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EE.UU
y el gobierno quieren la guerra en Colombia
Las FARC abandonan la zona de distensión
Resumen Latinoamericano
Tres años después de tener el contralor de la única
zona de distensión en el país, los jefes de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) emprendieron hoy el viaje a la profundidad
de la selva para retornar a su refugio tradicional tras el rompimiento del
proceso de paz.
Las dos reuniones de emergencia
realizadas esta semana entre el gobierno y la organización guerrillera
no dejaron acuerdos y el proceso llegó a su final. El gobierno ratificó
sus severos controles aéreos y terrestres en la zona desmilitarizada,
pero las FARC rechazaron esas medidas y decidieron retirarse, señaló
un comunicado oficial.
En otra nota, las FARC
negaron que hubieran expresado la inmediata intención de entregar la
zona de distensión y llamaron "mentiroso" al comisionado de paz, Camilo
Gómez. En medio esas dos versiones, en el municipio de San Vicente
del Caguán, que fue escenario de reuniones, por donde pasaron personalidades
colombianas y extranjeras, los dirigentes rebeldes Raul Reyes, Simón
Trinidad, Joaquin Gómez, que participaron el miércoles en la
última reunión con el gobierno, recogieron apresuradamente todos
sus equipos, computadoras, archivos, impresoras y teléfonos.
Ninguno de los jefes rebeldes
le advirtió a la prensa sobre el destino inmediato, pero aseguraron
que regresarán a sus campamentos en las montañas, zonas de difícil
penetración. El centro de reuniones en la aldea de Los Pozos, en San
Vicente, 270 kilómetros al sur de Bogotá, donde se analizaron
los temas durante tres años, fue desocupado rápidamente tras
el rompimiento y un empleado limpió el lugar y amontonó en un
rincón las sillas y las mesas plásticas.
De las calles de San Vicente,
en el departamento (estado) del Caquetá, desaparecieron al amanecer
del jueves los guerrilleros de las FARC, armados de fusiles que eran los encargados
de vigilar y mantener el control. De los demas municipios, Vista Hermosa,
La Uribe, La Macarena Mesetas, en el departamento del Meta, tambien salieron
el mismo miércoles en fila cientos de guerrilleros con todos sus pertrechos.
Los encargados de la seguridad,
mientras llega la policía y el ejército, son los guardias civiles,
creados por el gobierno en los cinco municipios de la zona desmilitarizada.
En enero de 1999, las FARC asumieron el control total de los 42.000 kilómetros
cuadrados de la zona de distensión, con más de 200.000 habitantes
distribuidos en los cinco municipios.
Esta es la segunda vez,
en 18 años que las FARC debe retirarse de una zona especial creada
por un gobierno para dialogar sobre la búsqueda de la paz. En el gobierno
del ex presidente Belisario Betancur (1982-1986) se autorizó el campamento
de paz, conocido como "Casa Verde", donde "Tirofijo" se reunió con
funcionarios, políticos, congresistas y empresarios.
El proceso no avanzó
en ese gobierno y el nuevo gobierno, del ex presidente Virgilio Barco planteó
condiciones para revivir las negociaciones pero el grupo rechazó las
exigencias. El campamento de "Casa Verde" fue bombardeado por el gobierno
de Barco que creyó que en el lugar aún estaban viviendo los
principales jefes de las FARC. Ningún jefe rebelde murió en
esta sorpresiva operación militar.
El Ejército colombiano,
con apoyo de helicópteros y aviones, se prepara a entrar el sábado
a las 15 horas locales (20.00 GMT) a los cinco municipios de la zona de distensión
abandonados por la guerrilla, informó un vocero militar.
El comandante de la fuerza
aérea, general Hector Velasco, dijo que el plazo fijado para que la
guerrilla se retire de los cinco municipios vence el sábado a las 15.00
horas locales. "A esa hora llegarán las fuerzas militares a la zona",
dijo Velasco.
EE.UU y el gobierno quieren la guerra en Colombia
Willy Noceti (de la redacción de "Resumen Latinoamericano")
La situación que se abriría en Colombia en caso de profundización
de la guerra y las repercusiones sobre el actual sistema político son
impredecibles.
El presidente Pastrana
anunció la ruptura del proceso de paz que mantenía con las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a las que dio un plazo de 48 horas
para desalojar la zona desmilitarizada de 42.000 kilómetros cuadrados,
lugar donde se desarrollaban las conversaciones.
Las negociaciones estaban
empantanadas desde el 20 de octubre, fecha en que las FARC rechazaron las
modificaciones unilaterales impuestas por el Gobierno en la zona del despeje,
que básicamente consistían en un cerco militar para aislar la
zona del exterior y la intensificación de las tareas de inteligencia
mediante vigilancia aérea con el fin de facilitar un eventual ataque.
La insurgencia solicitó la restitución de las garantías
originales para poder continuar con los diálogos pero su pedido fue
sistemáticamente rechazado por un Gobierno que ya había cedido
la dirección del proceso a sus mandos militares y a Estados Unidos,
a quien sólo le interesa obligar a las FARC a comenzar una negociación
a la baja que culmine con su rendición y evitar toda negociación
que ponga en riesgo el actual sistema político y económico de
Colombia.
Este ha sido uno de los
objetivos básicos del Plan Colombia, en cuya primera etapa lo prioritario
era la reorganización y potenciación de las fuerzas armadas
colombianas bajo la dirección y asistencia del Pentágono para
poder dar el siguiente paso, que consiste en la profundización de la
guerra con el fin de arrebatarles a las FARC la iniciativa militar. Pero no
solamente el Ejército colombiano se ha reforzado en estos últimos
tres años. Las FARC, aparte de haber aumentado considerablemente la
cantidad de efectivos, de haber derrotado la estrategia paramilitar en zonas
rurales y de estar realizando el tránsito a la guerra de movimientos,
tienen la capacidad de poner el país patas arriba mediante voladuras
de oleoductos, torres eléctricas, gaseoductos, retenes en carreteras,
tomas de pueblos y acciones contra políticos sin que las fuerzas armadas
puedan impedirlo. En sus últimos comunicados, ya advertían que
de fracasar los diálogos de paz, se verían abocados a emplear
las diversas formas de lucha.
La situación que
se abriría en Colombia en caso de profundización de la guerra
y las repercusiones sobre el actual sistema político son impredecibles.
Hay que tomar en cuenta que se abre el período para las elecciones
presidenciales, que la campaña electoral se puede desarrollar en medio
de enfrentamientos sin precedentes y que el próximo presidente sea
una mera fachada de un Gobierno militar en la sombra. También hay que
tomar en cuenta cómo afectaría la nueva situación a los
países limítrofes, sobre todo a Venezuela, donde EEUU busca
los mismos fines que en Colombia pero por distintos medios. En el caso de
Colombia, la historia está demostrando que la insurgencia y demás
organizaciones populares son las únicas capaces de conseguir, mediante
la utilización de todas las formas de lucha, las transformaciones radicales
requeridas para darle la vuelta a la situación de injusticia y explotación
a la que está sometido este país. La implicación creciente
de EEUU para impedirlo es una muestra de ello.