Argentina: La lucha continúa
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Argentina: una sensibilidad selectiva.
Armando Valladares*.
Todo este "show" en torno de las declaraciones del embajador Noriega ha sido
una payasada, ninguno de estos personeros que hoy rasgan sus vestiduras alzó
la voz cuando Castro llamó a los argentinos de "lamebotas de los yanquis"
Las declaraciones del jefe de la diplomacia norteamericana para América
Latina han provocado una reacción desproporcionada, airada e inusual
en Argentina. Los que no conozcan lo que dijo el diplomático norteamericano
pudieran pensar que este ofendió al pueblo argentino, que pisoteó
su historia, que insultó a sus próceres, que mancilló el
honor y la honra de todo el país y de sus hijos.
El embajador Noriega, refiriéndose a la actual política de acercamiento
de Argentina hacia Cuba dijo que era, y cito textualmente, "motivo de preocupación
y decepción"; eso fue todo, pero ha sido el pretexto ideal para canalizar
la hostilidad contra los Estados Unidos y congraciarse con la izquierda latinoamericana
y especialmente con el dictador cubano Fidel Castro.
Ha sido decepcionante para todos los amantes de la democracia el deprimente
espectáculo de ver a un presidente elegido democráticamente por
su pueblo abrazarse con entusiasmo y rendido de visible admiración al
dictador más sanguinario que ha conocido América, con casi medio
siglo asesinando y torturando al pueblo de Cuba.
Y es preocupante que Argentina se asocie ahora con los planes de Castro, Chávez
y la izquierda trasnochada latinoamericana para tratar de desestabilizar la
región. Por su cargo el embajador Noriega no puede ser explícito,
pero eso es lo que hay detrás de su declaración con las cuales
el gobierno argentino ha hecho un escándalo llegando casi al ridículo.
Además de las críticas del Presidente Kirchner, el jefe del Gabinete,
Alberto Fernández, calificó la frase del embajador Noriega de
"francamente impertinente", el vice Canciller argentino, Jorge Taiana, las tildó
de "agraviantes, sesgadas e inoportunas".
El Ministro del Interior, Aníbal Fernández, en una total falta
de respeto, llevó su crítica a la ofensa personal y catalogó
al diplomático norteamericano de "funcionario atrevido que se fue de
la lengua". El radicalismo, la mayor fuerza de la oposición pronunció
"discursos y conferencias" sobre la frase del embajador Noriega y la catalogó
de "un deleznable ejemplo de prácticas despóticas y colonialistas
y violatorias del derecho público internacional", etc.
Todo este "show" ha sido una payasada. Ninguno de estos personeros alzó
la voz cuando Castro llamó a los argentinos de "lamebotas de los yanquis".
El canciller Rafael Bielsa, en una declaración que lo convirtió
en cómplice de los crímenes de Castro, declaró "que no
podía, que no se atrevía a decir que en Cuba se violaban los Derechos
Humanos". A pesar de que dijo, de manera rotunda, que en su viaje a Cuba se
reuniría con los disidentes, no pudo hacerlo porque Castro se lo prohibió.
Aquí la independencia y la dignidad de que habla el Presidente Kirchner
se fueron al piso: ni uno solo de los que se han rasgado las vestiduras por
la frase del embajador norteamericano hizo una solo declaración ante
esta ingerencia de Castro en la política exterior de Argentina. Es una
pena que los servicios de inteligencia de Estados Unidos no puedan hacer público
(todavía) los detalles de esa prohibición, el corre-corre en la
Casa Rosada con la llamada que recibieron de Castro y del humillante sometimiento
del actual gobierno argentino a sus presiones.
Dice el gobierno argentino que ya terminaron de ser alfombra para Estados Unidos,
y terminaron también las relaciones carnales y el alineamiento automático
con ellos. Esa posición sería respetable si no conllevara un cambio
de cama y de alineamiento, porque ahora las relaciones carnales son con ese
viejo decrépito que todavía sigue asesinando y torturando a mi
gente allá en Cuba. Sí, esta luna de miel del gobierno argentino
con la isla- cárcel como dijera el embajador Noriega "es motivo de preocupación
y decepcionante".
*Armando Valladares, gusano de profesión, fue Embajador de Estados Unidos
ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, durante las
administraciones Reagan y Bush.
FUENTE: : Diario Las Américas, Miami.