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Medio Oriente

12 de abril del 2002

Un testimonio de europarlamentarios franceses en Palestina

Rouge

Alain Krivine y Roseline Vachetta, eurodiputados de la LCR de Francia, han participado en la delegación parlamentaria que se ha dirigido a Ramala, Gaza y Belén a comienzos de abril. Esta es la valoración que nos hace Alain Krivine:
P.: ¿Cuál era la situación cuando te fuiste a Palestina?
R.: Ante la agravación de la situación que se estaba dando, organizamos en veinticuatro horas el desplazamiento de una delegación de diputados europeos. Al final sólo fuimos cinco, casi todos de la Izquierda Unitaria Europea (Roseline Vachetta, Francis Wurtz, Alexandros Alavanos y yo) y Alima Boumedienne, de Los Verdes, a título individual. A última hora Los Verdes y el Partido Socialista francés decidieron no ir. Nuestra intención era acudir a mostrar nuestra solidaridad con los palestinos, especialmente en las ciudades completamente aisladas por el estado de sitio. Se trataba también de ver y popularizar la acción de los militantes europeos presentes en las misiones civiles de protección. Por eso fuimos a Ramala, Gaza y Belén.
P.: ¿Qué balance sacas de ese viaje?
R.: Con la ayuda de los militantes palestinos hemos conseguido entrar en las dos ciudades en estado de sitio y prohibidas a los periodistas. En el hospital de Ramala nos hemos encontrado con unos cuarenta italianos de las misiones civiles de protección que habían conseguido la víspera impedir la entrada de tanques en el interior del edificio. Luego hemos ido con ellos hacia la sede de Arafat. Pero los tanques nos han obligado a cambiar de camino. La acogida que hemos recibido entre la población, que empezaba a salir a la calle para beneficiarse de unas horas de levantamiento del estado de sitio, era muy emocionante y difícil de describir.
En Belén la situación fue más tensa. Era domingo y todas las asociaciones religiosas habían previsto una concentración y una oración cerca de la iglesia de la Natividad, rodeada por tanques. Pero el estado de sitio fue reforzado. Con un puñado de periodistas hemos intentado circular en medio de las calles desiertas, arrasadas por los tanques. En ellas había coches aplastados como si fueran papel de fumar. Por no hablar de las habitaciones o de las tiendas atravesadas por las balas o agujereadas por los obuses.
Nos hemos entrevistado con responsables religiosos que no habían salido a la calle desde hacía varios días. En las calles se oía el ruido infernal de las columnas de tanques y de las ráfagas de ametralladoras imposibles de localizar. La población estaba aterrorizada. Todos los relatos que nos hacían eran unánimes. Los soldados registran en las casas, aplastan todo a su paso y roban. Su propósito es claro: humillar, destruir todo tipo de vida social y aterrorizar. El resultado es una combatividad todavía más fuerte entre los palestinos.
En Gaza, que ha sido bombardeada muchas veces, por todas partes la población se prepara para resistir. Montañas de arena se levantan en cada cruce para obstaculizar el paso de los tanques. Para los responsables palestinos, la llegada de delegaciones extranjeras para hacer conferencias de prensa, visitar las zonas bombardeadas y campos de refugiados es un estímulo para una población que se siente ahora abandonada en su lucha.