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31 de
enero del 2002
Informe sobre la agricultura en Cuba
Crisis
agrícola y transformación
Oxfam América.
Sodepaz
Históricamente, el campo cubano ha constituido la cuna del cambio en
la isla. A principios de los años 1700, los esclavos africanos trabajadores
en las plantaciones de azúcar fueron los primeros en practicar la Santería
y el Palo de Ocho, religiones afrocubanas que ahora compiten con la Iglesia
Católica para atraer seguidores. Asímismo, en la esfera cultural,
tanto el son como la guaracha surgen de las tradiciones rurales de los años1800,
constituyéndose en las raíces de la música popular de
hoy. Las luchas de la Independencia de los años 1860s y 1890s, al igual
que el levantamiento revolucionario de los años 1950, nacieron en la
cordillera de la Sierra Maestra en la zona oriental del país. Hoy en
día, el campo cubano sigue siendo el eje de los procesos de cambio.
Hace una década, una profunda crisis económica azotó
la isla como un huracán.
Con la caída de la Unión Soviética y el bloque socialista
de Europa Oriental, Cuba perdió el 80% de su capacidad de importación.
Los agricultores no disponían de combustible para sus tractores, de
abono y plaguicidas para sus cultivos ni para los repuestos de las bombas
de agua. La producción agrícola—al igual que casi todas las
demás actividades—se frenaron casi por completo. Debido a la falta
de divisas, Cuba carecía de los medios para importar los alimentos
básicos para satisfacer las necesidades mínimas de su población.
La gente padecía hambre.
Cuba se encontraba al borde de un colapso total.
Hoy es posible constatar transformaciones dramáticas en el campo cubano.
Los mercados de productos agrícolas, prohibidos hasta el año
1993, ahora se llenan de mercancías, vendedores y compradores. Por
primera vez, los agricultores cuentan con fuertes estímulos del mercado
y la producción se está incrementando. Con la nueva reforma
agraria, el 40% de la tierra cultivable se ha convertido en un nuevo tipo
de cooperativa de agricultores. La introducción de técnicas
de producción alternativas ha impulsado una revolución en la
agricultura cubana—a los 40 años de la revolución cubana, ahora
Cuba cuenta con más diversidad, tanto en la producción como
en las relaciones comerciales, que nunca antes en la historia moderna del
país. Vale notar que Cuba ha logrado esta transformación dramática
de la agricultura en medio de una crisis económica masiva.
El presente informe tiene como objeto examinar las nuevas políticas
y cambios de prácticas que dieron lugar a esta transformación
fundamental de la agricultura cubana a partir de la crisis económica
de 1992. Vale la pena que los formuladores de políticas, especialistas
de desarrollo rural, agrónomos y agricultores de otros países
en desarrollo estudien más de cerca el modelo agropecuario cubano y
reflexionen sobre el por qué ha funcionado y cuáles son los
conceptos de desarrollo que se podrían replicar en otros entornos.
Es importante tener en cuenta que los cambios logrados en el momento de crisis
se desarrollaron en un entorno rural muy particularmente marcado por una amplia
reforma agraria y un proceso permanente de modernización del campesinado
durante los últimos 40 años. El campesinado cubano no ha experimentado
la misma historia de miseria campesina que ha caracterizado otros países
latinoamericanos. Los agricultores cubanos cuentan con instituciones rurales
de apoyo, un espectro de servicios sociales gratuitos y accesibles, una infraestructura
impresionante, acceso a la tierra, algunos insumos y un mercado estable, además
de una fuerte cohesión nacional con respecto a ciertos valores sociales.
La caída del Bloque Soviético en 1990 desató en Cuba
una crisis económica que agotó el modelo agropecuario existente,
un modelo altamente mecanizado que funcionaba con base en un alto nivel de
insumos. En 1993, en medio de una crisis de alimentos que amenazaba la seguridad
alimentaria del país, el gobierno puso en marcha una serie de nuevas
políticas y prácticas con el objectivo de inyectar una nueva
fuerza en la agricultura cubana y mejorar la producción de alimentos
para el consumo interno.
