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Latinoamérica

14 de mayo del 2002

Rosario Ibarra, de la organización de familiares de desaparecidos de México, visita Madrid

Veinte años del Comité Eureka
Foro Social
Desde hoy martes hasta el próximo jueves, con motivo del Foro Social Transatlántico, estará en Madrid Rosario Ibarra de Piedra, luchadora social mexicana, presidenta del Comité Eureka de familiares de desaparecidos.



Revista Memoria. Núm. 109 Marzo de 1998
Veinte años del Comité Eureka
Enrique Ávila Carrillo
LAS DECENAS de miles de jóvenes que habían participado por vez primera en la política estudiantil de 1968 aprendieron -de manera abrupta- las mil formas que puede adoptar el régimen priista con tal de seguir manteniéndose en el poder. La represión brutal que las fuerzas armadas de este país llevaron a cabo contra los estudiantes fue frustrante y en muchos casos traumante, para estos miles de adolescentes que lo único que deseaban era participar con su juvenil esfuerzo en la transformación democrática de la nación.
La cerrazón política del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y el estrecho pragmatismo del partido político en el poder llevaron a cientos de jóvenes a la conclusión de que la única manera de combatir la brutalidad ofensiva de las fuerzas represivas gubernamentales era respondiendo con violencia revolucionaria, violencia que con su aparente destrucción establecía las bases para un florecimiento de una nueva sociedad basada en la igualdad de sus integrantes. La miseria, el desempleo, la antidemocracia, la represión y de manera destacada la demagogia echeverrista de principios de los años setenta impulsaron el surgimiento de diversos grupos guerrilleros urbanos, que se planteaban enfrentamientos directos con las fuerzas represivas y así, mediante este método, crear las condiciones objetivas para que la sociedad en su conjunto se movilizara y lograra con su importancia política transformar las relaciones sociales vigentes en nuestra patria.
El Estado mexicano aumentó de inmediato la actitud desinformadora e inició una gran campaña publicitaria nacional contra estos grupos de jóvenes que luchaban decididamente por recuperar las libertades conculcadas por el gobierno priista. Éste movilizó miles de efectivos policíacos y militares para combatir a las organizaciones guerrilleras de las ciudades; de las espeluznantes arbitrariedades de los cuerpos paramilitares destacó la tristemente célebre Brigada Blanca; pronto la acción de los supuestos órganos de seguridad del Estado se convirtió en sinónimo de despojo, violación, robo, golpizas, detenciones arbitrarias y sobre todo desaparición de presuntos integrantes de la guerrilla en cárceles clandestinas, que son una triste práctica de todas las policías en México.
Las mazmorras del gobierno se poblaron con decenas de luchadores sociales que habían previamente sufrido interrogatorios, los cuales en muchos casos dejaron huellas físicas y psíquicas, que marcaron para siempre la vida de aquellos.
El gobierno de México se despojó de su supuesto carácter nacionalista revolucionario y mostró su verdadero rostro violento, represivo y profundamente antipopular.
Las familias de los detenidos y desaparecidos pronto iniciaron un peregrinar constante por las diversas corporaciones policíacas, así como reclusorios e incluso centros de detención castrense en busca de sus seres queridos. El encuentro con la impartición de justicia mexicana infundió a los familiares de los desaparecidos un valor y una constancia admirables en la lucha por rescatar a sus hijos, esposos y hermanos de las cárceles clandestinas del gobierno de este país. Es así como, en 1977, un grupo de familiares de los desaparecidos deciden conformar el Comité Nacional Prodefensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos.
Destaca desde años antes la actividad incansable de una gran mujer, que había sido privada de la presencia de su hijo; su constancia en la lucha cotidiana por encontrar a su familiar se convirtió rápidamente en una actitud que estimula a miles de mexicanos a unirse a su persistente lucha social y política, cuya finalidad suprema era desaparecer las torturas, las prisiones secretas y sobre todo lograr la presentación con vida de los desaparecidos políticos; me refiero, desde luego, a doña Rosario Ibarra de Piedra, quien con su actitud insobornable nos demostró, en la práctica, que la dignidad es y debe ser elemento sustancial del quehacer político cotidiano.
En diciembre de 1979, se avanzó en la organización de los familiares de los desaparecidos y se creó el Frente Nacional Contra la Represión; este organismo luchó por impulsar sus ideas no sólo en los foros políticos nacionales, sino que también acudió de manera combativa a la Cruz Roja Internacional, así como a diversas agrupaciones sociales y políticas prácticamente de los cinco continentes.
Las Doñas, como cariñosa y respetuosamente les decimos quienes las admiramos, han sostenido en su infatigable lucha siete huelgas de hambre, todas ellas con la exigencia de la liberación inmediata de presos y sobre todo de la presentación con vida de aquellos jóvenes que la brutalidad policíaca separó de sus hogares.
En 1981, el Frente Nacional Contra la Represión participó de manera destacada en la fundación de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, cuya actividad -sobre todo en el Cono Sur de nuestro continente- tuvo y tiene una importancia política de gran realce en la lucha contra la opresión militar en diversos países de Sudamérica.
Fue en 1982 cuando los militares del comité decidieron no sólo seguir en su incansable lucha por rescatar a sus familiares de las cárceles gubernamentales, sino que además acordaron apoyar la candidatura de Rosario Ibarra de Piedra a la Presidencia de la República, postulada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores, y así se convierte en la primera mujer aspirante a presidir esta nación.
La campaña electoral impresionó positivamente a extensos sectores nacionales y extranjeros; las denuncias sobre la represión y la existencia de prácticas privatorias de la libertad llevadas a cabo por el Estado, así como la valiente actitud asumida en favor de los más golpeados por la crisis económica, llevaron a doña Rosario a identificarse con "los de abajo". Varios cientos de miles de ciudadanos apoyaron con su voto esta primera incursión de la candidata del comité a la primera magistratura de México.
Los plantones, las marchas, los mítines y, como ya dije, las huelgas de hambre han sido la base táctica de este valeroso grupo de compatriotas que han enseñado a muchos mexicanos el camino de la libertad.
La búsqueda de los desaparecidos los llevó a tener en innumerables ocasiones encuentros ríspidos con funcionarios de diversa jerarquía del gobierno, y en todas las entrevistas ha quedado claramente establecida su incorruptibilidad ante los intentos de cooptación por parte del Estado.
En la ciudad de Monterrey, se decidió en agosto de 1987, en sesión plenaria del Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, cambiar el nombre a éste por el de Comité Eureka, palabra de origen griego que significa ¡He hallado, he encontrado! Con esta nueva denominación, Las Doñas han persistido en la lucha libertaria.
El surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y su nueva concepción de la participación política (mandar obedeciendo) han permitido a las compañeras del Comité Eureka entrelazar su actividad con las demandas zapatistas; la entrega en agosto de 1994 de la bandera nacional en Aguascalientes, Chiapas, a doña Rosario Ibarra de manos del subcomandante Marcos, es el mejor reconocimiento a la trayectoria de lucha que el comité ha desempeñado durante los dos últimos decenios.
El Comité Eureka y el zapatismo mexicano luchan unidos en la búsqueda de la libertad, la justicia y la democracia; pugnan porque se establezca en México un gobierno que acepte y obedezca la opinión del pueblo y se acaben de una vez y para siempre las injusticias políticas, sociales y económicas.
La actividad del Comité Eureka -durante cuatro lustros- ha logrado rescatar de las cárceles mexicanas a cerca de 200 presos políticos, que el gobierno negó reiteradamente que los mantuviera secuestrados; además, ha demostrado en la práctica que es posible compaginar las diligencias legislativas con una consecuente lucha por la presentación y liberación de los detenidos por sustentar posiciones ideológicas diferentes a las del Estado.
En nuestra realidad política, es referente obligado mencionar al Comité Eureka, su verticalidad, su consecuencia y sobre todo su dignidad ante la adversidad. Las Doñas se han convertido en un baluarte de la búsqueda incansable de la libertad, la igualdad, la justicia y sobre todo por lograr un México que sea regido por el sentir de las mayorías de este país.



