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Miles van al cabildo, ya no hay gobierno en Bolivia
Econoticiasbolivia.com
Desde todos los rincones de La Paz y El Alto, miles y miles de trabajadores y
vecinos, hombres y mujeres, niños, jóvenes y viejos, avanzan hacia la Plaza de
San Francisco, en el centro de la ciudad, al Cabildo abierto convocado por la
Federación de Juntas Vecinales, la Central Obrera de El Alto y la Central Obrera
Boliviana (COB).
Todos van al cabildo para tratar de definir el rumbo de la gigantesca ofensiva
popular desatada hace tres semanas en demanda de la nacionalización del gas y el
petróleo.
Los sectores más radicalizados y revolucionarios pugnan por encauzar la lucha
popular hacia el derrocamiento de la burguesía y a la estructuración del
gobierno de obreros, campesinos y clases medias empobrecidas.
En cambio, los más moderados, militantes del movimiento al Socialismo (MAS) del
diputado cocalero Evo Morales, trabajan para impedir el cierre del Congreso y la
inminente caída del presidente Carlos Mesa, porque a su juicio eso supondría que
no se convoque a una Asamblea Constituyente y se alejen tanto las perspectivas
de realizar la Asamblea Constituyente como sus fundadas ilusiones de ser
gobierno a través de la vía electoral el 2007 .
Los seguidores de Morales no hablan, en términos reales, de la nacionalización
de los hidrocarburos que es demandada por más y más bolivianos y, por el
contrario, plantean modificaciones a la nueva Ley de Hidrocarburos para que las
transnacionales sigan operando en el país a cambio de pagar el 50% de regalías.
Los más radicales, atrincherados en la dirección de la COB y en las Federaciones
de mineros, maestros urbanos de La Paz y Central Obrera de El Alto, exigen la
expulsión de las petroleras como Repsol, Total, Pterobras, British Petroleum,
Enron, Shell y otras que se han apoderado, sin mucho esfuerzo ni inversiones, de
más de cien mil millones de dólares en reservas de hidrocarburos. A través del
Cabildo abierto, al que quieren convertir en un germen del nuevo poder,
pretenden llenar el vacío de poder que vive Bolivia.
En lo formal, Mesa sigue siendo presidente de Bolivia, pero no gobierna ni tiene
el control de grandes regiones del país. En los hechos, la ciudad de El Alto,
las laderas y barrios más pobres y gran parte del centro de La Paz están
virtualmente en manos de las organizaciones sociales y populares. Lo propio
acontece en muchos de los caminos y carreteras bloqueadas en el Altiplano y los
valles. En la ciudad de Santa Cruz, el gobierno de Mesa tampoco tiene el
control, que es ejercido por los sectores oligárquicos latifundistas y pro
petroleros que, con el apoyo del Ejército, impiden las marchas, manifestaciones
y protestas de los sindicatos y organizaciones populares e indígenas.
El vacío de poder se hace cada vez más evidente y en las últimas horas la
Iglesia buscaba una salida a la crisis, tratando de articular a los poderes
públicos en torno a la renuncia formal de Mesa y a la convocatoria a nuevas
elecciones generales. Esta opción aún no pudo materializarse por la falta de un
acuerdo entre los representantes de la oligarquía cruceña y del MAS sobre la
futura Asamblea Constituyente y la realización de un referéndum autonómico, pero
sobre todo por la creciente movilización social que lucha por la nacionalización
y que madura aceleradamente para comprender que la solución de fondo a los
grandes y pequeños problemas nacionales está en manos de los propios
trabajadores.