner contra este supuesto "comunismo ateo internacional" le
garantizó al régimen una afluencia sostenida de dinero del exterior con el
sostuvo el aparato represivo durante tantos años. El "Movimiento 14 de Mayo" le
permitió la constitución del "enemigo externo", contra el que era
necesario defenderse. En términos políticos, la inclusión del Movimiento en un
sistema internacional de conspiraciones contra el "orden y el progreso" del
Paraguay es lo que le permite unificar a su enemigo, ponerlo fuera de los
límites territoriales de Paraguay y a partir de allí demonizarlo para que sea
posible y hasta deseable su exterminio.
b) El exilio, es la forma culturalmente establecida de tratar al enemigo ya que
el extrañamiento es culturalmente "el peor de los castigos." Y por ello,
es el modus operandi, concebido como el "tratamiento adecuado", el
"destino natural" para los opositores políticos cuando se produce la
radicalización del conflicto.
La afluencia de perseguidos políticos paraguayos alcanzó durante la dictadura de
Stroessner sus más altos índices principalmente hacia la Argentina, pero también
hacia Brasil y Uruguay aunque no contamos con datos sobre estos últimos.
En 1958 la dictadura de Alfredo Stroessner se consolidó mediante su reelección
fraudulenta bajo un sistema de partido y candidato único y con la proscripción
de todos los demás partidos políticos. Esto alejó toda posibilidad de "apertura
democrática" que les permitiera a los exiliados paraguayos en Argentina el
retorno a su país.
Los contingentes de exiliados llegaban unos tras otros en todas las condiciones
imaginables: familias completas que huían por su tradición política familiar;
jóvenes que se aventuraban en Argentina, seguros de encontrar trabajo, aportando
sus brazos a la floreciente industria nacional del cordón industrial del Gran
Buenos Aires o, al menos, visitar a sus compatriotas que los habían precedido y
que los recibirían apenas bajaran del tren; conscriptos y militares fugados de
los campos de concentración; civiles comprometidos con los alzamientos y las
conspiraciones.
Sobre la base de esta inmensa masa de exiliados paraguayos en la Argentina se
forma el "Movimiento 14 de Mayo" que se conforma como un movimiento pluralista
en tanto participan militantes y simpatizantes de todos los partidos y hasta
algunos argentinos y uruguayos que se sumaron a la causa. Se trató de un
proyecto revolucionario de base popular en clara oposición a un poder que se
consolidaba implementando un gobierno autoritario con un uso indiscriminado de
la fuerza.
La misma situación de ilegalidad de los migrantes paraguayos en Argentina,
profundizó la dependencia y el apoyo mutuo dentro de la comunidad lo que
contribuyó a reforzar su auto-identificación o auto-adscripción al grupo. Pero
esta auto-identificación no solo debía expresarse -o si se quiere hasta
ritualizarse, como ocurre con las conmemoraciones de las efemérides del Paraguay
que realizaban o los nombre que imponían a sus asociaciones y festividades- sino
que además debía ratificarse permanentemente como consecuencia de la situación
misma de ilegalidad en el país de residencia y de la situación de
criminalización de que eran víctimas en su país de origen.
Esta ratificación continua de su auto-adscripción como "paraguayos" implicaba
para 1958 sobre todo una consigna: VOLVER. Impedir la disgregación del grupo y
su consiguiente asimilación a la sociedad argentina dependía del proyecto activo
del regreso a Paraguay y su participación para lograrlo.
Por eso, en situación de ilegalidad -con la consecuente falta de participación
en las esferas públicas de la vida del país de residencia- el ámbito de la vida
privada es también el ámbito de la política, y la organización de clubes,
partidos de fútbol, bailes y quermeses tiene un objetivo claro: evitar la
disgregación ratificando la auto-adscripción al grupo y, a su vez, consolidando
el objetivo del regreso trabajando para ello.
Históricamente, el Paraguay aplicó la sanción del destierro tanto para los
desertores de guerra como para los adversarios políticos, y ese lugar fue
siempre preferentemente Argentina, pero también Uruguay y Brasil, lugares desde
los cuales siempre se organizaron las resistencias, los golpes de Estado y los
proyectos de regreso. Por ello, el régimen castigó con saña el retorno armado de
los exiliados, acción indispensable para poder continuar con la política,
devenida cultura política del destierro como único lugar posible para el
adversario político y la posibilidad de vivir en Paraguay solo para sus adeptos;
en este sentido, el régimen totalitario se construye y sostiene sobre la base
del "consenso total" a cualquier precio, en él no hay cabida para el mínimo
disenso o antagonismo.
Esta construcción social del "otro enemigo" es el primer paso en una marcha
hacia la violencia, que lleva a prácticas sociales genocidas como el éxodo
primero y el exterminio después. Cuando el desterrado decide luchar para volver,
el régimen señala que este "otro enemigo" además de ser depositario de todos los
estigmas "viene de afuera" y en el extranjero se volvió "violento,
peligroso, comunista"; su exterminio entonces no sólo es posible sino, hasta
deseable.
b) El "Movimiento 14 de Mayo" consideró que era el momento propicio para el
intento armado debido principalmente a que en Argentina asumió la Presidencia el
Dr. Arturo Frondizi, de la Unión Cívica Radical quien necesitaba mantener a raya
a su principal opositor, el Justicialista Juan Domingo Perón, aliado
incondicional del General Alfredo Stroessner. Esto generó entre los exiliados
paraguayos un clima que fue vivido como un "guiño favorable del estadista
argentino" para la empresa armada contra del dictador. Su apoyo al
"Movimiento 14 de Mayo" no puede comprobarse, por razones obvias, pero todos los
entrevistados sostienen que recibieron apoyo (dinero y armas) de Frondizi y del
Ejército Argentino a través de su Comandante en Jefe Guillermo Toranzo Montero a
quien se refieren como a "un amigo".
