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7 de marzo del 2002
Magra cosecha de Bush
El "dios del mal" se paseó por Asia
El Siglo
La opinión de los pueblos asiáticos sobre Bush la resumió
un diputado gubernamental de Corea del Sur al decir que el visitante norteamericano
era el "dios del mal". Las protestas callejeras contra el mandatario yanki corroboraron
el aserto del parlamentario.
La gira de varios días de George Bush por Japón, Corea
del Sur y China Popular fue inspirada en las pretensiones norteamericanas: mantener
un rol de liderazgo incuestionado en la guerra "contra el terrorismo".
En su último discurso sobre el estado de la Unión, Bush mencionó
a Corea del Norte como uno de los tres grandes peligros que enfrenta Estados
Unidos, en lo que denominó el "eje del mal", formado por Corea del Norte,
Irak e Irán.
Las intenciones del gobierno de Bush en orden a desatar un bombardeo y probable
invasión militar de Irak, y de extender esa misma política a Corea
del Norte, recibieron frías respuestas oficiales en los países
visitados.
Además, Bush no logró ningún progreso en sus propósitos
dirigidos a imponer sus condiciones en cuanto a los problemas que tensan las
relaciones diplomáticas, políticas y económicas con los
países donde fue recibido por los respectivos gobernantes.
Las dos Coreas
Los intentos de Bush para lograr que el gobierno de Corea del Norte reanude
las conversaciones con la Casa Blanca fracasaron. El discurso de Bush mezcló
los deseos hipócritas sobre la unificación de todos los coreanos
y el fin del muro que separa a ambas repúblicas, con la reiteración
de su promesa en cuanto a defender a Corea del Sur frente a sus vecinos del
Norte.
Bush estuvo en la frontera, junto a la zona "desmilitarizada", justamente donde
se encuentran 37.000 soldados norteamericanos .
El presidente de Corea del Sur, Kim Dae-Jung, llegó al poder con una
política claramente contraria al rabioso belicismo de las dictaduras
pronorteamericanas que lo precedieron y que él combatió. Aunque
se apoya en el poderío militar de EEUU, ha llevado adelante, sin embargo,
una serie de medidas de común acuerdo con el gobierno de Corea del Norte
en relación con el reencuentro de los familiares separados por la frontera
y con las negociaciones sobre reunificación de las dos repúblicas.
Es sabido, además, que Corea del Norte ha manifestado en repetidas ocasiones
su voluntad para firmar acuerdos de no proliferación nuclear con Washington.
La presencia de Bush en la capital surcoreana desató, naturalmente, fuertes
manifestaciones de protesta en las calles, con quema de banderas norteamericanas.
Los manifestantes ocuparon incluso la Cámara de Comercio estadounidense
en Seúl.
En tanto, Norcorea acusó a EEUU, durante la presencia de Bush en el sur,
de pretender desencadenar una segunda guerra coreana. La radio de Norcorea acusó
a Bush de ser el "más odioso y belicista" de los presidentes estadounidenses.
China no cede
George Bush no obtuvo del presidente chino el acuerdo que esperaba sobre la
proliferación de armas ni la prohibición de la transferencia por
la República Democrática China de tecnología de misiles
a países como Irán, Irak y Corea del Norte.
Mientras Bush reiteró su apoyo al régimen separatista de Taiwan,
Jiang Zemin se mostró contrario a los proyectados nuevos ataques militares
contra Irak, y valorizó francamente las iniciativas que puedan conducir
a la paz mundial.
El despechado mandatario norteamericano debió, pues, contentarse con
expresar veladamente su deseo de que China alcance un sistema en que, según
él, se respeten los derechos humanos y las creencias religiosas. Es decir,
la cantinela de la "democracia" norteamericana, en la cual lo menos que se hace
es respetar los derechos de las mayorías que no votan y de las minorías
políticas.
En el terreno económico, las relaciones entre ambos Estados muestran
grandes contradicciones. China efectuó exportaciones el año 2001
a EEUU por valor de 102.200 millones de dólares e importó bienes
por un total de apenas 19.200 millones. También ha obtenido grandes inversiones
de capital norteamericano. El gran desequilibrio del intercambio comercial en
su contra afecta y preocupa a EEUU.
Frente a una fuerte recesión económica en la primera potencia
mundial, China tuvo el año pasado un crecimiento del PIB del 7,3 por
ciento. Esto, sin abandonar el rol predominante del Estado en el conjunto de
la economía. Mas bien, China continúa efectuando reformas en la
gestión del sector estatal, y desarrolla sin mayores problemas los centros
o zonas en que impera un sistema económico privado, capitalista.
El país está afectado por una deflación, por lo cual el
gobierno estimula la demanda interna y la inversión a través de
aumentos de sueldos en ciertos sectores, así como una política
de mayores empleos, ya que en las ciudades es un problema muy serio, unido al
de la corrupción.
Se proyecta un mayor impulso a la modernización de la infraestructura,
mayor desarrollo del sector turístico y del sector servicios.
El ingreso de China Popular a la Organización Mundial de Comercio está
favoreciendo la reducción de las barreras arancelarias y la apertura
del mercado de servicios hacia la inversión extranjera directa.
Rusia e Irán
Aunque ni Rusia ni Irán estuvieron en la agenda del viaje de Bush, sí
estuvieron presentes, implícitamente, en las consideraciones que tuvo
el mandatario yanki al expresar sus afanes revanchistas y expansionistas en
dirección al continente asiático.
Las intenciones de Washington respecto a Irak y Corea del Norte son las mismas
hacia Irán. Y allí tropieza seriamente con Rusia. Bush pretende
adelantar un tratado de reducción de armas estratégicas con Rusia,
pero existen discrepancias porque EEUU no acepta la actual colaboración
de Rusia con el programa nuclear de Irán.
Rusia mantiene vigentes varios acuerdos de cooperación militar con Irán
y construye en ese país la central nuclear de Bushehr, la cual podría
ser atacada en una guerra declarada por EEUU.
Frente a las acusaciones de EEUU, el gobierno ruso sostiene que la colaboración
nuclear con Irán no transgrede las normas internacionales de no proliferación.