Argentina: La lucha contin�a
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25 de enero del 2004
El comienzo de la Segunda Revoluci�n Boliviana
Pierre Brou�
Marxist.com�
Un presidente de la rep�blica
corriendo por la terraza para subir a un helic�ptero huyendo del pueblo
sublevado: eso ocurri� anteayer con De la R�a en Argentina... Y ayer en Bolivia
con el medio yanki Gonzalo S�nchez de Lozada, conocido como Go�i, que utiliz�
el mismo medio para refugiarse en el coraz�n del cuartel general de la
contrarrevoluci�n de Am�rica Latina en Miami. Por lo tanto la revoluci�n
latinoamericana contin�a, con la que podemos considerar la Segunda Revoluci�n
Boliviana despu�s de la de 1952.
Es ciertamente muy dif�cil enterarse de estos sucesos por la prensa francesa.
En cuanto a la prensa latinoamericana, tambi�n tiene sus cronistas-calumniadores,
como Luis Oviedo, seguidor de Jorge Altamira y de su partido, el Partido
Obrero, que escribi� un art�culo contra Alan Woods y Jorge Mart�n que genera
esta pregunta: �Es est�pido y no sabe leer, o un falsario consciente y
organizado?
En el a�o 2000 los trabajadores de Cochabamba derrotaron, bajo el liderazgo de
un comit� de coordinaci�n encabezado por el veterano Oliviera, los planes de
privatizaci�n del agua, que hab�a sido decida por el gobierno olig�rquico
("La Rosca") en favor de la compa��a estadounidense Bechtel. Esta vez
fue el gas el que encendi� la p�lvora. Y el ej�rcito fue llamado a sofocar el
fuego de la revuelta.
El gas en el contexto social
Bolivia es un pa�s muy pobre. "La mayor�a de los bolivianos vive con menos
de 5 d�lares por semana, el 82% de los campesinos vive bajo la l�nea de
pobreza. El 87% de la tierra, incluida la m�s f�rtil, pertenece a los
terratenientes, que son s�lo un 7%. A millones de peque�os campesinos se
reparten el 13% restante", escribe "La Riposte", citando fuentes
de la prensa de izquierda boliviana.
El descubrimiento de nuevos campos de gas natural fue el punto de partida de
los sucesos actuales. El subsuelo boliviano contiene enormes reservas de gas, y
desde 1985, bajo el gobierno de Gonzalo S�nchez de Lozada, su explotaci�n est�
privatizada. "La Commune" se�ala: "Cada d�lar invertido reporta
10, pero de esos 10, Bolivia percibe �s�lo 2! La decisi�n que hizo que todo
explote fue la de exportar el gas a EEUU a trav�s de Chile mediante un consorcio
creado por una alianza de intereses multinacionales, llamada Pacific LNG".
La reacci�n fue inmediata y general. Las organizaciones que se opusieron a ese
plan crearon la Coordinadora de defensa del gas. Solicitaban que el 50% de los
beneficios quedara en el pa�s, donde la poblaci�n carece de todo y donde los
pobres deben comprar el gas en garrafas a alt�simos precios y al que hay que
transportar. Debemos subrayar el hecho de que los nuevos dirigentes, como Jaime
Solares de la COB y Miguel Zuvieta de los mineros, se mostraron muy combativos
en esta cuesti�n. La COB, confederaci�n sindical nacional, muy debilitada,
recuper� algo de nervio bas�ndose en sus responsables locales y regionales,
como Roberto de la Cruz de El Alto.
Inmediatamente, El Alto, una gran ciudad de unos 750 mil habitantes (10% de la
poblaci�n del pa�s), cercana a La Paz y poblada por obreros y campesinos
desocupados, se convirti� en la vanguardia de la lucha. All� fue s�lidamente
acatado el llamamiento de la COB, liderada por Solares, a una huelga general
hasta la victoria en la cuesti�n del gas,. Y no s�lo en palabras, El Alto qued�
bajo el control de una red de comit�s.