También el Regimiento de Posadas, Misiones les habría prestado apoyo
permitiéndoles realizar prácticas de combate en sus instalaciones y,
encarcelando a los guerrilleros que se preparaban para la segunda incursión,
para protegerlos, en vistas del fracaso de la primera. Esta acción que es vista
como "protección" puede hacer sido fruto de la difamación internacional y las
acusaciones ante la OEA que Stroessner le hizo al supuesto apoyo del gobierno
argentino a la "guerrilla comunista".
d)Cuando Stroessner toma el gobierno en 1954, el Paraguay se encuentra
sacudido por una crisis política generalizada que dio lugar a dos proyectos
antagónicos de país: uno, democrático y popular encabezado por los veteranos de
la Guerra del Chaco (1932-1936) reunidos en el Partido Revolucionario Febrerista,
que apostaba por un proyecto de Defensa de la Nación y otro, catalogado de
"derecha entreguista", que representaba a los intereses de Argentina y
Estados Unidos.(2)
En medio de ésta situación de "faccionalismo desbordado" (Vezzetti: 2002)
-al interior no solo de las fuerzas armadas, sino de la sociedad en su conjunto-
una de las facciones -encabezada por Stroessner junto a un sector del Ejército y
el Partido Colorado- logra hacerse del aparato del Estado, con el que acrecienta
su capacidad de fuerza y plantea un antagonismo extremo que solo puede saldarse
por la vía de la aniquilación física del enemigo.
Con el golpe de estado de Stroessner en 1954 comienza el cambio de signo en la
contienda que traslada lo que, hasta entonces se presentaba como un problema
interno de las Fuerzas Armadas Paraguayas, a toda la población, con la
identificación como "enemigo" de toda las personas que no pertenecieran al
Partido Colorado o ANR.
Para consolidarse en el poder Stroessner necesitó, inmediatamente después del
golpe, monopolizar el uso de la fuerza que se encontraba dispersa en la
sociedad, para ello inicia una aplicación sistemática de violencia sobre todos
los sectores antagonistas, destinada a destruir todos los cuerpos sociales que
el régimen no necesitaba y crear otros nuevos y funcionales. Sostenemos con
Izaguirre (2003) que, cuanto mayor es la distribución del uso de la fuerza en
una sociedad, mayor ha de ser la práctica de violencia del Estado necesaria para
reducir a dichos cuerpos y monopolizar la fuerza. Para ello, el grupo dominante
inicia la construcción del "otro enemigo" exacerbando las diferencias hasta el
antagonismo total que le permita elaborar un discurso que instala la represión
como una posibilidad primero y, como una necesidad después. Así, el grupo que
ejerce el poder construye discursivamente la peligrosidad del grupo antagónico y
convence a los demás grupos de la sociedad de esta peligrosidad para, a la vez
que aísla al grupo peligroso, lo enfrenta al resto de los grupos que componen la
sociedad para hacer posible y hasta deseable por todos su aniquilamiento,
algunas veces simbólico/político, otras, su destrucción física total. El nuevo
sistema de relaciones sociales ha de considerarse implantado cuando las
prácticas sistemáticas de violencia -que comienzan a generar una mezcla de
sumisión y consenso- se naturalizan porque en el nuevo sistema, con su nueva
"legalidad", la violencia del enemigo es "delito" y la violencia del Estado es
poder y, por lo tanto impunidad que invisibiliza su delito y garantiza su
no-castigo (Inés Izaguirre, 2003).
Stroessner no se propuso para el Paraguay un sistema de partido único en cuyo
interior se procesen las diferencias, sino que tampoco aceptó disidencias, por
eso algunos miembros del Partido Colorado opositores a Stroessner que se
agrupaban en el MOPOCO (Movimiento Popular Colorado) salieron al exilio y
eventualmente se unieron a la guerrilla.
El gobierno de Stroessner ha sido clasificado por los estudiosos de los procesos
dictatoriales de América Latina como una "dictadura personalista" cuyas
principales características son: introducción de mecanismos políticos para la
designación y ascensos en las Fuerzas Armadas para controlarlas y la corrupción
que es otro factor disolvente de la institucionalidad. Aunque usan a las Fuerzas
Armadas para mantenerse en el poder, al no presentarse como una expresión
institucional de éstas, recurren a elecciones presidenciales fraudulentas como
un mecanismo legitimador (Samuel Huntington, 1994).
El régimen de Stroessner inaugura, inmediatamente después de la detención de los
miembros del Movimiento 14 de Mayo el sistema represivo (hoy considerado Delito
de Lesa Humanidad) que habrían de implementar todos los regímenes de América
Latina y que tan hacendosamente se aprendía en la tristemente célebre Escuela de
las Américas. En Panamá, entrenamiento en combate y lucha anticomunista; en
Asunción, interrogatorio y reducción del enemigo, eufemismos con que se
denominaba a la tortura y la ejecución sumaria.
