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Latinoamérica

16 de marzo del 2002

13 comentarios de Alexis Ponce sobre Venezuela

Revista Koeyu Latinoamericano

Querido amigo Kintto Lucas

Agencia IPS

Leí el interesante artículo de tu autoría: "Chávez y Lucio Gutiérrez, vidas paralelas", publicado por IPS y multiplicado en algunas páginas del internet en América. Las probables interpretaciones de los lectores y malos usos que los adversarios del proceso bolivariano, y latinoamericano en general, pudieran darle al artículo y, sobre todo, a las opiniones mías contenidas en él, me obligan a comentar -de manera precisa- lo que el proceso venezolano significa para mí, aunque estos comentarios quizás atraigan la censura de algunos sectores del Establecimiento, siempre adversos a la Venezuela chavista y a quienes pensamos distinto en Ecuador y la región andina:
1.- Lo que diré es a título personal; de modo alguno compromete a la entidad de derechos humanos que represento. La Asamblea Permanente de Derechos Humanos, APDH, queda libre de responsabilidad, al ser una organización que responde a una dirección colectiva y pensamiento pluralista por los derechos humanos, que no fue creada para juzgar, apoyar o vetar estilos de conducción gubernamental. Es más, en el interior de la APDH, como les consta a sectores amigos, no hay consenso en el tema venezolano ni unanimidad acrítica en otros temas más específicos de la revolución bolivariana, temas en los que personalmente he optado por posiciones que juzgo correctas.
2.- A título muy personal, por tanto, en mi simple condición de ciudadano latinoamericano; individual y activamente, guardo respeto y adhesión hacia el proceso social y político que hoy vive Venezuela con la revolución bolivariana que lidera el presidente Hugo Chávez Frías.
Esta posición proviene de argumentos que considero justos desde lo ético y lo político. Creo que no puede, per-se, satanizarse al gobierno de Hugo Chávez, ni catalogársele -con el dogmático y acusador índice neoliberal-de "populista", porque reduce superficialmente un diverso y complejo fenómeno social que estaría interpretando, de alguna manera, los escenarios futuros y no sólo pasados de América Latina.
3.- Considero que la Venezuela de Chávez, aún con las obvias limitaciones, visibles errores, lamentables equivocaciones, terrible jalar de cuadras, crasos lapsus lingües y demás pecados escarbados y espulgados por los mass media del continente y Europa, aún con todo eso, y a pesar de eso, es un referente excepcional de política exterior digna, creativa e independiente. Venezuela, por lo menos, está en la agenda de una buena parte del mundo, porque -mal o bien- tiene política internacional, algo de lo que el Ecuador, por ejemplo, y desde hace mucho rato, no puede enorgullecerse.
4.- Creo, a riesgo de equivocarme, que la Venezuela de Chávez es un lunar en la tersa y blanca piel "made in" cirugías plásticas, del neoliberalismo imperante en América Latina. Su política social y económica la miro autonomizada de las decisiones fondomonetaristas y del insoportable, por mezquino, dogma globalizador en boga.
5.- Sin ser un todo acabado, creo que el bolivarianismo de Chávez tiene rasgos libertarios y audacias conceptuales, frente a la tiranía "new-age" del unipolarismo y de un orden homogenizante que cada vez nos brinda más pruebas de su imposición forzada y menos tesis definitivas o, peor aún, seducciones conceptuales.
6.- En el ancho mar de la mediocridad gubernativa latinoamericana, mediocridad inherente al neoliberalismo en picada y a este estilo lumpen de democracia (la "de minorías", como refería Tocqueville), el que yo esté ahora -no mañana, no demasiado tarde- con la Venezuela bolivariana, me parece una apuesta personal que no puede ser descalificada por el sectarismo de derechas o "centros" que poca diferencia guarda con el de izquierdas. Aún cuando signifique "quemarse", "ponerse en peligro", "aislarse", "quedarse sin voz", "condenarse al ostracismo público", etc.; para mí optar por algo, por cualquier cosa, de la más absurda a la menos trascendente, es un derecho existencial que, como simple humano, poseo.
