Latinoamérica
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Embajadora yanquie Bárbara Moore asesta golpe desestabilizador a Nicaragua
Por Pastor Valle-Garay Profesor, Universidad de York
TORONTO
¡Qué bárbara Doña Bárbara! En uno de los últimos de los bastiones del machismo Bárbara Moore, Embajadora de los Estados Unidos en Nicaragua, se encajó los pantalones y le enseñó a los hombres cómo hacer política.
Las reuniones, convocadas al filo de la medianoche por Doña Bárbara en su residencia privada y en un hotel capitalino, dieron frutos. Los dirigentes políticos, que jamás antes habían estado de acuerdo en absolutamente nada, asistieron sumisos a la cita imperial. Doña Bárbara les habló a calzón quitado, les puso en cintura y en dos negras noches de ilícitos amoríos políticos, los machos nicas capitularon ante los encantos de la diplomática.
Los únicos ausentes fueron los dirigentes del partido Sandinista, eternas personas non-grata en el lecho de la Casa Blanca. Los otros se dejaron persuadir -¿seducir?- por Doña Bárbara.
Se llegó a un acuerdo, impensable antes de la intervención de la flamante Embajadora: nombrar presidente de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional a Carlos Noguera, del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y fiel lamebotas de Arnoldo Alemán, ex-presidente de Nicaragua condenado a 20 años de cárcel por innumerables delitos criminales contra la nación. Cobijada por la privacidad del hotel Doña Bárbara también negoció mayoría parlamentaria para el arnoldismo (PLC), pavimentando de esta manera la posible amnistía de Alemán y su regreso a la arena política nicaragüense. Libre de pecado y listo para pecar más. Absuelto nada menos que por Su Santidad Moore.
Enrique Bolaños Geyer, el títere de la Casa Blanca que manosea el título de Presidente de Nicaragua, no asistió a la reunión. Sin embargo, la apoyó.
Según Bolaños, enemigo de los sandinistas y de su antiguo jefe Alemán, las maniobras de Doña Bárbara no constituyen injerencia estadounidense. "Los que dicen eso (la injerencia de los Estados Unidos) son personas acomplejadas.
Sabrá por qué lo dice. Bolaños padece de complejo de gringo.La componenda concretada por la Embajadora Moore es su servil regalo de entrada al Presidente George W. Bush cuando ambos asistan a la Cumbre de las Américas en Monterrey, México esta semana. Bush los necesitará. Su imagen en la América Latina está por el suelo y cualquier mendrugo es bueno.
¿Y qué dice Doña Bárbara de su papel protagónico en la conformación de la nueva Junta Directiva del burdel de los Padres de la Patria? Doña Bárbara protesta su inocencia. ¿A quién se le podrá ocurrir que tantos súper machos tengan que recurrir a los servicios de una meretriz extranjera para resolver sus incapacidades? ¡Ni pensarlo! Según ella " se ha exagerado el papel que jugamos (la Embajada). Mi papel fue como testigo, como moderador de sus discusiones." Esta frase hecha, malgastada, antigua y de rigor en el manual de los diplomáticos injerencistas que envía Washington a la América Latina para foguearlos en corrupción e sabotaje, es vieja mantra del departamento de Estado. La articuló el Embajador de los Estados Unidos en Chile al defender su participación en el derrocamiento del Presidente Salvador Allende. Se repitió 30 años después cuando la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana incitó a la violencia a los mal llamados disidentes de Cuba.
Fue la misma defensa del Embajador de los Estados Unidos al apoyar el fracasado golpe de estado militar contra el Presidente Hugo Chávez de Venezuela. Esta vez la frase se aplica a Nicaragua. En boca de Doña Bárbara suena hueca, floja. Sin embargo nada de esto le preocupa. Nada le agradará más que cuando sepa que su cheque y promoción ya están ya en el correo, como estila la Casa Blanca al premiar la buena labor de sus francotiradores.
Carlos Noguera, por su parte, no ocultó su felicidad por el flechazo del cupido diplomático. Entronado en la presidencia de la Asamblea General que le adjudicó Doña Bárbara, Noguera se regocija ante la prensa nicaragüense indicando que "no tengo ningún problema en decir que soy amigo de los EU y pienso que se debe agradecer el papel de facilitador que jugó la embajadora Moore, para que las elecciones de la Junta directiva llegaran a concretarse sin más problema que la autoexclusión del FSLN." El agradecimiento de Noguera a su "facilitadora" no merece mayor explicación. Básicamente es un abyecto acto de la prostitución de sus funciones y de agradecimiento a la rubia alcahueta que se lo facilitó. Nada más. Nada menos.
Para Daniel Ortega, Secretario General del FSLN, ésta es una lección práctica, objetiva y costosa sobre los riegos de confiar en componendas políticas con sus adversarios. Ortega fue responsable del arreglo que permitió que Alemán fuera excarcelado para servir su condena de 20 años de prisión en los confines de su lujosa mansión en las afueras de Managua. El pueblo nicaragüense repudió la participación de Ortega en semejante burla a la justicia. Ahora paga por los platos rotos.
Ortega actuó creyendo, erróneamente, que la excarcelación de Alemán le convertiría en su aliado político. Se equivocó miserablemente. Los puñales del partido de Alemán, que efectivamente le arrebatan el control del gobierno de Nicaragua al FSLN, y los de la Embajada de los Estados Unidos, se afilaban y penetraron la espalda de Ortega cuando más confiaba que había dispuesto de la oposición. Ni cuenta se dio.
Extraordinaria ironía. En la Cuba socialista se condena justamente a la cárcel a los vendepatrias que actuando a sueldo de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana intentaban derrocar el gobierno cubano.
Washington se queja. En la Nicaragua democrática a la misma calaña de traidores se les saca de la cárcel y se les entrega los destinos del país.
Washington aplaude. La misma mona. Diferente rabo.
Reorganizado por la Embajadora americana el nido de víboras de Alemán que pasa por Asamblea Nacional vuelve a controlar el poder. Ortega, sus aspiraciones presidenciales y las esperanzas del pueblo de eliminar la corrupción gubernamental, ruedan por el suelo. De nada le valió al líder del FSLN su supuesta gran experiencia política. Al fin de cuentas Moore, la cobra americana, triunfó sobre el sandinismo sin un disparo.
Para Doña Bárbara es cuestión de cablegrafiarle a Don Bush: Misión Cumplida.
Para Ortega es un paso atrás en su cuarto atentado a la Presidencia. Para el veneno de las víboras nacionales y extranjeras hay antídoto: rechazar el injerencismo. Para el pueblo nicaragüense y su maltratada dignidad es la única solución ante este inmerecido y burdo ultraje de Washington y de sus sumisos secuaces.
Fuente: Granma Internacional