La micro política de la tortura, está destinada a disolver las resistencias
políticas a la implementación del nuevo sistema económico. Es un ejercicio total
de poder que se descarga sobre un enemigo considerado irrecuperable, in-humano
(en el sentido de no- humano) fuera de contrato, sin derecho a la vida, generado
por las doctrinas de la Guerra Anticomunista, de la Seguridad Nacional y la
ilusión de la Tercera Guerra Mundial puestas por encima de toda otra
consideración legal o moral.
Desde el punto de vista del represor, la tortura aplicada al cuerpo rebelde del
enemigo lo somete a un tormento psicofísico que opera su despersonalización, y
reducción a puro reflejo neuro-motor y vacío de voluntad necesario para imponer
el nuevo modelo subjetivo dócil que el régimen necesita (Raúl García, 2000).
Sobre el cuerpo des-personalizado de la víctima se graba a fuego la nueva "ley"
del régimen autoritario que destruye los valores de libertad, democracia,
desarrollo, solidaridad, participación, implantado los de individualismo,
competencia, indiferencia y sumisión. Se trata de poner en funcionamiento un
espacio de reglas constitutivas en la que se definen los límites de la
legitimidad, las nuevas reglas de juego con que el sistema va a operar. En este
sentido el cuerpo es un soporte de memoria privilegiado ya que porta hasta la
muerte las cicatrices que le fueron infligidas y cada cicatriz es a la vez, una
actualización del dolor que paraliza y reprime, una actualización de las nuevas
reglas de juego que actúa mucho más allá de la instancia de su implementación y
un soporte de memoria recluido en el fragmento físico más pequeño imaginable.
Aunque el objetivo aparente de las sesiones de tortura es la obtención de
información sobre los movimientos del grupo y la confesión (veraz o no, no
importa) ya que opera como reconocimiento del "crimen" por parte de la víctima,
esto no siempre es así y muchas veces las víctimas tienen la sensación de que ni
la información, ni la confesión importan y que en realidad lo importante es
mantener activo el dispositivo de disciplinamiento y terror y alcanzar la
docilidad del cuerpo-individuo. En este sentido muchas víctimas reconocen los
efectos del tormento sobre sus voluntades.
La micro política de la tortura produce dos efectos buscados ya que a la vez que
el tormento somete y disciplina al cuerpo-individuo, el de la docilidad corporal
foucaultiana, esta modalidad de poder que trabaja sobre los cuerpo-individuos se
extiende al cuerpo-sociedad produciendo una amenaza de terror generalizado que
garantiza el sometimiento colectivo al régimen (Raúl García: 2000). La extensión
de la micro política del tormento sobre el cuerpo-individuo al cuerpo-sociedad
se produjo en Paraguay de tres maneras complementarias ante que excluyentes:
- Mediante indicios -de distintos grados de precisión- de los tormentos,
destinados a recorrer el cuerpo social mediante la institución social del rumor,
chimento o radio so’o(3)
que hace partícipe a la sociedad en la medida que va adosando en cada retícula
de circulación sus propios temores, interpretaciones y deformaciones;
- mediante la participación directa de algunos testigos que reproducen los
suplicios a partir de una información de primera mano que nunca alcanza el
estatus de versión oficial, el popular "dice que" de la cultura popular
paraguaya que pone en duda antes que el suceso relatado, la persona que lo
relata;
- los tormentos, mutilaciones y asesinatos como espectáculos públicos,
generalmente en la plaza de pequeños poblados al que los pobladores estaban
obligados a asistir y en algunos casos inducidos a participar mediante
improperios, escupitajos y gritería generalizada. La exposición pública hacía
partícipe de los apremios a la sociedad toda trasladándole una cuota de culpa,
impotencia, silencio y complicidad y sellando una "comunión" propia del accionar
delictivo y;
- la demostración permanente de un nuevo orden social en el que el despotismo
del régimen podía efectivizarse en cualquier momento y nadie tenía la certeza de
no ser el próximo mediante la permanente entrada y salida de los ciudadanos a la
cárcel para "averiguaciones".
Desde las víctimas, el lugar de la tortura es percibido como una obra de
"degenerados", de "mentes perversas", "locos sádicos", "trastornados
mentales", un sitio que pertenece al mundo de lo a-normal y que fue traído
aquí desde afuera, desde otro país, en este caso la Argentina de Perón, para ser
funcionales al régimen stroessnista. Pero también los diarios argentinos sacaban
afuera la barbarización del tratamiento del enemigo deslizando que el artífice
de los tormentos era una importación latinoamericana del genocidio nazi.
El lugar del torturador-asesino no es el lugar del verdugo de la edad media que,
aunque apartado de la sociedad era comprendido por la desagradable tarea que
debía cumplir. El torturador-asesino es un no-hombre desquiciado, próximo a la
perversión humana -que obtiene placer de su sádica tarea- y por lo tanto, el
depositario de todos los valores negativos de la sociedad. Sobre este lugar del
torturador-asesino todos los intentos de análisis llevan a la "locura" que
funciona indistintamente como causa o como consecuencia de la tarea.
