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El autor propone un acuerdo electoral entre el EZLN y el PRD
México: Vamos por el país
Héctor Mora Zebadúa
Nunca antes el movimiento democrático nacional había estado en una situación tan favorable; si hoy logramos ponernos de acuerdo, puede decirse que nos encontramos al filo del agua. Todo depende de que las tres grandes expresiones del movimiento democrático y antineoliberal tengan la audacia, la responsabilidad y la ambición necesarias, y sean capaces de asumir los riesgos, los costos y los compromisos para establecer un acuerdo que permita derrotar de manera definitiva al neoliberalismo en nuestro país. Me refiero al Frente Sindical, Campesino, Indígena, Social y Popular (Frente), al Ejército Zapatista de Liberación Nacional-Congreso Nacional Indígena (EZLN- CNI) y a Andrés Manuel López Obrador-PRD (AMLO-PRD).
Las tres grandes fuerzas han enfrentado y resistido al neoliberalismo desde distintas perspectivas y con diversas tácticas, con resultados limitados. Sin embargo, reunidas sus fuerzas, organización y capacidad de convocatoria se potenciarían y seguramente derrotarían a los neoliberales. Veamos. AMLO supo ganarse el apoyo y la confianza de las masas, desarrollando políticas redistributivas, que si bien son limitadas, contrastan con la avaricia del neoliberalismo. Logró convencer a la mayoría de que él es la persona indicada para dirigir al país, pues es un hombre de carácter firme, sabe imponerse y se preocupa por los pobres.
Las impresionantes movilizaciones ciudadanas contra el desafuero mostraron claramente que las simpatías por AMLO van mucho más allá del PRD o de los beneficiados por sus políticas subsidiarias y contará con el apoyo de todos los que se oponen al PRI y al PAN. La candidatura de AMLO, por su popularidad y arraigo entre los electores, no tiene precedentes; todas las encuestas lo dan como seguro vencedor en las elecciones federales del 2006. Su opiniones y propuestas llegan a todos los rincones del país de manera prácticamente inmediata, pues es, además, todo un fenómeno mediático.
Pero, el PRD reconoce públicamente que su presencia es testimonial en 20 entidades y su reciente derrota en el Estado de México muestran que es incapaz para enfrentar el compromiso de una campaña electoral nacional para ganar la presidencia. Las redes de comités ciudadanos encargadas por AMLO para su organización y dirección a un grupo de expriístas (coordinados por el autor de los más estrepitosos fracasos políticos de los últimos tiempos: Manuel Camacho Solís), no podrá compensar las deficiencias del PRD.
Con estas menguadas fuerzas la candidatura de AMLO, deberá enfrentar el aparto electoral y la previsible alianza de PRI y PAN, por lo que la certeza del triunfo electoral se desvanece. El PRI y Madrazo preparan todas las trampas electorales, los aparatos clientelares y corporativos en los que son campeones y ante los que los tramposos del PRD quedan en calidad de inocentes palomitas. Por su parte, la derecha panista, dirigida por El Yunque, se prepara para enfrentar el movimiento desde la dirección del PAN, en alianza con la televisión, desde la Secretaria de Gobernación, la PFP y el mismo ejército. No pudieron sostener el desafuero pero no han quitado el dedo del renglón: no entregarán el país a la izquierda populista.
No obstante, una vez que AMLO sintió que la conquista de las masas era un hecho se lanzó a cortejar a los dueños del dinero. Al concluir la marcha del millón contra el desafuero, desactivo la movilización y se insinuó coqueto con el gran capital, ubicándose políticamente en el centro y prometiendo darle continuidad en lo esencial a las políticas neoliberales. Su programa político, al que llama proyecto de nación, es limitado en cuanto a que no toca el modelo de acumulación de capital del neoliberalismo, a caso lo acotaría si contara con una correlación de fuerzas sociales favorable.
