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7 de marzo del 2002
Lágrimas de sangre
Iván Valdés
El Sglo
Con la excusa de "atacar el narcotráfico" el Plan Colombia es
la expresión más abierta de intervención norteamericana
en Colombia. Armas, aviones, helicópteros artillados, radares, mercenarios
y "asesores" militares son algunas expresiones de este proyecto que comprende
1300 millones de dólares. Sus objetivos: derrotar política y militarmente
a uno de los reductos revolucionarios más importantes del continente:
la guerrilla colombiana, en la perspectiva de consolidar su dominio en la región.
El Plan Colombia es el proyecto geopolítico de EE.UU. para consolidar
su hegemonía en la región. El discurso oficial, repetido majaderamente
por los medios de comunicación en Chile, es que el plan sólo busca
combatir el narcotráfico, pero en los hechos, tanto el gobierno colombiano
como EE.UU. se han encargado de difuminar esta división. La guerrilla
es la "narcoguerrilla" que protege a los traficantes y las zonas de cultivo
de la coca, por lo que para una efectiva lucha contra la droga es indispensable
combatir la insurgencia.
Por lo que el objetivo central del Plan Colombia es la derrota política
y militar de la guerrilla, pero para esto también es indispensable el
combate al movimiento popular colombiano que le da sustento. Este objetivo por
cierto responde a intereses del imperialismo dentro de Colombia pero también
y principalmente en el resto de América.
Para la Casa Blanca la lucha colombiana representa un importante escollo en
la consolidación de su hegemonía en la región, especialmente
en Centroamérica, el Caribe y el norte de Sudamérica. Esto por
que Colombia forma parte del llamado "Triangulo Radical" principal foco de conflicto
para EE.UU. que está integrado además por la Revolución
Bolivariana de Venezuela y potente movimiento popular de Ecuador, encabezado
por el movimiento indígena. A esto se suma el avance de la izquierda
en Brasil, Uruguay y las movilizaciones argentinas.
La política internacional independiente de Chávez ha sido un constante
problema para EE.UU. Por una parte está el problema del petróleo
en donde Venezuela a promovido una política más independiente
de Washington dentro de la OPEP (organización de productores de crudo)
y ha torpedeado las aspiraciones de aislar a Cuba con sus acuerdos de integración
económica con la isla.
Petras señala que el Triángulo Radical "puede contribuir a minar
la mística de la hegemonía invencible de los EEUU y la idea de
que la ideología del libre mercado es inevitable."
Este Triangulo se da en una zona rica en petróleo, lo que por una parte
a motivado una intervención más agresiva por parte de Washington
como el caso del Plan Colombia, pero también se ha transformado en una
palanca para desafiar al poder imperial. La llamada "diplomacia del petróleo"
llevada adelante por Chávez.
En el plano interno Petras advierte que para que la Globalización capitalista
se desarrolle requiere de estados nacionales que respalden su expansión,
por tanto la derrota de la guerrilla busca generar una correlación de
fuerzas favorables para la consolidación del Imperio, o en otras palabras,
apoyar gobiernos títere que no entorpezcan la depredación de las
grandes transnacionales ni cuestionen las políticas de la metrópoli.
En la misma idea las FARC señalan que el Plan Colombia "es el plan geoestratégico
del imperialismo para consolidar su dominio en el Conosur y tener libre acceso
a la rica biodiversidad de la Amazonía y a sus grandes reservas de agua
dulce", además de asegurar el libre acceso a las importantes reservas
petroleras del país. Pare estos fines el Senado norteamericano aprobó
un presupuesto inicial de 1300 millones de dólares, destinados principalmente
a fortalecer a las Fuerzas Armadas colombianas.
Pero de esta enorme cantidad de recursos poco o nada va para Colombia. Ese dinero
tiene también por fin el revitalizar la hipertrofiada industria militar
del país del norte. Como dijeran las mismas FARC, los dineros del Plan
Colombia tienen el sello "compre norteamericano".
La United Tecnologies se adjudicó un contrato de 324 millones de dólares
por la venta de 18 helicóteros Black Hawk, la empresa Textran a su vez,
obtiene 84 millones de dólares por la entrega de 42 helicóperos
Huey, la Lockheed por su parte se ganó 68 millones de dólares
por el montaje de radares, y así suma y siguen los contratos que el gobierno
de EE.UU. firma con empresas de EE.UU. para agudizar la guerra en Colombia.
