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"De la revolución rojo y negro al rosado progresista"
Mensaje de la 36
Dice el Comandante y líder de la revolución sandinista Daniel Ortega que la
coalición política con la que perdió las últimas elecciones, estaba integrada
por "ex contras" y guardias somocistas".
El líder del Frente Sandinista que en 1979 derrocó con las armas a la dictadura
de Anastacio Somoza y debió enfrentar durante los años posteriores la guerra
llevada a cabo por los "contras" financiados por los Estados Unidos, ha
fracasado durante tres intentos por ganar las elecciones.
Ortega que sigue reivindicándose de izquierda, pero su discurso ha pasado a ser
moderado y ha sustituido las viejas banderas rojo y negras de la revolución, por
las de color rosado y fucsia, se presentó con un vicepresidente que terminó
siendo Agustín Jarquín, un socialcristiano que apoyó a los grupos
antisandinistas y que asegura que los sandinistas ya no son más revolucionarios
y que se han declarado socialdemócratas y que -reconociendo sus aciertos y
errores del pasado- ahora desean buenas relaciones con los Estados Unidos.
Con nostalgia y amargura, el poeta y sacerdote católico nicaragüense Ernesto
Cardenal repasa en su libro más reciente los pasajes de la revolución sandinista
y sus desacuerdos políticos.
Cardenal fue ministro de cultura sandinista después del derrocamiento del
dictador Anastasio Somoza en julio de 1979 y ahora habla dejando traslucir la
nostalgia por una época que fue esperanzadora y de la amargura por la
"revolución perdida".
El poeta señala que la revolución en el país centroamericano fue traicionada por
algunos dirigentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), entre
ellos, el presidente Daniel Ortega, tras la derrota electoral de 1990.
El máximo dirigente del FSLN fue derrotado en los comicios presidenciales de
1990, el primer revés electoral de sus tres derrotas sucesivas por parte de la
derecha.
El primer gobierno revolucionario sandinista apoyado por la ex Unión Soviética y
Cuba, transcurrió bajo la hostilidad imperialista de Estados Unidos que le
impuso un embargo económico al mismo tiempo que financiaba, armando y entrenando
a los "contra revolucionarios" para combatirlo.
Después de la derrota electoral los sandinistas se repartieron las propiedades
estatales, entre algunos dirigentes del FSLN en un reparto de bienes que fue una
"piñata" inmoral, sostuvo Cardenal.
La "derrota electoral había sido una victoria moral para la revolución". Pero
fue la "piñata" la que terminó con ella haciendo que "la revolución dejara de
ser revolución".
Daniel Ortega ha tenido un cambio notable y lo fundamenta política e
ideológicamente con convicción absoluta cuando expresa: "La revolución que
impulsamos en el 80 fue una propuesta que no tenía viabilidad. Hay que buscar la
justicia social pero dentro de una economía de mercado. Los ideales son los
mismos pero readaptados a una situación de paz y del mundo globalizado en que
vivimos".
Este es el Ortega de hoy y del sandinismo que después de años en la oposición
intenta ganar las elecciones entonando, como escuchamos en tantas partes, el
nuevo himno de los arrepentidos, el "mea culpa" por el fracaso de la revolución
y la búsqueda de la reconciliación con la derecha.
Ortega tuvo un "tierno" gesto de "humanismo" y "amplitud" al convocar al hijo de
Anastasio Somoza, "Tachito" Somoza Portocarrero exiliado en Guatemala a regresar
a Nicaragua en un gesto elocuente de cambio de rumbo.
Otro sandinista, el escritor y ex vicepresidente de Nicaragua Sergio Ramírez,
definió la revolución nicaragüense de 1979 como una "utopía compartida" que no
pudo cumplir con el sueño de mejorar la vida de los oprimidos, pero que dejó el
fruto de la democracia.
Nicaragua continúa siendo uno de los países más pobres del continente después de
la isla de Haití ni la revolución socialista del 80 ni el neoliberalismo de
Violeta Chamorro y Arnoldo Alemán han logrado sacar adelante un país que perdió
su único patrimonio que le quedaba, la esperanza.
Ernesto Cardenal dice que durante las administraciones de Reagan y Bush, el
bloqueo económico que significó no recibir ningún crédito internacional y a la
vez el embargo económico no era otra cosa que la prohibición de todo comercio
entre Nicaragua y Estados Unidos, que era prácticamente el único país con que
Nicaragua comerciaba anteriormente.
