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29 de mayo del 2002
En la cancha de fútbol, Brasil espera un ansiado desquite con Francia. En la política, podría haber, en cambio, un pareo
Brasil, Francia y la Copa del Mundo 2002: Después de
la copa, elecciones
Norman Madarasz
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Río de Janeiro— Brasil fue a la Copa del Mundo de la FIFA en 1998
como un confiado campeón titular. Cuatro años antes, en Los Ángeles,
la "Selección" como llaman al equipo en el país, derrotó
a Italia en una épica lucha sin goles, jugada bajo un calor aplastante,
que terminó con Robert Baggio, de Italia, que malogró un tiro
de penalti crucial durante el tiempo suplementario. Así, Brasil se convirtió
en la primera nación en ganar la Copa del Mundo en cuatro ocasiones diferentes.
En París, incluyendo al goleador más elogiado del mundo, Ronaldo,
del Inter de Milán, el equipo esperaba agregar una quinta serie de caricias
y besos al globo de oro.
Pero no fue así. Después de superar el escepticismo local, Francia
utilizó su ventaja de jugar en casa para lograr una sorprendente victoria
por 3 a 0 contra Brasil. Fue su primera aparición en las finales, y coincidió
con una victoria. Fue sólo la sexta vez que un equipo nacional había
ganado la Copa en su propia casa. El equipo que había fracasado más
espectacularmente en ese esfuerzo fue Brasil. En 1950, la Selección recibió
una paliza de 2 a 1 de Uruguay, equipo al que se daba menos probabilidades,
en el recién construido templo del fútbol, el estadio Maracaná,
en Río de Janeiro.
La sed de revancha de Brasil no ha disminuido ni un ápice en estos pasados,
largos, años. Pero el país en su conjunto espera ganar aún
más de un pareo con Francia en el campo político. Si sus respectivas
coaliciones de izquierda ganan las elecciones de este año, la rivalidad
de los dos países podría convertirse en un acercamiento.
Las encuestas para las elecciones legislativas de junio en Francia son aún
muy provisorias. Ahora sabemos lo inexactas que han sido en el pasado. Así
que en realidad el 86 por ciento del electorado que cuando tuvo la oportunidad
votó efectivamente contra el presidente derechista Chirac tendrá
que esperar hasta ver qué es lo que sucede. Se sabe poco sobre lo que
el candidato presidencial actualmente preferido en Brasil, Ignacio Lula de Silva,
alias "Lula," discutió realmente con el antiguo Primer Ministro francés,
Lionel Jospin en París unos días antes de la caída de este
último. Todo sugiere que los dos políticos vieron un brillante
futuro de visiones entrelazadas para una orquestación de políticas
de centro-izquierda – a pesar de tener que recibir un corner ocasional del campo
de la derecha en una problemática repartición de poderes. Evidentemente,
el equilibrio de todos los campos no ha sido creado de la misma forma.
Las elecciones presidenciales brasileñas, por su parte, están
previstas sólo para octubre, pero ya se sabe lo que está en juego.
Candidato por cuarta vez, Lula, como Jospin, ha tenido que desplazarse hacia
el 'centro' en la creencia de que la clave para un gobierno efectivo es una
coalición. Viendo la derrota de Jospin por sus propios votantes en la
primera vuelta de las elecciones, puede estar escuchando más de cerca
al actual Presidente, Fernando Henrique Cardoso. Como si sintiera el escozor
unos días antes de la ofensiva en Francia, FH pronunció palabras
propias de la sabiduría de un presagio: "¿Es la posición [del
PT] sólo de ganar una elección o quiere verdaderamente lograr
un cambio en la forma en la que vemos el mundo? Si es sólo lo primero,
el electorado no lo creerá." (The Financial Times, 19 de abril
de 2002). El clamor de los partidarios franceses aún no había
comenzado a resonar.
