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Medio Oriente

11 de abril del 2002

Israelíes e indios

Michael Neumann
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Las tácticas palestinas han sido atacadas o defendidas a menudo sobre bases dudosas. Es irrelevante si esas tácticas son terroristas; hay terrorismo defendible, y existe aquel que no lo es. Lo mismo vale si los actos son asesinatos. Si los unos son los mayores terroristas o asesinos también es irrelevante; con un error no se subsana otro. Si los israelíes han cometido crímenes tampoco es directamente relevante; que hayan cometido crímenes no basta para justificar el asesinato de gente, civiles, que no los han cometido.
El problema, como cualquiera puede argüir es que los palestinos deliberadamente matan a civiles. Uno podría pensar, entonces, que nosotros jamás haríamos algo así. Tal vez no. Aquellos que realizaron bombardeos estratégicos contra la Alemania nazi, o en realidad, los que establecen límites de velocidad en nuestras carreteras, no lo hicieron. Esas acciones, parece, estaban bien. Seguro que las bombas no se perdían en áreas civiles; los límites de velocidad más bajos significan definitivamente menos niños muertos o mutilados en accidentes. Es algo que sabemos con certeza, pero no 'queremos' esas consecuencias. Parece que eso nos hace sentirnos mejores que los palestinos. La delicada distinción escolástica entre el asesinato deliberado de civiles y el asesinato a sabiendas de civiles, se ha convertido, parece, en un abismo moral.
Algunas veces, sin embargo, tratamos con reverencia el asesinato deliberado de civiles, o por lo menos sentimos un orgullo moral especial en nuestra negativa a condenarlo. Los mejores ejemplos se encuentran en la historia de EE.UU. No hemos olvidado que los indios norteamericanos mataron deliberadamente a civiles, incluyendo a niños, y algunas veces como parte de una política. Pero nadie pierde el tiempo disculpándose ante los dirigentes indios estadounidenses contemporáneos; al contrario. Ni es tampoco parte del ridículo asunto de las disculpas o de otras manifestaciones de corrección política. (Si se trata de corrección política, proviene de enfocar la guerra de 1850 a 1890, cuando los blancos fueron los peores asesinos, no de los períodos anteriores cuando las cosas fueron más equilibradas.) ¿Por qué, entonces, mantenemos silencio sobre esos crímenes presumiblemente horrorosos?; ¿Por qué no los refregamos en las caras de nuestros niños, de manera que nunca olviden que tales presuntos males mancharon presumiblemente nuestro país?
Es necesario formular el tema de manera más precisa para excluir respuestas evasivas. Los indios asesinaron a veces a inocentes civiles, incluso a niños. Esos actos fueron correctos, erróneos, o moralmente indiferentes. ¿Qué es lo que fueron?
No puedo considerar que hayan sido moralmente indiferentes, ¿no es cierto? ¿Fueron erróneos? Si lo fueron, deben haber sido terriblemente erróneos, porque implicaban asesinar a niños. ¿Es eso lo que quiere decir?
Sugiero que no. Sugiero que esos actos fueron terribles, crueles, y justificados en última instancia. Mis razones son familiares para todo el mundo. La existencia misma de los indios como un pueblo estaba siendo amenazada. Más que amenazada; su sociedad estaba condenada si no ofrecían resistencia. No tenían otra alternativa. Más aún, cada blanco, incluyendo a los niños, era un enemigo, un ser que, si se le permitía que viviera, contribuiría a la destrucción de la existencia colectiva de los indios.
Los indios no tenían ni la más mínima posibilidad de derrotar a los blancos por medios militares convencionales. Así que su único recurso era atacar objetivos blandos y hacer el máximo de daño. No era sólo la acción correcta desde su punto de vista. Era la acción correcta, y se acabó, porque los blancos no tenían por qué venir de miles de kilómetros de distancia a destruir al pueblo indio.
Las comparaciones con la situación de los palestinos van más allá de ser obvias. Para comenzar, lo que he escrito conlleva algunos equívocos. No existía un pueblo llamado "los indios". Eran diversos, como culturas y como individuos, algunos pacíficos, otros belicosos, algunos responsables por las matanzas, otros no. Y fueron, por cierto, los blancos los que los amalgamaron y los demonizaron (lo mismo que esta frase hace con los blancos).
