Latinoamérica
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Cuatro voces de perseguidos y amenazados por paramilitares y gobierno desde Colombia
Olalla Pérez López y Aloia
Alvarez Feáns
Pueblos
Cuarenta años de conflicto armado, represión, violación sistemática de los derechos humanos y empobrecimiento progresivo de la población. Vivir en Colombia no es fácil para casi nadie y menos para quienes se arriesgan a denunciar públicamente esta situación. Yolanda Becerra, Óscar Cañas, Gabriel Henao e Ismael Uncacia lo hacen y por ese motivo son perseguidos y amenazados por los grupos paramilitares y por el propio gobierno colombiano. La visita a España de estos cuatro defensores de los derechos humanos es un paso más en su lucha diaria; esta entrevista, una muestra de valentía y resistencia
Yolanda,
Óscar, Gabriel e Ismael visitaron España y otros países de la UE durante el mes
de abril para reunirse con diversas organizaciones sociales e instituciones.
¿El motivo? La denuncia de la crisis integral de derechos humanos que sufre el
pueblo colombiano. En un contexto de violencia estructural, de explotación
descarnada de recursos, de militarización y falta de libertades sus voces son
una muestra de que, como dice Eduardo Galeano, “se pueden
clavar los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible”.
Vuestra visita a España se enmarca dentro de la “Gira Europea por la paz y
la resistencia popular”. ¿Cuál es la razón de ser de esta gira?
Yolanda Becerra: En Colombia se vive una guerra integral y nosotros
creemos que la única solución para terminar con ella es la salida política. Esa
salida política tiene que orientarse al reconocimiento de que en Colombia
existe una injusticia social; no sólo nos matan las balas, también nos mata el
hambre, la falta de salud, de educación... Estamos aquí para mostrar la otra
cara de la situación de los derechos humanos en nuestro país. Digo la otra cara
porque conocemos la labor internacional que hace el estado colombiano para
hacer creer que allí no pasa nada. Por ejemplo, desde hace algo más de un año
el Gobierno está llevando a cabo una supuesta negociación con los
paramilitares. Los “paras” fueron creados por el propio Estado, son hijos del
Estado y han dejado claro que ellos no están contra él. Por lo tanto no hay
ninguna negociación sino una legalización, es un engaño...
Óscar Cañas: Por eso venimos a darle la cara al mundo, para que se sepa
quiénes son los terroristas a los que está combatiendo el presidente Uribe.
Recientemente se creó una mesa de donantes para combatir el terrorismo en
Colombia, pero quienes están cayendo son personas de las organizaciones
sociales. Tenemos que decirle al mundo entero que allí hay terror, de morir, de
ser secuestrado por los mismos aparatos del Estado, de ser encarcelado y
torturado. Nuestras pueblos son víctimas de masacres.
Nuestras familias y amigos mueren en hospitales por falta de asistencia médica
mientras se está despilfarrando el 7 por ciento del PIB en la guerra... No
queremos decirles que poseemos la verdad absoluta pero queremos abrir un debate
con nuestro presidente, desde un punto neutral, donde él diga si defender los
artículos de la Constitución es ser terrorista.
¿Creéis que España es uno de esos puntos neutrales? ¿Qué os ha parecido la
reciente visita de Zapatero a Colombia?
Yolanda: Creo que había muchas esperanzas puestas en Zapatero, tanto en
España como fuera, se le veía como una alternativa. Pero en realidad no es así,
ya que los políticos están al servicio de las políticas internacionales, tienen
que seguir cumpliendo lo que ya está en la agenda...
¿Qué creéis que cambiaría si el gobierno colombiano reconociese la
existencia de un conflicto armado? ¿Cuáles serían las consecuencias, políticas,
sociales y jurídicas?
Óscar: Para empezar, la imagen del señor presidente. Aceptarlo sería
demostrar que está engañando a la comunidad internacional. Jurídicamente, al
reconocer que estamos en guerra, habría que dar estatus político y
reconocimiento a las organizaciones subversivas. Por otro lado, la guerra
tomaría otro rumbo y la comunidad internacional podría intervenir. Todo eso,
Uribe no lo quiere permitir. Porque entre otras cosas se está utilizando como
cortina de humo, la guerra se está instrumentalizando para desviar la atención
de la verdadera situación que vive Colombia. El problema de Colombia no es la
guerra, el problema es social. Con el 10 por ciento del PIB se empezaría a
solucionar. ¿Qué está ofreciendo el gobierno colombiano a cambio de toda la
ayuda militar? Está ofreciendo nuestras riquezas, Caño Limón lo entregó a
perpetuidad a cambio de que los gringos le montaran bases militares y se están
diseñando planes para reprimir el proceso revolucionario de Chávez. Ahora nos
quieren meter en un conflicto internacional...