Las elecciones generales (legislativas) francesas están planeadas durante
las vueltas preliminares de la Copa del Mundo. Pero la coalición de la
Izquierda Plural ha estado entrenándose como si fuera a llegar sólo
a las semifinales. Otro equipo que ha sido perjudicado por su excesiva confianza,
la izquierda ahora tiene que morderse la lengua después de la crítica
incesante de Jospin del proceso paralizante de la "cohabitación". Tratar
de maniobrar un gobierno de izquierda bajo un presidente de derecha "hace que
Francia se vuelva ingobernable," declaró recientemente a Le Monde.
Sin embargo, los socialistas se han reorganizado y su nuevo dirigente y antiguo
presidente del Partido, Francois Hollande, espera detener el avance de la derecha
durante otros cinco años. ¿Y quién sabe? La antigua coalición
de los verdes, comunistas, y radicales independientes, podría estar en
una excelente posición para marcar desde la izquierda, el centro e incluso,
en el peor de los casos, desde la derecha. Mientras tanto, en el palacio del
Eliseo, el Presidente Chirac se reconforta con su sensacionalizada victoria,
debida en gran parte a los votantes de izquierda. Su gobierno de vidriera, que
esencialmente es impotente hasta que logre una victoria electoral, está
representando una vez más su fantasía de una asociación
socialista, ya que incluso sus políticos más conservadores conceden
que Francia ha caído irracionalmente en una paranoia inmigratoria de
su propia concepción.
El que un tal malestar encuentre su eco en la clase política dominante
se debe en gran parte a su propio oportunismo y populismo. Los monstruosos resultados
de las elecciones presidenciales francesas, porque hay que recordar que a pesar
de toda la publicidad lograda en los medios, Le Pen aumentó apenas su
cantidad de votos el 5 de mayo, han tenido otro efecto. Al consultar a la población
francesa sobre sus temores de la criminalidad callejera, los medios han expresado
los ataques étnicos que hasta ahora habían sido silenciados: en
términos simples, el racismo. En un estudio recientemente publicado,
Le Monde reveló que durante la campaña política
las estaciones de televisión dedicaron 18.766 espacios al "crimen, a
lanzamientos de piedras, a robos de coches, asaltos, y a la intervención
de la policía y / o de la policía antidisturbios". Eso equivale
a 987 temas por semana transmitidos sobre una realidad en la que el Ministerio
del Interior ha confirmado que existe una ligera disminución de la criminalidad.
No hay una explosión de la "falta de seguridad," ni siquiera una "invasión"
de inmigrantes desesperados, sino una estabilización del crimen. Por
otro lado, el temor auspiciado por los medios ha despertado una terrible tensión
étnica. Es una tensión que está a mundos de distancia de
la energía étnica nacionalizada que ha hecho que el equipo nacional
de fútbol francés brille como un colectivo global.
Nada en su éxito ha impedido que la derecha se encuentre reflejada en
su antigua indecisión ante el Frente Nacional de extrema derecha. A pesar
de su arrogancia, Alain Juppe, entre los íntimos de Chirac, es, irónicamente,
un verdadero republicano que desdeña a Le Pen. Pero ni siquiera su cara
pudo traicionar el extremo disgusto con el que ve una vuelta al poder de la
cohabitación Izquierda Plural en la Asamblea Nacional con Chirac al timón.
Enfrentado con la perspectiva de tener que orientar sus votos a un partido de
oposición en caso de terminar tercero en la primera vuelta, los candidatos
derechistas de Chirac están tartamudeando sintomáticamente sobre
si se les va a enviar al campo de Le Pen.
La derecha francesa realmente desprecia más a sus cercanos parientes
socialistas que a los racistas de Le Pen. Lo que es más de lo que se
puede decir respecto a Le Pen, que siente un desdén muy especial hacia
Chirac. El odio a la izquierda, en la actualidad, puede deberse sólo
al éxito que ha tenido en la implementación de políticas
de derecha. Y a pesar de lo que cree Anthony Giddens, no hay "temas de derecha,"
sólo políticas de derecha. A ese respecto, los políticos
franceses de centro- izquierda, debieran preocuparse: cuando la mayoría
de la población recupere sus sentidos, va a querer un gobierno responsable
y activista que trabaje verdaderamente por el cambio social.