En primer lugar, Cuba ha facilitado mayores incentivos de producción.
Antes de 1994, el Estado Cubano fue el único comprador de la producción
agrícola y el único distribuidor de la misma tanto entre su
propia población como en los mercados de exportación. En términos
generales, esta situación generaba precios bajos, subproducción
y pérdidas considerables en la fase de almacenamiento y distribución.
Ahora el gobierno ofrece una gama de precios para cada producto, calculados
en base a la cantidad producida por los agricultores. Por otro lado, los agricultores
pueden optar por vender sus productos a cientos de mercados agrícolas
que funcionan en base a un sistema regulado de precios fijados mediante la
oferta y la demanda. Los consumidores pueden optar por comprar los productos
directamente, evitando así la deterioración de los mismos. Los
agricultores que venden en estos mercados pueden ganar mucho más, aún
teniendo en cuenta los gastos de transporte. Por primera vez, los agricultores
que cultivan para la exportación ganan divisas fuertes, lo que constituye
otro incentivo más para la producción.
En segundo lugar, Cuba ha descentralizado la agricultura. Las extensas granjas
estatales se han dividido, convirtiéndosen en un especie de cooperativa
agrícola híbrida, conocida como la Unidad Básica de Producción
Cooperativa (UBPC), en las que el Estado retiene la propiedad de la tierra
mientras que la cooperativa en sí es de propiedad y gestión
privada. Asímismo, por medio de un contrato de usufructo, Cuba ha entregado
cientas de miles de hectáreas de tierras cultivables a los agricultores
privados más productivos. Otra medida importante fue descentralizar
y reducir el tamaño del Ministerio de Agricultura, transfiriéndo
a las cooperativas mismas muchas de sus anteriores funciones.
Y en tercer lugar, Cuba ha impulsado la agricultura ecológica. Ante
la escasez de insumos químicos, combustible, luz eléctrica y
maquinaria para la producción de alimentos para el consumo interno,
se han introducido varias técnicas de producción alternativa.
Entre ellas, cabe mencionar el abono orgánico, la tracción animal,
los cultivos intercalados y plaguicidas de orígen biológico.
Se ha comentado, y sin exagerar mucho, que Cuba se ha convertido en laboratorio
nacional de la agricultura orgánica. Ahora, la producción cubana
es más diversificada, integrada y reducida en escala, lo que conlleva
a una mayor sustentabilidad. Otro elemento importante de la producción
de alimentos para el consumo interno es el aumento dramático en el
cultivo de jardines urbanos.
Actualmente, estos jardines producen la mitad de las verduras consumidas en
la Habana, que tiene una población de dos millones de habitantes.
Una evaluación de la agricultura cubana lleva a la conclusión
de que el país probablemente ha tomado el camino más acertado.
1. En los últimos cinco años, tanto la producción agropecuaria
como las exportaciones han crecido dramáticamente, mientras que el
aumento en el uso de productos químicos agrícolas y abonos ha
sido mínimo. De hecho, entre 1995 y 1998 disminuyeron las importaciones
de plaguicidas y herbicidas. Es decir que los agricultores cubanos han logrado
aumentar la producción y a la vez aumentar la sustentabilidad.
2. La dieta del pueblo cubano ha mejorado de modo significativo desde 1993,
año que marcó el auge de la crisis alimentaria, gracias a la
decisión de aumentar la producción de alimentos para el consumo
interno como alternativa a la importación de alimentos desde el extranjero.
Por ejemplo, la ingestión calórica bajó desde 2908 calorías
en 1989 hasta 1863 calorías en 1994. Ahora, el nivel calórico
ha subido en un 40% (a 2585), cifra un poco inferior al nivel mínimo
(2700) recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
3. La agricultura urbana ha contribuido al resurgimiento de las ciudades cubanas.
Las verduras y frutas producidas en las ciudades solamente por agricultores
urbanos son casi suficientes para cumplir con la recomendacion de la ONU-
FAO de que cada persona consuma 300 gramos de verduras diarios.