7.- No puedo, es cierto, admitir todo lo que de la Venezuela chavista proviene. No soy incondicional de ningún poder del mundo, ni zalamero con los inconformes del Establecimiento. Me preocupa, por ejemplo, el reincidente registro de impunes ejecuciones extrajudiciales mal llamadas casos de "limpieza social", cuyas responsabilidades recaen, presuntamente, en determinados organismos de la Fuerza Pública y de la seguridad estatal. Me preocupa la política que durante años Venezuela ha tenido respecto de los refugiados colombianos, cuyos derechos humanos deben ser respetados en todo tiempo y lugar. Me preocupa que se critique a todo el sindicalismo venezolano. Los excesos deben tener un límite, es cierto, y el sindicalismo petrolero de México y Venezuela (¿y de Ecuador, no?) creó una casta privilegiada -la "aristocracia obrera" que aprendimos, guambritos politizados, en cuarto curso del colegio Mejía-, casta que pasó por encima de la clase obrera común y hasta de la clase media que cada día expulsa a tantos "al Este del Edén" neoliberal. Pero conozco y guardo amistad con algunos sindicalistas de la CTV y la CIOSL-ORIT, y los considero hombres ejemplares, dignos defensores de los trabajadores, hermanos de sueños sociales en los andes. No puede ser que a todos ellos, y a otros más (a algunos defensores de DDHH y sacerdotes de base) se los juzgue como "contras", o "agentes del imperialismo".
Ahora bien, para ser justos, en Ecuador -sólo en la vía Perimetral de Guayaquil- se registraron 71casos de ejecuciones extrajudiciales contabilizadas, presumiblemente cometidas por "escuadrones de la muerte" o elementos de la Fuerza Pública, pero no hay "actores democráticos" que rasguen sus vestiduras por esas violencias. Esa barbarie sólo la memorizamos los tercos defensores de DDHH, y aquellos que no nos acostumbramos a que la brutalidad -o la estupidez- 'sigan siendo' elementos consustanciales de la cotidianidad ecuatoriana. Ni qué decir sobre la xenofobia anti-colombiana que se profundiza en Ecuador, alentada por un manejo mediático digno de la peor prensa chicha peruana.
8.- Es justo decir las cosas por su nombre: no le apuesto totalmente, sino a la vida. No le apuesto incondicionalmente, sino a los derechos humanos y a la terca esperanza. No le apuesto integralmente sino al amor a la Tierra y a los sueños mejores de toda la humanidad, incluso aquella que prejuzgan de "capitalista contrarrevolucionaria" o de "comunista subversiva". Esas apuestas personales no me convierten en ciego o mezquino: no será de mí desde donde se lance la primera piedra filosofal, y de las otras, que tantos sectores "light" de la farándula intelectual latinoamericana lanzan contra Hugo Chávez y el extraño proceso político y social que lidera, la revolución bolivariana que cautiva poderosamente a los pobres de Venezuela y a los incautos como yo.
9.- Como hombre libre, no quiero que nuestro continente sea sometido a la insoportable levedad dictatorial de esta -cada vez más hipócrita- "democracia unipolar". ¿Por qué puede existir un solo criterio, el impuesto por los más fuertes, de democracia para el mundo? ¿Es que no se dan cuenta que Latinoamérica no puede más? Es mi derecho humano, mi opción personal, mi errática apuesta en última instancia, el no satanizar a Chávez y el no prestarme a estigmatizaciones sectarias y vergonzantes. Recuerdo la imprecación del Bolívar de García Márquez en "El General y su laberinto": ¡Carájos!, ¡déjennos vivir en nuestra edad media!
10.- No puedo mirar indiferente el diario avance de la agresión transnacional contra Venezuela, perpetrada por plumas que -de tanto rencor que estilan- corren el peligro de volver "idiotas sin manual" a sus autores perfectos. No puedo mirar impasible cómo los señores Montaner, Plinio Apuleyo, Oppenheimer y otros -menos brillantes- autores de la farándula "light" ecuatoriana, han sobrellevado su lid con Chávez. ¿Podrían recordar de qué lado estaban durante el imperio de la noche dictatorial latinoamericana, que ahora se consideran los defensores a ultranza de la democracia liberal y acusan inquisitorialmente de "dictadura totalitaria" lo que se vive en Venezuela? ¿Me podrían decir los posmodernos Torquemada de la nueva era, un nombre, uno solo, de un periodista que haya sido asesinado, desaparecido, torturado o encarcelado; o un medio de comunicación que haya sido incautado, o impedido de circular, o boicoteado en la Venezuela chavista?
