Avizora Alarcón nueva izquierda a
partir de la lucha anticapitalista
G. Alvarez, D. Brooks y L. Navarro /I
La cumbre de Monterrey no puede ofrecer una solución al problema de desarrollo y el modelo neoliberal se revela como el peor enemigo de la democracia, sostuvo Ricardo Alarcón, quien se mostró optimista de que el movimiento de resistencia a la globalización neoliberal sea punto de partida para la recomposición de la izquierda.
Alarcón es una de las figuras más relevantes de la política cubana actual. Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de la isla, ha ocupado posiciones relevantes en la diplomacia: representante ante Naciones Unidas y canciller.
De visita en México para asistir a la reunión del Foro Interparlamentario de las Américas, que concluyó el 15 de marzo en la ciudad de México, en el marco de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, en Monterrey, Alarcón es uno de los funcionarios isleños que mejor conocen la situación política estadunidense, y habló en exclusiva para La Jornada sobre los alcances de este encuentro, la naturaleza de los movimientos antiglobalización, la izquierda latinoamericana, las limitaciones de la democracia liberal, Estados Unidos y la situación en Cuba.
P. ¿Qué se puede esperar de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo en Monterrey?
R. De Monterrey es difícil esperar mucho, ya que los países en desarrollo están financiando a los países desarrollados. La ayuda oficial para el desarrollo ha ido descendiendo. Nunca se ha cumplido el famoso 0.7 por ciento que recomendó la ONU. Ya ni se recuerda. Para el desarrollo de los países en vías de desarrollo el soporte financiero es clave. Ahí está la importancia de la conferencia, hay que retomar este debate... Ojalá y se tengan resultados concretos, pero para creer que los haya hay que ser superoptimista.
No se puede abordar el problema del desarrollo dejando de lado el problema de la deuda externa. Por eso es muy difícil ser optimista. Los países subdesarrollados están financiando a los países desarrollados desde hace mucho tiempo. El flujo del capital no es del norte hacia el sur, sino del sur hacia el norte. Habría que eliminar la deuda externa y generar flujos reales de financiamiento sin condiciones hacia el mundo pobre para que haya desarrollo, pero el encuentro está lejos de concebir eso...
P. En Monterrey y en Barcelona se han hecho presentes movimientos contra la globalización neoliberal. ¿Cómo caracteriza usted estos movimientos?
R. El movimiento contra la globalización neoliberal es un movimiento contra el capitalismo realmente existente. El movimiento es muy diverso. Tiene sentido. Los medios de información le dan más peso a las protestas en la calle, a las demandas que están haciendo representantes no gubernamentales, que los acuerdos gubernamentales, porque éstas están de acuerdo con lo que la gente siente. Creo que en esta etapa este movimiento está encarando un peligro asociado al modo en que se ha tratado de organizar la reacción a lo ocurrido el 11 de septiembre. Esta supuesta guerra contra el terrorismo tiene una dimensión que está enfilada contra los movimientos antiglobalización. El acta patriótica en Estados Unidos, que tiene una retórica antiterrorista, pero tiene un centenar de páginas dirigidas contra organizaciones y grupos o personas en Estados Unidos, que no tienen nada que ver con las acciones del 11 de septiembre, tiene una dedicatoria contra este movimiento. La posibilidad de perseguir a quienes cuestionan el sistema y vincularlos con el antipatriotismo y la complicidad es evidente. Es uno de los peligros que el movimiento enfrenta. Sin embargo, a pesar de ello, han habido manifestaciones de gran relieve contra la guerra y la globalización.
Este movimiento tiene muchas raíces. Hay que estar consciente de que este movimiento no es de inspiración cubana, tiene muchas raíces que son más fuertes y que vienen sobre todo de países que son parte del fenómeno de la globalización, y Cuba no es precisamente uno de ellos, es más bien la excepción. Como movimiento es lógico que haya surgido en Estados Unidos, en Europa occidental, en América Latina, en Asia, en los países que están siendo las víctimas de ese proceso. Cuba es solidario con ese movimiento.