Faltando tres días para las elecciones, el presidente Bush anunció de que si el
Frente sandinista ganaba las elecciones aunque fuera de manera justa y honesta
las condiciones para Nicaragua seguirían iguales con respecto a Estados Unidos.
Y que solo con un cambio de gobierno cambiaría la situación del país.
Entonces la revolución podría haber pasado a la oposición como una revolución
que pudiera estar en el poder o en la oposición.
Pero en cambio resulta que al perder las elecciones, que nadie creyó que se iban
a perder, ni los enemigos de la revolución tampoco habían pensado, la mayor
parte de los dirigentes se desmoralizaron.
La cúpula del partido se desmoralizó y empezaron a acomodándose y a robar a lo
grande, lo que el pueblo llamó "la piñata" por el sistema de reparto. Solo los
principales dirigentes se acomodaron y se repartieron bienes, casas donde
vivían, tierras que trabajaban, y fábricas y muchas empresas que estaban
funcionando.
Algo similar de lo ocurrido en la ex Unión Soviética donde robaron mucho allí,
cuando los líderes sindicales que eran todos revolucionarios tomaron las
empresas quitándoselas a los obreros. Y entonces también se apropiaron de muchos
bienes del partido. Se quedaron con radios, periódicos y algunas empresas para
mantener la base económica de un partido fuerte. Pero ocurrió que muchos de esos
bienes del partido se los robaron algunos comandantes sandinistas. Entonces esa
fue la gran derrota de la revolución, ya no hubo revolución, por que los bienes
que se habían tomado para el FSLN pasaron a manos de determinadas personas. Lo
que ahora hay no es partido sino una burocracia.
Es decir un proceso de descomposición moral entre algunos comandantes
sandinistas que se han hecho millonarios que, como ha dicho Galeano quien fue
amigo personal de varios de ellos, "que aquellos que no tuvieron miedo de dar
su vida durante los años de lucha revolucionaria, tuvieron miedo de perder sus
casas, sus vehículos y sus bienes y se apropiaron de todo lo que pudieron."
Las primeras elecciones perdidas por Daniel Ortega lo llevaron a reconocer la
victoria de Violeta Chamorro y el FSLN se apresuró a señalar lo excepcional de
su caso, el de un partido que habiendo accedido al poder a través de la lucha
armada, transfería pacíficamente aquel por ser esa la voluntad popular.
Un ejemplo que se distancia de las afirmaciones de quienes en la actualidad
insisten tanto en que la culpa de la derrota de los gobiernos progresistas
corresponde a la acción de los pequeños grupos izquierdistas.
Con la "contra" sin desmovilizarse, Ortega suscribió con Chamorro un protocolo
de Transición del Poder Ejecutivo que contenía el respeto a la Constitución, a
las Instituciones y a las conquistas sociales, así como el desarme de la
"contra".
Humberto Ortega permanecería como comandante en jefe del Ejercito Popular
Sandinista pero debió renunciar a la Dirección Nacional con el objeto de
quitarle todo contenido político a la institución castrense y de trabajar con el
ministro de defensa de la fuerza política triunfante la UNO que no fue otro que
la propia Chamorro.
Ortega que controlaba los sindicatos y todavía conservaba una gran capacidad de
movilización popular puso contra las cuerdas al gobierno de Chamorro. Cuando el
programa de ajuste estructural lanzado en 1991 impuesto por el Fondo Monetario
Internacional para negociar las deudas del Estado afrontó una ola de protestas y
en enero de 1993, Chamorro pactó con Ortega las legislaciones anteriores y
socializantes de la propiedad de la tierra y la vivienda a cambio del apoyo
sandinista a medidas liberales tales como las reprivatizaciones de las empresas
públicas.
Entonces varios dirigentes sandinistas entraron en el Ejecutivo y el
socialdemócrata Gustavo Tablada fue elegido presidente de la asamblea nacional.
A partir de ese momento el propio Ortega integró la delegación gubernamental a
la conferencia auspiciada por el FMI y el Banco Mundial en Washington.
A Chamorro, el pacto con Ortega le atrajo las iras de los partidos de la UNO más
conservadores hasta el punto de fracturarse la coalición que la llevó al poder.
Hasta el final del mandato Violeta Chamorro se sostuvo en el poder gracias a los
diputados sandinistas.
Daniel Ortega sería uno de los principales animadores durante esos años en el
plano internacional junto al brasileño Lula del Foro de San Pablo un a
organización de izquierda para la América Latina.