4. La descentralización y los mercados son los ejes de los nuevos logros
del "modelo" cubano, pero hasta ahora dichas medidas no han causado la misma
inequidad, reconcentración masiva de la riqueza y desplazamiento social
que se ha visto en otros países que han emprendido reformas basadas
en el mercado. En México, por ejemplo, a raíz de las reformas
agrícolas a principios de los años noventa, los grandes productores
compraron los terrenos de los minifundistas o quitaron a estos su mercado
forzándolos a abandonar sus tierras. Al mismo tiempo, aumentó
drásticamente la migración rural - urbana y surgieron muchos
conflictos de tierra prolongados y violentos. En el presente caso, el gobierno
cubano ha mantenido un fuerte control sobre las reformas y no ha permitido
que las fuerzas del mercado dominen el proceso.
5. Lejos de socavar las cooperativas agrícolas y las empresas familiares
en pequeña escala, las políticas agropecuarias han fortalecido
las mismas.
6. En términos relativos, Cuba ha logrado mantener un equilibrio entre
los "mercados" que promueven el crecimiento y recompensan la iniciativa empresarial
y el "bien social" que asegura la equidad y una relativa igualdad social.
La introducción de los mercados y la descentralización con el
fin de generar resultados significativamente distintos El impacto relativamente
positivo de la reforma agrícola cubana está en contraste con
los resultados mixtos de la liberalización agropecuaria emprendida
en América Latina en los años ochenta y noventa, producto del
llamado "consenso de Washington". Tras la crisis de la deuda de 1982 y bajo
presiones por parte del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial,
la mayoría de los países latinoamericanos liberalizaron sus
mercados, regímenes arancelarios, políticas monetarias y otras
barreras al comercio. Si bien la producción agropecuaria aumentó
(con un promedio anual de crecimiento sectorial de 2,5% entre 1991 y 1997,
según la Comisión Económica para América Latina
- CELAM), los beneficios de dicho crecimiento se concentraron en los grandes
productores transnacionales con potencial de exportación. A los agricultores
pequeños y medianos que producían para el consumo interno les
resultó imposible competir con las importaciones de productos más
baratos. Varios millones de pequeños agricultores perdieron sus tierras
y hubo una reducción precipitada del área de tierras cultivadas
a nivel regional .
Mientras que las políticas de liberalización de los años
ochenta en América Latina y el Caribe no hicieron más que generar
mayor desigualdad, concentración de la tierra y pobreza rural, en Cuba
las políticas de liberalización de los años noventa aumentaron
la seguridad alimentaria, mejoraron la calidad de vida en las zonas rurales
y descentralizaron la tenencia de la tierra. Los cubanos ampliaron los mercados
e instituyeron un proceso de descentralización paulatina, controlada
por el gobierno, con miras a proteger a los agricultores en vez de facilitar
la concentración de la riqueza. "De algún modo, [Cuba] viene
siendo casi el "antimodelo", aseveró Eric Swanson, jefe del Grupo de
Datos sobre el Desarrollo del Banco Mundial, editor del informe del Banco
Mundial sobre los indicadores de desarrollo para el año 2001. Cuba
salió mejor que casi todos los demás países pobres con
respecto a los indicadores de salud y educación, lo que llevó
al Presidente del Banco James Wolfensohn a elogiar al gobierno cubano por
su "magnífica labor" de velar por el bienestar social. Sin embargo,
según escribió Jim Lobe en abril de 2001 en un artículo
publicado por la agencia de noticias Interpress, "las políticas de
la Habana son casi el antítesis del "Consenso de Washington". Según
Lobe, varios oficiales de jerarquía del Banco han sugerido que es importante
que otros países en desarrollo estudien más de cerca la experiencia
cubana.
