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22 de abril del 2002
Algo huele mal
Uri Avnery
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Todos los que han estado en el campo de refugiados de Yenín están
de acuerdo en una sola cosa. Una semana antes del fin de los combates todos,
los periodistas extranjeros, los soldados israelíes, los representantes
de la ONU y los escritorzuelos a pago de los medios israelíes, los miembros
de las organizaciones asistenciales y los propagandistas del gobierno, informan
todos que hay un hedor terrible de cuerpos en descomposición por todas
partes.
Aparte de eso no hay acuerdo en ninguna cosa. Los palestinos hablan de una matanza
que equivaldría a un segundo Sabra y Chatila. El ejército israelí
habla de duros combates, en los que el "ejército más humano del
mundo" no hirió intencionalmente ni a un solo civil. Los palestinos hablan
de cientos de muertos, el Ministerio de Defensa afirma categóricamente
que hubo exactamente 43 muertos.
¿Así que cuál es la verdad? La respuesta es simple es: nadie lo
sabe. Es imposible que alguien lo sepa. La verdad está enterrada bajo
los escombros, y tiene un olor atroz.
Pero algunos hechos son indisputables. Y son suficientes como para extraer conclusiones.
Primero: durante dos semanas de combate, el ejército israelí no
permitió que ningún periodista, israelí o extranjero, ingresara
al campo. Incluso después del fin de los enfrentamientos, no dejaron
entrar a ningún periodista. El pretexto fue que la vida de los periodistas
podría estar en peligro. Pero estos no le estaban pidiendo al ejército
que los salvara. Estaban muy dispuestos a arriesgar sus vidas, como lo hacen
los periodistas y los fotógrafos en todas las guerras. El sentido común
más elemental nos diría que si alguien deniega por la fuerza el
acceso a los periodistas es porque tiene algo que ocultar.
Segundo: durante los combates y después, no se permitió que las
ambulancias y los equipos de rescate se acercaran. Disparaban contra los que
intentaban acercarse. El resultado fue que los heridos se desangraban en las
calles, incluso si tenían heridas relativamente leves. Esto es un crimen
de guerra, una "orden manifiestamente ilegal," sobre la que ondea "la bandera
negra de la ilegalidad". Según la ley israelí, y más aún
bajo el derecho y las convenciones internacionales de las que es parte Israel,
se prohíbe que los soldados obedezcan una orden semejante. No existe
ninguna diferencia si los que mueren bajo esas circunstancias son una o varias
personas, si son civiles u "hombres armados,". Como método de guerra
es inhumano.
Algunos periodistas justificaron de antemano este método cuando pretendieron
que habían visto "con sus propios ojos" ambulancias palestinas transportando
armas. Incluso si hubiera habido un incidente semejante, no justificaría
bajo ninguna circunstancia el uso de tales métodos. (Hasta ahora, hay
un solo caso probado: esta semana periodistas israelíes informaron orgullosamente
que soldados [israelíes] en una operación clandestina habían
utilizado una ambulancia para acercarse a una casa en la que se ocultaba una
"persona buscada".)
Tercero: Incluso después del fin de los enfrentamientos, y hasta ahora,
no se ha permitido que equipos pesados y personal de rescate ingresen para remover
los escombros y cadáveres, o, tal vez, a personas que estén aún
en vida bajo las ruinas.
El pretexto, de nuevo, fue que los cadáveres podrían estar minados.
¿Y si así fuera? Si los equipos extranjeros y locales quieren arriesgar
sus vidas en esa noble misión, ¿por qué iba el ejército
a impedirles que lo hicieran?
Cuarto: Durante todos los días de lucha, no se permitió a nadie
que llevara medicinas, agua y alimentos. Yo mismo participé en una masiva
marcha de activistas de la paz israelíes que trataron, después
de que terminara la batalla, de acompañar a un convoy de camiones con
ese tipo de suministros al campo. Parecía que habían dejado pasar
a los camiones por el bloque de ruta que nos detuvo - pero más tarde
resultó evidente que los suministros fueron descargados en un campamento
del ejército y que sólo cuatro pudieron llegar a su destino.