Breve biografía de Rosario Ibarra
Nació en Saltillo, Coahuila, precursora de la lucha por los desaparecidos políticos, dirigente del Frente Nacional Contra la Represión (FNCR), candidata a la presidencia de la República en 1982 por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Inició su participación social en 1973, cuando acusan a su hijo, Jesús Piedra de pertenecer a la organización guerrillera "Liga Comunista 23 de Septiembre". Jesús huyó y la familia fue víctima de acoso por parte de la policía. En abril del siguiente año un periódico publicó que Jesús había sido detenido, pero el gobierno negó tal hecho. Rosario Ibarra inició un largo peregrinar por las oficinas de gobierno, llegando a entrevistarse varias veces con el ex presidente Echeverría, quien, en una de ellas, le dijo: "Ya han girado instrucciones para que le resuelvan el problema", lo cual fue falso, la solución nunca llegó.
Rosario es la principal impulsora de la organización de familiares de desaparecidos, que logró la creación del Comité Nacional Pro-defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, que después se llamó "Comité Eureka". Hacia el 2 de octubre de 1978, apoyó la organización de una gran manifestación que demandaba la amnistía general e incondicional a presos políticos y la presentación de desaparecidos. En ese mismo año el gobierno decretó una Ley de amnistía y liberó a algunos presos políticos, pero no se dice nada de los, hasta ese momento, 400 desaparecidos. El 12 de Diciembre de 1979 se formó el Frente Nacional de Lucha contra la Represión, que aglutinó además de familiares de desaparecidos, a organizaciones estudiantiles, sindicales, campesinas y algunos partidos políticos.