Superada la crisis alimentaria, persisten los problemas Ya se superó
la crisis alimentaria generalizada. Las estadísticas, los informes
periodísticos, y muchas visitas sobre el terreno confirman que ya pasó
la época de crisis agraria sistémica y la escasez de alimentos
y deficiencias nutricionales generalizadas. Ahora, los agricultores están
produciendo—y el estado está importando—más alimentos que nunca
y por tanto la población goza de una mejor dieta.
Dicho esto, sigue siendo de gran prioridad el tema de los alimentos. El Vice
Presidente Carlos Lage, encargado de la planificación económica
del país, dijo hace poco en una entrevista que "de todos nuestros problemas,
la alimentación sigue siendo el más importante y urgente" (Wall
Street Journal, 20 de mayo de 2001). Durante los últimos cinco años,
las cinco provincias orientales experimentan una sequía severa y prolongada
que ha generado una "vulnerabilidad alimentaria" a nivel regional. Según
un estudio realizado por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones
Unidas, la población de dichas provincias consume menos de la mitad
de la ingestión diaria recomendada de 75 gramos y su nivel de ingestión
de proteínas es inferior a los 72 gramos recomendados. A pesar de los
esfuerzos gubernamentales por aliviar esta situación, la falta de alimentos
ha tenido un enorme impacto en la población vulnerable. Entre el 14%
al 24% de mujeres embarazadas padecen anemia. El 40% de los niños menores
de 2 años padecen anemia por deficiencia férrica. Si bien estas
cifras no alcanzan niveles de crisis, sí demuestran "un déficit
significativo en el consumo de alimentos y micronutrientes." (Programa Mundial
de Alimentos, Nutritional Support to Vulnerable Groups, 2 enero 2001, p. 5-6).
A pesar de los logros, todavía hay retrasos y dificultades relacionados
con la producción. La caña de azucar, una empresa que fonciona
a pérdida, constituye un porcentaje demasiado importante de la actividad
agropecuaria cubana. La productividad permanece baja comparada con la de México
y de la República Dominicana. Muchos consumidores cubanos carecen de
los medios para pagar los precios elevados de los productos que se venden
en los mercados agrícolas.
Además, las distorsiones de precios en Cuba dan lugar a incertidumbres
y ineficacia en la producción, situación agravada por la volatilidad
del mercado internacional de productos y petroleo. Sin embargo, a pesar de
estos problemas, poca gente disputaría que la recuperación de
la agricultura cubana haya sido impresionante.
Los desafíos para el futuro son múltiples y complejos. Con respecto
a la producción de azúcar, hace falta que Cuba desarrolle más
derivados y aumente la rentabilidad, pues a largo plazo la producción
de azúcar sin refinar es una causa perdida. Hace falta también
madurar la relación entre los actores estatales y privados especialmente
en materia de finanzas, suministro de insumos agrícolas y comercialización.
Al igual que las cooperativas de agricultores que han asumido un papel más
importante en procesos productivos, otros tipos de cooperativas podrían
aportar mucho en las otras áreas arriba mencionados. Muchos se preguntan
también si la agricultura cubana podría llegar a ser víctima
de su propio éxito: en la medida en que la agricultura cubana siga
recuperándose y creciendo, żabandonarán los agricultores las
técnicas de producción alternativas y las prácticas sostenibles
en favor de los insumos agrícolas químicos y la mecanización?
Por otro lado, Cuba todavía no ha encarado el último desafío
– el de lidiar con el mercado de EEUU y competir con productores estadounidenses.
Si bien a Cuba el embargo de EEUU le ha costado caro, al mismo tiempo ha significado
un beneficio inesperado para el país. Ante las barreras económicas
eregidas entre Estados Unidos y Cuba, éste último se vió
obligado a buscar mercados alternativos. Y, por primera vez en la historia
moderna, Cuba ha establecido relaciones comerciales con varios grupos de socios
y ha desarrollado una diversa gama de productos para la exportación.