Hannah Arendt acuño el término "banalidad del mal" para referirse a las
motivaciones banales de sujetos mediocres e insignificantes para colaborar en
las "masacres administradas", mezcla de deseos de reconocimiento y
ascenso profesional, y obediencia a un orden jerárquico que no se cuestiona. Un
ex agente del régimen que netrevistamos asegura que lo hacía "por la
jubilación" pero sin lugar a dudas hace falta algo más y en este sentido
Vezzetti sostiene que ese "algo más" es un escenario de impunidad garantizada,
la certeza de que no habrá consecuencia a pagar que restringe la apreciación a
los beneficios del delito y envalentona hasta al más cobarde.
Los agentes del régimen se encontraban insertos en una densa red de relaciones
que validaba su actuación. Con sus superiores a través de órdenes emanadas de
jefes visibles, conocidos, que premiaban su rudeza e, indistintamente, una
sumisión frente a su superior que es una degradación del código de obediencia
del guerrero, sumisión que se compensa con una ilusión de "coraje y valentía"
que no es más que cobardía frente a una víctima indefensa. Con sus pares, un
entrenamiento en la obediencia, fuerte control de grupo y complicidad en las
atrocidades y la vivencia de éstas prácticas impunes de violencia como un
trabajo rutinario en el que cada uno conoce con precisión su rol y se reconoce
como parte de un sistema mayor en el cual cobra sentido su accionar. En
síntesis, una combinación de obediencia, de adhesión ideológica, oportunismo de
facción y corrupción degradante generada por esa "forma de poder sin límites
que libera lo peor de los individuos y los grupos" (Hugo Vezzetti: 2002).
Desde una noción de cuerpo como "territorialidad social" que sintetiza y
anuda todas las relaciones dadas en una sociedad y expresa "el conjunto total
de las relaciones sociales" en las cuales los cuerpos "se comportarían en
función de ser la mediación de un conjunto de relaciones sociales" (Jorge
Rozé, 2003) examinamos cómo el régimen stroessnista, al crear un nuevo orden
social destruyó cuerpos con sus clasificaciones y relaciones previas, recicló
otros y creó mayoritariamente sus propios cuerpos imponiendo a sangre y fuego
las nuevas clasificaciones del mundo. La alteración total de los criterios de la
población produjo un estado de parálisis y desasosiego que habría de sufrir por
largas décadas y de muchos de los cuales aún hoy no puede deshacerse.
El régimen stroessnista no se interesó por las clasificaciones previas y
estableció sus propias categorías: "guerrilleros", "políticos",
"comprometidos" y "comunistas extranjeros". Actuó todo el tiempo como
si se tratara de una lucha contra el comunismo internacional, para lo que le fue
muy funcional el arresto de tres ciudadanos uruguayos y dos argentinos, además
de la naturalización argentina de Carlos Madelaire a los que denominó
"comunistas extranjeros que vienen a invadir el Paraguay" agitando viejos
fantasmas de la "Guerra de la Triple Alianza" y de la "Guerra del Chaco".
Con respecto a la población, actuó como si ésta se hubiera volcado masivamente
al comunismo y en este sentido le fue preciso expandir los límites del grupo de
jóvenes radicalizados creando dos nuevas categorías: "comprometidos" y
"políticos".
Los "comprometidos" eran acusados de prestar apoyo a los guerrilleros en
tareas como llevar y traer información, esconder en sus casa personas o
armamento hasta pequeños sabotajes como silbidos en actos públicos o actividades
de propaganda del movimiento como la tan castigada "portación y entrega de
volantes". Su persecución tenía un doble objetivo: por un lado, minar las
articulaciones que el movimiento tenía con la sociedad civil para debilitarlo y
por otro, realizar una nueva socialización con un consenso social activo en la
que la población civil se vigilara a sí misma y contribuyera con el régimen
denunciando y persiguiendo no solo a los "guerrilleros" sino también a
los "comprometidos" y a los "políticos." Con la incorporación de la categoría de "políticos" el régimen
destruye todo resabio de disidencia ya que si previamente había cerrado el
Parlamento de la Nación, ahora enviaba a prisión a todos los militantes de los
partidos Liberal, Febrerista y Comunista que no había huido del Paraguay.
Tan importante era mantener estas categorías absolutas construidas por el
régimen que, una vez en prisión, si bien todos los presos fueron salvajemente
torturados, se ponía especial atención en hacerlo selectivamente a fin de grabar
en los cuerpos esta categorización. Las diferencias se exacerbaban teniéndolos a
todos en un mismo pabellón, divido en un sector para cada grupo y administrando
un trato desigual que no solo destruía las solidaridades entre los distintos
grupos que compartían la prisión, sino que en algunas oportunidades los
enfrentaba.
El sometimiento de una población a un régimen totalitario es una construcción
histórica que implica un proceso largo de consolidación(4)
en cuyo comienzo es necesario un terror generalizado, para continuar con dosis
cada vez más focalizadas y rutinarias de violencia que terminan produciendo una
cultura del miedo del tipo que acabamos de describir que paraliza y disciplina.
Cuando la densidad de aplicación de la violencia es menor se produce una suerte
de naturalización de la violencia apoyada en un estado generalizado de guerra
cuyo resultado es la invisibilidad, el no- registro, la in-corporación de la
violencia (Inés Izaguirre 2003).