Es lo que hacen los israelíes cuando destruyen las casas de ancianas y bloquean ciudades hasta llevarlas a la inanición y a la catástrofe sanitaria. Y cuando alguien apoya a los israelíes, son responsables por esta clase de "castigo" colectivo, incluso cuando no se permiten -como a menudo es el caso- ese tipo de burdas generalizaciones.
En cuando a las demás similitudes, no sólo la propaganda israelí, sino que gran parte de la propaganda judía no-israelí hace lo posible por ocultarlas. Pero es imposible ocultarlas. ¿Y adivinen qué? Los palestinos no viajaron miles de kilómetros para desposeer a los judíos. Fue al revés. A menudo los judíos tuvieron motivos muy urgentes para abandonar Europa. Lo mismo sucedió con los blancos que se asentaron en América del Norte. Y ambos grupos de colonos no podían caer en la cuenta de lo que vieron: que ¡diablos!, aquí ya vive gente, y el país les pertenece. Siempre que fue posible, ambos grupos se involucraron en sórdidos negociados de terrenos, para obtener una base; cuando no, utilizaron la fuerza. Pero nunca tuvieron dudas: toda la tierra tenía que pertenecerles, y el estado que se construiría sería su estado.
Los dos grupos de colonos se las arreglaron, a pesar de esos objetivos, para convencerse de que no querían otra cosa que vivir en paz con sus 'vecinos' - vecinos, desde luego, porque ya se habían apoderado de parte de su tierra. Y, seguro, querían paz, tal como Hitler quería paz: bajo sus condiciones. La encuesta más elemental de la política israelí indica que la opinión judía general, oficial, respetable, deja por sentado un absoluto derecho a las fronteras actuales de Israel, y que por lo menos jamás abandonarían los asentamientos en continua expansión. La que es considerada la opinión judía extrema, que pretende derechos sobre toda el área ocupada por Palestino, no es el extremo israelí. La extrema derecha en Israel reivindica un territorio que se extiende hasta Kuwait y hasta el sur de Turquía. Importa, porque, debido a la fragmentación de la política de Israel, la extrema derecha posee un poder desproporcionado en relación con su número. La conclusión tiene que ser que Israel, como entidad colectiva, quiere la paz con toda la sinceridad de, digamos, el General Custer.
Como los indios, los palestinos no tienen dónde ir. Todos los estados árabes, o los odian, o odian que estén allí. Y, como los indios, árabes y palestinos no son todos iguales; nos agarramos de la cabeza y nos preguntamos, ¿porqué, cuando los Cherokees fueron expulsados de sus tierras, no se unieron simplemente con los Apaches o los Navajos? Como los indios, los palestinos no tienen la menor posibilidad de herir, ni hablar de derrotar, a Israel con tácticas militares convencionales. Como los blancos, cada judío israelí, hasta e incluyendo a los niños, son instrumentos proyectados contra el pueblo palestino.
Desde luego, las dos situaciones no son enteramente análogas. Las cosas están más claras en el caso de Israel, donde virtualmente todo civil adulto capaz es por lo menos un reservista en el ejército, y todo niño judío crecerá para convertirse en uno. Y los colonos estadounidenses nunca pasaron años proclamando lo felices que eran con la tierra obtenida antes de emprender una campaña para apoderarse del resto. Se podría agregar que la situación actual de los palestinos es más similar a la de los indios en 1880 y 1990 que antes, porque los palestinos han perdido mucho más de la mitad de la tierra que originalmente les pertenecía.
Los palestinos no salen a matar niños, es decir, no atacan jardines infantiles. (Tampoco arrancan la cabellera a los niños, aunque según la BBC, es lo que los clientes de Israel hicieron en Sabra y Chatila.) Sólo atacan objetivos blandos, y esto a veces implica la muerte de niños. Pero, como todos, matarán niños para impedir la destrucción de su sociedad. Si los pueblos tienen algún derecho a la auto-preservación, esto se justifica. Igual como les gusta hacer a los EE.UU., los palestinos están "enviando un mensaje": ¡no sigan jodiéndonos! Haremos todo por detenerlos. Y si el único medio efectivo para detener a sus enemigos a muerte significa atacar jardines infantiles, sería justificado que lo hicieran. Ningún pueblo haría algo menos para no desaparecer de la faz de la tierra.
9 de abril de 2002
Michael Neumann es profesor de filosofía en la Universidad Trent en Ontario, Canadá: mneumann@trentu.ca