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LA VIOLENCIA EN ORIENTE MEDIO: UN PEDIATRA
Y DOCTOR EN CIENCIAS POLITICAS
La historia del reservista médico argentino que se rehúsa a combatir en Israel
Es el médico Dani Filc. Firmó una carta de objetores de conciencia dirigida al premier israelí Ariel Sharon. Rechaza proteger a los colonos israelíes que habitan en territorios palestinos.
Shlomo Slutzky. JERUSALEN. ESPECIAL.
En enero último, el argentino Dani Filc (42) dijo "basta". Fue después de otro mes en Cisjordania como médico de un regimiento de reservistas, enrolado para acciones de gendarmería y "seguridad cotidiana" que, en la práctica, se convierten en lo que Filc llama "lógica perversa".
¿Cuáles son los puntos principales del hartazgo de este "objetor de conciencia? Se pueden resumir en un puñado de hechos: puestos de control para impedir pasar a terroristas suicidas palestinos se convierten en virtuales ejércitos de defensa de las colonias israelíes incrustadas en zonas densamente pobladas por palestinos. Ordenes de "no dejar pasar a nadie" —como precaución o como castigo colectivo— dan por resultado la muerte de mujeres parturientas que no logran a veces llegar a un hospital. El sufrimiento de enfermos que no consiguen acceder a su atención médica. Trabajadores que no logran llegar a sus trabajos. Y familiares separados por semanas por un puesto de control israelí.
Dani Filc es un médico especialista en niños que logró doctorarse también en Ciencias Políticas y que sólo tres años atrás recibió la medalla del jefe de Estado Mayor al oficial sobresaliente en regimientos de combate. Sin embargo, muy a su pesar, se convirtió en parte de la máquina de represión contra la que lucha en su vida civil a través de la acción partidaria en el Frente de Izquierda MERETZ y en organizaciones no gubernamentales como "Médicos por los Derechos Humanos".
"Como muchos de los israelíes de izquierda y aquellos a favor de un acuerdo de ''paz a cambio de territorios'', pensé durante años que debía hacerme voluntario para servir en un regimiento de combate y no en el cómodo puesto de médico de la Fuerza Aérea en la reserva, y que había que resguardar la convivencia entre posiciones políticas por las que luchaba en la vida civil, y la necesidad de acatar las órdenes dictadas por un gobierno democráticamente electo".
"Sin embargo —agrega— un año y medio de Intifada y tras un segundo período de servicio en la Cisjordania, me convencieron que había que poner un límite, y que no podía continuar con esta convivencia, por lo que luego de salir del servicio firmé la carta de los objetores de conciencia con la disposición de ir a la cárcel antes que volver a ser parte de esta maquinaria".
Filc podía haber elegido un buen pasar en la Argentina, donde hasta hoy viven sus padres y hermanos, pero prefirió establecerse en Israel. Llegó a este país en 1984 con su título recién emitido. A los 28 años sirvió un año y medio como médico durante el servicio militar obligatorio y se casó com Miri, una psicopedagoga también de origen argentino. Mientras se especializaba en pediatría y dirigía una clínica comunitaria, compró un modesto apartamento en la entrada norte de Tel Aviv —que recuerda al de sus padres en la calle Las Heras solo por el ruido de los coches— y tuvo cuatro hijos, a los que pensaba evitar guerras como la que atraviesan hoy.
"Durante muchos años creía sinceramente en la idea de que soldados y oficiales con conciencia humanista podían influir desde adentro, impidiendo desbordes o actos de violencia y venganza por parte de soldados en el lugar de los hechos. Pero poco a poco llegué a la conclusión de que la capacidad de influencia personal es nula ya que se trata de una situación que es estructuralmente perversa: nosotros somos soldados de ocupación, defendiendo a colonias israelíes levantadas en tierras palestinas, diciendo luchar contra un terror que la misma existencia de las colonias produce en reacción".
La aparición del grupo de objetores permitió a personas como Filc dar el paso adelante firmando la solicitada dirigida al premier Ariel Sharon. El sábado 30 a la noche, mientras participaba en una manifestación contra la guerra frente al ministerio de Defensa en Tel Aviv, Dani Filc nos comentó: "Las colonias israelíes se convirtieron en el principal obstáculo para arribar a un acuerdo de paz y el empecinamiento en mantenerlas en pie atenta contra la propia seguridad del Estado de Israel y su ciudadanía. En mis últimos servicios de reserva en los territorios, la ambulancia militar, en vez de estar reservada a la atención médica, recorría cientos de kilómetros al día sólo con la intención de dar ''sensación de presencia'' a los palestinos y sensación de seguridad a los colonos israelíes. No me enrolé para eso en lo que fuera el Ejército de Defensa de Israel".
Ayer, tras otro atentado palestino, y cuando hubo 120 víctimas israelíes sólo en el mes de marzo dentro de una población de 6 millones de habitantes, Filc no pensaba que debía replantear su posición.
"Sé —concluye— que puede ser impopular pronunciarse en contra del consenso en días de masacres como éstas. Pero la única manera efectiva para frenar la ola de venganza expresada en terroristas suicidas es el retirarse de los territorios palestinos y poner una frontera entre israelíes y palestinos. Todo lo demás es una espiral de venganza, violencia y muerte con capacidad de infinita retroalimentación"