Daniel Ortega volvió a perder las elecciones presidenciales en 1996 en esta
oportunidad ante el derechista Arnoldo Alemán líder del Partido Liberal
Constitucionalista y de la Alianza Liberal, fuerzas muy hostiles al sandinismo.
Ortega adoptó una posición más de confrontación con el nuevo presidente que
pretendía sacar adelante un ambicioso programa de reformas estructurales
financiado por el FMI.
Ortega ofrecía una cooperación para resolver de una vez el asunto de las
propiedades expropiadas en 1979 y que ahora se desataba un aluvión de
reclamaciones a la justicia de los antiguos propietarios.
La reaparición de las dos Nicaraguas con la determinación de pretender destruir
las conquistas sociales posrevolucionarias, muchos de los latifundios volvieron
a restaurarse.
Las derrotas electorales y los cambios mundiales acaecidos en la ex Unión
Soviética y los ex países socialistas de Europa dieron la razón a algunos grupos
de revisar el ideario del partido. A los cuestionamientos doctrinarios se unió
el malestar y la dispersión de parte de la militancia por la pérdida de puestos
en la función pública ya que en la década anterior la organización partidaria
fue coincidiendo y solapándose con la estructura administrativa del estado.
En el primer Congreso del FSLN celebrado en 1991 Ortega fue proclamado por
aclamación para el nuevo cargo de secretario general. Y aprobaron la tesis de
Ortega de orientar el ideario sandinista de manera que en 1992 el FSLN pudiera
ingresar a la Internacional Socialista.
Precisamente las relaciones de Ramírez con los socialdemócratas europeos
permitió aglutinar al sector "renovador" y de esta manera el sandinismo volvía a
presentar un panorama de corrientes de opinión.
Por una parte la facción de izquierda democrática sandinista impulsada por
sindicalistas y militantes históricos enfrentados al FMI y que la parecer
contaba con el respaldo de Tomás Borge y los hermanos Ortega.
Por otra parte la plataforma de un sandinismo que pretendía volver a las
mayorías que defendían Ramírez y Luis Carrión que pretendía una apertura
ideológica hacia el centro del espectro político.
Un número importante de diputados sandinistas respaldó la propuesta renovadora
que en general prosperó entre los intelectuales, empresarios y otros exponentes
de la clase media que adhirieron al FSLN a partir de 1979 después del triunfo.
Una tercera posición cristalizaba en torno a Humberto Ortega quien sustentó la
importancia de aliarse con los elementos progresistas del Gobierno de Violeta
Chamorro.
La crisis interna se profundizó en 1994 cuando el celebre Ernesto Cardenal ex
ministro de Cultura y sacerdote jesuita defensor de la Teología de la Liberación
anunció su marcha en protesta por el "caudillismo y la corrupción" imperantes en
el Frente de Liberación Nacional.
Después de aquella segunda derrota electoral el partido afectado por profundas
divisiones internas y los sectores renovadores exigiendo un cambio en el rumbo
estratégico para no perder por tercera vez las lecciones generales, volvió a
reelegir Daniel Ortega.
Tras su reelección Ortega aseguró que el partido iba a buscar una
"transformación" con miras a los nuevos comicios.
Ortega se benefició muy poco a pesar del profundo descontento popular con las
políticas liberales de Alemán el cual tuvo grandes protestas laborales y
disturbios.
A partir de ese momento Ortega abandonó el inmovilismo ideológico y protagonizó
un giro a la moderación en todos los sentidos al saber que las encuestas le
daban un empate técnico con el postulante del gobierno el empresario Enrique
Bolaño.
Los sondeos adelantaban que el triunfo podía decantarse a favor del empresario
en cuanto se manifestaba el "voto del miedo" en los sectores de centro y la
derecha por el recuerdo del intervencionismo económico de los años ochenta.
Esta fue la primera vez que Ortega abandonó la retórica revolucionaria en sus
discursos y se negó a presentarse como "Comandante Daniel" tratando de aplacar
los temores de empresarios e inversionistas a una reducción de los flujos
comerciales y financieros de Estados Unidos o de un cuestionamiento de la
propiedad privada por un gobierno del FSLN.
Ortega reconoció públicamente que entre 1979 y 1990 se había reprimido la
libertad de expresión y hasta escenificó una conversión religiosa en un templo
evangélico con un ejercicio de ayuno y oración.