No obstante, el terror, en tanto trauma colectivo, no alcanza para comprender la
persistencia de un sistema autoritario durante más de tres décadas. Stroessner
necesitó generar algún tipo de apoyos y consensos civiles para sostenerse.
O’Donnell llamó "corporativismo anárquico" a esta suerte de facciocidad
que reúne al conglomerado cívico militar. El régimen necesitó que confluyan en
algún punto el miedo y una cierta conformidad social para que emerja en la
población el anhelo de encontrar una posición de sumisión protegida, un estado
de infantilismo -no exento de prebendas- que exime de responsabilidades y
decisiones para transformarse en una suerte de brazo ejecutor de órdenes
emanadas de un "otro" que no se cuestiona (Hugo Vezzetti, 2002).
El régimen produce una polarización propia de los sistemas mesiánicos en el que
toda la población debe clasificarse de acuerdo a sus criterios diádicos de
"seguidores" y "contrarios" que muchas veces entraba en contradicción
con las relaciones sociales previas. Y es en virtud de esta polarización que
quienes no se alinean también son objeto de persecución ya que existe latente la
posibilidad de que sume sus fuerzas al enemigo. Algunos podrán pensar que el
Paraguay siempre estuvo polarizado con arreglo a sus identificaciones
partidarias entre "azules" y "colorados", lo cual es verdad porque el régimen no
crea en el vacío sus categorías sino que se monta sobre algún tipo de
clasificación preexistente y la utiliza exacerbando la alteridad para reforzar
su mesianismo.
Como toda clasificación polar que se precie de tal, los criterios, aunque
nuevos, deben ser precisos y excluyentes y debe explicitar además el rol que a
cada uno le compete. El polo de "sus seguidores" -independientemente de
que pertenezcan a las fuerzas armadas y de seguridad o no- se construyó sobre
quienes "desde siempre" pertenecían al Partido Colorado, adscripción
sostenida durante todo su mandato con una apariencia más o menos institucional
pero que debían rectificar permanentemente su adhesión incondicional. Todo aquél
"colorado" que se permitía algún cuestionamiento o disidencia era inmediatamente
reclasificado como del MOPOCO (Movimiento Popular Colorado) y por lo tanto
enemigo. "Sus seguidores" tenían la responsabilidad del control y delación de toda
actividad contraria al régimen, debidamente explicitadas y que van desde un
simple comentario adverso o la organización de alguna actividad colectiva hasta
el apoyo a los grupos armados. Vezzetti (2002) habla de las sociedades que se
"patrullan a sí mismas" ya que no basta con el despotismo "desde arriba"
sino que el régimen "suelta los lobos en la sociedad y estimula los rasgos
autoritarios y de intolerancia ya presentes la misma".
Absolutamente toda la vida de las personas estaba en la mira y a tal efecto se
montó toda una estructura organizacional formal con una elevación e inserción en
las estructuras del Estado de lo que en una democracia serían las casas o
comités de los partidos políticos que se denominaron Seccionales Coloradas.
Las prebendas destinadas a facilitar la adhesión de la población se
estructuraron de tal manera que "todo tenía precio establecido"
instalando una corrupción generalizada en todos los niveles sociales, esta
funcionó como el parte-aguas entre quienes la aceptaban y quienes no. Muchos se
transformaron en enemigos del régimen a partir de ella y otros, en millonarios.
Pero la corrupción debe alcanzar a todos los niveles sociales sin alterarlos en
su composición, otorgando a cada quien según su posición económica previa: para
los bajos rangos de las fuerzas armadas y las clases bajas en general o "pynandí",
las prebendas eran el fruto del saqueo del enemigo, el despectivo y humillante "requecho"(5)
que consistían en una suerte de premio improvisado por la labor cumplida, para
las clases medias, negocios, campos, objetos de valor; para las clases altas,
participación en el contrabando, ganado o propiedades.
Los mecanismos de sometimiento de la población son diversos, pero todos tienen
el común denominador de la ruptura dramática de un orden anterior que los
ciudadanos conocían como sus derechos y los de los demás: propiedad, privacidad,
libertad, información. De alguna manera "seguidores" y "opositores"
son sometidos por igual como víctimas o beneficiarios según el caso.
Para la población civil que no participaba de la guerrilla pero que tampoco era
"stroessnista" la situación era arto difícil por la condición misma de los
regímenes autoritarios que no toleran libertad de acción o pensamiento alguno y
cualquier manifestación adversa al régimen podía dar cabida a su
re-categorización como "comunista", "político" o "comprometido"
iniciándose de inmediato la persecución. Aunque la gente no comprendiera qué
significaban estas palabras, conocía sí cual era el hecho que lo transformaba en
enemigo.
La población que se sumó o que adhirió al grupo revolucionario fue salvajemente
castigada y/o se vio obligada al exilio. El resto, apoyó deliberadamente al
régimen, se patrulló día y noche a sí misma colaborando activamente en la lucha
contra este enemigo al mismo tiempo externo e interno mediante la delación y en
algunos casos la participación en la represión o; pasivamente, refugiándose en
la vida doméstica, el trabajo, la familia y reduciendo y degradando su
participación ciudadana a relaciones interpersonales en las que el "radio
so’o" es la constante.
