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Latinoam�rica

�La soberbia, todo terreno�

  Mensaje de la 36

Soberbia puede decirse la del gobierno progresista al no recibir a los delegados de los productores deudores instalados en el Campamento del Palacio legislativo. �
La diferencia del Poder Ejecutivo para reunirse fue de que en el encuentro participaran cinco y no nueve delegados que llegaron hasta el Edificio Libertad. �
En el s�ptimo piso del edificio se encontraban los ministros Danilo Astori de Econom�a, Jos� Mujica de Ganader�a; el presidente del Banco Rep�blica Fernando Calloia y el senador del Encuentro Progresista 738, Eduardo R�os. �
Los representantes del gobierno pretendieron limitar el n�mero de representantes y el presidente Tabar� V�zquez tom� como una imposici�n de los deudores la aspiraci�n de pretender participar los nueve. �
Pero en realidad seg�n lo que sostuviera el presidente progresista �no va a haber m�s refinanciamiento, como no hubo asistencia para la banca privada porque todos los uruguayos no pueden pagar el problema de determinado sector�. �
De esta manera es claro que Tabar� V�zquez, Astori y Mujica, pusieron el �nfasis en la delegaci�n, cuando en realidad carec�an de soluciones aceptables para el sector que reclama el cese por ley de las ejecuciones. �
 
A la salida del Edificio Libertad uno de los productores rurales endeudados le cortaba el paso al ministro de ganader�a Jos� Mujica quien consider� la �cosa m�s rid�cula� de su vida que si le pidieron que entraran cinco �no entend�a cu�l era el problema?.
Pero el productor busc� llevar la conversaci�n al plano de las ideas y le cobr� con altura intelectual a quien acaudillara pol�ticamente a la mayor�a de este sector del campo dici�ndole: �El problema es que si durante tanto tiempo coincidimos, por qu� hoy no coincidimos. Por qu� antes del 31 de octubre todos coincid�amos, el discurso suyo... Entonces Mujica lo interrumpi� y el productor calific� de �autoritarismo� la actitud de los representantes del gobierno progresista. �
Por und�cima vez el ministro de Ganader�a Jos� Mujica, reiter� la amenaza de abandonar el cargo y marcharse para su casa. �
Una soluci�n personal, pero que no resuelve nada a los sectores endeudados que con Mujica en el Ministerio o en su casa continuaran siendo ejecutados. �
Quien deber�a marcharse para Washington al Banco Mundial, el BID, o el FMI definitivamente, es el Ministro de Econom�a y en ese caso si los morosos podr�an festejar con j�bilo. Pero todav�a Astori tiene faena por hacer. �
 
La importancia que tiene para el pa�s la producci�n de alimentos y de materias primas agropecuarias, es mucho mayor que la significaci�n electoral para los partidos del progresismo uruguayo. �
A pesar de las transformaciones del subdesarrollo nacional la bancarrota del agro nunca podr� ser suplantado por otros sectores de la econom�a. De manera que un abandono del sector agropecuario termina por golpear a todo el sistema econ�mico en su conjunto. �
Esta es la raz�n por lo que puede considerarse un sector clave para los uruguayos.
 
En el sistema capitalista neoliberal actual continuado por el gobierno progresista donde lo que prevalece es la mayor ganancia que induce a que los empresarios grandes contraten t�cnicos, introduzcan nuevas t�cnicas y accedan a los grandes planes de financiaci�n. �
Mientras que los peque�os y medianos productores para quienes la ganancia no existe, la competencia desleal con los importadores del MERCOSUR, los grandes supermercados, altos impuestos, escaso cr�dito y ahora sumadas las ejecuciones y remates llevan al estancamiento y la destrucci�n de la producci�n agropecuaria nacional.
 
En el neoliberalismo globalizado -que es la forma capitalista actual de la econom�a de mercado- en algunos sectores de la agropecuaria subdesarrollada, son m�s los factores que limitan y desestimula el objetivo del lucro, como objetivo del cr�dito y las inversiones. �
El neoliberalismo no ha perdonado a los agricultores de Canelones, Montevideo rural y otros departamentos abastecedores de alimentos a los mercados de la capital.
La gran falacia de los defensores del MERCOSUR en el cual a Uruguay le iba a corresponder ser la granja que abastecer�a un mercado de cuatrocientos millones de brasile�os.
Ni el MERCOSUR ni el neoliberalismo globalizado le perdon� la vida a los agricultores uruguayos cuya actividad agr�cola fue siempre tradicionalmente un modo de vida y no una empresa. �
 