La capacidad de convocatoria de masas y el mando que sobre miles de líderes locales y regionales tiene AMLO, lo hacen un líder con gran poder, que cuenta con la voluntad de cientos de miles de mexicanos, no sólo de votar por él sino de trabajar activamente para llevarlo a la presidencia y la vocación de llegar a la cumbre a través de un candidato para transformar el país y la firme decisión de no permitir que vuelva al poder el PRI o el PAN. Son las aportaciones centrales de AMLO-PRD a una eventual alianza.
Las fuerzas que constituyen el Frente se oponen exitosamente a las reformas estructurales desde 1997, a la vez que han aumentado su nivel de coordinación, organización y capacidad de convocatoria. Durante las jornadas de noviembre de 2003 lograron realizar mítines y asambleas en más de 120 ciudades de la republica y movilizar a más de medio millón de trabajadores en todo el país. El 31 de agosto y el 1 de septiembre de 2004 se registraron movilizaciones en todo el país, en la capital del país marcharon tres cuartos de millón de personas en dos días y participaron en el paro nacional más de 400 mil trabajadores en todo el país.
Es el frente social más grande y plural de nuestra historia, en él conviven casi todas las vertientes del sindicalismo independiente; organizaciones políticas, civiles, sociales, campesinas, de diversas filiaciones ideológicas. Es un frente de organizaciones consolidadas, con presencia real en prácticamente todas las ciudades del país, con gran capacidad de acción, mucha influencia social e identidad como trabajadores.
El Frente convocó al 1º y al 2º diálogos nacionales, en los que su capacidad de convocatoria creció y en los que se inició la elaboración de un nuevo proyecto de nación alternativo al neoliberalismo, resumido en la declaración de Querétaro.
Pero en la coyuntura electoral el Frente está paralizado porque, a pesar de que es un consenso que es indeseable un gobierno neoliberal más, no hay acuerdo en apoyar la candidatura de AMLO porque su programa no es antineoliberal, pero todos reconocen que la mayoría del pueblo que resiste activamente al neoliberalismo votará por él. El Frente carece de una política que vaya más allá de la resistencia. Ha dado un gran paso al proponerse elaborar un nuevo proyecto de nación, pero aun no discute cómo hacerlo realidad.
Su presencia nacional, su arraigo de clase, su pluralidad y su programa antineoliberal, sería sus principales aportes a una alianza por la recuperación del país.
Desde su aparición pública el EZLN concitó gran apoyo popular, expresado entre otros casos en la marcha de enero de 1994 en demanda de la paz, la consulta nacional sobre el camino que habría de seguir el EZLN y en las marchas de los 1111 y del color de la tierra por los derechos de los pueblos indios, que movilizaron cada una cerca de un millón de personas en casi todo el país de diversas maneras.
El EZLN-CNI representa los anhelos de justicia de sectores muy amplios de la población, de manera destacada de los más de 10 millones de indígenas del país, pero no sólo de ellos, porque su programa incluye demandas de todos. Cuenta con una gran autoridad moral y política por su valor, su ingenio, su inteligencia y la justeza de sus demandas. El EZLN hasta ahora se había limitado al ámbito indígena y a su territorio, salvo durante el frustrado intento de construcción del FZLN.
El EZLN aportaría a la alianza su autoridad moral, su férrea e inquebrantable convicción, su ingenio e inteligencia política, su influencia entre los indígenas y sus relaciones internacionales.
Los mexicanos no debemos desaprovechar la oportunidad que nos da la historia de derrotar de manera definitiva en el corto plazo al neoliberalismo. Permitir que el enorme apoyo y popularidad de AMLO sean derrotados por la alianza PRI-PAN o que esa fuerza quede limitada al marco electoral y bajo el exclusivo mando de AMLO sería riesgoso. Estancar y desarticular el Frente en espera de lo que pase en la coyuntura electoral, en la que se definirá en buena medida el futuro de la nación, es irresponsable. Como lo sería no desarrollar y potenciar esa fuerza que ponga al centro del debate nacional los interese de los trabajadores y no sólo los de los empresarios y la macroeconomía. Mantener aislado al movimiento indígena sin incorporarlo al centro de la disputa por la nación, limitarse a los tiempo de autodesarrollo de la fuerza social propia del EZLN es incorrecto. Pues todo ello implica posponer la derrota del neoliberalismo.