Aunque el cuadro parece favorable a un emparejamiento entre Francia y Brasil
después de los resultados finales de las elecciones, no habrá
una revancha en las finales de la Copa del Mundo. Si los equipos se enfrentan
en las próximas semanas, es casi una certeza que sucederá en una
etapa anterior de la confrontación. La dinámica del azar utilizada
para organizar las divisiones de los grupos ha colocado a tres equipos de la
máxima selección en la misma serie de partidos eliminatorios.
Además de los compañeros de Zidane y de Ronaldo Gaucho, los favoritos
del Grupo de la serie A-C-F-H, son Argentina (clasificado segundo) e Inglaterra
(12º). Si tanto Francia como Brasil terminaran primeros en sus respectivos grupos,
se enfrentarían en los cuartos de final, partido 57. Si uno de los dos
terminara segundo, y sobreviviera los cuartos de final, se enfrentarían
en la semifinal, partido 62.
En 1998, todo el país de la samba contempló incrédulo a
la Selección tropezando rígidamente bajo el peso de cien mil frenéticos
hinchas franceses en lo que en general fue una confrontación a mediocampo.
Zidane dio un poco original cabezazo de un tiro de corner y llevó la
ventaja de Francia a 2 a 0 a mitad de tiempo. En el segundo tiempo, mientras
Brasil combatía su apatía para lanzarse al territorio ofensivo,
fue sorprendido por la escapada de Manuel Petit. Completó la triunfante
victoria de "Les Bleus". Francia se convirtió en ""le pays du fut".
Mientras los franceses se recuperaban de su trasnochada celebración en
los Campos Elíseos, su segunda en una semana, a la espera de otra más
planeada para el desfile de la victoria, comenzaron a llegar noticias desalentadoras
del campo brasileño. Como si fuera una resaca del partido, la mayor parte
estuvo de acuerdo en que simplemente Brasil no podría haber jugado tan
mal, ni podría haber destrozado tantos corazones, si no hubiera habido
alguna razón para la derrota. La sospecha se hizo realidad.
En vísperas del partido por el campeonato, el refugio de la Selección
había sido plagado por el pánico cuando el delantero estrella
del Inter de Milán, Ronaldo, pareció sufrir un ataque de nervios.
Aunque sólo tuvo convulsiones, todo el equipo terminó convertido
en una sombra de sí mismo en el campo de juego en la tarde siguiente.
La llegada de la ambulancia y los cuidados sanitarios intensivos que recibió
Ronaldo parecían subrayar la seriedad del incidente. "Perdimos la Copa
del Mundo pero yo gané otra copa –mi vida," confesó más
adelante Ronaldo. El espónsor del equipo, Nike, ha sido repetidamente
criticado por haber supuestamente presionado al entrenador para que hiciera
jugar a Ronaldo. Sea por una noche en vela, o por haberse basado demasiado en
un solo jugador estrella, el equipo que había brillantemente derrotado
a Holanda sólo unos días antes, se fijó en el mediocampo
y perdió.
En "Galileo" de Bertolt Brecht, Andrea se lamenta: "Infeliz es el país
que no genera un héroe." A lo que, Galileo, responde: "No, infeliz es
el país que precisa de un héroe." Aunque los salarios de los deportistas
se han vuelto absurdos e inaceptables, cabe poca duda sobre la necesidad que
tiene la juventud de tener héroes. Entre los reyes, Zidane es el emperador,
con su contrato de 65 millones de dólares con Real Madrid, al que llevó
a ganar el campeonato europeo de 2002. Un artista maestro del deporte, en lugar
de los don nadie del pop yanqui difundidos por el gigante mediático Viacom
por MTV –y por favor no me digan que estoy para el arrastre– es a menudo el
contacto más íntimo de muchos con un héroe. Puede ser que
Ronaldo ya no sea nada nuevo, después de su ardua recuperación
de dos años de una rodilla maltrecha. Pero todavía oigo la voz
inocente de un joven beur francés, es decir de origen magrebí,
que hace años tuvo que decir tímidamente que pensaba que Zidane
era un mejor jugador que Ronaldo. También puede haber sido eclipsado
por el mago de Kabilia, tiene algo de conmovedor cuando un héroe cae
en desgracia. Y todos terminan por caer.