Componentes del Plan Colombia
Este tiene tres grandes tenazas: la primera son las bases militares que se instalarán
en el Caribe, en Aruba y Curazao, la segunda es la que se construirá
en El Salvador en Centroamérica y la tercera es la base de Manta en el
Ecuador en la parte norte de Sudamérica. En la idea de cercar a Colombia
y consolidar una importante plataforma militar para enfrentar otros conflictos
en la región como el movimiento indígena de Ecuador o la Revolución
Bolivariana de Venezuela.
Ante la posibilidad de tener que retirar la base de Vieques en Puerto Rico debido
a las permanentes protestas que ha suscitado en la población y en función
de no ver debilitada su presencia en el Caribe es que EE.UU. está apostando
fuertemente a la construcción de una nueva base en la isla Saona y en
el islote de Alto Velo, al este y suroeste de las costas de República
Dominicana y Haití.
En cuanto al desarrollo militar dentro de Colombia el plan establece:
-Reforzar la inteligencia militar.
-Transformar el sistema de vigilancia, introduciendo el espionaje vía
satelital con una cobertura que comprende todo el territorio nacional.
-Establecer corredores aéreos interbases, conectándose también
con bases en el exterior.
-Consolidar la base de Tres Esquinas, enfocada al control de la Alta Amazonía.
-Construir una nueva base en Larendia, preparada con pista de aterrizaje para
bombarderos B-52 con una capacidad operativa que sobrepasa con creces el territorio
colombiano, permitiendo una cobertura para ataques en casi todo el continente.
-Crear cinco batallones anti narcóticos, de los que ya se han constituido
tres.
-Rediseñar el plan contrainsurgente.
-Ampliar sustancialmente la dotación de aviones y helicópteros.
- Actualmente existen alrededor de 400 asesores militares norteamericanos en
y más de 70 mercenarios que tienen por misión fundamental el pilotaje
de helicóperos.
La nueva doctrina Kennedy
La ingerencia norteamericana en Colombia no es nueva, a lo largo de toda la
historia de este país andino, con mayor o menor intensidad, de manera
más o menos explícita dependiendo de la situación histórica,
siempre el imperialismo ha estado presente.
Es en la década del 60 donde esta intervención adquiere una mayor
consistencia ideológica con la doctrina Kennedy para enfrentar a los
movimientos revolucionarios en América Latina, la llamada Doctrina de
Seguridad Nacional que vino a reemplazar definitivamente a la Doctrina de Seguridad
Hemisférica que hasta entonces primaba en Washington.
La Doctrina de Seguridad Hemisférica se articula después de la
Segunda Guerra Mundial, en respuesta a la creciente influencia y poderío
militar de la Unión Soviética. El objetivo era coordinar a los
ejércitos del continente bajo el mando norteamericano ante una posible
"invasión comunista" extrahemisférica. Esto porque la posibilidad
que el Socialismo triunfara dentro de nuestros países era visto como
algo inviable, demasiado lejano o que en último caso podía ser
resuelto fácilmente como ocurrió en Guatemala en 1954 con un gobierno
progresista "democráticamente elegido" que fue derribado por la CIA.
Pero un hecho histórico desmontó toda la estrategia norteamericana
para la Patria Grande: la Revolución Cubana en 1959. Esta alertó
de un nuevo e inesperado peligro, un movimiento revolucionario había
tomado el poder bajo las propias narices del Imperio. El "peligro comunista"
ya no estaba en una improbable invasión soviética, el enemigo
eran los nuevos movimientos insurgentes dentro de nuestros países.
Es en este marco que se crea una nueva figura: la del "enemigo interno", es
decir, el factor detonante de posibles transformaciones revolucionarias se encontraba
en las luchas populares y a estos había que combatirlos a toda costa.
La doctrina Kennedy perseguía frenar el avance de los movimientos revolucionarios
mediante dos grandes herramientas: la llamada "Alianza para el Progreso" que
buscaba el desarrollar socioeconómicamente nuestros países, ya
que existía plena conciencia que la miseria era caldo de cultivo para
el crecimiento de la insurgencia. El punto es que la "Alianza para el Progreso"
requería de décadas para comenzar a dar sus primeros frutos, por
lo que fue necesario un plan complementario que asegurara el domino imperial
de forma más inmediata: La Doctrina de Seguridad Nacional. Este segundo
factor para contener la marea revolucionaria era la fuerza. El objetivo era
transformar a las Fuerzas Armadas locales en los principales guardianes del
sistema, lo que desembocó en la serie de golpes de estado y dictaduras
militares en el Cono Sur.