Las razones invocadas por los t�cnicos y economistas del estancamiento de la producci�n agropecuaria en nuestro pa�s, siempre se se�alaron, fueron el latifundio y su contrapartida el minifundio. Por eso estimularon a los peque�os y medianos productores agropecuarios a tecnificarse, agrandar sus establecimientos, reconvertir su producci�n en tradicional, en funci�n del nuevo mercado potencial del MERCOSUR.� �
Y finalmente merece un reconocimiento un gran� hombre que se llam� Guzm�n D�az, el primero que denunci� el error en apoyar la iniciativa de del Mercado Com�n del Sur. �
Las tesis acerca de las limitaciones estructurales en relaci�n al tama�o y la falta de conocimientos t�cnicos, y maquinaria apropiada fomentaron la reconversi�n que termin� en la situaci�n actual de crisis sociopol�tica del sector agropecuario.
Pero estos fundamentos transcurrieron siempre solamente desde un punto de vista estrictamente econ�mico sin tener en cuenta los aspectos sociales y pol�ticos del desarrollo.
 
Es por eso que ahora tambi�n cuando los dirigentes del progresismo y los economistas del gobierno pretenden presentar las causas directas de la crisis agropecuaria, s�lo tienen en cuenta los aspectos finales y no los globales de este proceso. �
Esta visi�n simplificada de una realidad que por �ltimo tiene explicaci�n pol�tica desde el propio peso del sector social por el poder y a la vez de la dependencia mayor que adquiere nuestro pa�s frente al imperialismo norteamericano y otros centros de poder mundial y regional. �
 
La mayor�a de los pa�ses del continente b�sicamente dependen de su actividad agropecuaria y ocupan buena parte de su fuerza de trabajo en esta actividad y obteniendo buena parte de su producto bruto interno de la misma.
Solamente los pa�ses desarrollados superan esta actividad econ�mica con el desarrollo industrial y la producci�n de servicios.
Uruguay pertenece al Tercer Mundo latinoamericano y siempre ha tenido amplias ventajas naturales y comparativas para la producci�n del agro.
Un actividad que proporciona alimentos y todas las materias primas que cubren las necesidades fundamentales de las personas, adem�s de la vestimenta y la vivienda.
Con el aumento de la producci�n agr�cola mucha gente se ocupa de las tareas del campo, de la elaboraci�n industrial en los pueblos y ciudades, en el transporte y almacenaje, en la construcci�n de m�quinas herramientas y en el comercio de bienes agr�colas adquiere suma importancia. �
Todos estos avances y progresos t�cnicos producen un crecimiento a partir de que el desarrollo del ritmo de crecimiento libera otros factores como mano de obra y capital que pueden ser volcados a otras actividades comerciales, la construcci�n, servicios y otros bienes de inversi�n.
Todo ello, movilizado desde la actividad primaria de la producci�n agr�cola. �
 
Por ello podemos decir que la emigraci�n de la poblaci�n del campo a la ciudad no significa una mejora superior de desarrollo y de bienestar social de las personas. En cambio, se convierte en un dato muy importante de la realidad de la crisis. �
Del mal funcionamiento de un pa�s y del sector agrario que permite el crecimiento extensivo de un solo sector ganadero y de la nueva agricultura extensiva y mecanizada con la muerte de la peque�a y mediana producci�n. �
Ahora queda demostrado que la alta productividad en el agro no puede esconder la miseria imperante en el campo uruguayo en amplios sectores sociales de la poblaci�n rural y que nada tienen que ver con la irracionalidad econ�mica, sino al abandono econ�mico y social del sistema productivo por parte de los gobiernos neoliberales. �
El agro aunque no se encarare como principal actividad productiva del pa�s en base a la bondad de sus recursos naturales y su elevada productividad puede abastecer sin problemas la demanda nacional y generar excedentes importantes exportables en espacios bien determinados cuando en Europa invernal el fr�o impide la mayor�a de los cultivos y el mercado reclama alimentos del exterior. �
Estos excedentes ser�an los impulsores de transferir recursos econ�micos a otros sectores de la producci�n nacional. �
El ahorro que se solicita podr�a ser a partir del incremento de las exportaciones y comenzar a capitalizar sectores industriales, el transporte, la infraestructura t�cnica y entonces como antes volver a la financiaci�n mediante mecanismos financieros de bajo inter�s con precios de mercado favorables y baja contribuci�n impositiva. �
 
Para quienes piensan en el pa�s tecnol�gico, el pa�s de la inteligencia, el pa�s de la ciencia, y el pa�s productivo entre otras cosas debieran pensar antes que en consignas electorales en las verdades de que el pa�s no se desarrollar� ni se industrializar� si el agro como sector m�s competitivo no crece y se desarrolla lo suficiente para proporcionar el ahorro y las divisas que los otros sectores necesitan.
 
