5 de octubre del 2002
África Negra
Las mujeres rurales llevan la carga de la familia
FAO
Desde el punto de vista social y económico, la epidemia de VIH/SIDA
se encona más con las mujeres, lo que incrementa la vulnerabilidad de
las mujeres rurales pobres en particular.
Las mujeres suelen llevar la carga del cuidado de los enfermos y moribundos,
esfuerzo que las aparta de la producción agrícola, el cuidado
de los niños y actividades que producirían ingresos. La consecuencia
es la inseguridad alimentaria de las familias y la disminución de la
nutrición y la salud, así como el retiro de las niñas de
la escuela para proveer a la familia trabajo adicional, con siniestras consecuencias
en el futuro.
En los distritos de Uganda estudiados hay más familias bajo responsabilidad
de viudas del sida que de viudos.
Hay prácticas culturales que contribuyen a la propagación del
sida, como la costumbre que obliga a los hombres a casarse con la viuda de su
hermano. Y en muchas sociedades las mujeres, al enviudar, pierden sus derechos
a las tierras y las propiedades. En algunos casos esto las obliga a ejercer
el sexo comercial como única forma de subsistencia. Las viudas que tienen
hijos menores también es probable que queden atrapadas en la pobreza.
Al enfermar las personas, los bienes y los ahorros de la familia se agotan enseguida,
lo que deja a los sobrevivientes de la familia sin medios para sostenerse.
Los efectos del VIH/SIDA no se sienten únicamente en la familia, sino
en toda la sociedad. La disminución de la aportación de las mujeres
a la agricultura, a consecuencia de su propia enfermedad o de la de otros integrantes
de la familia, reduce la productividad agrícola y la seguridad alimentaria
de la familia. Esto resulta en especial devastador dada la función crítica
de la mujer en la mano de obra agrícola y en la producción de
la mayor parte de los cultivos de subsistencia.
Además, factores biológicos y sociales hacen más vulnerables
a las mujeres y las chicas ante el VIH/SIDA. En muchos lugares la infección
de VIH entre muchachas ha resultado de tres a cinco veces más elevada
que entre sus coetáneos varones.