Los medios de prensa nicaragüenses comentaron con sorpresa la "mutación" de
Daniel Ortega pero su hermano Humberto Ortega intervino con duras declaraciones
en las que recriminaba el abandono del ideario sandinista por razones de
oportunismo electoral llegando a vaticinar inestabilidad política y económica si
ganaba los comicios.
Durante la campaña electoral Ortega evitó el rojo y negro que eran los colores
del sandinismo por una rosa que es de gusto de la socialdemocracia.
La propia sigla del FSLN perdió protagonismo en beneficio de la Convergencia
Nacional una agrupación concebida por Ortega para sumar adeptos a su plataforma
pragmática y desideologizada.
Su contrincante Bolaños que como vicepresidente de Alemán se había desenvuelto
por causes de perfil político bajo adoptó un tono de confrontación y pidió
explicaciones a Ortega por sus tratos con personas en la picota como Fidel
Castro, Hugo Chávez, Kaddafi, o el comandante Tirofijo de las FARC colombianas.
Ortega no entró en el juego y se defendió pidiendo un voto para superar el
pasado.
Ortega reconoció el triunfo de su contrincante y fue a felicitar afectuosamente
al vencedor quien vería caer en manos de Alemán y Ortega los dos bloques
parlamentarios. Y por tanto la llave de aprobación de los presupuestos y
reprivatizaciones.
Ortega aseguró que iba a colaborar desde la responsabilidad en la gobernabilidad
del país sumido en una pobreza cada vez más general y expresó su convencimiento
de que la situación internacional después de los atentados del 11 de setiembre
en los Estados Unidos había jugado en su contra ya que la propaganda de la
derecha mezclaba las imágenes de Sadam Hussein con las de Ortega levantando una
ola de rechazo contra el terrorismo.
Además la administración estadounidense y los agentes económicos internacionales
hablaron sin disimulo de su antipatía por Ortega a pesar de algunas guiñadas
conciliadoras.
Aquella noticia nos enteró en tiempos difíciles de dictadura que la revolución
seguía viva en América Latina.
Para quienes no estaban muy convencidos de la revolución armada, el ejemplo del
FSLN y de los "nicas" habría una ventana nueva y distinta a la experiencia
cubana.
Por mucho tiempo la discusión ideológica transitó por el camino de las
"vanguardias compartidas", la "unidad de tendencias", las "revoluciones
democráticas" y "experiencias renovadoras".
A muchos uruguayos en circunstancias especiales la "revolución sandinista"
significó un soplo de esperanza que permitió soportar los últimos tramos de la
tiranía uruguaya.
Para otros compatriotas significó una verdadera escuela de aprendizaje de la
lucha revolucionaria, de sus contradicciones, sus logros y dificultades, pero
por sobre todas las cosas los llevó a participar directamente antes o después
del triunfo en el propio proceso.
El proceso de degeneración política e ideológica de muchos de los dirigentes
sandinistas desmoralizados por la pérdida electoral fue llevando al Frente
Sandinista de Liberación Nacional a la perdida de contenido programático y a
convertirse en un partido de opinión más.
La historia es reciente y la realidad demostrativa de aquellas discusiones de
los años ochenta entre quienes reivindicaban el estilo de los "nicas", en
oposición a la "ortodoxa revolución cubana".
MIENTRAS UNA REVOLUCION PERDURA Y SIGUE EJERCIENDO SU INFLUENCIA
INTERNACIONALISTA Y LATINOAMERICANA.
DE LA OTRA YA NI SE HABLA Y SOLO TENDRA CHANCE DE GANAR UNAS ELECCIONES.
SIEMPRE Y CUANDO EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL ESTE DE ACUERDO.
PERO PARA ESO HARA FALTA INCLINARSE UN POCO MÁS ABAJO TODAVÍA.
MUCHOS HERMANOS SE JUGARON ENTEROS POR LA REVOLUCION SANDINISTA.
GUERRILEROS INTERNACIONALISTAS PAGARON CON SU PROPIA VIDA HASTA DESPUÉS DEL
TRIUNFO.
EL FLACO HUGO IRURZÚN DEL ERP ARGENTINO -CAPITAN SANTIAGO FUE ABATIDO EN
ASUNCIÓN – DESPUÉS DE ATENTAR CONTRA EL DICTADOR SOMOZA, EL 17 DE SETEIMBRE DE
1980 DE UN BASUCAZO DEL RPG-2.