Latinoamérica
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Brasil: La ruina de un modelo partidario
Jeferson Miola
El abandono de una perspectiva de izquierda, por parte de la dirección del PT, es una de las principales causas de la crisis actual
La gravísima crisis política que golpea a la nación brasilera tiene contornos y significados que trascienden los eventuales resultados factuales -políticos o legales- vengan a tener. De la misma forma, los aspectos que conforman el origen de la presente crisis fueron sembrados en períodos anteriores a la asunción del Partido de los Trabajadores al gobierno central del país. Por lo tanto, sus causas también no son meramente circunsatancias o fruto de errores contingentes, lo que desgraciadamente torna todavía más dramático su sentido y sus implicaciones estratégicas.
Independientemente de la extensión de verdad que las acusaciones hechas por un ex-aliado del gobierno Lula (que también fue el gran artífice del gobierno Collor) puedan tener, el hecho es que las graves revelaciones que no han sido convincentemente refutadas por la dirección del Partido de los Trabajadores, sugieren la existencia de nexos que supuestamente envuelven a dirigentes partidarios con esquemas escabrosos de la peor especie de la política oligárquica nacional.
Un estado de estupor, dolor y verguenza domina a toda la militancia y a un inmenso contigente de simpatizantes del PT. En Brasil y también en el exterior, dada la enorme espectativa generada por el PT y el gobierno Lula en la lucha por la superación del neoliberalismo y en la construcción de una alternativa de izquierda en un país con gran importancia en la geopolítica mundial.
Y parece ser, justamente, el abandono de una perspectiva de izquierda, una de las principales causas de los acontecimientos actuales; o de otra forma: la renuncia, de parte del sector mayoritario del PT, de la construcción de un proyecto verdaderamente democrático y popular para Brasil, tiene como punto final de condensación el estadio actual en el el Partido y el Gobierno se estacionaron.
De la célebre participación electoral de 1989, cuando el PT fue fraudulentamente derrotado por las elites nacionales y los monopolios de la comunicación, lamentablemenmte la lección tomada no fue la del conocimiento e interpretación de la estructura y la naturaleza perversa de la clase dominante del país y de su disposición intransigente de liquidar a cualquier adversario de clase que amenace sus intereses históricos. Al contrario, fue creciendo al interior del PT una vertiente teórica e ideológica que pregonó la incondicional adaptación e internación al juego político conservador y la "parlamentarización de la política" en detrimento de las estrategias de acumulación de fuerzas que combinan las conquistas institucionales fundadas (i) en la afirmación programática (como la democracia participativa con inclusión social y desarrollo endógeno (ii) la nitidez ideológica (iii) con los avances de las luchas sociales y el apoyo popular a los gobiernos de izquierda como mecanismos de construcción de una nueva hegemonía en la sociedad.
Lo curioso, inclusive, es que el centro de gravedad de aquella política mayoritaria en el PT, siempre estuvo distanciada de los principales centros de experimentación vividos por el PT, como Porto Alegre, Belo Horizonte, y Río Grande del Sur. Se puede decir que estas localidades simbólicas, especialmente en Porto Alegre y en Río Grande del Sur, el PT sufrió derrotas. Sí, es verdad, sufrió derrotas (aunque reteniendo más del 47% de los votos), pero nunca sufrió tamaña desmoralización como actualmente el PT viene sufriendo. Incluso, tales derrotas pueden ser en buena medida atribuidas a factores internos como la primacía de la lucha interna en detrimento de los adversarios externos al proyecto partidario.
Esta parte del PT que "parlamentarizó la política" se reservó para sí la tarea de hablar, decidir (mal) y actual en nombre de todo el PT y de su apasionada e inocente militancia. En lugar del fortalecimiento del espacio público de participación y deliberación social y de la fundación de la verdadera República brasilera, esta forma de conducción partidaria hizo de la patrimonolización, del clientelismo y de la convivencia política promiscua, un método natural de la actividad política.
La confusión vivida en la relación Partido-Estado-Gobierno, presenta contradicciones tan elocuentes que gana ilustración casi enciclopédica, se torna fuente literaria con riqueza y refinamiento de detalles del protagonismo de agentes políticos que afrontan las mejores aspiraciones republicanas y democráticas. Más allá de esa forma de actuación, de ese modus operandi que guarda similitud con la forma tradicional y retrógrada de hacer política en Brasil, es notable también el mimetismo económico del PT, cuyo programa conservador viene comprometiendo la posibilidad de desarrollo con justicia social y distribución del ingreso, al mismo tiempo que continúa favoreciendo a los sectores rentistas y al capital financiero.
Esta forma de conducción partidaria falló definitivamente; demostró ser ineficiente en absolutamente todos sus presupestos y objetivos. La amplitud de las alianzas sin identidad programática comprometió la identidad del propio PT y no significó avances y victorias parlamentarias importantes. Al contrario, la elección de Severino Cavalcanti para la presidencia de la Cámara de Diputados y la mejor señal de este fracaso, para lo que la división de la bancada del PT contribuyó tanto.
En lugar de la construcción de una mayoría social, basada en el control social del Estado y en la participación directa de la población en la definición de los rumbos gubernamentales, prevalece que visión equivocada de gobernabilidad focalizada en el Congreso Nacional, que ha sido cada vez más onerosa política, ética y moralmente.
El ablandamiento programático -para algunos la "modernización" del PT- ha representado un reflujo político y social importante para la mayoría pobre del pueblo brasilero. Con la excepción de algunos avnaces puntuales en el gobierno -área externa, agricultura familiar, medio ambiente, cuestión habitacional, etc.- en el conjunto y el PT y la izquierda vienen sufriendo una derrota histórica de sentido estratégico, pués las actuales orientaciones preservan fundamentalmente los pilares de la dominación, de la miseria y de la exclusión social en el país. Además, son políticas que no empujan a las grandes masas, que ya no encantan multitudes que podrían sustentar un gobierno de izquierda con osadía para superar el orden secular perverso vigente en el país.
Este momento representa la ruina definitiva de un modelo de conducción partidaria que ocasionó un proceso acelerado de deterioro ideológico del PT. Este modelo comprometió al PT y representa el abandono de referencias estratégicas que siempre hicieron del PT un instrumento estratégico de disputa y construcción de un nuevo poder, democrático, popular y socialista.
De esas ruinas, la tarea es reconstruir y refundar el PT, a partir de su razón esencial de ser, que es la de un partido de izquierda, ético y constructor de un futuro generoso para el pueblo brasilero.
* Jeferson Miola es integrante del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (IDEA), fue cordinador ejecutivo del 5º Foro Social Mundial.
Agencia Carta Maior. Porto Alegre, 8-7-05. Traducción de Ernesto Herrera - Correspondencia de Prensa