¿Y cómo está afectando esto a los territorios de los pueblos indígenas?
Ismael Uncacia: La comunidad a la que yo
represento, los indígenas U’wa, se encuentra repartida en 5 departamentos, uno
de ellos es Arauca, donde nos sentimos amenazados por la compañía española REPSOL, que pretende hacer exploración petrolera en nuestro
territorio. En algunas zonas, de hecho, ya lo está haciendo, con un alto grado
de responsabilidad en la violación de los derechos humanos.
Óscar: El problema grave de Colombia es que tiene riquezas. En nuestras
tierras hay yacimientos de esmeralda, oro, platino, uranio... Si en Colombia no
existieran riquezas no estaríamos viviendo esta situación. Con las riquezas
llega la avaricia, el capitalismo salvaje. Tenemos indicios de cómo las
pretensiones de las multinacionales del petróleo han conducido a que se
destruyan comunidades, tanto blancas como indígenas.
Ismael: Los indígenas somos conscientes de que en nuestra tierra hay
mucha riqueza, sin embargo no pensamos en la plata, no la necesitamos para
sobrevivir, nuestras montañas tienen todo lo que nos hace falta. Estamos viendo
cómo se lleva a cabo la destrucción de nuestra cultura pero seguimos
resistiendo. Yo estoy amenazado, y como yo otros dirigentes indígenas porque
quieren acabar con esa organización y entrar en nuestro territorio. Eso mismo le sucede también a los campesinos.
Hablando de las comunidades campesinas, ¿cuál es la realidad que se esconde
tras la aparente lucha contra la droga enmarcada en el Plan Colombia? ¿Qué
efectos están teniendo las fumigaciones de los denominados “cultivos ilícitos”?
Gabriel Henao: Desde el 70 hasta el 85 vivíamos del cultivo de arroz,
maíz, yuca y plátano. A partir de entonces los terratenientes descubren la
rentabilidad de estos cultivos y roban nuestro medio de vida. A nosotros no nos
queda alternativa porque lo nuestro no vale. Y entonces nos dicen “siembren
esto que se lo vamos a comprar” (hoja de coca). La mayoría va a EE UU y Europa.
Si no la compraran no habría que producirla, si no vendieran los químicos
necesarios para procesarla tampoco, porque los químicos no los produce ningún
campesino. La hoja de coca proporciona productos medicinales. En Bolivia da 55
productos fuera del químico. Ahora dicen que estas comunidades son indeseables
y buscan todos los medios represivos a su alcance para acabar con ellas. ¿Cómo
hemos resistido? Os voy a dar un ejemplo, hay un pueblo que los paramilitares
han quemado ocho veces, y ahí sigue la población...
¿Y cuándo sucede algo así cuál es el mecanismo de denuncia que lleváis
adelante? Cuando de un momento a otro desaparece una familia entera como ha
sucedido hace poco en San José de Apartadó, ¿que
procedimiento seguís?
Gabriel: Desde el 98 existe la Red de Hermandad y Solidaridad con
Colombia que aglutina a distintas organizaciones sociales, sólo en Europa
en torno a unas 300. En el exterior hacemos la denuncia a través de ellas. En
Colombia lo hacemos en los municipios a través de las procuradurías y a nivel
estatal por medio de la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo. Pero en los
municipios tomados por los paramilitares les queda muy poco espacio a los
entes. Lo hacen las organizaciones de derechos humanos pero deben ser varias
porque si es una sola es tildada de guerrillera. Ahí está el problema, tenemos
que hacerlo a través de organizaciones como las nuestras. Por eso nos matan,
porque si no hay nadie que denuncie tienen más margen de maniobra.
Yolanda: A las organizaciones cada día se les hace más difícil trabajar.
No nos matan por formar parte de una ONG, nos matan porque construimos
conciencia social, porque conseguimos cada día una mujer que piensa, un hombre
que piensa, un joven que piensa. Esos son los verdaderos enemigos, lo tiene
claro el estado colombiano. Creemos que no está interesado en acabar con la
guerrilla. Simula interés porque necesita un enemigo para sostener el negocio
de la guerra, y si no es la guerrilla mañana buscará otra excusa. Sin embargo
sí está interesado en acabar con lo que entendemos por construcción del tejido
social.
Y la justicia... ¿dónde está?
Óscar: Algo que nos duele mucho es descubrir que en Colombia no hay
justicia. Hay un modelo inquisidor con la corrupción como bandera. Quien
pretenda denunciar corre el riesgo de quedar atrapado en los cárteles de la
justicia. Tenemos pruebas de que la Procuraduría de Arauca archiva procesos a
cambio de becerros, lo han confirmado los mismos funcionarios. A quien se
atreva a denunciar se le multa. Las organizaciones sociales que no tienen plata
terminan en las cárceles y en esto están involucrados fiscales y magistrados.
