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ADRIANA PUIGGROS, PEDAGOGA
"Hay que transmitir que hay futuro"
Por Javier Lorca
"Tiene que haber un trabajo de los docentes para socializar y evitar que
se produzcan divisiones por sectores sociales." Eso propuso la pedagoga
Adriana Puiggrós, en diálogo con Página/12, ante los cambios
sociales que este año se verán en las aulas. Para la ex secretaria
de Ciencia y Teconología, la "ecuación fundamental"
para sobrellevar la crisis incluye al "comedor escolar, el clima de trabajo,
los maestros tranquilos y padres que apoyen".
–¿La crisis socioeconómica va a afectar al ciclo lectivo que empieza
ahora?
–Muy profundamente. En especial por el clima cultural. Para que se pueda aprender
y enseñar debe haber confianza en que hay un futuro y en que esa tarea
pedagógica tiene sentido. Para eso es muy importante que los adultos,
tanto los docentes como los padres, puedan tomar distancia de la situación
actual, para poder transmitirles esperanza a los chicos, para que perciban que
la catástrofe no es su destino y que estudiando se abre la posibilidad
de salir adelante. Debe haber un acto de generosidad por parte de los adultos.
Los docentes tienen que enseñar, defendiendo también sus salarios
y mejores condiciones para trabajar. Cada padre y cada maestro tendría
que pensar hoy qué le va a transmitir a los chicos para que a la escuela
vayan con ganas de aprender. Hay que enseñar, sin vueltas.
–En la Secretaría de Educación porteña se están
preparando para un escenario donde confluirán, en la escuela pública,
los chicos de sectores sociales más pobres y los de la clase media en
baja.
–No es malo que los chicos compartan la escuela. Pero va a ser necesario apoyar
a los docentes: tienen que cobrar como para vivir tranquilos y deben tener detrás
un sistema educativo que funcione. En la Ciudad de Buenos Aires funciona bien,
pero en otras provincias hay un problema grave cara al futuro. En educación,
las joyas de la abuela ya las gastamos. Hasta mediados de los ‘90, Argentina
tenía un alto grado de alfabetización y de retención estudiantil,
pero eso ya no es así. El nivel de escolaridad por ahí sigue alto,
pero es porque los alumnos van al comedor escolar. Y el hecho de que concurran
chicos de diferentes sectores sociales a la escuela estatal sería maravilloso
si se pudiera volver a estructurar la escuela pública. Pero si es producto
de la crisis se puede volver muy problemático.
–Ante la polarización del origen social de los alumnos, ¿qué tendrían
que hacer los docentes en el aula?
–Tiene que haber un trabajo de los docentes para socializar y evitar que se
produzcan divisiones por sectores sociales en el aula. Habría que organizar
mucho trabajo en equipo entre los chicos. Pero lo más importante que
hay que hacer este año en educación, los padres y los docentes
en conjunto, es restablecer normas claras, poner objetivos y acordar las formas
de evaluación. Y crear un ambiente de trabajo en la escuela y en la casa.
–¿El impacto de la crisis va a ser distinto en la escuela privada y en la pública?
–Depende mucho de los tipos de escuelas públicas y privadas. Hay algunas
privadas donde se va a notar mucho, pero en otras, como las parroquiales y las
religiosas, no creo. No se puede generalizar. Igual, donde más se ve
la crisis es en la escuela pública.
–¿Los colegios estatales pueden llegar a perder alumnos de los sectores sociales
más carenciados, es decir, a los hijos de padres que ya ni siquiera pueden
mandarlos a la escuela pública?
–Sí, cuando cierran los comedores escolares. Eso no se puede permitir.
El comedor escolar, el clima de trabajo, los maestros tranquilos y padresque
apoyen: esa es la ecuación fundamental para superar esta situación
de crisis en la escuela.
–El regreso de la clase media a la escuela estatal, ¿podría redundar
en un mayor impulso para la educación pública, vía mayor
exigencia de los padres?
–Esos padres habían tomado una decisión muy fuerte en los ‘90
cuando resolvieron mandar a sus hijos a la escuela privada, porque la tradición
en el país era la escuela pública. Ahora vuelven, pero por la
crisis, entonces vuelven desesperanzados. No sé si van a tener ánimo
para exigirle mucho a la escuela. Además, en varias investigaciones que
hicimos en los últimos años encontramos que los padres de sectores
pobres suelen tener una exigencia muy alta, a veces desmedida, hacia los docentes.
Están convencidos de que ese es el único camino para salir de
la pobreza. Entonces podríamos encontrarnos con padres de clase media
deprimidos y con gente de clase baja que ven a la escuela pública como
la única posibilidad de cambio para sus hijos