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4 de marzo del 2002
El nuevo esclavismo, la ideología globalizada
Libardo García Gallego
Las caras de los soldados que marchan al Caguán retratan bien su personalidad.
Se adivina en ellos su bajo nivel académico, sus necesidades económicas
y hasta su dudoso comportamiento anterior. No pude ver en la televisión
jóvenes hijos de papi y mami; claro!, éstos desfilan hacia las
Universidades mientras los hijos de los pobres tienen que enrolarse en las filas
del ejército para poder conseguir aunque sea el empleo de cuidandero
de los intereses oligarcas. En medio de su ingenuidad y del lavado cerebral
de rigor se ufanan de ir a "defender la patria", patria de la cual apenas conocen
el nombre e ignoran de quién es; que van por la toalla de Manuel y por
el mono Jojoy, sin saber un ápice de sus programas políticos.
La gente repite sin pensar las ideas inculcadas por los medios y los voceros
de la clase dueña del Estado.
A un 90% o más de los encuestados les parece bien que sean masacrados
los inconformes, aunque en ese proceso desaparezcan muchos soldados. En un país
donde la oposición es exterminada y los pocos que quedan carecen de medios
para divulgar sus ideas, no es raro escuchar el monótono y sumiso coro
del alienado pueblo, exigiendo guerra, la misma de la cual los medios hacen
cotidiana apología. Hasta los candidatos presidenciales del sistema se
quedaron sin tema con la decisión presidencial de suspender el proceso
de paz con las FARC, pues todo el tiempo se habían limitado a anunciar
cuándo recuperarían el Caguán, absteniéndose de
formular programas sociales para superar la miserable situación de la
mayoría de los colombianos. Sólo los irresponsables, los que extraen
jugosos beneficios del tráfico de armas o de la prolongación del
conflicto, los que quieren la paz sin que les cueste nada, los malthusianos,
los aberrados necrófilos y masoquistas, le apuestan a la guerra como
solución a los problemas del país. Son los mismos que satanizan
el alzamiento popular con el cuento del terrorismo, coco inventado por los imperialistas
para frenar cualquier intento de lucha en busca del reconocimiento de los derechos
de los excluidos sociales. Esa satanización de las luchas tildándolas
de terroristas es similar a lo que aquí, internamente, conocemos como
la "penalización de la protesta social".
También juegan a la intervención extranjera en los asuntos internos
del país, renegando de la soberanía nacional. Por eso apoyan el
Plan Colombia y reclaman boínas verdes y cascos azules. ¡Cómo
emboban el pueblo estos apátridas y antipatriotas!.
Los demás estamos por la solución política, es decir, por
una paz condicionada a la implantación de la justicia social, para lo
cual se necesita voluntad política de los detentadores del poder. Nosotros,
con Saramago, tocamos a rebato por la muerte de la justicia, pero queremos que
resucite o renazca. El Nóbel literario requiere de nuestro apoyo para
"promover un debate mundial sobre la democracia y las causas de su decadencia,
sobre la intervención de los ciudadanos en la vida política y
social, sobre las relaciones entre los Estados y el poder económico y
financiero mundial, sobre aquello que afirma y aquello que niega la democracia,
sobre el derecho a la felicidad y a una existencia digna, sobre las miserias
y esperanzas de la humanidad o, hablando con menos retórica, de los simples
seres humanos que la componen..."(*)
Qué mejor para los gobernantes de Estados Unidos y de las siete grandes
potencias occidentales, manejar hegemónicamente la ideología de
la humanidad, que nadie les chiste, que nadie les contradiga, que todos aceptemos
sus proyectos expansivos como verdades incontrovertibles! No! No podemos convertirnos
en idiotas útiles de esas castas que nos robaron y siguen robándose
nuestros recursos, que se enriquecieron y siguen enriqueciéndose a costillas
de nuestra miseria, que nos dejaron el atraso por legado. Nuestro abrazo es
en primer lugar con los pueblos de América Latina, víctimas de
la globalización capitalista y amenazados en su soberanía por
el águila imperial a través del Plan Colombia y el Área
de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Los pueblos sojuzgados del
planeta tenemos que globalizar también las luchas, unirnos para vencer.
Nuestra visión y nuestros intereses son contrarios a los de las grandes
potencias capitalistas.
(*) Saramago, José. ¨Este mundo de la injusticia globalizada", mensaje
al Foro Social Mundial.
Armenia, Colombia, Febrero 27 de 2.002.