Hasta ahora -y no habr� cambios a mediano y corto plazo- es el agro quien mayor participaci�n tiene en el comercio exterior. Por m�s que las exportaciones del pa�s salgan del pa�s sin procesamiento industrial ni mano de obra incorporada. Sin embargo en este momento, casi la totalidad de las exportaciones agropecuarias provienen de la ganader�a, lanas cueros y carnes.
El invento de las exportaciones no tradicionales solo beneficia a cultivos extensivos con mucha tecnolog�a incorporada y escasa mano de obra dedicada. �
Hoy por hoy el peso y la importancia del sector agropecuario no proviene de la poblaci�n y mano de obra que ocupa sino de los enormes recursos que cuenta el lugar principal de las exportaciones y la capacidad y dinamismo que puede llegar a incrementar la actividad de otros sectores de la econom�a. �
 
La producci�n agr�cola tiene un enorme valor en funci�n de que su ingreso es el que se distribuye de manera m�s igualitaria. �
Un peque�o crecimiento y aumento de la producci�n del agro en nuestro peque�o pa�s con ventajas alimentarias a�n el m�s moderado de los crecimientos puede resultar suficiente.
Suficiente para que el Estado� no tenga que crear un nuevo ministerio de Desarrollo Social que se convertir� en poco tiempo en un gran comedor p�blico dedicada exclusivamente a repartir harina argentina, az�car brasile�a, y cebollas de Valencia. �
Lo primero que deber�amos hacer es garantizar las necesidades alimenticias de la poblaci�n urbana a precios asequibles para todo el mundo.
En este pa�s los alimentos deber�an ser baratos para que los obreros, empleados y jubilados pudieran acceder con sus ingresos a comprar los productos de la granja y por tanto se impulsara la ocupaci�n de mano de obra, las nuevas inversiones y el comienzo de la producci�n industrial de conservas y envasados de alimentos aumentando la producci�n industrial y de servicios.��� �
 
La crisis del sector agropecuario es el que mayor incidencia ha tenido en la falta de desarrollo nacional y que posiblemente sea la causa principal de la crisis de la econom�a nacional. �
La desaparici�n de miles de productores chicos y medianos a ocasionado el encarecimiento de los alimentos principales de los uruguayos que ya no encuentran diferencias sustanciales de precio entre el feriante y las g�ndolas de los grandes supermercados repletos de productos importados. �
Por eso la agricultura, dej� de ser el motor chico que estimulaba al motor grande de la industrializaci�n y el desarrollo. �
Era previsible que al reducirse la producci�n agropecuaria los ingresos rurales decayeron, los hijos emigraron a la ciudad, la poblaci�n rural envejeci�, la demanda de bienes y servicios del campo desapareci�; al igual que el transporte, el comercio y otros servicios que perdieron dinamismo. �
 
Ahora se remata a los productores del agro, la falta de divisas para maquinarias y materias primas, sin capacidad de ahorro y con el peso extraordinario de los servicios leoninos de la deuda llevan al suicidio, la desesperanza y a comprimir mucho m�s el mercado consumidor interno de los productos del campo.
Con ello no sucede otra cosa que la injusta concentraci�n del ingreso y de la tierra en menos manos. Penosas condiciones de vida les espera a las familias de miles de productores del campo e importantes sectores de la poblaci�n rural que marginada desde siempre culturalmente y seguidora de los partidos tradicionales a trav�s de sus caudillos locales emergi� por primera vez a la vida pol�tica esperanzados con el cambio. �
 
Los economistas y t�cnicos fomentaron combatir el inadecuado uso del sector de los factores y recursos disponibles y al estancamiento tecnol�gico por predominar los mismos rendimientos de siempre. �
Fueron inducidos a contraer empr�stitos para la reconversi�n, sin que leyeran la letra chica, a intereses desproporcionados para la rentabilidad del agro, con aumento de los impuestos, competencia desleal de los productos importados subvencionados en el exterior y quedaron en medio del campo con riego por aspersi�n, c�maras de fr�o, tractores de m�s de cien caballos de fuerza enfardadoras, orde�adoras y tanques de enfriamiento modernos. Pero, sin poder pagar los intereses y vencimientos a los banqueros y prestamistas particulares. �
 