¿Qué indica todo esto? Una persona objetiva sólo puede sacar la
conclusión que el ejército quería impedir a cualquier precio
la entrada de testigos oculares al campo. El ejército sabía que
esto generaría rumores sobre una terrible masacre, pero lo prefirió
a la revelación de la verdad. Si se adoptan medidas tan extremas para
ocultar algo, uno no puede quejarse después de que se originen rumores.
¿Cuál es el colmo del cinismo? Cuando se bloquea el libre acceso a un
sitio, y después se argumenta que nadie tiene el derecho de decir lo
que sucedió, porque no lo ha visto con sus propios ojos.
La evidencia más condenatoria de lo que sucedió es el hecho que
inmediatamente después del fin de los combates, funcionarios superiores
del gobierno y del ejército comenzaron a discutir formas de prevenir
una reacción de choque en Israel y en el extranjero una vez que se conocieran
los hechos. No fue una discusión secreta, fue realizada en público,
en los programas de entrevistas de los medios. Todos lo escuchamos.
Las decisiones adoptadas fueron extremadamente efectivas en Israel, y extremadamente
inefectivas en el extranjero. Yo estaba en Inglaterra cuando las noticias salieron
a la luz. Llenaron la primera plana de todos los periódicos británicos.
El titular de la primera página del Times fue "Dentro del campo de la
muerte". Debajo había una foto gigante y un informe de un célebre
corresponsal de guerra que escribió que en todas las guerras que ha cubierto,
como ser Bosnia, Kosovo, Chechenia y otras, nunca ha presenciado algo tan terrible
como esto. En casi todos los países europeos la reacción fue idéntica.
En Israel, sin embargo, la máquina de propaganda del gobierno, en la
que ahora están voluntariamente integrados todos los medios, hizo todo
lo posible por preparar de antemano al público. Se dijo anticipadamente
que los palestinos iban a difundir una terrible mentira, que estaban preparados
para amontonar cadáveres (¿provenientes de dónde?) en las calles.
Se llegó casi hasta el extremo de decir que los palestinos habían
hecho volar sus casas sobre sus familias para crear una sangrienta difamación.
El ejército israelí "limpió" parte del campo, removiendo
los cuerpos y ordenando algo las ruinas y fue allí adonde llevaron a
los periodistas dóciles y a los visitantes extranjeros ingenuos. Vieron
a humanos oficiales que les aseguraron que no había habido ninguna masacre.
Después de todo, se había destruido sólo una pequeña
parte del campo, tantos y cuantos metros por tantos y cuantos metros, nada en
realidad. Todo recuerda los métodos de ciertos regímenes.
El resultado fue que de nuevo se creó una brecha inmensa entre los israelíes
y el resto del mundo. Por todo el mundo, muchos se horrorizaron de que los judíos,
de entre todos, hayan sido capaces de hacer algo semejante. Los judíos
vieron de nuevo la confirmación de que todos los 'Goyim' [no-judíos]
son antisemitas.
Espero que haya una investigación internacional seria, y que la verdad
-sea cual sea- saldrá a la luz. Pero si se confirma aunque sea sólo
una parte de la atrocidad de la que se habla, se formulará una pregunta:
¿Cuál fue la intención? ¿Por qué decidió la dirigencia
civil y militar tratar de esa manera el campo de Yenín?
La única respuesta que se me ocurre es la siguiente: en Yenín
los palestinos decidieron resistir y combatir. La violación de Yenín
debía enviar un mensaje a los palestinos: Ésta será la
suerte de todo el que resista al ejército israelí. También,
podría causar una huída en masa como en Deir Yassin.
Sólo un desequilibrado podría creer que esto terminará
con la resistencia a la ocupación.
20 de abril de 2002