En definitiva podríamos decir que el Plan Colombia no es otra cosa que
una expresión contemporánea de la doctrina Kennedy para la región.
Sus diferencias radican en dos factores. El primero es la excusa para la intervención:
el "peligro comunistas" es reemplazado por el "peligro del narcotráfico"
y el segundo es la magnitud: la escala de la intervención militar en
Colombia hoy, es mucho más grande que lo que se veía en los 60.
Para James Petras, estas diferencias en la intervención imperialista
no se debe a variaciones en la estrategia contrainsurgente de Washington, sino
"en el diferente contexto político de Colombia y el mundo: en los años
60 las guerrillas eran grupos pequeños y aislados, hoy son un ejercito
formidable que opera a escala nacional. En ese momento Kennedy se concentraba
militarmente en Indochina, mientras que hoy Washington se encuentra con las
manos relativamente libres".
La táctica de secarle el agua al pez
Los cimientos mismos de la historia de Colombia están empapados de sangre.
Masacres, desaparecimientos y ejecuciones sumarias son componentes ineludibles
de las políticas que aplican los medios gobernantes colombianos para
asegurar sus posiciones de poder.
Quizás el conflicto colombiano sea uno de los más incomprendidos
del mundo. No resulta fácil de entender cómo puede existir una
lucha armada con este impresionante grado de desarrollo en condiciones que en
Colombia no existen formalmente las situaciones históricas que han caracterizado
el surgimiento de movimientos insurgentes en el resto del mundo.
Colombia es (formalmente) un país independiente, la lucha no sería
de "Liberación Nacional" en circunstancias que no hay una fuerza extranjera
a la que expulsar, como se dio el caso en Vietnam. O como también podría
ser el caso de la lucha del pueblo palestino que busca la creación de
un estado independiente.
No existe tampoco una dictadura militar a la que enfrentar, Colombia tiene fama
de ser la "democracia más antigua del continente", con un presidente
que se elige cada cuatro años y un parlamente que se renueva cada tres.
¿Porqué entonces las organizaciones de izquierda no dejan las armas para
sumarse a la lucha legal?
DD.HH.:el factor olvidado de la democracia colombiana
Terrorismo de Estado. Ese es el apelativo que suele darse al lado oscuro de
la "democracia colombiana", aquel que no sale en la prensa chilena, aquel lado
en que el asesinato de opositores políticos es parte de la "real politic"
de la clase dominante.
Asumiendo la táctica de "secarle el agua al pez" las fuerzas militares
y paramilitares han descargado la furia de sus armas sobre importantes sectores
del pueblo colombiano, principalmente campesinos en las zonas rurales y las
organizaciones de trabajadores y estudiantes en las ciudades, con el fin de
terminar con la base popular que sirve de apoyo a la guerrilla.
La guerra sucia llevada adelante en el campo produce un promedio de 300.000
desplazados al año. La táctica es simple, van a alguno de los
diversos pueblos campesinos que existen en Colombia y masacran a todos quienes
se sospeche tienen simpatías con la guerrilla. Los que no fueron asesinados
y torturados prefieren emigrar a las ciudades o a las zonas fronterizas en busca
de un lugar más seguro.
Estos desplazamientos forzados generan una gran presión en las cuidades
por la falta de infraestructura para recibir a la gente del campo, no hay viviendas
ni trabajo para ellos, engrosando los cordones de miseria y el ejército
de desempleados. En el campo el despoblamiento potencia al latifundio que tiene
acceso a nuevas zonas agrícolas para expandirse.
Según Naciones Unidas el año 2000 un promedio de 8 personas por
día fueron ejecutadas extrajudicialmente, 1 desaparecía y cada
2 días fue asesinada una persona por ser considerada un "desecho", en
lo que conoce como la "limpieza social" ejecutada por grupos policiales y parapoliciales
al estilo de los escuadrones de la muerte en Brasil. Esto se suma a las 4 muertes
que se registran diariamente en combate.
