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Por nuestros muertos: conflicto en la CNR
Andrés Cabanas
El peor de los escenarios se desarrolla en la Comisión Nacional de
Resarcimiento, CNR. El peor, con división, acusaciones y modus operandi
irregular por parte de las organizaciones sociales representadas,
es decir, de aquellos que intermedian para lograr la dignificación de víctimas y
sobrevivientes del conflicto armado.
Así, hemos conocido acciones de descalificación y linchamiento político del
"adversario", interpretaciones casuísticas de normas y procedimientos (entre
ellas, el reglamento para la elección de nuevos representantes), críticas sin
argumentación, silogismos sin premisas, confusión entre triunfos particulares en
votaciones (específicamente en la votación) con triunfos y avances del proceso
de resarcimiento.
La crisis en la CNR no es ajena a la historia del país: es consecuencia del daño
psicológico y la desarticulación social provocada por la represión
(Centro de Acción Legal en Derechos Humanos, Comunicado) daño que si se rastrea
permite identificar (algunas de las) pautas de comportamiento destructivas
observadas en (algunos de los) integrantes de la Comisión.
Tampoco es ajena a una parte de la historia de las organizaciones de izquierda,
donde ha imperado e impera el sectarismo, la autocrítica parca y el monopolio
de la verdad, lo que acerca peligrosamente la cultura política de aquellas a
la cultura dominante, que pretendemos modificar.
Es en cierto modo, una crisis anunciada. Hace trece meses, recién instaurada la
Comisión, se advertía públicamente de dos situaciones negativas: "Se ha
tenido información de que personas inescrupulosas están ofreciendo facilitar el
resarcimiento a cambio del pago de distintas cantidades de dinero. Asimismo, se
conoce de personas que están utilizando el tema del resarcimiento para
satisfacer intereses particulares, partidistas o sectoriales" (CNR,
15 de julio de 2004). Entonces no se hizo nada por remediar esas tendencias y
ahora llegamos a una situación poco edificante, que amenaza con desbaratar el
proceso de resarcimiento. Todo ello por "divisiones internas, luchas de poder
e intereses personales y de grupo" (Miguel Ángel Albizures, el Periódico).
Organizaciones cerradas sobre sí mismas
En este sentido, la crisis en la CNR obliga a repensar el papel de
intermediación de las organizaciones presentes en la misma y la
legitimidad de algunos de los representantes. Aunque las generalizaciones
son injustas, la mayoría de organizaciones han trabajado con su agenda propia y
no con la agenda de las víctimas, con un comportamiento de "organizaciones
cerradas sobre sí mismas" (Mario Palomo,