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Latinoamérica

10 de mayo del 2002

Perú: Nuevos horizontes del Comando Sur

Jorge Lora Cam y María Amelia Rosales

Inmersos en la cuarta guerra mundial, como define este período el Sub comandante Marcos, van configurándose nuevos escenarios de guerra en el mundo y en particular en América Latina, que acompañan proyectos geoestratégicos de dominación continental y global. Los Estados Unidos busca terminar con toda oposición a sus planes por las buenas o por las malas. Cuentan para ello con un presupuesto de cerca de 400 mil millones de dólares, gobiernos sometidos y un conjunto de pretextos legitimadores que van desde la defensa de la democracia de libre mercado y de los derechos humanos hasta la lucha contra las drogas y el terrorismo. Los marines están sobre un primer grupo de enemigos de la civilización que se encuentran en Afganistán, Filipinas, Nepal, Yemen, Palestina, Irak y en América Latina sobre Colombia, Cuba, Venezuela y el cordón sanitario del Plan Colombia que incluye a Panamá, Perú, Ecuador y Brasil.
Mientras en Colombia los asesores norteamericanos con 3000 hombres adiestrados por los Estados Unidos dirigen a otros 300 mil soldados, paramilitares y policías armados con material bélico de última generación combaten a las FARC-ELN en una guerra total, sin importarles que muera la población civil, se prepara la intervención desde afuera con las acciones del comando sur que consisten en entrenamiento de las Fuerzas Armadas de esos países, apertura de relaciones y búsqueda de información con la colaboración del FBI y la CIA (que ahora busca nuevos trabajadores a través de la CNN) para evitar que las FARC puedan replegarse a zonas rurales de los países fronterizos y dependiendo de las condiciones apoyar al ejército colombo- norteamericano.
En Perú donde la vida política está atravesada por las secuelas de dos décadas de neoliberalismo (desempleo, deuda, corrupción y narcotráfico, decenas de miles de despedidos y cientos de presos) y por el proyecto de Toledo- Kuczynski-Dañino de prolongar esta política indefinidamente a partir de privatizar lo que aún queda para resolver el problema presupuestal, y poder cumplir fielmente con el pago de la deuda externa, es un país que está en total estancamiento donde el crecimiento económico es una quimera y el desarrollo nacional una fantasía porque así lo han decidido el FMI y la administración Bush comprometiendo a Toledo a actuar bajo sus reglas sin dejarle el más mínimo margen para emprender acciones propias, haciendo del ejecutivo el gobierno con el más bajo apoyo de las últimas décadas. Sin embargo no hay que negarles su empecinamiento en que así continúen las cosas a expensas de su legitimidad y que aunque no cumplan con ninguna de las promesas de campaña, como el empleo y no seguir privatizando, prosiguen con la misma política económica, política exterior, política social y contrainsurgente que sus antecesores, o sea la diseñada por el FMI y el Comando Sur.
Después de una turbulenta y confusa situación, el gobierno peruano ha cancelado el programa de "ayuda" de la Marina norteamericana ,Nuevos Horizontes.
Este programa venía operando en la selva peruana desde febrero del 2001. Como todo programa de invasión militar realizaba entrenamientos con sus pares peruanos, con conocimiento de los militares peruanos, pero no de las autoridades civiles respectivas ,como lo manifestaron en sus aclaraciones los ministros del Exterior y Defensa. Entiéndase esto como un desprecio a la presencia de un Ministro civil en la cartera de Defensa, Sr. Loret de Mola. Los mandos militares del ejército aún actúan como en la época del dominio de Montesinos en dicha institución. Para proteger la complicidad de los mandos militares en el operativo del Comando Sur, el embajador Hamilton desmintió a los ministros responsables de la seguridad nacional y de las relaciones internacionales afirmando que las autoridades peruanas tenían conocimiento de la presencia de los militares norteamericanos en la selva peruana. Lo cierto es, que a raíz de una denuncia del diario HOY, el 8 de abril, recién la embajada norteamericana comunica a las autoridades respectivas la presencia militar yanqui cuya justificación sería ayuda médica y educativa a los pobladores más necesitados de la zona de Uchiza y Tocache.
La presencia militar causó malestar en la población, así lo denunció un dirigente cocalero de Uchiza, quien dijo que "eran lobos disfrazados de corderos" e iban a declarar "una guerra como en otros tiempos", por eso levantaron un memorial dejando constancia su protesta y rechazo frente a semejante intervención; mas, las autoridades locales hicieron caso omiso de las advertencias de los cocaleros porque con la oferta de los militares norteamericanos podían "resolver" los álgidos problemas de salud y educación (la construcción de tres escuelas y dos postas médicas) descuidados por el gobierno central. A raíz de este incidente se ha mostrado al mundo entero la situación desastrosa de los locales escolares y la carencia de postas médicas y centros de salud en zonas de la selva peruana y sobre todo en las fronteras con los países vecinos. Estas condiciones de abandono y pobreza extrema son aprovechados por colonos para someter a los pueblos amazónicos depredando sus recursos naturales y atentando con el ecosistema, como en el caso de la explotación de la madera y el oro. Los peruanos nos preguntamos dónde están los proyectos de servicios como el Plan Huascarán y el Seguro de Salud para Todos tan publicitados por el gobierno neoliberal de Toledo. La cancelación del programa Nuevos Horizontes ha causado desazón en las autoridades y maestros de la zona quienes han visto frustradas sus aspiraciones de "progreso" para estos pueblos. Esto confirma que los militares norteamericanos ya habrían cumplido con la etapa de convencimiento de la población para lograr su objetivo principal : la instalación de una base militar en el corazón de la selva peruana.
