Latinoamérica
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Héctor Alirio Martínez, Leonel Goyeneche y Jorge Prieto
Chamucero, dirigentes sociales araucanos
"No fueron ultimados en combate sino
cruelmente asesinados"
César Jerez
Agencia Prensa Rural
Los vecinos de Caño Seco, los detenidos durante el asesinato, el campesinado,
las organizaciones sociales, todos en Arauca sabían la verdad. Esta verdad
popular, no obstante, no correspondía a la verdad oficial, la del
establecimiento. La mentira era defendida a capa y espada por quienes a través
de leyes y retóricas buscan desde ya escapar a la verdad y a la justicia que
habrá de llegar: AUV, Francisco Santos, el desechado ex - ministro de Defensa y
los mandos militares soltaron especies y versiones tan contradictorias como
absurdas, se inventaron armas, huidas y combates con las víctimas.
En la realidad las víctimas "fueron colocadas en situación de indefensión e
inferioridad por los militares antes de dispararles por la espalda". Según la
fiscalía los militares actuaron "con propósitos criminales, amparados en la
investidura militar y por orden de uno de ellos o por quien comandaba el
operativo". Pero, realmente, en qué lugar, en qué momento y quién dio la orden
de asesinar a los tres reconocidos dirigentes sociales araucanos?
Los testimonios y las pruebas técnico-científicas "permitieron descartar que los
asesinatos hayan sido producto del pretendido enfrentamiento, los disparos se
hicieron en la modalidad de corta distancia", es decir, las víctimas fueron
ultimadas a quemarropa, además se evidenció manipulación en la escena del crimen
con el fin de entorpecer la investigación. Un fiscal ético de la unidad de
derechos humanos de la Fiscalía, ha calificado el acto investigado "como un
crimen de guerra y de lesa humanidad".
Luego de practicar exámenes de absorción en las manos de las víctimas para
determinar si habían efectuado disparos con las armas incautadas por el Ejército
junto a los cuerpos, tal como lo afirmaron los militares, no se encontraron
residuos que lo corroboraran.
La Fiscalía también determinó que "los tres sindicalistas fueron seguidos por
los servicios de inteligencia del Ejército, adscritos a la Brigada 18, de tiempo
atrás".
Alirio Martínez, vecino del Botalón, en zona rural de Tame, era el presidente de
la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Aduc); Leonel Goyeneche era
directivo de la Confederación Unitaria de Trabajadores (CUT), en Arauca; y Jorge
Prieto pertenecía a la Junta Directiva de la Asociación Nacional de trabajadores
hospitalarios de Colombia (Anthoc).
Este esclarecimiento se produce a pocos días de que la fiscalía ordenara la
captura de los militares implicados en el asesinato de cinco campesinos, entre
ellos un niño de seis meses, en el Municipio de Cajamarca. Las versiones
militares hablaron también esta vez de combates y fuego cruzado. En esa ocasión
el Estado colombiano, a través de los mismos funcionarios que criminalizaron a
los líderes sociales araucanos, se inventaron unos hechos y construyeron una
mentira, vendida como verdad al conjunto de la sociedad colombiana en los
grandes medios de comunicación del establecimiento. La verdad oficial en los
medios de comunicación oficiales, una sola moneda, aparentemente sin sello, con
dos caras y un solo Estado mitómano.