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Medio Oriente

26 de abril del 2002

Volver a Sabra y Chatila (Palestina, 54 años de silencio)

Víctor Casco Ruiz

En 1982, y ante el fracaso de la guerra contra el Líbano, un ministro de defensa israelí decidió descargar todo su odio y desesperación en los refugiados del campamento yermo y agotado de Sabra y Chatila. Más de 5.000 inocentes, hombres, mujeres y niños, fueron masacrados por las tropas de Gemayel ante el silencio y la complacencia de los soldados israelíes que cercaban las chabolas. Sabra y Chatila se regó en sangre, sus tierras yermas quedaron inundadas y su grito de desesperación resonó en la olvidadiza conciencia de occidente. Aquel ministro de defensa, encausado por la Corte Penal de Bélgica, hoy se sienta como Primer Ministro del Gran Israel: Ariel Sharon.
Palestina no deja de ser una repetición de sí misma. Esta es su desgracia. Las imágenes nos han vuelto a dejar mudos, hemos vuelto a Sabra y Chatila: Las masacres en el campamento de Yenín, permitidas por el mismo agente del destino, Sharon, han vuelto a levantar levemente el pesado velo de nuestras conciencias... Pero la Humanidad yace enterrada en Yenín.
No hay adjetivos para describir esta re-creación en la Historia. Es más, no deberían admitirse ya más sólo palabras, son los hechos los que podrán lavar un poco de nuestra sangre. Europa lleva ya demasiado tiempo siendo la Lady Macbeth en esta tragedia que, como aquella de Shakespeare, también relata la caída de los hombres. Lady Macbeth, quien sólo en sueños veía como se manchaban sus manos por el magnicidio.
El Estado de Israel lleva 54 años incumpliendo todas las disposiciones de Naciones Unidas, empezando por la resolución 181 de 1947 y por la condena a la ocupación de los territorios de Gaza, Jerusalén, los altos del Golán, el Sinaí y Cisjordania en 1967. En 35 años sólo ha devuelto el Sinaí al Egipto de Sadat.
Los acuerdos de Oslo prohibían la proliferación de nuevos campamentos en las zonas ocupadas, pero desde 1993 éstos se han multiplicado, favorecidos por el gobierno del Likud o del Partido Laborista, levantados por los más intransigentes de Israel y defendidos por las armas. La política de los hechos sobre la tierra ha supuesto un handicap a todo intento de paz.
La Autoridad Nacional Palestina reconoció el derecho a la existencia del Estado de Israel, aceptó gobernar en unas pocas ciudades rodeadas por campamentos militares israelíes, por colonias sionistas, por carreteras a las que no tenían acceso (un colono puede ir a Jerusalén desde Belén en media hora transitando por carreteras vedadas a los palestinos, un palestino, de Belén a Jerusalén tarda una hora y media, controles incluidos), aceptó que estas mismas colonias consumiesen el 80% del agua de Cisjordania, que su autonomía fuese limitada y posponer siempre las grandes reivindicaciones:
1. El derecho al retorno de los expulsados de la Nakba de 1948 (hoy son 4 millones),
2. La proclamación del Estado Palestino Independiente
3. La capitalidad en Jerusalén oriental (conquistada a Jordania en 1967).
Ni el gobierno laborista anterior ni el de Sharon ahora han cedido nunca. El primer ministro laborista en Camp Davis propuso un Estado Palestino descontando las colonias ya existentes en Gaza y Cisjordania (una misma tierra no se dividiría a partes iguales para una población idéntica:
seis millones de israelíes y seis millones de palestinos); es decir, quédense en el 60% del 30% de las tierras que ahora son, por derecho, suyas. Jerusalén, para siempre, sería la capital eterna e indivisible del Gran Israel y de los 4 millones de refugiados, y tras demostrar mucho, podrían volver 160.000.
Para Sharon, incluso aquellas condiciones eran extremas. El dinamitó el remedo de proceso de paz visitando las Mezquitas de la Explanada: él, con tantos crímenes a sus espaldas. Ariel Sharon nunca ha negado su profundo odio hacia los palestinos y su idea de que el "estado" que les pertenece se encuentra en Jordania. Con la guerra del Líbano pretendió empujarlos hacia el reino jordano, hoy pretende ahogarlos en las cercadas ciudades de Gaza y Cisjordania.
Hemos leído en estos días como el ejército israelí, en la supuesta búsqueda de terroristas, dinamitó ministerios, quemó o robó registros, censos, documentación escolar… ¿Qué capacidad militar puede atribuir el gobierno de Unidad Nacional de Israel a los archivos destruidos en Ramala? No buscan terroristas, eso queda para la galería o para el uso de los corifeos en occidente. Como en 1948, cuando procedieron a eliminar todo vestigio de un pasado palestino en las aldeas y ciudades de la actual Israel, lo que persiguen es borrar toda memoria, dejar sin pasado a más de 6 millones de ciudadanos, contemporaneizar constantemente el conflicto: ni tiene historia ni tiene causantes.
El desempleo alcanza ya al 60% de la población palestina en los territorios ocupados y desde 1993 han visto como su pobreza y su dependencia aumentaban crecientemente. ¿Les cabe esperanza alguna viendo como occidente calla los crímenes, como la ONU se queda afónica en las denuncias sin lograr ningún resultado, como sólo valen las condenas para Iraq, para Afganistán o para cualquiera de los ejes del mal dictaminados por el presidente de EEUU?
Occidente, Europa, no puede seguir pretendiendo ser una ONG, compadecerse del sufrimiento palestino y vender armas a Israel. No podemos aceptar que en nuestros medios de comunicación, "palestino" tenga por adjetivo precedente "terrorista" y que los mísiles lanzados por Sharon sin juicio previo, que el derribo de casas o las masacres en Yenín, sean "actos de seguridad".
No es aceptable que se diga que no cesará el cerco militar a Ramala y Belén hasta que un presidente encerrado, sin agua, sin luz, sin teléfonos, ponga fin a los atentados-suicidios de los militantes de las formaciones islamistas de Yihad, o Hezbolá...
Hace poco, 150 reservistas de Israel lanzaron a la prensa un manifiesto por la paz: "Nos negamos a hacer la lucha por los colonos, nos negamos a seguir masacrando a todo un pueblo". Tal vez si quede algo para el raciocinio y no todo esté perdido ante un Estado que quiere realizarse sobre la sangre y la memoria de otro pueblo. Palestina no puede seguir siendo el silencio presente en nuestras conciencias. Algo hay que hacer, aunque sólo sea exigir a nuestros gobiernos que no vendan balas a Israel y que en todos los foros exijan lo mínimo exigible:
- El cumplimiento de la Resolución 181 de Naciones Unidas y la proclamación del Estado Independiente de Palestina.
Mohamed Abdallah Elgeadi, desde su exilio en España, escribía en 1982 estas líneas en memoria de su amigo y poeta Gassan Kanafani, asesinado en Beirut mientras se dirigía a la sede de la revista Alhadaf (la meta):
Tu muerte es memoria, nuestros muertos son memoria, memoria actual y combativa. Los últimos acontecimientos del Líbano muestran inequívocamente que los sionistas se basan "en la destrucción de un pueblo para la construcción de un Estado". ¿Acaso ellos pretenden olvidar que fueron refractarios a sus verdugos nazis?…

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