Para los dirigentes cocaleros, el programa Nuevos Horizontes, significa una clara intervención militar norteamericana con la coartada de ayuda humanitaria, que es la forma con la que el imperialismo disfraza la presencia de la CIA en cualquier lugar del mundo. Por eso "se pasea como Pedro en su casa" y no necesita permiso ni autorización de los poderes establecidos, porque éstos dependen de él, porque los gobiernos están comprometidos hasta la coronilla con el poderoso Tío Sam, para cumplir con su plan de control geopolítico total de las Américas. Por eso, "las acciones cívicas norteamericanas son acciones militares" como bien lo señala el parlamentario Diez Canseco.
Veamos en lo que consistía el "programa humanitario". Los militares norteamericanos tomaron muestras de suelo, realizaron mediciones topográficas del área geográfica, tenían un contingente militar de 200 soldados reservistas armados, contaban con un presupuesto de 9 millones de dólares, poseían un equipamiento militar listo para la guerra, estaban gestionando la compra de un terreno para instalarse, realizaban entrenamientos militares, etc. Todo sin conocimiento de las autoridades peruanas Si aceptamos las explicaciones de los ministros peruanos podemos concluir que EEUU ingresa sin el menor rubor a cualquier país, sin importarle pisotear los derechos internacionales, que dicen defender, como el respeto a la soberanía de los pueblos y a la no intervención, e instalan sus bases militares en la zona que ellos eligen, y en este caso es una zona estratégica para el establecimiento y accionar del Comando Sur, que ahora apunta a Colombia porque está en proceso de organizarse un escenario de intervención militar y el Perú sería una cabecera de playa de todo este plan bélico.
El objetivo no sólo es Colombia y el exterminio de las FARC como en Afganistán y los palestinos del Medio Oriente, sino es el Perú, porque el solícito ministro del interior ya encontró "bases" de Sendero Luminoso, justamente en la zona de Huallaga, para así justificar el accionar del comando Sur en su lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, que para los planes militares norteamericanos es lo mismo; y, como afirma un diario español, "Nuevos horizontes iba a ser la mayor operación militar emprendida por Estados Unidos en América Latina y que involucraba la instalación de una base militar" con pista de aterrizaje- de ese país en plena Amazonía peruana, porque EEUU quiere militarizar la región por eso ingresaron con el conocimiento y consentimiento de los gobiernos entreguistas de Fujimori, Paniagua y Toledo; pues la presencia de estos militares es desde 1998. A EEUU le interesa el Perú en la ejecución del plan Colombia, así lo involucraría poco a poco para atacar a Colombia como sucedió con Cuba. Como afirma el parlamentario Diez Canseco "la base les puede servir para intervenir comunicaciones, realizar vuelos de control sobre el área, entrenamiento de personal y también comprometer a nuestra (sic) tropa y entrenarla para operar al interior del proyecto del plan Colombia"(28.4.02) La presencia militar norteamericana sería utilizada por el gobierno actual para realizar el sucio trabajo de contrainsurgencia no sólo contra los grupos armados sino contra los sectores populares, como los frentes regionales, que se han constituido en fuertes bastiones de la defensa de los más elementales derechos como el derecho al trabajo y la defensa de los recursos naturales e hidroenergéticos.
Los Estados Unidos de Norteamérica necesita una base militar en el Perú como parte de un Proyecto General y de largo alcance para crear condiciones que permitan perfeccionar su hegemonía a nivel mundial. Es absurdo creer en un trato bilateral como pregona el neoliberal Toledo, EEUU tiene sus propios planes y en ellos no está la transformación de su patio trasero en un huerto productivo, ni siquiera en una tiendecita próspera.
Además cabe anotar la beneplácita aceptación de los mandos medios del ejército peruano, que son los beneficiarios directos de esta intervención, como gendarmes del gran capital son partícipes de las tácticas y estrategias aplicadas en las guerras del medio Oriente y de Afganistán y en la lucha contra el terrorismo que ha tomado un nuevo giro desde el 11 de setiembre, además le permite operar libremente en el narcotráfico como es su costumbre, ¿acaso no hemos visto estupefactos que los soldados del ejército peruano trasladaban toneladas de coca a los aviones militares y de los narcotraficantes baja la severa vigilancia de los generales durante el gobierno del japonés? Por eso no denunciaron la instalación de la base militar gringa en la selva.
Para la derecha peruana el problema es la cesión de licencia para operar porque "todo indica que Estados Unidos no pretendía establecer en Uchiza una base militar propia, pero que sus soldados tampoco venían solo a construir escuelas... o a cazar mariposas, sino a realizar entrenamientos y maniobras militares que hasta podrían resultar beneficiosas para nuestras fuerzas armadas, pero que requieren, sin duda, transparencia en la gestión y voto aprobatorio del Parlamento" (Somos 803)
Con la instalación de la base militar el ejército norteamericano tendría el control geopolítico de la zona para poder imponer sus medidas económicas como el ALCA y un centro de entrenamiento como Guantánamo y Vieques.