P. ¿Ve en esos movimientos una veta para la recomposición de la izquierda?
R. La recomposición de la izquierda tiene que partir de esos movimientos, a partir de la nueva situación internacional, pero viéndola como la tendencia que busca transformar, cambiar, el orden existente. Unas de las características de estos movimientos es su diversidad, su riqueza, la multiplicidad de sus planteamientos. Los grandes medios dicen que no tienen planteamientos coherentes, que no tienen propuesta concreta. ¡Como si esa fuera la función de las víctimas! ¡Como si fuera obligación de ellas elaborar un programa de gobierno alternativo contra los gobiernos! La función de la izquierda es insertarse dentro de este movimiento apreciando toda su complejidad y, a partir de esa constatación, tratar de jugar el papel que debe corresponder a una fuerza política como guía, como movilizado de ese conjunto. Sólo así se va a dar una reanimación del movimiento progresista.
P. Diera la impresión de que la izquierda ha sido derrotada en muchos lugares...
R. ¿Pero dónde fue derrotada la izquierda? El Foro Social Mundial se efectuó en Porto Alegre, donde hay una fuerza emblemática de la izquierda latinoamericana. Allí la presencia del PT y de los movimientos sociales brasileños como el centro de esa perspectiva, es obvia. No se puede decir que el PT y otras fuerzas brasileñas no estén en el centro de ese movimiento; se puede decir cualquier cosa de ella, menos eso.
P. ¿No son ellos una excepción, como lo son los comunistas italianos?
R. No sé, no me atrevería a decirlo. Porto Alegre tiene una capacidad de convocatoria que no tuvo nunca la izquierda tradicional. Por eso me cuesta trabajo, hablando globalmente, que se diga que hay una derrota.
P. ¿Usted no cree que con la caída de la Unión Soviética, hubo una derrota para la izquierda?
R. Hubo un golpe muy fuerte para un sector de la izquierda vinculado a esa experiencia. Hubo un golpe muy severo para Cuba; las consecuencias económicas fueron terribles. Otros países de Asia y Africa sufrieron las consecuencias de perder un aliado, de perder a fuerzas que servían de contrapeso a Occidente. Por supuesto que fue una pérdida, pero al mismo tiempo han habido otras implicaciones. Al terminar la guerra fría se abrieron espacios para un replanteamiento de la lucha, por eso es que hay cierta reanimación del movimiento social dentro de muchos límites. En Seattle no estaban solamente los estudiantes radicales, estaba también la AFL-CIO y eso era inimaginable 10 años atrás. El 11 de septiembre se enfiló a tratar de dividir esa posibilidad de concertación.
El fin de la guerra fría y el avance de la globalización crean las premisas para un movimiento de alcance universal, anticapitalista o cuestionador del capitalismo que no existía antes y sin los inconvenientes de la guerra fría. A este movimiento no se le puede acusar de actuar como instrumento de una potencia. Esto, en la época de la guerra fría, era difícil de imaginar. A pesar de que se sufrieron una serie de consecuencias negativas, también se ha creado una realidad más favorable a un replanteamiento de la izquierda que, por supuesto, no es fácil de crear tan rápidamente. Contra lo que se está operando es contra el capitalismo a escala global.
P. ¿Se trata de un movimiento anticapitalista o de un movimiento antineoliberal?
R. Es un movimiento en contra del capitalismo realmente existente. En él hay de todo. El denominador común es el de la antiglobalizacion neoliberal, que no implica el fin del capitalismo, sino del capitalismo como existe, del capitalismo real.
P. Pareciera que en muchos países ?sobre todo de América Latina? se está viviendo una decepción con la democracia representativa, que las masas a las que se llamó a participar en la formación de nuevos Estados viven desencantadas con su nueva realidad.