Los productores -que han reaccionado moviliz�ndose ante la cercan�a de las ejecuciones y hoy se encuentran acampados frente al Palacio Legislativo- contin�an identificando a quienes les prometieron soluciones inmediatas desde el gobierno progresista. �
Hasta ah� llega la interpretaci�n general de las responsabilidades en que ellos identifican con quienes dicen haber coincidido hasta el 31 de octubre.
M�s all� de ese horizonte, no encuentran relaci�n alguna con el Ministerio de Econom�a, el Fondo Monetario Internacional, el BID y el Banco Mundial. �
Desde el primer asiento de la clase se puede ver con claridad a la se�orita Maestra, al salir al recreo el cuartito de la se�ora Directora, y antes de finalizar los cursos recibir la visita de la Inspectora.
Pero nadie ten�a idea de quienes integraban el Consejo Nacional de Ense�anza Primaria, los que elaboraban los planes de Ense�anza y establec�an los puntajes de graduaci�n.
 
El poder pol�tico est� estrechamente ligado al poder econ�mico. Una de las causas m�s claras de por qu� llegado el momentos en el progresismo pes� m�s el poder econ�mico de los cotizantes voluntarios que la opini�n de los militantes org�nicos.
Los gestores formales del Estado y su maquinaria disponen de un espacio de cierta iniciativa y un escaso margen de iniciativa, pero su autonom�a est� cada vez m�s sometida a la subordinaci�n de los organismos internacionales financiero de cr�dito y los capitales de las grandes transnacionales extranjeras.
 
El poder del gobierno progresista no sobrevuela sobre la sociedad de todos los uruguayos, por m�s que declare neutralidad como los due�os de los grandes medios de comunicaci�n. Solo se trata de hipocres�a. �
En la sociedad uruguaya -nunca tanto como ahora- el imperialismo, los sectores financieros y los grandes monopolios internacionales pusieron tanto celo en el control del aparato Estatal. No por temores a cambios radicales estructurales de la econom�a, la pol�tica o la sociedad. �
Sino m�s bien por impedir que los discursos populistas abran la m�nima brecha de cambio o de esperanza movilizadora en el pueblo uruguayo.
Una sociedad compleja donde la actividad esencial que corresponde al sector financiero domina a todo los dem�s, se trate de la producci�n, la educaci�n, la salud o lo sindical. �
Para cada uno de estos sectores relativamente definidos, el Estado seleccionar� entonces de cada uno de ellos un tope de dirigentes reclutados entre los m�s capacitados y otras calificaciones, que var�an de acuerdo a las necesidades puntuales. �
 
Estos grupos de elite emergentes �todo terreno�, como se autoproclaman ellos mismos, deben ser funcionales de acuerdo a las necesidades y oportunidades se trate del discurso ideol�gico, la publicidad, el dirigentismo, la legitimidad, el caudillismo, el unificador, o el seguidismo fiel. �
 
Las decisiones respecto a los deudores han sido tomadas desde hace un tiempo, en �mbitos ajenos al gobierno progresista y estrechamente ligados al poder financiero internacional. �
Por lo que la b�squeda de �soluciones caso a caso� permite no pisarle los callos a los m�s grandes, respetando las familias �patricias� del pa�s, y a la vez por lo menos, intentar negociar con las elites de direcci�n. Lo logren o no, es otra cosa. �
Por eso tambi�n intentan reducir el n�mero de participantes� convocados al di�logo.
 
El neoliberalismo no s�lo tiene expresiones econ�micas, pol�ticas y sociales, tambi�n es un complejo sistema de destrucci�n de la solidaridad, los principios, la moral y lo colectivo. �
Solo as� puede triunfar sobre los individuos y la sociedad humana. �
Antes cuando los trabajadores municipales luchaban por sus derechos sociales y el cumplimiento de los convenios colectivos firmados con Arana fueron dejados solos por la mayor�a de sus compa�eros de clase. �
Ahora que los pobres y desesperados tratan de manifestar su descontento, nuevamente las mismas elites de dirigentes -incluidos los sociales- se declaran abiertamente en su contra.
Pobres contra otros mucho m�s pobres que ellos. �
Triunfo del neoliberalismo hasta el hueso.



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