Latinoamérica
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Lula, los Sin Tierra y el futuro de Brasil
Joao Pedro Stedile *
La sociedad brasileña está perpleja ante la "desnudez política" a que fue
expuesto el Parlamento y a la forma como funcionan las campañas electorales en
Brasil. Los partidos se abastecen de las empresas públicas o privadas, de
algunos bancos, a fin de sostener sus campañas, obtener privilegios personales y
parlamentarios, derrumbando con esto las barreras que separan las recaudaciones
legales de las ilegales. A cambio, sólo Dios sabe lo que se ofrece.
Ciertamente, lo que causó más perplejidad fue que la práctica tradicional de la
derecha ahora -comprobadamente- es realizada también por el principal partido de
la izquierda. Y la opinión pública espera que sean revelados los orígenes de los
recursos, quiénes son los empresarios que pagan y cuáles los verdaderos
intereses. Finalmente, nadie entrega millones gratis.
Pero, más allá de los casos de corrupción, es preciso reflexionar sobre la
naturaleza de esta crisis. Las evidencias son muy graves. Nuestro país vive una
crisis que envuelve al conjunto de la economía. Es verdad que el PIB creció
-aunque sea mediocremente-; que la inflación está controlada; que las grandes
corporaciones y los bancos tienen ganancias fantásticas, y que los saldos de la
balanza comercial baten récords.
Sin embargo, la economía no está resolviendo los problemas básicos de la
población: empleo, renta y bienestar social. Hay una crisis social. Nuestros
niveles de violencia social se equiparan a los de los países en guerra.
(¡Ojalá recordemos eso a la hora de votar contra la venta de armas a Brasil en
octubre!) Hay una crisis política, y la población no se ve representada por los
políticos y los partidos: es una crisis ideológica. No hay debate de ideas, de
proyectos, de propuestas para la sociedad. El neoliberalismo consiguió reducir y
transformar la política en un mero mercado de votos, controlado por expertos en
mercadotecnia alquilados que cobran fortunas por engañar al pueblo.
Lamentablemente, ninguna fuerza social organizada tiene claro qué proyecto
quiere para la sociedad. Y las universidades y medios de comunicación, que
serían espacios necesarios para ese debate, también están alienados de los
verdaderos problemas de la población.
Frente a este cuadro, la evaluación del MST (Movimiento de los Trabajadores
Rurales Sin Tierra), de Vía Campesina y de otros movimientos sociales, es que la
salida a la crisis no está sólo en la penalización necesaria de quien practicó
la corrupción. No basta con pedir a los partidos que hagan sus autocríticas. No
basta reducir la cuestión a apoyar o no al gobierno de Lula. Los movimientos
sociales, como el MST, deben mantener su autonomía con relación al gobierno, al
Estado y a los partidos.
¿Dónde está la salida, entonces? La salida a esta crisis requiere diversas
medidas, que abarcan aspectos económicos, políticos y sociales.
En el campo económico es preciso cambiar esa política neoliberal que sólo
beneficia a bancos y grandes corporaciones. La inmensa mayoría de la sociedad
está contra la actual política económica, inclusive el vicepresidente de la
república. Es preciso subordinar la política económica a los intereses del
pueblo y de la sociedad. Es preciso que el Estado oriente la economía a resolver
prioritariamente el problema del desempleo y de los ingresos de todos los
brasileños, por ejemplo, aumentando el salario mínimo. Es preciso priorizar los
gastos públicos en educación, vivienda, saneamiento básico, salud, reforma
agraria y los incentivos a una política de promoción de las actividades
culturales.
El profesor Fábio Konder Comparato ya defendió innumerables veces la necesidad
de una reforma política que recupere el poder de decisión del pueblo,
incorporando el derecho a convocar plebiscitos y referendos populares; el
derecho de revocar mandatos legislativos y ejecutivos, y el control sobre los
gastos públicos -entre otras medidas de democracia directa.
Acerca de reforma agraria, el gobierno está en deuda con nosotros y con la
sociedad, pues el Plan Nacional de Reforma Agraria marcha a paso de tortuga,
mientras 130 mil familias sobreviven debajo de lonas negras a lo largo de los
caminos brasileños, indignando a todos.
Es necesario que realicemos una amplia convocatoria nacional para debatir un
proyecto para el país, como fue propuesto durante la semana de debate social de
la CNBB (Conferencia Nacional de Obispos de Brasil) y por todas las fuerzas
sociales. El país precisa un rumbo, el de un proyecto que recupere la soberanía
popular y nacional, que reoriente la economía para atender las necesidades del
pueblo. Y esto sólo se construye debatiendo, aglutinando fuerzas.
Estamos convencidos de que cualquier otra "salida milagrosa" (con una
constituyente, con relección o no relección, candidatos suprapartidarios o
izquierdistas....) no conducirá a ninguna solución si no debatimos un proyecto y
posibilitamos la participación efectiva de la población en la definición de los
rumbos del país.
* Joao Pedro Stedile, economista y especialista en economía agraria, es miembro
de la dirección nacional del MST.