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29 de abril del 2002
Balidos de disenso – La izquierda judía y Palestina
Michael Neumann
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Cuando las voces de la conciencia judía hablan de Israel, hay
una brecha sorprendente entre el problema descrito y la respuesta presentada.
La izquierda judía y sus aliados comienzan con las denuncias más
sonoras. Y éstas se deshacen en las recomendaciones más tímidas.
Muchos críticos de Israel consideran que es un estado paria. (1) Muchos
piensan que es racista. Muchos piensan que es culpable de brutales atrocidades
contra el pueblo palestino, y muestran un interés casi lascivo en esas
atrocidades. Muchas fuentes de información convencionales fuera de EE.UU.
–la BBC, el Guardian, la CBC – presentan horrendos informes
sobre los excesos israelíes, y lo han hecho desde hace un buen tiempo.
Se nos informa que los oficiales israelíes, cuando atacan los campos
de refugiados palestinos, estudian el ataque alemán contra el Gueto de
Varsovia. Escuchamos un horror tras el otro. Activistas judíos e israelíes
no dudan en establecer un paralelismo con la Alemania nazi. (por ejemplo Norman
Finkelstein.)
Suena verdaderamente terrible, ¿no es cierto? ¿Y qué debiéramos
hacer al respecto? Muy poco, parece, y es lo que ha parecido durante años.
En 1988, el Comité Judío sobre el Oriente Próximo publicó
una declaración que declaró explícitamente que "... Israel
mismo se ha convertido en un estado paria dentro de la comunidad mundial." La
declaración sigue orgullosamente publicada en su sitio en la red. Atribuía
a Israel "una ideología racista". Argumentaba que "Los eventos que están
ocurriendo en la actualidad son demasiado reminiscentes de los pogromos de los
que nuestros propios antepasados huyeron hace dos o tres generaciones". (http://www.middleeast.org/archives/jcome1.htm)
Hay personas que perciben algunas atrocidades verdaderamente serias –crímenes
de guerra, violaciones de los derechos humanos, una violenta cruzada racial.
Hay gente cuyo documental de producción propia se llama, "Nos atrevemos
a hablar –voces de judíos estadounidenses". ¿Y qué recomiendan?
"Los inauditos montos de ayuda económica debieran ser reducidos en los
dos a tres años a venir a niveles mucho más restringidos. Además,
la considerable ayuda militar y de inteligencia debería ser radicalmente
reducida."
¿Leen lo mismo que yo? ¿No dice que la ayuda económica y militar a ese
estado paria debiera continuar? ¡Um! ¿Es ésa la manera de reaccionar
ante un estado que realiza "asesinatos, palizas, toques de queda, expulsiones
y arrestos domiciliarios –todo contra palestinos desarmados que viven en áreas
que Israel ha ocupado durante 20 años"? Parece que el despiadado paria
judío retiene privilegios con los que muchos estados virtuosos sólo
se permiten soñar. Pero esa declaración satisfizo a Noam Chomsky,
así que supongo que también debiera bastarme a mí.
Bueno, ¿han cambiado las cosas desde 1988? Seguro, han empeorado. Así
que, veamos, ¿qué ha pasado con la reacción ante ellas?
No ha cambiado ni un ápice. En un importante sitio disidente, Not
In My Name [No en mi nombre], mantenido por una organización judía
que parece ansiar ante todo que no se la mancille con los crímenes israelíes.
Recomienda: "Una suspensión de toda ayuda militar de EE.UU. a Israel
hasta que Israel termine con su ocupación de Cisjordania, la Franja de
Gaza, y Jerusalén Este. ('Base Común')." Así que supongo
que la ayuda económica debe continuar. Más sobre esta suspensión
de la ayuda militar más adelante.
Luego hay el anuncio publicado en el New York Times el 17 de marzo de
2002, por Jewish Voices Against the Occupation [Voces judías contra
la ocupación]. Llama al Gobierno de EE.UU. a que:
suspenda la ayuda militar a Israel, que es utilizada para mantener la ocupación,
hasta que Israel se retire completamente de los territorios ocupados; –que reduzca
la ayuda económica a Israel por el monto utilizado para mantener los
asentamientos hasta que todos estos sean evacuados...
Bien, siguen dando alguna ayuda económica, y la ayuda militar recomenzará
de inmediato en cuanto Israel se retire de los territorios ocupados: en otras
palabras, recibirá embarques completos de nuevos juguetes, automáticamente,
en cuanto se le ocurra retirarse. Y todo es así: nadie, que yo vea, pide
algo más. Así que tenemos a un país denunciado por las
más serias violaciones de los derechos humanos, cuyo gobernante es acusado
de crímenes de guerra, un estado paria, cuyas acciones son casi insoportables
cuando se las ve en la televisión, peor todavía cuando se las
sufre. Todos parecen estar de acuerdo en que un Estado semejante merece ayuda
económica. La ayuda militar sólo es suspendida: en cuanto Israel
abandone la escena del crimen, tenemos que asegurar que no haya perdido ninguna
de sus capacidades asesinas.