Aunque esto desagrade a calumniadores del estilo de Oviedo, hay que reconocer
que la dirigencia de la COB sorprendi� por su firmeza en lo que respecta a la
huelga general y por las demandas de expulsar y juzgar a S�nchez de Lozada.
Este �ltimo no midi� la envergadura de la oposici�n. Hab�a decidido que la
fuerza ser�a suficiente para derrotar a un pu�ado de descontentos que �l
evaluaba en s�lo 8.000 personas.
Pero la lucha no sigue ese camino. Los trabajadores responden con piedras y
palos a los tanques y ametralladoras. El 20 de septiembre hay muertos en
Warisata, en la regi�n del lago Titicaca, y tambi�n en El Alto donde los
alte�os se defienden con bravura. La decisi�n se toma en funci�n de la divisi�n
de los militares. Los mineros que vienen de Huanuni tambi�n fuerzan el paso.
Son 5.000 liderados por Miguel Zuvieta, el nuevo secretario general del
sindicato de mineros, y est�n armados con los cartuchos de dinamita que
utilizan habitualmente para trabajar. Despu�s de un d�a de resistencia, los
soldados permiten su paso: los oficiales cedieron ante los reclutas en lugar de
atacarlos como antes. Pronto arribar�n los cocaleros del Chapare, quienes
hab�an sufrido una brutal represi�n recientemente.
El 11 de octubre el ejercito atac� el centro del movimiento en el Alto; all� se
desarrollaron combates encarnizados considerando que la gente estaba desarmada.
El ataque fue repelido y el 13 de octubre los alte�os comenzaron a marchar
hacia La Paz. Las consignas eran "�Castigo a los asesinos!, �Recuperemos
el gas!" En el mismo momento los mineros de Huanuni hab�an atravesado el
bloqueo del ej�rcito y arribaban a La Paz con su dinamita. El aparato represivo
estatal dudaba. Entonces el teniente coronel Juan Carlos Ib��ez, hablando a los
"oficiales patriotas", protest� contra el rol represivo dado al
ej�rcito.
El peligro subversivo comenz� a crecer: se concret� una alianza entre Quispe,
Morales y Roberto de la Cruz, que era, en los hechos, una alianza militar.
Durante el 16 de octubre Jaime Solares, secretario ejecutivo de la COB, hizo un
llamado a formar grupos de autodefensa de trabajadores, obreros armados
"para luchar contra el vandalismo". La consigna de armar al
proletariado reapareci�, la m�s alta expresi�n del doble poder que caracteriza
a una situaci�n revolucionaria.
�Una victoria sin d�a despu�s?
G. Oxley escribi� en "La Riposte": "En el momento decisivo, los
dirigentes del movimiento obrero no dieron la se�al para la toma del poder. Los
mineros hab�an ingresado a la capital, armados con millares de cartuchos de
dinamitas. Los campesinos bloqueaban las rutas, la huelga general indefinida
paralizaba las principales ciudades, la polic�a confraternizaba con los
manifestantes (el l�der de los polic�as amotinados en febrero se hallaba entre
la multitud). Un n�mero creciente de soldados se negaba a disparar contra los
manifestantes, la clase media comenzaba a unirse a la protesta. Todas las condiciones
estaban dadas para que los trabajadores y campesinos tomaran el poder y
organizaran un r�gimen de genuina democracia obrera basada en las masivas
asambleas populares y en una estructura nacional de delegados elegibles y
removibles.
Doble poder
En los hechos surgi� una situaci�n de doble poder. Jorge Mart�n, en "El
Militante", escribi� que estaba claro que la convocatoria de los
"cabildos" (asambleas abiertas) estaba sentando las bases de un
"nuevo poder revolucionario".
Los cuerpos del nuevo poder en El Alto eran la federaci�n de las Juntas
vecinales y el comit� regional de trabajadores, "expresi�n democr�tica del
poder de los trabajadores y el pueblo". El vocero m�s izquierdista de ese
nuevo poder era Roberto de la Cruz, secretario de la COB regional: la COR, y
organizador de la resistencia armada.
