Latinoamérica
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Documento: proclama de Hijos a 31 años de la disolución del parlamento
Montevideo, 27/6/04.-
Hoy hace exactamente 31 años de aquél día en que nuestro país amaneció con un Golpe de Estado. Hoy, 27 de junio, es el aniversario de aquél hecho que determinó los tristísimos sucesos que le seguirían. Sin olvidar que la represión, la cárcel, la tortura, la muerte ya eran episodios que azotaban la realidad desde años antes de la mano de las Medidas Prontas de Seguridad y de los Escuadrones de la Muerte, hasta desembocar en el Golpe de Estado que instaló la dictadura cívico-militar. A partir del 27 de junio de 1973, se culmina de institucionalizar el Terrorismo de Estado, instalando su aplicación sistemática durante doce años.
El Estado fue el instrumento que se utilizó para perseguir, desterrar, encarcelar, torturar, secuestrar, asesinar y desaparecer a miles de familias. Fue desde el Estado que las Fuerzas Armadas cometieron los crímenes más aberrantes. Por lo tanto, existen responsabilidades más que obvias de los militares, que fueron la mano ejecutora; pero las responsabilidades directas no empiezan ni terminan ahí. Las dictaduras en América Latina no fueron obra de la espontaneidad. Las dictaduras no sólo respondieron a intereses nacionales. Las dictaduras no sólo contaron con la participación de los ejércitos.
Las dictaduras fueron obra de un conjunto de actores nacionales y extranjeros, del ámbito político y del económico, al que llamamos "poder.
Poder que, desde su ideología de dominación, jamás ha vacilado en el uso de la peor violencia cada vez que le ha sido necesario. Esto, que para muchos es de paranoicos, para nosotros es de ciegos no verlo. Pasando en limpio: querer reducir las dictaduras y el Terrorismo de Estado a simples accidentes en la historia de los estados democráticos, querer reducir la responsabilidad de las torturas y las desapariciones cometidas por el Estado uruguayo en tiempos de Dictadura a "reducidos sectores de las Fuerzas Armadas," a "excesos" de algunos milicos, querer hacer creer que las causas y los efectos de la Dictadura terminaron con la Dictadura misma; es faltarnos el respeto, es burlarse de este pueblo.
Además, en el caso de que sí hubieran sido "excesos" de algunos funcionarios "torturadores": ¿cómo se justificaría el empeño político durante veinte años de democracia, de amnistiar, de otorgar impunidad a unos pocos personajes siniestros? ¿Cómo se entiende que cuatro gobiernos democráticos empeñen los valores "democráticos" para defender a diez, veinte, cincuenta o doscientos "zarpados" de la Dictadura? Nosotros decimos que la Dictadura no fue "porque sí," sino que respondió a un plan aplicado en casi todo el continente para cambiar de una vez y para siempre las reglas del juego; para instalar una nueva cultura social, un nuevo orden de valores éticos que acompasara el nuevo orden económico global; para hacer posible un nuevo discurso "democrático" que habla del futuro pero que trae incrustado en la médula el Terrorismo de Estado, y que construye permanentemente con la Impunidad la cultura del individualismo, del miedo y del olvido.
Por eso estamos acá hoy. No estamos por un tema del ayer. Nuestros familiares, nuestros padres, gente común con sueños grandes que fue secuestrada, torturada y desaparecida por este Estado en tiempos de Dictadura, sigue hoy desaparecida después de veinte años de democracia. Y cada día que pasa es un día más en que los valores de la Verdad y la Justicia sigue sin aparecer en nuestra sociedad. Por lo tanto, cada día que pasa es un día más de Impunidad. En estos 31 años, se han encargado de robarnos la memoria, esa que necesitamos para construir nuestra identidad individual y colectiva.
Porque la memoria no sólo es recordar. La memoria es la que nos hace saber quiénes somos, es la que nos hace entender y aprender, es ella la que nos permite crecer y avanzar en la historia, es la que nos ayuda a no repetir errores y a ser mejores. Los seres humanos no somos perfectos, pero existen en gran mayoría los que quieren vivir sobre las bases de su humanidad, y existen los otros, los que quieren vivir de la humanidad. Y estos últimos precisan construir olvido. Para que no sepamos quienes y qué son los que están detrás de sus discursos.
Hoy somos testigos sin voz de masacres que en estos momentos se están ejecutando por manos de la mayor potencia "democrática," un país que para muchos encarna el ejemplo de la democracia, un país que a través de sus gobiernos ha sido el mayor asesino y el mayor terrorista. Una potencia que hoy tortura a seres humanos maniatados de la misma forma en que se torturó acá, o en Argentina, o en Chile. ¿Quiénes son los que saben más de violencia? ¿Adonde debe dirigirse un hijo de puta cualquiera para aprender a torturar? ¿Donde dan cursos para aprender a usar una picana eléctrica o para tirar una bomba sobre una escuela? En las democracias, donde los pueblos deciden: ¿cuando los pueblos decidieron? ¿cuándo decidimos masacrar pueblos enteros? La impunidad en el mundo, la impunidad en este país, no le quita el derecho a la verdad y a la justicia solamente a los familiares de los desaparecidos: le quita a la sociedad toda la posibilidad de construir un futuro cimentado en valores humanos de verdad y justicia, en lugar de hipocresía y privilegio. Y esto es lo que hoy está en juego. Y que esto se entienda bien: el Terrorismo de Estado nos tocó más o menos directamente a todos en este país. Los familiares de desaparecidos tenemos un vacío y un dolor en nuestras historias personales. Pero esos vacíos y ese dolor tienen un presente y un carácter social, de la misma manera que lo tenían las razones que los hicieron desaparecer y de la misma manera que lo tienen hoy las razones para seguir desapareciéndolos.
Sigamos reconstruyendo la memoria, sigamos buscando la verdad y la justicia, y seguramente alcanzaremos una sociedad que no sea regulada por el mercado, sino por una ética de todas y de todos.
No permitamos que a nuestros desaparecidos se los lleven otra vez.
No permitamos que otros abracen su memoria a la mano ejecutora.
No permitamos que sus sueños vivos ya no digan.
No permitamos que desangren sus ausencias en el olvido.
Por nuestros ausentes presentes.
Por verdad y justicia.
Por el Ayer, y para Siempre.
HIJOS (de detenidos desaparecidos, asesinados, ex presos, y exiliados)