Dejemos de lado por un instante si esa reacción es proporcionada a los
crímenes que se supone esté encarando. Preguntemos solamente qué
es lo que se supone que vaya a lograr. Apenas vale la pena preguntar por la
ayuda económica, ya que continuará, si bien es cierto a un nivel
reducido. ¿Y si hablamos de esa atrevida exigencia, sobriamente considerada,
de suspender la ayuda militar?
Resulta que, por lo menos según Andrew Cordesman un importante analista
en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington,
Israel podría combatir durante "dos años" antes de necesitar ayuda
de EE.UU. En otras palabras, incluso un cese instantáneo de toda ayuda
militar no haría absolutamente nada para impedir que los israelíes
hagan lo que quieran con los palestinos. Se calcula que Israel posee entre 200
y 500 ojivas nucleares, con misiles crucero que han dado en el blanco a una
distancia de 1500 kilómetros. ¿Suena como un país que se vaya
a sentir presionado por una "suspensión" de la ayuda militar? Incluso
si sus almacenes estuvieran vacíos, podría vender unas pocas de
esas cabezas nucleares y comprar todo lo que quisiera. Los activistas judíos
lo saben. Los izquierdistas lo saben. También comprenden lo que se hace
normalmente para contener a un estado paria.
Normalmente, se elimina toda ayuda. Se establece un embargo de armamentos y
comercial. Todas las transferencias de fondos son bloqueadas. Las cuentas en
los bancos extranjeros son confiscadas. Las conexiones aéreas y la mayor
parte de las relaciones diplomáticas son cortadas. Se terminan los intercambios
culturales y científicos. Para que todo esto tenga efecto, el estado
paria debe ser rodeado por fuerzas militares obviamente superiores. Se establece
un programa de emergencia para reforzar las capacidades defensivas de sus vecinos;
una coalición dirigida por EE.UU. envía muchos miles de soldados;
se despliegan fuerzas navales; se aceleran los esfuerzos de inteligencia y de
contrainteligencia. A un estado semejante se le hace comprender discretamente
que si recurriera a armas nucleares, podrá contar con represalias equivalentes.
Ésta, desde luego, sería una reacción muy moderada, no
como lo que sucedió con Serbia o con Irak. Pero para sólo contener
a Israel –no para atacarlo– se necesitaría una iniciativa de varias veces
la magnitud de la preparación para la Guerra del Golfo.
En breve, todos los que lloran por los palestinos, todos esos activistas que
se juegan, todas las figuras eminentes y los elocuentes escritores que condenan
las viles acciones de Israel –ninguno de ellos pide en realidad, para no hablar
de exigir, ninguna acción remotamente seria contra Israel. Y quedan sólo
explicaciones desagradables para esta extraña conducta. ¿Son mejores
los judíos que los palestinos? ¿Les dio la era nazi una licencia ilimitada
para saquear y asesinar? ¿Es ser judío tan sagrado, tan sabio, tan humanitario,
tan cálido y adorable, que un estado judío "realmente" no podría
hacer mucho daño, o merecer más que una buena reprimenda? Las
posibilidades son tan limitadas como deprimentes.
Una cosa está bien clara: cuando tu pueblo comete en tu nombre crímenes
de semejante magnitud, tus berridos no te absuelven de tu responsabilidad. Lo
menos, lo menos que puedes hacer –incluso si no "haces" nada– es propugnar algo
que detenga los crímenes. Y si se utiliza ese indicador, ni siquiera
las manos de Chomsky están limpias, que yo sepa.
Por cierto el mundo tiene preocupaciones más importantes que el que los
judíos se purguen de hipocresía. Pero por el bien de los palestinos,
espero que la izquierda judía pueda decidirse a hacerlo.
27 de abril de 2002
Michael Neumann es profesor de filosofía en la Universidad Trent en Ontario,
Canadá. Su correo es: mneumann@trentu.ca
Notas
(1)Por ejemplo: "Israel se ha convertido en un 'estado paria' bajo el Primer
Ministro Ariel Sharon y su manera de confrontar el terrorismo es 'inaceptable',
ha argumentado el importante parlamentario laborista judío Gerald Kaufman."
"¿Qué podría hacer Israel para dejar de ser un estado paria, si
sus amos en Washington lo permitieran?" (C.G. Estabrook, Counterpunch, 5 de
diciembre de 2001).
Uri Avnery: '"El cierre,' el 'sitio' y todos los otros instrumentos para
la protección de los colonos nos están convirtiendo en un estado
paria a los ojos del mundo."