La agencia de prensa Econoticias se�al� el 15 de octubre: "nadie puede
entrar ni salir sin permiso de las Juntas Vecinales y del comit� regional de
trabajadores. Todos comparten la pobreza, todos son la autoridad com�n
organizada. Son otro Estado con sus propias normas y reglas".
El 16 de octubre miles gritaban: "�Ahora es cuando!, �guerra civil!".
Y Jorge Mart�n correctamente escribi� "Si la COB hubiera dado un paso
adelante, el poder hubiera ca�do en sus manos, pero la verdad es que los
l�deres del movimiento, a�n los m�s avanzados, no ten�an una perspectiva clara
de qu� hacer con el poder".
Y agregaba: "Es posible a�n que (empujados por la enorme furia y
determinaci�n de cientos de miles de bolivianos que han dicho �basta!) ellos
pudieran tomar el poder" Podemos observar la indecisi�n de algunos de los
l�deres que incluso estaban m�s a la izquierda, en una entrevista a Roberto de
La Cruz.
Jorge Mart�n escribi�: "Toda la historia reciente de Bolivia se resume en
la contradicci�n entre la enorme capacidad de lucha de las masas y la debilidad
pol�tica de su direcci�n"
La jornada del 16 de octubre
El 17 de octubre, el embajador norteamericano David Greenlee tuvo un encuentro
con Carlos Mesa, vicepresidente de Go�i al que hab�a abandonado poco antes.
Necesitaban encontrar un mecanismo legal que los ayudase a salvar el gas y el
r�gimen.
Del lado del pueblo, comenzaban los preparativos para la lucha y Jaime Solares
llamaba a enfrentar a los blindados y las ametralladoras. La demostraci�n fue
masiva. El 16 de octubre a las tres de la tarde hab�a 60 mil personas, entre
ellas Oscar Vargas, el l�der de los oficiales amotinados, y Guadalupe C�rdenas,
dirigente de la comisi�n de esposas de polic�as. El n�mero de manifestantes
creci� a 250.000. A esto debemos agregarle los sectores de clase media que
siguiendo el llamado de Quispe y su organizaci�n, continuaban la huelga de
hambre contra la represi�n y la venta del gas....
Pero al mismo tiempo, hombres encapuchados -asesinos- buscaban a los l�deres
obreros con la intenci�n de matarlos.
Un pacto de completa solidaridad fue anunciado entre la COB, el Mallku
(Quispe), Evo Morales y Roberto de la Cruz "para profundizar la
movilizaci�n, los cortes de ruta y la huelga general". Solares amenaz� a
los dirigentes que negociaran con el gobierno y llam� a la consolidaci�n del
bloqueo al palacio presidencial por parte de las masas.
Cuando, ocho horas despu�s, las masas se dirigieron al palacio presidencial
fueron contenidas por los l�deres. Ten�an que esperar que volvieran los que
fueron a parlamentar.
En los hechos los dirigentes estaban divididos, Evo Morales, en nombre del MAS,
propuso apoyar al gobierno de Carlos Mesa, que era el candidato de los EEUU
para asegurar la continuidad del r�gimen y de los intereses de las empresas
norteamericanas.
El 18 de octubre se celebr� un encuentro del Ampliado Nacional de la COB. All�
los que Mart�n y Woods llaman "lideres naturales, por debajo de los
dirigentes de la COB" como Solares, mostraron su descontento: "nada
ha cambiado en Bolivia, y la ca�da de Go�i es s�lo un preludio, m�s que una
conclusi�n".
Los "l�deres naturales" de los que Woods y Mart�n hablan est�n por
debajo de los dirigentes de la COB como Solares. Oviedo nos asegura que se
refer�an a Solares, Morales Quispe, etc. Esa es directamente una mentira. Y
esos l�deres naturales surgidos de la capa de activistas en contacto con las
masas hablaron claramente, pero demasiado tarde.