Alessandro Portelli (1989) sostiene que el significado cultural de las prácticas
de violencia posee tres códigos solapados que se vinculan con los paradigmas
sociales del relato y sus referentes espaciales: un "código
individual-personal" que acepta la violencia de todos contra todos como
componente necesario de un estado de guerra; un "código ético" del
discurso institucional del Estado-nación que sostiene que la violencia la inició
el enemigo rompiendo una supuesta paz existente y; un "código de honor"
colectivo o de grupo que en Paraguay opera indistintamente tanto para el bando
obligado al exilio como para la facción que se hizo del Estado y que justifica
su agresión como respuesta a una supuesta violencia previa, esto es: los
exiliados se arman e intentan regresar y el Estado los repele violentamente
instaurando como primer violencia no la propia que generó el destierro, sino la
irrupción del "enemigo desde el extranjero". Si observamos la
conceptualización de Portelli a la luz del reciente estudio de la cultura
paraguaya de Mara Vachetta (2003) que sostiene que el Estado paraguayo instaló
durante el régimen una "cultura del como sí", el "código ético"
ligado al marco jurídico legal de la Constitución Nacional y la firma de todos
los Tratados Internacionales sería solo un discurso y lo que en realidad opera
es el código del "Mbareté"(6)
como justificación de la violencia sin límites por el poder acumulado por la
facción que se hizo del gobierno. Poder que le permite obrar según su parecer y
sin derecho a protesto con la aceptación tácita por parte de la población de que
el gobierno opere con un doble código: uno discursivo o legal y otro fáctico o
pragmático que de alguna manera valida la violencia institucional. Es decir, el
lugar desde donde se ejerce el poder debe escudriñar un código institucional con
un marco legal, pero el ejercicio del poder implica necesariamente el uso de la
violencia para consolidarse y demostrar que lo importante es mantener ese marco
legal, aún infringiéndolo. El "código de honor" se restringe al
"ajuste de cuentas" de los grupos mafiosos por el cual el honor obliga a
quien ha sido agredido a devolver la violencia sufrida con creces instalando una
justicia por mano propia que formula una espiral ascendente de violencia.
El "código militar de violencia" que la población aceptó en el marco de
un estado de guerra generalizado por el cual todos justificaban su accionar
violento: los exiliados porque no se les permitía regresar, el gobierno porque
estaba repeliendo el asalto al país por parte de "los rebeldes" y la
población porque debía sumarse a uno de los dos bandos. Memoria es Lucha El régimen stroessnista dictó sentencia sin juicio previo de los integrantes
del "Movimiento 14 de Mayo". Llevó adelante una fachada jurídica designándoles
abogados y obligándolos a firmar groseras declaraciones bajo tormento en las que
imputaban a sus propios compañeros y realizaban afirmaciones en contra de sí
mismos, algunas de las cuales eran posteriormente publicadas en la prensa.
Debido a la fuga masiva del Penal Militar de Peña Hermosa, los revolucionarios
quedaron en situación de "Prófugos de la Justicia Paraguaya" condición
que soportaron durante los largos treinta años que duraría el régimen de
Stroessner. Recién con el retorno de la democracia -paradójicamente a raíz del
golpe de estado del General Andrés Rodríguez en 1989- se dejó sin efecto lo
obrado por la Justicia durante el régimen, lo que les permitió volver a
Paraguay.
Pero entonces ¿qué es lo que ha hecho perdurar las memorias de éste hecho, cuál
es su importancia, en qué se asienta su capacidad de perdurar? El "Movimiento 14
de Mayo" ejerce lo que Alessandro Portelli (1989)
llama "efecto condensador" de determinadas
memorias, por el cual un hecho en particular condensa y reúne en sí mismo todas
las memorias sobre los hechos coetáneos o similares de un período histórico,
esto no es un fenómeno histórico sino social, cultural, político y simbólico. La
fuerza condensadora del "Movimiento 14 de Mayo" reside en que se constituyó en
el emblema de toda una larga serie de levantamientos, conspiraciones y huelgas
logrando trasponer en las memorias a su período de actuación, todos los hechos
anteriores y posteriores de esta características, algunos de los cuales fueron
incluso de mayor magnitud que el propio "Movimiento 14 de Mayo".
La relación del "Movimiento 14 de Mayo" con la Justicia de Paraguay se reinicia
recién en el año 1999 y como consecuencia de un improperio mediático de Ramón
Duarte Vera, Jefe de Policía de Asunción en 1959 y torturador personal de los
integrantes del "Movimiento 14 de Mayo" recluidos en el Penal de Tacumbú.
La impunidad del régimen se asienta en la fracción mayoritaria de la ciudadanía
que no está dispuesta a revisar lo actuado por quien consideran el máximo
representante del Partido Colorado, por ello la Justicia no procedió sobre el
régimen en su estructura y las imputaciones individuales necesitaron de la
entereza y vocación de justicia de sus víctimas que llevaron sus denuncias a la
Corte Penal Internacional.
En Paraguay, el tránsito de la dictadura a la democracia no estuvo signado por
una reinstalación del espacio de la ley, por lo que las representaciones sobre
la democracia son en realidad muy endebles para el ciudadano común que la única
diferencia que percibe es que el Estado ha cesado con sus actos de terrorismo
pero el resto de las condiciones no han variado demasiado o han empeorado. En
este sentido es notable como la mayoría de las personas en Paraguay no se
refieren a la "llegada de la democracia" sino al "golpe del ‘89" no
realizando ninguna ruptura entre régimen stroessnista y democracia, visión
sostenida además con la notable permanencia del Partido Colorado en el gobierno,
a tal punto que las principales opciones electorales se dan entre los distintos
candidatos del Partido Colorado.