Según estadísticas de diversas organizaciones de Derechos Humanos
tanto dentro como fuera de Colombia, casi el 80% de estos crímenes son
responsabilidad de agentes estatales.
Aquellas zonas en que existe una mayor influencia de la Izquierda son constantemente
acosadas por las Fuerzas Armadas, uno de los casos más emblemáticos
es la ocupación de Sumapaz, región con histórica ascendencia
comunista, en la que el Ejército bloqueo los accesos aislando a la población
en una campaña denominada "Destructor II" que movilizó a 4.000
soldados.
La comisión de Naciones Unidas que está a cargo de revisar la
situación de los derechos humanos en Colombia planteó el año
pasado que es preocupante "el aumento del paramilitarismo" al igual que "los
vínculos entre grupos paramilitares y la fuerza pública, los cuáles
fueron reconocidos por la comisión el año pasado, son alarmantes".
Es en este contexto que muchos dicen que en Colombia no existe la posibilidad
real de desplegar un trabajo político abierto, como debiera ocurrir en
una democracia. Al respecto es elocuente el caso de la llamada "Unión
Patriótica" ,organización política legal que representa
la propuesta programática de las FARC.
Este intento realizado en 1985 culminó en 10 años con el asesinato
de 5.000 de sus miembros por fuerzas militares y paramilitares. Esta masacre
fue calificada de "genocidio" y condenada incluso por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos de la OEA.
Impunidad y legislación para la guerra
La corrupción y el crimen de los organismos del estado se despliega con
la más absoluta impunidad. Un ejemplo es el caso del Coronel Jorge Enrique
Plazas, director de inteligencia de la XIII Brigada del Ejército con
sede en Bogotá, acusado por la Fiscalía Nacional de dirigir la
banda de militares que secuestraron al joven comerciante judío Benjamín
Khoudari, a quien asesinaron, luego de cobrar un millonario rescate. El oficial
no fue destituido.
Otro caso es el del asesinato de 6 niños por soldados de la IV Brigada
de Ejército, en agosto del año 2000. como es habitual el Ejército
acusó a la guerrilla de los crímenes, lo que fue desmentido por
lugareños que fueron testigos de los hechos. Tras un breve juicio en
un tribunal militar, los soldados implicados fueron absueltos por haber cometido
los delitos "en ejercicio de los deberes militares".
Nuevamente el Estado colombiano sirve de soporte a la guerra sucia que los medios
gobernantes libran contra todo aquel que se oponga a sus intereses. En este
marco es que nuevamente la ley se acomoda a las necesidades de la represión,
con una legislación que le entrega plenos poderes a los militares para
actuar.
Una de estas normativas especiales es la ley 81 que concede funciones judiciales
a las Fuerzas Militares, le otorga el fuero integral a cada uno de sus miembros,
restablece el "principio" de la obediencia debida, autoriza la aprehensión
preventiva y la retención de una persona hasta por seis días.
Así mismo, se le confiere a las Fuerzas Armadas los poderes para dictaminar
la situación del país y en función de ello movilizar o
desmovilizar el poder nacional, se le concede en nombre de la operatividad la
creación y administración total de los "teatros de operación
militar", lugares del territorio colombiano donde los militares ejercerán
sin limitaciones y control el poder de las armas, así como la utilización
de seguridad y vigilancia privada para realizar operaciones.
Es en este contexto que se desarrolla la lucha revolucionaria en Colombia, un
contexto que deja pocos espacios para la lucha política abierta. Tal
vez sea necesario recordar las palabras de Manuel Marulanda, líder de
las FARC, el 20 julio de 1964, cuando se desarrollaba la llamada "Operación
Marquetalia" que movilizó a 16.000 soldados al mando del Mayor norteamericano
William Yarborou con el fin de liberar esa región de la "influencia comunista".
"Nosotros somos revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen.
Pero queríamos y luchábamos por ese cambio usando la vía
menos dolorosa para nuestro pueblo: la vía pacífica, la vía
democrática de masas. Esa vía nos fue cerrada violentamente con
el pretexto fascista oficial de combatir supuestas "Repúblicas Independientes"
y como somos revolucionarios que de una u otra manera jugaremos el papel histórico
que nos corresponde, nos tocó buscar la otra vía: la vía
revolucionaria armada para la lucha por el poder."