Zuvieta reconoci� que m�s all� de la ca�da de Go�i, el movimiento no tenia
objetivos claros: "ning�n dirigente, ning�n partido pol�tico lider� el
levantamiento popular (...) no existi� una direcci�n unitaria. La masacre de El
Alto (del 12 de octubre) fue la chispa de un conflicto que nos sobrepas�"
El dirigente de los maestros de La Paz, Jos� Luis �lvarez, asegur�: "sin
objetivos y sin una direcci�n revolucionaria, los trabajadores dieron su
sangre, pero no lo hac�an s�lo para cambiar la constituci�n". Uno de los
l�deres mineros dijo que lo que hac�a falta era "la toma del poder por la
clase obrera junto a sus hermanos campesinos". Y �lvarez insisti�:
necesitamos "levantar un gobierno revolucionario de trabajadores y
campesinos".
Entonces descubrimos que las personas comunes, al igual que Solares, que
denunciaban "al modelo neoliberal y capitalista", preconizan, ahora
que tenemos una COB "claramente revolucionaria", el establecimiento
de un gobierno obrero, expresando la voluntad de las bases como las de El Alto
que demandaron a la COB "organizar la pr�xima batalla".
Pero Solares concedi� un tiempo vital al sucesor de Go�i, mientras Morales
estaba viajando y Quispe se reclu�a en una ambigua huelga de hambre -mientras
sus hombres patrullaban con armas bajo el estandarte de "polic�a
obrera" por las calles de la capital.
Roberto de la Cruz, que es uno de los principales l�deres de la COB y del
movimiento obrero de El Alto, declar� a Econoticias el 13 de noviembre que
hab�a sido un error detener el movimiento a la ca�da de Go�i. y que se necesita
un nuevo levantamiento popular.
Para �l, Carlos Mesa es lo mismo que Go�i y la demandas m�nimas que deber�an
lograrse son la derogaci�n de la ley de hidrocarburos, de la ley de seguridad,
del decreto 21.060 que abri� las puertas al neoliberalismo y la ruptura con el
ALCA de Bush. Ahora tenemos go�ismo sin Go�i... y la polic�a esta tratando de
arrestar a Roberto de la Cruz por su participaci�n en los levantamientos de
febrero.
Debemos enfatizar que de la Cruz no ha hecho todav�a un llamado para el
derrocamiento de Mesa. Pero lo importante es que este conocido dirigente ha
denunciado firmemente a los oportunistas, desde Solares a Morales, que se han
agrupado alrededor del gobierno, mientras que de la Cruz pide que se enjuicie a
los funcionarios gubernamentales por sus cr�menes.
Mesa acept� la misi�n que le propuso Washington, pero pidi� tiempo para
reflexionar. Golpe de teatro: recibe a Solares, el izquierdista de la direcci�n
de la COB, en el palacio presidencial, y Solares frente a las c�maras de TV
dijo que no sab�a lo que har�a Mesa, pero que era necesario darle tiempo, una
tregua que le permita organizarse. Quispe ha mantenido su distancia del
gobierno, rechazando cualquier acuerdo, pero por otra parte anunci� un plazo de
90 d�as para que cumpla con las demandas de los trabajadores y el pueblo,
incluidos los campesinos. Tambi�n habl� de la creaci�n de un Estado aymara
independiente, de los ind�genas del Altiplano.
Un partido revolucionario: la clave de la situaci�n
Los trabajadores han tenido una magnifica actuaci�n, liderando a todo el
pueblo. La conclusi�n del Ampliado Nacional de la COB del 18 de octubre fue que
hac�a falta un partido revolucionario.
Este puede emerger de las experiencias del pasado... de la influencia
trotskista que fue la inspiraci�n de las tesis de Pulacayo del movimiento
sindical, y encontrar� sus hombres "por debajo de los dirigentes de la COB
(donde) hay una capa de lo que se llaman l�deres naturales de la clase obrera.