Recién diez años después de la caída del régimen, en 1999 durante el gobierno de
Juan Carlos Wasmosy -luego de muchas marchas de protesta, "carpas" frente al
Palacio de los López y reclamos judiciales- se logró la Ley Nº 838 que establece
una indemnización económica para los presos políticos de la dictadura de
Stroessner fijado en una cifra irrisoria que reconoce cada día de cárcel y
tormentos como "día laboral perdido" por lo que se lo compensa con el
equivalente de un jornal mínimo, alrededor de seis dólares por día de prisión.
Y, en su Artículo 9º : "Sin perjuicio de las indemnizaciones, el Congreso Nacional podrá conferir a
las víctimas a quienes se refiere esta Ley, medallas y diplomas como testimonio
de desagravio oficial de parte del Estado Paraguayo y en consideració a sus
relevantes sacrificios en defensa de la libertad y la democracia" A pesar del decreto de esta ley, el Poder Ejecutivo no dispuso
inmediatamente del presupuesto para la indemnización y retrasó la constitución
de la Defensoría del Pueblo hasta el año 2001 que era el espacio institucional
establecido para que las víctimas realicen su demanda.
En 2003 se produjeron las excavaciones -sin participación del Estado- en el
lugar llamado por los pobladores "Curuzú Talavera" procediéndose a la exhumación
de los restos del Teniente Blas Ignacio Talavera, veterano de la Guerra del
Chaco asesinado por las tropas regulares cuando se sumó al "Movimiento 14 de
Mayo" en 1959, cuarenta y cuatro años desaparecido.
Todos estos acontecimientos recientes han mantenido en un primer plano las
memorias del "Movimiento 14 de Mayo" en Paraguay y con ello el reclamo del
resarcimiento económico y moral de sus víctimas. Solo recientemente con la
asunción del presidente Nicanor Duarte Frutos en diciembre de 2003, el
Ministerio de Hacienda destinó dos millones de dólares a tal propósito. Muchos
de los ex presos políticos han muerto, por lo que sólo un grupo reducido
percibirá la indemnización. No obstante, la efectivización de la Ley Nº 838
implica sobre todo un resarcimiento moral de los ex presos políticos
contribuyendo a la disolución del manto delictivo que cubría a los
revolucionarios del "Movimiento 14 de Mayo" y a todos los ex presos políticos
del Paraguay, que aún hoy pelean por una reivindicación nacional en el plano de
los simbólico, por un pedido de perdón histórico, por una reconciliación sobre
la base del reconocimiento del daño y no sobre amnistías u olvidos.
Luchan por un Panteón para los Héroes de la Democracia en Paraguay, por un
nombre en una avenida, por un acto conmemorativo el 12 de diciembre de cada año.
Por una placa recordatoria en la isla de Peña Hermosa, en fin, por establecer
múltiples "marcas de la memoria", formas de conciencia social y sanción moral
contra las atrocidades sufridas que permitan reconstruir el tejido social,
asumiendo la verdad. Una vez más "Memoria", es sinónimo de "Justicia."
Las memorias se convierten en arena de la lucha política y simbólica que se
desata entre los Estados-nación que intentan ejecutar políticas de olvido sobre
sus regímenes dictatoriales y los grupos antagonistas derrotados, víctimas del
terrorismo de Estado, que pugnan por la memoria como una forma de justicia y
resarcimiento moral.
En general, las memorias en tanto mnemopraxis, no son prácticas políticas
destinadas a construir partidos políticos sino que se unen a, o constituyen
asociaciones de, lucha por los derechos humanos fortaleciendo la esfera de la
sociedad civil. Desde este lugar establecen una lucha política que no solo
apunta a su resarcimiento grupal en tanto búsqueda de la verdad y compensación
económica y moral sino que, constituye un juicio moral que descalifica
éticamente a los perpetradores, quienes antes fueron poderosos pasan a ser
represores-genocidas. Buscan permanentemente el reconocimiento de los delitos
cometidos y la responsabilidad de las Fuerzas Armadas, del Estado y del Partido
Colorado sobre el que Stroessner construyó su fachada democrática y mantiene
intacta su estructura de poder sin reconocer sus responsabilidades por el
pasado. Las mnemopraxis avanza además, en el trabajo de reconstitución
del tejido social desgarrado por los regímenes autoritarios ayudando a la
sociedad a desprenderse de las prácticas de violencia e instalando una memoria
colectiva destinada a recordar mediante diversos soportes la Halakkah de
los hebreos, la Ley, el camino por el que se debe andar y que se había olvidado,
"el conjunto de ritos y creencias que da a un pueblo el sentido de su
identidad y su destino" (Josef Yerushalmi, 1989) y en sentido contrario, el
camino que no se debe volver a andar, es decir, lo aceptable y sus límites en el
nuevo contrato democrático tácito que firma todo el país.
Algunos autores como Pennebaker, Páez & Rimé (1996) explícitamente y más
tácitamente Yerushalmi (1989) proponen entre otras cosas, para una verdadera
reconciliación nacional en la que la memoria cumpla además una función
preventiva, una recordación ritual colectiva con la instalación de monumentos
permanentes, diálogos entre perpetradores y víctimas tendientes a extraer
lecciones y conclusiones para el presente, dándole un sentido al pasado para una
construcción identitaria positiva que evite la fijación en el pasado, la
repetición obsesiva y la estigmatización de los sobrevivientes como víctimas.
