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Latinoam�rica

Sombrero de mago
El pueblo colombiano desaf�a a Uribe

Reinaldo Spitaletta

Hubo un momento en que eran solo algunos columnistas de prensa los que le 'cantaban la tabla' al actual presidente de la rep�blica, mientras el pr�ncipe y sus cortesanos hac�an ver o creer que todo era unanimidad en torno a las maravillas del gobierno. Eran los tiempos del 'pensamiento �nico'.

En la medida en que el gobierno desnuda sus lacras y llena de m�s llagas a los pobres y desamparados de Colombia; al tiempo que el discurso oficial no concuerda con la realidad, y las cifras de presunto bienestar para todos las desmiente el mendigo, el desempleado, el desplazado, en fin, la cr�tica social procedente de los sectores marginados se vuelve catapulta. Dardo en la palabra.

Sucedi� en un consejo comunal, en esas reuniones de fin de semana que el presidente-candidato utiliza como plataforma de campa�a. En Cali, una l�der del barrio Las Am�ricas, esper� ocho horas para que le dieran la palabra. A Patricia Molina, ingeniera qu�mica que no pudo graduarse y que todos sus esfuerzos los dedica al trabajo comunitario, le bastaron unos pocos minutos para retar al presidente a un debate pol�tico.

El pasado 21 de mayo, la dirigente popular cuestion� las cifras presidenciales que, seg�n ella, no concuerdan con la realidad nacional, ni mucho menos con la realidad que ella, d�a a d�a, comprueba en las necesidades cotidianas de la gente de su barriada.

Lo ret� a un debate pol�tico 'sin demagogias' y adem�s se atrevi� a preguntarle, ante el estupor de los conmilitones del presidente, 'cu�nto tiempo le quedaba de vida por su osad�a'. La se�ora Molina, que ahora ya aparece en los diarios, advirti� ante la concurrencia que ojal� a ella no le pasara lo que le sucedi� a un alcalde de la Costa que lo mataron despu�s de informarle al presidente, en otro consejo comunal, que estaba amenazado de muerte.

El alcalde de Robles, Sucre, denunci� ante el presidente Uribe las amenazas que pend�an sobre �l y se�al� con nombres propios a sus verdugos. Despu�s, lo mataron.

El caso es que la se�ora de marras pulveriz� las cifras gubernamentales y le dijo que �l, adem�s de estar en campa�a para la reelecci�n, representaba a una minor�a que se enriquece en medio de las carencias y dificultades de la mayor�a del pueblo colombiano.

El presidente, que seg�n los que vieron el debate no perdi� la calma, le dijo a la l�der barrial que lo borrara de su lista de odios y le pregunt� por qu� incentivaba el odio entre las clases. En realidad, el 'odio de las clases' no lo estimula la se�ora Molina, sino las inequidades sociales, el maltrato al que somete el r�gimen a los desheredados, el poder�o de una privilegiada elite que acumula riquezas.

El 'odio de clases' no es un invento de los pobres. Es m�s, ese odio nace de los que est�n empotrados en el poder y con sus actividades y leyes favorecen a un mezquino pu�ado de plut�cratas.

A la se�ora Molina, a quien esa misma noche dos polic�as la visitaron en su casa para 'hacerle un estudio de riesgo', ahora se le ve como una mujer 'frentera', una aut�ntica l�der popular que se atrevi� a desafiar el poder y a romper el aparente 'unanimismo'. Entrevistada por el peri�dico El Tiempo (29-V-05) dijo: 'No creo que este sea el pa�s de las maravillas. Disiento de lo que dice Uribe, de sus cifras alentadoras y totalmente alejadas de la realidad que vive la gente pobre'.

Ella conoce de las necesidades de su conglomerado. Sabe de las hambres y de los problemas de salud y educaci�n que padecen los pobres de su entorno. Problemas que se reproducen a granel en el resto de la poblaci�n. Por eso no le tembl� la voz en su confrontaci�n abierta y p�blica al presidente.

'El a�o pasado acudimos a 50 tutelas para lograr que ni�os tuvieran un cupo para estudiar y no cesamos en nuestro esfuerzo para evitar el desmantelamiento que se presenta en el centro de salud y hospital que sirven a los 110 mil habitantes de la comuna ocho', dijo en el citado peri�dico. Por supuesto, sabe que este es un pa�s en el que se cierran hospitales p�blicos, en el que cada vez hay menos oportunidades de empleo y de llevar una vida digna.

La dirigente comunal Patricia Molina encarn� ese d�a en Cali la voz popular, la de la mayor�a de colombianos que padecen las desgracias de un gobierno que ama a 'una minor�a que se enriquece'.

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