La alianza de estas tres vertientes del movimiento democrático dará por resultado una fuerza que seguramente vencerá al neoliberalismo. El movimiento democrático debe enfrentar varios retos. Primero, impedir que gane el PRI o el PAN; en segundo que AMLO realmente pueda gobernar y no este secuestrado por la presión de corrientes o intereses económicos nacionales o extranjeros, y tercero, que el gobierno de AMLO no impulse las reformas estructurales aprovechando el enorme apoyo y confianza que muchos mexicanos depositan en él.
AMLO es un caudillo fuerte y no permite otro a su lado, por ello está y estará sólo, desactivar la movilización fue un error, pero a la vez una forma de mostrar capacidad de dirección. Pero si llega a la presidencia no podrá soportar sólo las presiones internas y externas, por un lado, y por el otro, debe ser acotada su vocación autocrática en el ejercicio del poder. Todo ello sólo será posible si está presente en el escenario político nacional un poderoso movimiento social que impida que el nuevo gobierno caiga en la tentación o sea víctima de las presiones neoliberales; la alianza entre el Frente y el EZLN-CNI es la garantía de que dicho movimiento exista. Al mismo tiempo, AMLO-PRD necesitan una alianza con el movimiento social que le de estabilidad y gobernabilidad al país, que les ayude a resistir los embates del neoliberalismo local e internacional. Y el Frente y el EZLN-CNI necesitan contar con legisladores propios que defiendan en el Congreso de la Unión sus intereses, para que no tengan que depender de la voluntad u honestidad de los legisladores del PRD.
AMLO-PRD solos muy probablemente serán derrotados y difícilmente podrían resistir la presión interna y externa y terminarían enfrentados al pueblo tratando de imponer las reformas estructurales. El Frente aislado se volverá inestable y difícilmente superará el nivel de resistencia y propuesta general. EZLN-CNI requerirían muchos años para desarrollar por sí mismos la fuerza necesaria para vencer al neoliberalismo. En otras palabras, las tres fuerzas a pesar de ser grandes, importantes y relativamente exitosas, resultan insuficientes por sí solas para ganar el país, pero juntas podrán derrotar al neoliberalismo.
En consecuencia, es necesario que el Frente, el EZLN-CNI y AMLO-PRD convoquen a un 3º Diálogo Nacional en el que se acuerde un programa único para desmantelar el neoliberalismo y reconstruir económica, social y políticamente nuestro país. En ese encuentro debiera suscribirse un acuerdo político amplio y completo, sin ambigüedades, que incluya de manera explícita la distribución de cargos en el gobierno y en el poder legislativo, de manera equitativa y equilibrada, es decir, un tercio para cada uno (un tercio para los políticos profesionales, un tercio para los indígenas y un tercio para el movimiento social).
Los protagonismo y los egos deben subordinarse a la necesidad apremiante de acabar con el neoliberalismo y estar fuertes para resistir la presión externa. Un acuerdo como el propuesto es posible, no deben frenarnos el sectarismo y las desconfianzas, el país será de todos o no será. Para las tres fuerzas una alianza implica riesgos y costos: ceder en parte de su programa, compartir la dirección y la responsabilidad, limitar su libertad de acción, limitar su representación social, pero vale la pena. Si no existieran amplias posibilidades de derrotar al neoliberalismo está propuesta sería ilusa. Pero ahora con la fuerza electoral de masas de AMLO, de fuerza organizada de masas del Frente, la influencia política masiva del EZLN es posible ganar de una vez el país. No hacerlo sería imperdonable.