Si bien coincidimos en que los rituales colectivos tienen una propiedad
altamente conciliadora porque intervienen elementos racionales y emotivos a la
vez, no podemos dejar de señalar que si en una sociedad fuera posible convocar a
víctimas y victimarios a hacer un ejercicio dramático de rememoración nacional a
la manera bíblica de Esdras en la plaza de la Puerta del Agua, en Jerusalén (Josef
Jerusalmi, 1989) sería porque esta sociedad en realidad ya se ha reconciliado y
para lo único que el ritual sirve es para dramatizar, representar o celebrar la
reconciliación.
Finalmente, el trabajo intelectual sobre las memorias sólo es posible en una
construcción conjunta y articulada de las memorias con los grupos sociales a los
que les pertenece, con sus ritmos, con sus tiempos y sus propias dinámicas de
avance, retroceso y estancamiento. La investigación sobre memorias es
investigación acción o es un simulacro, una pantomima intelectual que opera
retrasando y descalificando los procesos de memoria que los pueblos deben hacer
para saldar sus cuentas con los graves errores del pasado.
En este sentido la producción intelectual no debe plantearse -y asumo que muchas
veces lo hace- construir el "verdadero relato" creyendo descubrirle a la
sociedad su propia imagen, porque eso no es verdad. Si un papel le cabe a la
producción intelectual es sólo el de disparar la discusión. Sobre todo teniendo
en cuenta que en países pobres como los nuestros, las investigaciones de las
memorias y los olvidos, lejos de ser una moda intelectual, demandan un
compromiso científico ético y moral que adquiere un cariz militante en defensa
de las minorías y los Derechos Humanos.
NOTAS 1. También se incorporaron algunos jóvenes argentinos y uruguayos,
haciendo un total que varía según diversas fuentes entre los trescientos y
quinientos hombres armados y entrenados en estrategias de guerra de guerrillas.
(Atrás) 2. Recordemos que, desde la Guerra de la Triple Alianza, el 80% del Chaco
Boreal pertenecía a empresas extranjeras, especialmente argentinas como las
firmas "Carlos Casado Limitada", "Campos y Quebrachales Puerto Sastre" y
"Forestal de Puerto Guaraní. Y, la Guerra del Chaco implicó la entrega de los
campos petrolíferos de la zona limítrofe con Bolivia a la Standard Oil. (Oscar
Peyrou:1984). (Atrás) 3. Voz yopará (mezcla de guaraní y español propio del Paraguay) que
significa literalmente "radio carne" y alude al"comentario transmitido
de boca en boca". (Atrás) 4. El Movimiento 14 de Mayo se sitúa como un fenómeno de los albores de
las casi cuatro décadas del régimen de Stroessner y marca el comienzo de la
represión generalizada para la implantación del nuevo orden económico y
cultural, en ello reside su importancia para analizar las estrategias de
construcción del sometimiento del pueblo paraguayo.
(Atrás) 5. Se utiliza este término para aludir a lo que sobra, "el requecho de
comida", "el requecho de tela" por ejemplo, y que aludía en Paraguay a los
bienes de los perseguidos políticos que se repartían entre las milicias, pero
también entre quienes colaboraban en su delación y detención.
(Atrás) 6. Concepto de la lengua guaraní que significa "prepotencia del poder"
y alude a las normas no escritas que establecen claramente una estructura de
rango e influencia dentro de una jerarquía cuya cúspide es la Presidencia del la
Nación y cuya voluntad es considerada una orden por ser la más poderosa y de ahí
en más en forma decreciente conforme los ciudadanos se alejan de los espacios de
poder. En Paraguay, cuando el código del "Mbareté" contradice el sistema legal y
de valores, el "Mbareté" tiene todas las posibilidades de imponerse ya que tiene
superioridad a toda norma o ley postulada por el sistema legal. Afirmado
consuetudinariamente, el "Mbareté" justifica todo atropello de los poderosos y
cuenta con la anuencia o resignación de quienes no tienen poder alguno, lo que
los obliga a buscar relaciones con personas con poder que ofician de "padrinos"
para protegerlos ante otros poderosos. El "Mbareté" es la médula de una sociedad
autoritaria, corrupta y clientelar muy difícil de sanear ya que se necesitan
varias generaciones para desestructurar lo que ha devenido en práctica cultural
y visión jerarquizada del mundo ( SIJAU/SIJADEP: 1986).
(Atrás)
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Re
*Diana Arellano Antropóloga Social de la
Universidad Nacional de Misiones, Argentina.
Investigadora del Proyecto POHIMES (Política, Historia y Memoria Social en
Misiones) estudió el Movimiento 14 de Mayo en su conformación en Misiones,
Argentina desde una perspectiva política materialista de las memorias.
Es autora de varios estudios sobre violencia de Estado y prácticas sociales
genocidas como "Memorias de no resignación" (2004) EdUNaM "Memoria Moral como
Resistencia" (2004) y "¿De qué estará hecho el mañana? Los caminos de la memoria
en una sociedad de frontera" (2003) UBA-IDES.