Así no puede haber democracia. Nos preocupa que se le mienta a la comunidad
internacional y que se la utilice para llevar adelante todas esas barbaries que
se están cometiendo en Colombia.
En cualquier conflicto las mujeres son, junto con los niños, el colectivo
más vulnerable. ¿Con qué situaciones tenéis que lidiar las organizaciones de
mujeres?
Yolanda: La situación general de la sociedad es difícil pero en el caso
de la mujer hay una carga mucho más fuerte. Hay madres de familia a las que les
han asesinado dos, tres hijos. Pero además de eso las mujeres son las que
buscan a los desaparecidos, son las que recogen cuerpos del río, son las que
tienen que resolver el problema del desplazamiento. Tienen que hacer todos los
días el milagro de la resistencia y la subsistencia de la familia. Hay otra
carga, además; por el hecho de organizarnos nos vemos perseguidas, asesinadas,
desaparecidas... También tenemos que vivir el señalamiento propio de ser
sujetos políticos. Una mujer que piensa, que se moviliza, es peligrosa para
ellos. Los paramilitares, cuando entran en una comunidad, entran asesinado,
sembrando el terror. Lo primero que hacen es tomar viviendas en zonas
estratégicas y se llevan a familias completas como rehenes. Cuando esta situación
empezó a generalizarse las mujeres fuimos buscando formas para poder comunicar
lo que pasaba, empezamos a generar una estrategia contra el miedo. Llegamos a
la conclusión de que el miedo es inherente al ser humano pero también a que hay
que aprender a administrarlo porque puede ser fortaleza, resistencia,
movilización... Por eso hemos ido construyendo símbolos: la bata negra, las
trenzas de diferentes colores (símbolo de unidad) las flores, el canasto
vacío.... Para cada acontecimiento tenemos un símbolo que habla por nosotras,
que manifiesta nuestros rechazos y nuestras propuestas. Unos símbolos que
permiten que a las mujeres no les de tanto miedo salir a la calle, que es donde
se defienden los derechos, colectivamente.
Tenéis un papel fundamental en la reconstrucción social...
Yolanda: La sociedad colombiana subsiste porque hay quienes remiendan
todos los días lo que rompe la guerra. Y ese remiendo diario lo hacemos las
mujeres en la casa y en la comunidad. Es una labor política muy importante y
eso también nos fortalece. Hay un componente central en los colombianos, en
hombres y mujeres, pero sobre todo en las mujeres, y es que nos han podido
matar muchas cosas pero no nos han podido matar los sueños, las utopías. Por
eso, en medio de toda esta realidad, aún seguimos soñando, aún seguimos
inventando, aún seguimos creando...
Y en medio de esta situación que acabáis de describirnos, ¿qué es lo que os
anima a seguir adelante?
Óscar: Seguimos adelante a pesar de las dificultades, con el apoyo y las
ayudas de la comunidad internacional. Para nosotros no hay ayudas pequeñas, una
voz de aliento, un mensaje, un pronunciamiento significa mucho y es lo que nos
da ánimos para continuar en esta lucha.
¿Hasta dónde puede llegar vuestra resistencia?
Ismael: Los indígenas, en concreto, hemos sobrevivido más de 500 años
luchando porque también creemos que para Colombia es de un gran valor tener una
cultura propia viva. Resistiremos hasta que el último indígena desaparezca.
Esta entrevista ha sido publicada en el nº 16 de la edición impresa de la
revista Pueblos, junio de 2005, pp. 24-26.
Óscar Cañas es investigador y asesor del sindicato petrolero Unión
Sindical Obrera (USO) - Sudirectiva Arauca, miembro
delegado por las Organizaciones Sociales de Arauca y responsable de la campaña
“Efectos de la explotación petrolera de REPSOL_YPF y
OXY en Arauca. Por el respeto a la vida, los derechos humanos, la cultura y la
permanencia en el territorio”.
Yolanda Becerra es directora de la Organización Femenina Popular (OFP)
de Barrancabermeja en el Magdalena Medio, que forma parte del Movimiento
Mundial de Mujeres de Negro.
Ismael Uncacia es líder indígena U’wa y es
coordinador de programas nacionales e internacionales de la Asociación de
Cabildos y autoridades tradicionales indígenas del departamento de Arauca
(ASCATIDAR).
Gabriel Henao es líder de las comunidades campesinas en resistencia y
presidente de la Federación Agrominera del Sur de Bolivar, miembro de Vía Campesina.