Latinoamérica
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Devastación de la
Amazonia
Leonardo
Boff
Koinonia
Los 26.130 kilómetros cuadrados de la Amazonia deforestados en 2005 representan una verdadera devastación. No sin razón se han hecho oír protestas en Brasil y en la prensa internacional. ¿Por qué ocurre esto justamente bajo el Gobierno Lula, en el cual la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva es una profunda
conocedora de las cuestiones amazónicas y posee una
conciencia ecológica como nadie antes la ha tenido en la administración
pública?
La razón principal reside en la contradicción entre dos opciones de gobierno:
la del crecimiento económico y la de la preservación ambiental. Urgido a pagar
la deuda interna y externa, el gobierno optó por el crecimiento económico,
especialmente por aquellos frentes de producción que exportan granos y carnes y
que traen dólares. La soya y el ganado exigen grandes extensiones de tierra,
conquistadas mediante la deforestación de las selvas, principalmente en el Mato
Grosso cuyo gobernador es presentando como el 'rey mundial de la soya'. El
crecimiento es preferencial, aunque la retórica gubernamental lo quiera con
justicia y distribución del ingreso. Los datos, sin embargo, desmienten tal
objetivo: la concentración del ingreso está aumentando, generando desigualdad
social que es el verdadero nombre de la injusticia.
La otra opción es a favor de políticas de preservación del medio-ambiente y de
la biodiversidad con medidas inteligentes pero cuyos efectos tardan en
producirse. Sucede que la falta de una cultura ecológica en la sociedad y en la
política no ofrece apoyo para esta opción preservacionista. Por eso no tiene
hegemonía y se restringe al Ministerio del Medio Ambiente. La transversalidad
de la Ministra Marina Silva tiene un curso corto.
El principal responsable de la deforestación no es el gobierno brasileño, sino
el paradigma mundial de producción de bienes materiales, que se impone a todos
como modelo único. Acosado por la alta deuda externa, Brasil se ve forzado a
asumir este paradigma, cuando podría ser uno de los pocos países del mundo en
presentar y realizar una alternativa. Lamentablemente no hay en este gobierno
masa crítica para atreverse con otra vía. Por su parte, los más importantes analistas
mundiales llevan años advirtiéndonos que el modelo actual es un camino sin
salida. A medio plazo será simplemente insostenible, especialmente ahora que
China e India se han convertido en verdaderas bombas de succión de recursos
naturales escasos en todo el mundo.
En cuanto a la Amazonia, necesitamos cuidar de ella; si no, el mundo usará
contra nosotros el argumento válido sobre toda propiedad privada: sólo se
legitima si cumple su función social; en caso contrario, puede ser expropiada.
Las políticas de gobierno deben garantizar que la propiedad privada brasilera
sobre la Amazonia tenga una clara función social mundial.
Esperamos no ir, irresponsablemente, en dirección a lo peor. Si no, nuestros
hijos y nietos dentro de poco dirán contra nosotros: ustedes sabían del posible
desastre y no quisieron oír a la ministra Marina Silva ni a tanta otra gente.
Vean qué Tierra nos han legado, devastada, sin mancha verde, sin agua
suficiente, sin biodiversidad y sin integridad. Tal vez no podamos regenerarla
nunca más. ¿Y entonces? Et erat videre miseriam…