Para un país pequeño y emergiendo de una crisis, la diversificación
es indispensable si se quiere mantener varias opciones de política
agraria. Sin embargo, desde la perspectiva de los productores estadounidenses,
el mercado cubano parece más atractivo que nunca. Son los agricultores
estadounidenses que, viviendo momentos críticos y desesperados por
encontrar nuevos mercados de exportación, se encuentran ahora en la
vanguardia de la lucha en Washington D.C. por aliviar las sanciones comerciales
contra Cuba. Se acerca el momento de la reanudación de relaciones comerciales
entre Cuba y Estados Unidos.
Desde otra perspectiva, para Cuba el mercado de EEUU viene siendo un elemento
de un problema más amplio. El gobierno de EEUU ha logrado evitar que
se le otorguen a Cuba préstamos por parte de las instituciones financieras
internacionales y ha actuado exitosamente para excluir el país de los
acuerdos comerciales. Si bien, como consecuencia de esto, Cuba ha perdido
apoyo financiero, al mismo tiempo ha gozado de la libertad de poner en marcha
sus propias políticas económicas y agrícolas. Está
por verse hasta qué punto Cuba podrá lograr integrarse en la
economía mundial y acceder a la inversión y los mercados necesarios
y, al mismo tiempo, conservar su derecho a formular e instituir políticas
económicas y agrícolas que vayan en contra del actual régimen
neoliberal.
La transformación del sistema agropecuario---mercados locales y de
exportación, descentralización y sustentabilidad—ha resultado
fundamental para la recuperación global de la economía cubana
después de la crisis de los años noventa. Si el campo cubano—que
abarca 1.200 kilómetros desde un extremo de la isla hasta el otro y
comprende el 40% de la superficie terrestre del Caribe—ha sido capaz de solucionar
exitosamente su crisis de producción agropecuaria, existen esperanzas
para otros países que enfrentan situaciones parecidas. La recuperación
de Cuba aunque modesta es alentadora, no obstante los grandes desafíos
que están por delante.
En 1996, Oxfam América inició su trabajo de apoyo a los agricultores
cubanos como respuesta humanitaria a la crisis alimentaria que vivía
el país. Junto con seis otras agencias miembro de Oxfam Internacional,
Oxfam América participa en un Programa Conjunto para Cuba cuyo fin
es el mejoramiento de la seguridad alimentaria, el estímulo de la participación
popular, el fortalecimiento del desarrollo comunitario, y el fomento de un
desarrollo económico alternativo. Los miembros de Oxfam International
apoyan a más de quince contrapartes cubanas y se han entregado más
de 3 millones de dólares EEUU durante los últimos siete años.
Oxfam América ha redactado el presente informe con el fin de reflexionar
sobre el trabajo que ha realizado en el campo cubano y de entender exactamente
cómo ha sido posible que un país haya logrado revitalizar su
producción alimentaria y recuperarse de una crisis alimentaria con
limitada ayuda extranjera. El informe examina el contexto global de la agricultura
y las políticas agropecuarias con el propósito de extraer las
lecciones más pertinentes tanto para las contrapartes de Oxfam, como
para los técnicos en materia de desarrollo y los formuladores de política
de otros países. Los dos autores principales, Minor Sinclair y Martha
Thompson, fueron Representantes para el Caribe de Oxfam Canadá, con
sede en la Habana, desde 1995 hasta 1999, y el Sr. Sinclair se ha desempeñado
como Encargado del Programa de Cuba de Oxfam América desde 1999 hasta
la fecha.
Jennifer Alix colaboró en la sección sobre la agricultura ecológica
y Lynn Colangione y Alexander Skinner colaboraron durante la etapa de investigación.
La información presentada en este informe se recopiló durante
los últimos 18 meses por medio de entrevistas y visitas sobre el terreno
y los autores aportaron algunas observaciones con base en sus experiencias
durante cuatro años de trabajo en Cuba. Asímismo, el informe
retoma algunas investigaciones realizadas por peritos universitarios y periodistas
y utiliza algunas estadísticas provenientes del gobierno cubano, la
FAO, y la Comisión Económica sobre América Latina de
la ONU.
Escrito por Minor Sinclair y Martha Thompson, autores principales
Traducido por Gretta Tovar Siebentritt