11.- Quizás nunca se sepa. O después de 30 años, tal vez, cuando -como hoy sucede-, se desclasifiquen -nunca es tarde, me digo- algunos de los archivos secretos de la CIA y del Departamento de Estado (¡perdón!, ya me puse jurásico). Para mí no resultaría imposible, por no decir otra cosa, que lo que hoy se vive en una buena parte de la región andina y Venezuela en particular, responda a una poderosa operación estratégica, más digna de los años sesenta y de la guerra fría que del supuesto "nuevo orden mundial". Y es que pareciera haber manos ejecutivas conduciendo los finos y diversos hilos de la estrategia mediática y las actividades diarias con las que hoy someten a Venezuela al castigo de los dioses. ¿Conducirán, un día, esas manos, a unas actas hoy clasificadas? Queda la pobre esperanza de intuir que, más tarde que temprano, conoceremos -como lo supimos en Chile, Guatemala, El Salvador o Argentina- qué manos clasificadas y qué estrategias autorizadas por poderosos gobiernos, estuvieron detrás de esta campaña típicamente macarthista que sufren Venezuela y una buena parte de los sujetos sociales de la región andina, y que la padecimos en Ecuador durante la primera mitad de los sesenta (y acaso ahora, ¿no?).
12.- Aunque no se quiera admitirlo, existe una vergonzosa campaña mediática en contra de un presidente elegido por su pueblo, que ha cumplido con el convencionalismo liberal de la democracia imperante en el mundo occidental. Esa campaña mediática, nada limpia y nada ética, la asumen quienes no han sido capaces de re-crear el restringido modelo de "Libre Información" que padece América Latina y una buena parte del mundo. Reafirmo, pues, que en Venezuela los grandes medios, violentando principios constitucionales y universales, del derecho a la información y a la libertad de prensa y expresión, han censurado, coartado, silenciado o tergiversado las posiciones de los sectores que apoyan al llamado proceso bolivariano. Y reafirmo, no una, sino las veces que fueren, que quien viola los derechos humanos a la expresión y a la libertad de información en Venezuela, no es el gobierno de Chávez ni los sectores disidentes del sistema unipolar, sino el poder de ciertos monopolios privados de la comunicación.
13.- No puedo "apoyar la democracia" a secas. Por lo menos la democracia copeiana y adeca, no. Apoyo, eso sí, y de manera entusiasta, alternativas humanas y sociales válidas y posibles frente a un neoliberalismo recalcitrante que no brinda ninguna posibilidad de futuro para las tres cuartas partes de la humanidad. Apoyo la construcción de una democracia desde abajo, participativa, colectiva y creativa, original y robinsoneana. Latinoamericana. No puedo apoyar liderazgos personalistas, anacrónicos en el mundo en el que sueño vivan un día mis hijas, ni mesianismos de izquierdas o de derechas, en los cuales no creo que la utopía humana se realice. Y tampoco puedo apoyar democracias elitistas que nos condenan a votar por los ya elegidos en el reduccionismo -nada pendular y sí muy dictatorial- que se manifiesta en la democracia "republicana, ó demócrata".
Creo en una democracia donde la Central de Trabajadores de Venezuela sea posible. Pero donde Chávez también sea posible. Una democracia donde mi paradójico Bolívar sea posible. No quiero para nuestros pueblos dictaduras militares ni democracias al estilo Condado de la Florida, si ello implica poca transparencia informativa y electoral, mucha oscuridad electoral y de prensa, "triunfos" extraños e imperios del poder financiero, o doble moral para decidir a qué lado están los buenos y a qué lado están los malos.
Prefiero, eso sí, al demente Simón Rodríguez y a su fracasada utopía americana, que a los esclavistas de aquella época y su demencial Destino Manifiesto de todos los tiempos.
Con mis debidas disculpas por decir públicamente lo que creo, va mi abrazo de amistad y mi cariño de siempre,
Alexis Ponce
APDH del Ecuador




Extracto referido:
"... El dirigente de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Ecuador Alexis Ponce aseguró que "en Venezuela los grandes medios se han puesto contra el gobierno cerrándose a las posiciones de quienes lo apoyan, en lo que se constituye en una violación a la libertad de expresión.
El activista explicó que su organización no apoya a Chávez, sino a "la democracia y la necesidad de que exista una verdadera libertad de expresión". "No es el gobierno venezolano el que viola los derechos humanos, los que los están violando son los grandes medios" de comunicación, opinó".