Medio Oriente
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EL PESO DE LOS COLONOS
Gideon Levy
Haaretz
Nada puede justificar la horrible matanza perpetrada por Abdel al-Baset Odeh la víspera de la Pascua judía en el Park Hotel de Netanya en la cual 22 personas han muerto y 130 fueron heridas- como tampoco nada puede justificar la matanza que perpetró Baruch Goldstein contra los fieles que se encontraron en la mezquita de la Tumba de los Patriarcas en Hebrón en 1994, en la cual murieron 29 palestinos. Pero sin que esto constituya en ningún modo una justificación, es esencial entender que las raíces del actual conflicto, con las terribles matanzas que se han producido, se encuentran en otra víspera de la Pascua judía, en otro Park Hotel. Todo empezó en Hebrón la víspera del Pascua judía de 1968. El rabino Moshe Levinger alquiló algunas habitaciones en el Park Hotel, que perteneció a la familia Kawassmeh, con el objetivo de celebrar la "seder" con unos 100 jóvenes religiosos. "Unos 50 jóvenes quieren establecerse en Hebrón", refirieron modestamente los periódicos de la época. Levinger y sus seguidores se negaron osadamente a obedecer la orden del gobernador militar israelí de la ciudad, que las prohibió hacerlo.
Dos semanas más tarde, el 23 de abril, Levinger ya abrió un hotel -donde vivieron 15 familias israelíes- un jardín de infancia, un aula de primera elemental y una "yeshiva". Un mes más tarde, el 19 de mayo, el proceso de claudicación del gobierno laborista de coalición alcanzó un nuevo pico cuando trasladó al grupo al edificio donde había estado la sede del regimiento militar, donde una planta entera fue puesta a su disposición. El 8 de agosto de 1968, los nuevos colonos abrieron un quiosco ilegal en la Tumba de los Patriarcas. Una vez más el ejército israelí trató de evacuarlos. El coordinador del gobierno en los Territorios fue al lugar y dio una orden por la que los colonos tenían que dejar la zona pero el gobierno laborista de coalición de nuevo capituló y anuló la orden. "Igual que nadie me echará del kibutz Ginossar, nadie desterrará a los judíos de Hebrón", declaró el ministro Yigal Allon. Dos años después el gobierno aprobó la creación de un "barrio hebreo" en Hebrón y encargó a un plan general para una "ciudad alta" en Hebrón, que se convirtió en el asentamiento urbano de Kiryat Arba. Todo el resto es historia, hecha de dolor y luto.
La aventura de los colonos tuvo origen hace 34 años, en la víspera de la Pascua judía, en el Park Hotel de Hebrón. Este gran éxito del Sionismo ha conseguido hasta ahora su principal objetivo histórico: obstaculizar toda posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz con los palestinos. Hoy los 200.000 colonos son el mayor obstáculo para un acuerdo, y también son el obstáculo para lograr la seguridad en Israel. Los asentamientos que Yigal Allon justificó, diciendo que estaban allí "por motivos de seguridad", son hoy la causa de un golpe mortal a la seguridad de todos los israelíes.
No hace falta mucha imaginación para entender como sería más fácil llegar hoy a un acuerdo si no hubiera asentamientos. Ninguna invasión por parte del ejército, ningún bombardeo, ninguno "checkpoint" y ningún asesinato selectivo darán la seguridad que puede dar un acuerdo de paz, o al menos una verdadera separación con una frontera clara. Hasta los que propugnan una separación unilateral porque no creen en la perspectiva de un acuerdo no pueden dejar de negar que los asentamientos son un golpe mortal a la seguridad, porque hacen imposible la separación.
Los asentamientos también presentan otro aspecto pernicioso, que también mina la seguridad. En el curso de su existencia han transmitido a los palestinos un mensaje amenazador y provocador, del que generalmente no entendemos completamente el sentido que tiene para los palestinos. Los gobiernos de Israel siempre han tenido la tendencia a ignorar este aspecto. Nadie lo ha ignorado más que Ehud Barak, ya que su gobierno ha realizado 6.045 nuevas construcciones en los asentamientos, cifra récord desde los tiempos del gobierno de Yitzhak Shamir, y de esta manera se oscurece la sinceridad de sus esfuerzos para poner fin al conflicto.
El comportamiento violento, autoritario y provocador de algunos de los colonos y la injusta división de los recursos naturales y los derechos -que los colonos gozan mientras les son negados a los palestinos- han aumentado más los justos sentimientos de amargura y odio de parte de los palestinos. No sólo nuestra noche de "seder" ha sido frustrada; lo misma que les ha sucedido a los palestinos hace un mes durante su festividad, la Fiesta del Sacrificio. A diferencia con a los israelíes, a la mayor parte de los palestinos les ha sido impedida encontrarse para la tradicional cena familiar a causa de los bloqueos y los cercos de las ciudades y aldeas. Decenas de miles de palestinos, incluidos niños, enfermos y ancianos, han tenido que afrontar el viento y la lluvia en un esfuerzo desesperado de alcanzar a sus familias cuando era posible. Mientras se abrían paso por los campos cenagosos, los coches conducidos por los colonos pasaban por las carreteras que son transitables sólo por judíos. No es difícil imaginar los sentimientos que esto ha engendrado. Durante aquella fiesta han sido asesinados seis palestinos, tres civiles inocentes, comprendido el padre de una mujer embarazada que trató de llevarla a un hospital para dar a luz. Dos mujeres embarazadas han sido heridas junto a sus maridos. Eso no justifica la matanza de Netanya, pero tampoco es posible borrar aquellos acontecimientos como si no hubieran ocurrido nunca.
Entre la tarde del "seder" de 1968 y la del 2002 la situación entre ambas partes, Israel y Palestina, han seguido deteriorándose hasta la situación actual. La sangre de tantos israelíes no fue nunca vertida en tan breve tiempo, y nunca los palestinos han estado sometidos a condiciones de ocupación tan dura como actualmente. Ahora más que nunca tenemos que remachar con claridad: unidos a ellos como estamos, en tanto que su celebración sea arruinada también lo será la nuestra.
(Traducción SODEPAZ)