R. Yo no estoy seguro de que se haya invitado a participar a las masas. La lista de fracasos del modelo de tipo de democracia liberal debe estar encabezada por Estados Unidos, porque desde lo de las Torres Gemelas se han olvidado de informar quién diablos ganó las elecciones en Florida; quién debería ser el presidente. Eso quedó convenientemente sepultado. A pesar de que en 2001 estaba anunciado que se publicaría el famoso conteo en el que se revisaron los votos, decidieron, por patriotismo, no publicarlo. Eso ha de ser insultante para el presidente Bush, porque da la impresión de que perdió, porque si hubiera sido el resultado favorable a él, me imagino que lo hubieran dicho. Bush pasó de ser el presidente más impopular a ser el gran líder del mundo occidental y el presidente más popular en mucho tiempo en Estados Unidos.
Cuando se habla de corrupción es la sociedad estadunidense la que está mostrando todo ese defecto. La desgracia es que América Latina es la que tiende a recibir más directa y acríticamente las carencias estadunidenses. Si hay un país donde la corrupción se ha hecho consustancial al sistema es Estados Unidos.
P. ¿Qué es lo que se cuestiona de la democracia liberal?
R. Lo que está en cuestionamiento es un modo de interpretar la democracia. Se la quiere reducir al modelo liberal de la democracia representativa, donde no se invita a la gente a que participe, sino a que se conforme con aceptar que su papel como protagonista en la sociedad sea asumido por los llamados partidos y por los llamados representantes; todo eso en esta fase del capitalismo donde todo se mercantiliza. Esta concepción pasa por el papel creciente del dinero en los procesos electorales. Ese factor de la corrupción que impone el dinero y de la limitación de la participación de la gente a la exclusiva representación ?la imposición de eso como un dogma? es lo que ahora está en crisis.
Ese no es un problema nuevo, es un problema tan viejo como la democracia liberal occidental. El viejo Rousseau se anticipó a eso: no podía haber una democracia representativa junto con la desigualdad social. El neoliberalismo va arrebatándole a la gente sus derechos tradicionales, la idea de que tú tienes algo que hacer en el gobierno de la sociedad, se pierde cada vez más.
En el mundo de hoy la gente desarrolla una sensación de angustia, porque está viviendo en un mundo en el que su vida, su empleo, la vida de su comunidad y su familia es cambiada de la noche a la mañana por fuerzas que no ve, no siente, no conoce, no puede influir en ellas. Esa es la esencia de la globalización. Esta definición del mundo es exactamente la negación de todas las dimensiones de la democracia. Si lo que caracteriza a la sociedad moderna es que nuestras vidas pueden ser radicalmente modificadas por fuerzas que ni siquiera conocemos, y menos podemos influir en ellas, eso es la apoteosis del totalitarismo y la negación absoluta de toda idea de democracia, no sólo participativa, sino de cualquiera de sus definiciones.
Es por ello que los políticos y las instituciones en un sistema representativo están atravesando por un momento difícil. La idea de que el gobierno no existe para el pueblo, de que los gobernantes no tienen que desarrollar una función de servicio público, de que los gobiernos deben dejarse a las fuerzas del libre mercado, es la filosofía neoliberal. Pero tienen un problema: es muy difícil que la gente crea en esa idea. La gente común y corriente va a seguir pensando que la sociedad existe para resolver los problemas de la salud, de la educación, del empleo.
El enfoque de sálvese quien pueda no es muy incluyente, no le ofrece esa posibilidad a mucha gente. Cada día parecen ser más los que quedan afuera, y al estar afuera no se sienten tan felices y salen a la calle a protestar.
P. ¿Es por ello que participan en política desde organizaciones como las ONG?
R. Esas o las que surgirán. La clase media argentina es ya una cosa del pasado. Le robaron su dinero, la han dejado fuera del corralito y ahí está en las calles de Buenos Aires todos los días protestando. No debe mantener muchas simpatías con los partidos a los que se vinculó en algún momento... y estará buscando cómo recuperar lo que le han robado, y cómo volver a salir del proletariado al que la han lanzado violentamente. ¿Qué instituciones y mecanismos van a surgir? No tengo idea, pero no creo que ese sea el centro del problema. Existe un nuevo potencial para la izquierda. Si no existen los partidos la gente los va a inventar o surgirá otro tipo de organización.