Son dirigentes locales que se han ganado la confianza de los trabajadores por
su honestidad, coraje y militancia. Ellos jugar�n un papel crucial en la
revoluci�n. Est�n cerca de las masas y por lo tanto reflejan su esp�ritu
revolucionario. Si estuvieran unidos en un partido revolucionario el futuro de
la revoluci�n estar�a garantizado"
Sobre los l�deres Woods y Mart�n agregan un comentario necesario: "Roberto
de la Cruz, el dirigente de los sindicatos de trabajadores de El Alto, se ubica
a la izquierda de Solares. Pero los trabajadores y campesinos est�n a�n m�s a
la izquierda que cualquiera de los l�deres. (...) La guerra no ha terminado.
�S�lo acaba de comenzar!" Para garantizar el cumplimiento de las demandas
m�s apremiantes de las masas es necesario preparar otra huelga general, una
huelga que ponga en el orden del d�a, no el derrocamiento del presidente, sino
el derrocamiento de la corrupta y reaccionaria oligarqu�a boliviana que est�
bloqueando el camino hacia el progreso.
Tambi�n sostienen la opini�n de que el internacionalismo es la otra clave de la
batalla. Todo depende del eco que los hechos de Bolivia puedan encontrar en los
otros pa�ses latinoamericanos. "La revoluci�n boliviana triunfar� bajo la
bandera del internacionalismo proletario, de no hacerlo as� no triunfar� en
absoluto."
"Vemos c�mo (en Am�rica Latina) la revoluci�n est� en el orden del d�a.
Toda la regi�n andina es como una pradera despu�s de una larga sequ�a, una
simple chispa puede provocar una conflagraci�n. Todo lo que se requiere es un
ejemplo valiente. Si los trabajadores de Bolivia o Venezuela tomaran el poder,
toda la situaci�n se transformar�a completamente. �Pero es necesario un
principio!"
La cuesti�n del POR
Algunos camaradas han hecho algunas criticas inspiradas en una estricta
ortodoxia trotskista. Ellos dicen por ejemplo que las posiciones de Woods y
Mart�n quieren probar la necesidad de un nuevo partido nuevo, independiente,
mientras que de lo que se trata en Bolivia es de reinstalar al POR (Partido
Obrero Revolucionario) en su rol hist�rico de "partido revolucionario".
Consideramos a esa concepci�n muy esquem�tica. El POR perdi� su autoridad
pasada despu�s de la revoluci�n de 1952 y el esquematismo desarrollado por
Guillermo Lora en ese per�odo que condujo a la impotencia a los mejores cuadros
de la organizaci�n, la que aparece ahora como una c�scara vac�a o un nombre del
pasado. En los �ltimos acontecimientos, los dirigentes de los maestros de La
Paz, integrantes del POR, levantaron la huelga despu�s de 48 horas. Los dem�s
trabajadores no parecen valorarlos. Por eso, como lo se�alan los mismos Mart�n
y Woods, la tradiciones trotskistas, provenientes de las tesis de Pulacayo que
se mantienen vivas, se manifiestan a trav�s de las reacciones
"espont�neas" de la clase.
Esta es la raz�n por la que observamos que el escenario m�s probable es que un
nuevo partido, forjado en la lucha, reencontrar� en el pasado de Bolivia la
tradici�n y el programa revolucionarios que fueron la marca registrada del POR.
Una �ltima cuesti�n : �Es necesario retomar la vieja consigna "todo el
poder a la COB"? En ella se encarn�, en el pasado, el doble poder y Lora y
sus camaradas fueron muy hostiles a utilizarla. Seguramente, hoy en d�a, en El
Alto o en las minas, puede ser posible. Pero aquellos que quieren al mismo
tiempo a la COB como el doble poder y al POR como el partido dirigente, est�n
so�ando despiertos. �La vida recorre su propio camino!
* Michel Wattignies es el seud�nimo que habitualmente utiliza Pi�rre Brou�
16/1/2004 �
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