Latinoamérica
|
Perú: ¡país ocupado!
por Herbert Mujica Rojas
¿Con qué derecho la mayoría de medios de comunicación inventa rebrotes
terroristas, amenazas a empresas mineras, desbordes populares incontrolables,
milagros económicos extraordinarios y sin embargo, seguimos tan pobres y
míseros como antes y en una bancarrota moral muy parecida a la que aconteció
después de 1879? Entonces, la pezuña bestial del invasor chileno, entendió que
debía "escarmentar" al Perú, país con el que nunca tuvo fronteras
antes de ese año y se quedó hasta 1883-84 bancando al
gobierno de Miguel Iglesias que firmó el Tratado de Ancón y su Protocolo.
¿Se mueven los medios con independencia ajena a la publicidad que pagan las
transnacionales? La respuesta es inequívoca: ¡de ninguna manera! El poder real,
el fáctico, el que mueve los hilos incontrastables que mandan en la burocracia,
en los resortes efectivos de cómo se produce la dinámica de un Estado, sufraga
con pingues dólares a cualquier gobierno y financia, también, a los que se
erigen en ocupadores mediáticos que abundan en canales, periódicos y
radioemisoras. Sólo son "creadores de opinión" los que están y entre
ellos se regalan elogios y practican un auto-bombo deleznable como en la peor
época de cualquier dictadura. Los hombres o mujeres de pensamiento nacional
independiente, son silenciados, acallados, ignorados. Y cuando hay que
mencionarlos, entonces, se les cubre de dicterios, calumnias, intenciones
subalternas, porque chocan con el status quo que manda imperativamente no
permitir el "ruido político".
Acaba de escribir Alfonso Benavides Correa, el integérrimo patricio,
historiador y ex parlamentario de las grandes causas, en el prólogo al libro
Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar, obra del embajador Félix C.
Calderón, unas líneas que considero esencial reproducir: "¿Será una
trágica constante, al cabo de años de apostolado, de no evadir los temas
esenciales del drama, luciendo el coraje moral de estar contra los mandarines,
tener, sin prensa adicta, un atardecer escéptico por el silenciamiento?".
¡El Perú es un país ocupado! Presas las grandes mayorías de minorías mediocres
y oligárquicas, enceguecidas en su afán dinerario de concesionar
o regalar todo lo que aún queda de patrimonio, afiebradas por cumplir con los
patrones sin pensar en el horizonte de la historia ni el futuro antroposociogeográfico de una nación con 26 millones de
habitantes, vamos a una disolución ineluctable que hará en poco tiempo más que
seamos el escenario donde los de fuera y sus representantes, se muevan como si
fueran de adentro, amos y señores de una tierra y de un país que no es el suyo.
La comunicadocracia, estupidez que junta a todas las
sangres de oportunistas, sangrones, cómplices y vividores, en alaridos
pseudo-democráticos en defensa de un desarrollo parcial y sesgado que elude a
los bolsones más impresionantes de pobreza y privilegia, en cambio, sólo a
patotas minoritarias y hermanadas por el compadrazgo tecnocrático
y los contactos adecuados y racistas, quiere reemplazar al Poder Judicial y da
sus "veredictos" en publicidad muy bien fletada ¡no por el bolsillo
de los firmantes! sino por las empresas abusivas y atropelladoras.
En investigación que estamos trabajando, hay la evidencia infame que apunta a
señalar que un instituto armado se hizo de la vista gorda en 1999 cuando las
"negociaciones" del Acta de Ejecución del Tratado de 1929 que mal
firmó el Perú y por el cual estalló un escándalo mediático que
"respondió" con calumnias y evasivas a mi denuncia de la traición cometida
por malos diplomáticos y catedráticos premiados por el otro país en querella.
Por eso la angurria desesperada de empujar al Perú a
adherirse a la Convención del Mar como tapadera jurídica internacional a
semejante aberración cobarde.
A nadie puede exigírsele dogmática aceptación de cartabones. Pero sí tiene que
haber un acuerdo por el Perú con puntos mínimos e indispensables. Pareciera ser
que el dinero ha comprado masivamente, otra vez, las conciencias en el Perú de
los que tienen el acceso fácil y muy bien rentado. Pero el pueblo es más sabio
que todos los sabios y la última palabra aún no ha sido dicha. En ello estriba
el drama del que Perú ha sabido renacer en no pocas oportunidades, pero no por espontaneísmo sino por dedicada y esforzada obra de sus
mejores y más pacientes soldados que de ser anónimos obreros, tendrán que pasar
a ser los grandes capitanes de la regeneración nacional. La otra salida es la
muerte lenta, penosa, sin gloria, carente de futuro, ciega de ambiciones de
cualquier naturaleza, opaca y despreciable.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
Lea www.redvoltaire.net