Argentina: La lucha continúa
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La pesca política en Argentina
"La falsa historia es origen de la falsa política"
Juan Bautista Alberdi
Hugo Alberto de Pedro
En Argentina mientras el "sistema" sigue insistiendo en tapar
la realidad, la que se nos impone diariamente en un país hambreado y sin
ningún rumbo conocido o cierto, los políticos aumentan la velocidad de sus
"embarcaciones" para llegar –con los pocas reservas morales que poseen– a las
elecciones legislativas de octubre próximo.
Cualquiera que recorra el "espinel" político encontrará que hay muy pocos
cambios en los nombres y en los procederes de quienes ocupan los espacios de
poder desde fines del año 2001. Días aquellos que las mayorías reclamábamos
¡Que se vayan todos!. Se quedaron todos y se ocultaron detrás de
gobernaciones, senadurías, diputaciones y otros cargos públicos rentados.
En los tres años y medio que transcurrieron desde el vuelo final del gobierno
de la Alianza –o de lo que de ella quedaba– ha sido el justicialismo quien
tomó el centro de la cuestión política, y del Estado también, para manejar los
destinos de la Patria a su gusto. Con un hegemonismo sobre la discusión de los
temas nacionales que como "boyas" marcan el lugar asignado a la puja de las
ideas y los ideales.
Inventó, primero el partido de poder, un Gobierno de transición que tomó
decisiones de fondo en materia económica y financiera. Inventó, segundo, un
candidato a presidente de la Nación que se quedo con el poder con un escaso
caudal electoral. Inventó, tercero, un halo progresista en él, que por ser
meramente discursivo se choca con la realidad y los hechos. Todos "aparejos"
imprescindibles para aumentar un poder que día a día vemos presentarse como
más omnipotente.
La muerte súbita del radicalismo junto a la incapacidad política del resto de
los partidos y movimientos –desde la izquierda a la derecha– permitió que la
acción parlamentaria se haya convertido en un apéndice de la ejecutiva quien
tira de la "tanza" hasta límites alarmantes.
El Gobierno Nacional con excelentes rendimientos en sus constantes campañas
proselitistas mediáticas ha logrado instalar la sensación de la eficiencia, y
eficacia también, que los encuestadores abonados se preocupan de reafirmar
todas las semanas. Asimismo persigue el fin de mostrarse como alejado de
cualquier tipo de corrupción cuando sabemos que tiene la "caña" siempre
preparada y bien dispuesta para incurrir en ella.
Sin embargo la realidad que todos vemos y padecemos es muy diferente a lo que
indican los índices con que se vanaglorian los funcionarios, para los cuales
los habitantes de este sur americano se han convertido en porcentajes,
gráficos de barras o de tortas –éstas sólo algunos se las quedan y se las
comen–. Un "cordel" que utilizan al máximo para la proyección política
kirchnerista sin mayor análisis de la realidad.
Aprovechándose de un espectacular balance comercial exterior cuyas ganancias
quedan en manos de una pequeña cantidad de transnacionales; de una recaudación
impositiva ubicada en lo más alto en la historia nacional; de un sistema de
retenciones a las exportaciones que provoca la lógica acumulación de reservas
y de un proceso inflacionario que dejo maltrecho el poder adquisitivo popular,
el Gobierno nos ha colocado frente a un autotitulado plebiscito de su gestión
según los propios dichos presidenciales. Desde los cuales se excita el "funcionariato"
y el "legislariato" que ya tienen sus "reeles" bien aceitados.
Los discursos del poder, falsos y mendaces como siempre han sido, son elevados
al rango de tratados doctrinarios sobre los cuales nos quieren hacer creer que
se está diseñando y forjando una Argentina para las próximas décadas. La
verdad es que siguen manejando la coyuntura que se les presenta favorable por
lo antes mencionado. Todos advertimos que son meras decisiones cortoplacistas
que no tienen otra finalidad de que "ellos" lleguen a las elecciones con la
tranquilidad de mostrarlos como exitosos e irreemplazables. Nadie duda de la
idea de perpetuarse en el poder y con el poder.
Cuando preguntamos cuáles han sido los cambios operados en la distribución del
ingreso, en el reparto de las riquezas y la mejora en el nivel de vida de la
población más castigada por el neoliberalismo aplicado –el de ayer, hoy y
mañana– todos se hacen los distraídos y vuelven a sacar sus bastardas
estadísticas. Acciones éstas histéricas propias de quienes esquivan la verdad
y la realidad. O sea, acciones mentirosas e irreales.
Las próximas elecciones para elegir senadores y diputados nacionales se han
convertido en una puja pejotista que ocupa el centro de la escena hasta
asfixiarnos con las rencillas simuladas entre quienes fueron y son lo mismo, y
que además, tuvieron compromiso, identificación y pertenencia con el menemismo.
Solamente se pueden esconder, o tratar de hacerlo, detrás de algunas griterías
verborragicas siempre y cuando las cámaras y los micrófonos estén
convenientemente registrándolos.
La "línea" política debe ser revisada convenientemente por los ciudadanos
antes de concurrir a votar obligatoriamente. Hay que revisar cada "anzuelo",
cada "palangre", para comprobar que son los mismos que otrora. Provienen de la
misma "caja de pesca" y lo que es más alarmante es que algunas y algunos ni
siquiera son sacados del agua representativa, de esta democracia que nos
enrostran a cada momento. No les importa terminar sus mandatos para los cuales
han sido elegidas y elegidos porque saben que son imprescindiblemente
necesarias y necesarios como "señuelos".
Es probable que al momento de armar las listas de candidatos las "cucharitas"
sean convenientemente acondicionadas y que se vengan con los discursos de la
unidad partidaria. Cooptarán los espacios ubicados en lo alto de las listas
sábanas sin la más mínima participación de los afiliados para así saltar
primero como las "moscas" en el fango de la politiquería.
En fin, nada nos hace pensar que los temas de fondo sean abordados por los
candidatos de cara a la ciudadanía. Podrán con seguridad llenar estadios,
contratar micros, dar asuetos en las administraciones públicas municipales,
entregar prontamente ayudas económicas, comestibles y viviendas, llenar las
pantallas de televisión con largas horas de actos y discursos, etcétera para
la nueva incursión "pesqueril".
Una buena "carnada" siempre es conveniente para la pesca cuando ahí está
disciplinado el "cardumen" ciudadano, elemento necesario de la democracia
representativa.
20 de abril del 2005