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Las limitaciones de la democracia israelí
Por Isaac Bigio
Profesor de la London School of Economics & Political Sciences
Desde su fundación, hace 55 años, Israel se proclama como la única
democracia estable en el medio oriente. El mundo árabe está lleno
de dictaduras y monarquías despóticas e Israel afirma que los
únicos árabes que han podido elegir y ser elegidos de manera contínua
son los de su país.
En la región del mundo con menos tradiciones seculares y democráticas,
el parlamentarismo israelí tiene una serie de limitaciones. Cristianos
y musulmanes pueden votar y llegar al congreso pero nunca han tenido generales,
jueces supremos o ministros. El estado israelí se define como el de los
15 millones de judíos que hay en el mundo. Cualquier persona de credo
judío de cualquier rincón del planeta tiene derecho a recibir
una subvención para emigrar a Israel y ser considerado ciudadano. Mas,
ese derecho no tienen quienes profesan otras religiones y fueron presionados
para salir de dichas tierras donde sus sus familias vivieron durante siglos.
En el territorio que detenta u ocupa Israel viven 4,6 millones de judíos,
un millón de árabes reconocidos como ciudadanos y unos 3 millones
de palestinos en Gaza y Cisjordania que no son considerados como tales. Los
árabes sostienen que socialmente son inferiores, tienen menos derechos
y son sujetos a control militar.
En las Américas minorías de extracción árabe y judía
han llegado a los puestos más altos. En Ecuador y Argentina hijos de
sirios han sido presidentes. Uno de los más famosos cancileres estadounidenses
(Kissinger) fue un judío alemán. En el Perú donde los judíos
son el 0.001% de la población recientemente hay judíos que han
llegado a ser canciller, primer ministro, vicepresidente y primera dama.
Sociedades más abiertas y basadas en constituciones siempre han trabajado
en pro de las minorías y los judíos americanos se han beneficiado
de ello. El único país en el mundo en el cual los judíos
son mayoría (Israel) es donde se debería permitir el acceso de
las minorías a la igualdad y detentar todo posible cargo.
El crecimiento de la población judía en Israel va llegando a un
techo. La mayor parte de los 10 millones de judíos que hay en el resto
del mundo no tienen mayores intereses en emigrar a Israel. Mientras ello ocurre
el crecimiento demográfico de la empobrecida población árabe
es mayor y se calcula que en un lustro habrá tantos o más árabes
que hebreos en el territorio que hoy ocupa Israel.
Un estado que pone trabas a una minoría tan grande y que provoca constantes
rebeliones internas y problemas internacionales debido a ello, difícilmente
podrá ser viable en el largo alcance.
Los judíos de Israel deben tener plenos derechos y poder desarrollar
su cultura y sus propias vidas en paz. Pero, para conseguir ello, el camino
de la confrontación con la población árabe (que representa
el 45% de la población administrada por Israel y la inmensa mayoría
de la periferie) terminará siendo contraproducente. Es en beneficio de
la propia población judía de dichas tierras y del mundo el que
se busque ampliar la democracia allí donde ellos son mayoría.
El mantenimiento de una minoría árabe resentida y que se siente
discriminada es una bomba de tiempo. Los atentados suicidas no podrán
ser detenidos con la fuerza y es necesario pensar en una reorientación
a fin de tratar de mejorar las condiciones sociales y los derechos de la población
palestina. Una alternativa para los hebreos es secularizar y democratizar la
sociedad permitiendo una igualdad de derechos con la población no judía.
Ello ayudaría a depurar al medio oriente de regímenes anacrónicos
y avanzar hacia una sociedad más justa, libre e integrada.
El hecho que Israel recorta los derechos de su población no judía
afecta poderosamente a los propios judíos. Ha creado diferencias en los
judíos según su orígen (europeo u oriental) y ha dado mayor
peso a los sectores militaristas o a los fundamentalistas que pujan por una
sociedad más confesional. Lo más serio es que crea intesabilidad,
deteriora la imagen hebrea en el mundo y les aisla en una especie de gran gheto
armado rodeado por un mundo árabe hostil.
Los casos de Líbano, Sudáfrica. Zimbabwe o Irlanda del norte demuestran
que no es posible estructurar un estado que sólo sirva a un sector étnico
en detrimento de una amplia comunidad cuyos derechos son relegados.
Israel carece de constitución y su propia definición excluye a
los no judíos para poder ocupar todo tipo de cargos y ser ciudadanos
iguales. Una república secular y democrática donde hebreos y árabes
tengan igualdad de derechos podría evitar el crecimiento del fundamentalismo,
ir dando solución al problema palestino y permitir que los hebreos se
desarrollen libremente y se integren con sus vecinos.
La partición del actual estado que ocupa Israel en dos es una tesis esgriminada
por sectores pacifistas israelíes y por sectores ligados a Arafat. Esto
implicaría que un 22% del territorio sería para Palestina y el
78% para Israel. Mas, esta alternativa tiene una serie de problemas. La mayoría
de los palestinos quedaría fuera de sus tierras. Un millón de
árabes quedarían en Israel y unos 3 millones de palestinos se
mantendrían en la diáspora mientras que cientos de miles de palestinos
no podría retornar libremente a las aldeas donde vivieron sus antepasados
y que quedarían bajo administración israelí. La diferencia
entre ambos estados sería enorme. Israel es el estado que mayor financimiento
per cápita recibe de EEUU y tiene el mayor poderío bélico
de la región. Palestina se mantendría como un estado empobrecido
y sin mayor poder. Una gran parte debería emigrar a Israel en pos de
empleo (aunque sea por ciertas horas a la semana o al día).
Israel se mantendría como un estado exclusivista pra los hebreos y en
el cual las fracciones discriminadoras o fundamentalistas seguirían desarrollándose.
En Palestina crecerían fuerzas islamistas.
A la postre la alternativa más viable es una república multiétnica
y secular. Allí los judíos de orígen árabe y otras
raíces podrían desarrollarse más libremente. Una sociedad
más equitativa serviría de faro para limpiar a la región
de todos aquellos reyes autoritarios que se basan en una profunda opresión
a la mujer y a las minorías.
Para muchos marxistas dicha salida sólo podría ser alcanzada vía
una revolución social o dando paso a una federación socialista
de la región. Ello implicaría que los trabajadores árabes
y hebreos deberían hacer causa común.
Lo importante a tomar en cuenta es que es beneficio de la mayoría judía
el que se renuncie al segregacionismo. Para muchos judíos consiste algo
natural el identificarse con Israel. Mas, es hora que muchos de ellos se pregunten
si sus derechos no serían mejor protegidos en una sociedad abierta e
igualitaria donde personas de todos los credos y orígenes tengan los
mismos derechos.