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2 de marzo del 2002
Lanzan bolsas con excremento contra el Congreso
El cacerolazo de los viernes contra las patotas de la Provincia
de Buenos Aires y la Plaza del Sí
Celeste Neyra, Red Eco
Luces apagadas en la Plaza de Mayo, luna enorme que nos alumbra (¿querrá
participar del cacerolazo o nos estaremos por estrellar contra ella?). A las
11.00 de la noche muchos barrios no habían llegado a la plaza. Raro para
estos viernes de ya habituales cacerolazos. No tan raro si nos acordamos que
la semana pasada los vecinos de Merlo fueron patoteados y agredidos por un grupo
de ¿personas?, luego de realizar la asamblea. Pero no fue largo el tiempo en
que se notó la ausencia de barrios. A las 11.30 los aplausos fueron para
la gente que llegaba desde el oeste que caceroleando en la plaza de Merlo iniciaron
la marcha de repudio a la patota que violentó a los vecinos.
Plaza de Mayo, otra vez ocupada: banderas de asambleas barriales populares algunas
de las cuales ya tienen nombre, una lleva inscripto "20 de diciembre"; carteles
hechos a mano -¡NO! Escribió una pareja en un cartón; banderas
argentinas; por supuesto cacerolas y otros instrumentos ruidosos.
Muchos vecinos reunidos una vez más en la plaza con consignas propias
muy alejadas de la armada plaza del Si, que finalmente organizó Duhalde
para ser recibido en el Congreso Nacional. Una mujer parada debajo de la bandera
de Lomas de Zamora nos dijo: "La consigna que traemos hoy es seguir luchando
por lo que venimos bregando hace tiempo: trabajo, que no haya hambre ni desocupación
para todo el pueblo argentino. Que se vayan todos y que haya un gobierno popular,
eso es lo que queremos".
Los iniciales cacerolazos exaltados por las prohibiciones, los afanos, el corralito,
el estado de sitio, la corte suprema, el "se va a acabar esa costumbre de robar",
se transformaron a través de las asambleas populares en manifestaciones
contra el ajuste y el arancelamiento de la educación y la salud, contra
el hambre, por la nacionalización de la banca, el no pago de la deuda
externa.
"Hemos votado la consigna que se vayan todos y después queremos que de
las asambleas surjan los nuevos representantes" nos decía una joven asambleísta
de José C. Paz. Coincidían la señora que vino desde Belgrano
con el de Villa Pueyrredón, el de Quilmes con el de Lomas de Zamora y
la de José C. Paz: No al hambre. Si al gobierno del pueblo. NO a la plaza
del Si, SI a la plaza del No.
La Plaza de Mayo se cargó de gente que llegaba con consignas, con cantitos
"Eduardo Duhalde vos sos igual que Menem, lo mismo que Chupete, ajuste y represión".
Muy lejos de una Plaza Congreso donde se juntaron el número exacto de
participantes que el gobierno había calculado (tal vez los tendrían
contados, para poder presupuestar el gasto que les generó el haber convocado
a través de dinero y comida). Un acto que sufrió la ausencia de
un discurso en público debido a los incidentes provocados por los mismos
manifestantes. Una plaza armada, pagada, movilizada luego de varias convocatorias
que se suspendían el mismo día, vacía de contenido. Una
tarde que en un patético intento de contrarrestar a las genuinas movilizaciones
populares, no logró opacar el contenido y las consignas que los piquetes
y cacerolas generan semana a semana en asambleas y cortes.