Latinoamérica
|
La consulta popular arrocera sobre el TLC
Aurelio Suárez Montoya,
La tarde, Pereira
El próximo domingo 5 de junio en cuatro departamentos del
país, Tolima, Huila, Meta y Casanare, nueve mil productores de arroz,
pertenecientes a 35 municipios que representan el 80% del total del
volumen nacional y casi el 100% del cereal producido en forma mecanizada, en
algo más de 90 urnas consignarán mediante el mecanismo de Consulta Popular su
opinión acerca de la inclusión del arroz y de los demás productos agropecuarios
subsidiados en Estados Unidos en el Tratado de Libre Comercio que se está
negociando entre los gobiernos de los dos países. Se trata de conocer su
pensamiento acerca de la firma de un TLC que incluya a estos géneros en ese
"libre comercio".
Es un ejercicio indispensable y pertinente, hecho con suficiente anticipación al
desenlace final y convocado con estricta legitimidad, mediante registros
debidamente acreditados ante instancias válidas, que ha de enviarle al gobierno,
al Congreso de la República y a la Corte Constitucional, señales claras acerca
del criterio de una parte esencial del gremio arrocero frente a un TLC que
llegare a firmarse en las condiciones sobre las cuales se está consultando y que
son las que más se avizoran según las condiciones impuestas por Tío Sam y
aceptadas por Colombia.
Esa consulta coincide con la coyuntura de "una grave crisis" en el proceso de la
negociación, en particular en el capítulo agrícola. Sin embargo, si se mira con
cuidado, la consulta va por camino diferente al patatús oficial. En el primer
caso, se trata de advertir sobre las graves consecuencias para las economías
regionales, el trabajo y la soberanía alimentaria nacionales que traería para el
país la entrega a mansalva y a sabiendas de las ramas agropecuarias que
competirían con sus similares estadounidenses, subsidiadas y exportadas a
precios por debajo del costo de producción, y por el otro apenas se está
(¡y no se sabe cuánto haya de histriónico en el acto!) exigiendo favores de la
superpotencia para el ingreso a su mercado de bienes como etanol, hortalizas ,
tabaco y cigarrillos precisamente a cambio de la entrega del trigo, la cebada,
algunas oleaginosas, hecho que ya está consumado, y de las eventuales del
algodón, el arroz y el maíz, entre otros.
El aparente soponcio oficial estriba en que la táctica, trazada desde los
tiempos de Carlos Gustavo Cano, de "entregar una porción del mercado interno a
cambio de una porción en el externo", está en entredicho porque de ella sólo
está saliendo la primera parte y de la segunda no hay nada por ahora; la
insuficiencia negociadora gubernamental está quedando en evidencia y Regina
Vargo y "sus muchachos" no dan ni la hora, así textualmente, hasta que no
tengan en la bolsa por lo que han venido y mucho más si el país se descuida del
todo…
Mientras los auténticos productores exponen a la nación con firmeza y seriedad
las crudas realidades de tan desigual e inicua negociación, el equipo de
gobierno hace amagues, llena los titulares de los medios con frases altisonantes
mientras mantiene sobre la mesa las propuestas atentatorias contra
significativos grupos productivos y poblacionales colombianos. Son reclamos
porque no aparece "el plato de lentejas", un menú de moda acompañado de una
liturgia insólita: al final, quien se lo come recibe coronas de laureles
merced a la felonía