Las presiones y las expectativas del partido más importante, abren todos
los caminos al riesgo. Los políticos lo comprenden, igual que los atletas.
Al subir los niveles de popularidad de Lula, Brasil ha enfrentado el efecto
desestabilizador de las declaraciones hechas por las firmas internacionales
de estimación de los factores de riesgo, cuando no provienen directamente
del Congreso de EE.UU. En apresurados informes de la fijación del nivel
de riesgo de JP Morgan, el 27 de abril, creó una serie de oportunidades
para los especuladores, cuando aumentó los puntos del factor de riesgo
de Brasil, y luego pasó a ajustarlos hacia abajo, para pasar a aumentarlos
de nuevo el 23 de mayo. ¿El problema? Los especuladores están ansiosos
esperando para hacer la pesca del día del libre mercado: la inevitable
inestabilidad provocada por la elección de un gobierno de izquierda.
Pocos analistas sensibles a semejantes graznidos se dieron cuenta de una serie
de puntos fundamentales. Las agencias de evaluación de riesgos establecen
sus clasificaciones basadas en proyecciones de las reformas que piensan que
van a ser implementadas por los movimientos sociales y en el grado de resistencia
que las elites locales van a presentar. Entre las "ciencias", el análisis
de riesgos carece de rigor, por decir lo menos. Así que, aunque los bancos
tal vez no sean demasiado optimistas respecto a Brasil, considerando que Argentina
y su economía derrumbada están clamando al lado, han sido mucho
más cuidadosos respecto a lo que, después de todo, son sus propias
inversiones. El 1 de mayo (no es un chiste), su portavoz, The Financial Times,
se apresuró a subrayarlo inequívocamente. Su editorial atacó
violentamente: "sería un error exagerar los riesgos [involucrados en
la elección de Lula]." Aunque los bancos brasileños se encuentran
entre los más prósperos del mundo (Bradesco, el Número
1 en América Latina, es de los diez bancos del mundo con mayores beneficios),
el mensaje ha sido sólo ligeramente recibido. Y de nuevo, sabemos lo
leales que son los bancos hacia la economía local. Por otra parte, cuando
JP Morgan modificó su evaluación de riesgo para Brasil una semana
y media más tarde, fue la prensa internacional la que pareció
oír mal. Así que para estimular sus tímpanos, el 23 de
mayo, JP Morgan hizo más ruido elevando al país a 972 en su índice
Emi+ –mostrando a la economía del país como una de las menos estables
del mundo.
Así que el suspenso aumenta… Mientras nos acercamos a la Copa en Asia,
un tándem de izquierda está mejorando sus driblings para llegar
de llegar a una muy necesaria alianza atlántica diagonal. En caso de
que ganen las elecciones para las que se les pronostican buenas posibilidades,
el PT y la Izquierda Plural tendrán aún que confrontar una fuerte
resistencia nacional, especialmente en Francia, del sector estancado y fuertemente
subvencionado de la agricultura. Brasil también tiene esquivar la posición
siderúrgica dominada por los alemanes, en el compromiso europeo de Francia.
Pero en las partes históricas del centro de Río de Janeiro, la
bandera francesa ondea sobre el Centro Cultural del Banco de Brasil, que muestra
una exposición dedicada al Paris de 1900. Ondea a sólo un paso
de la casa Francia-Brasil que honra en estos días al rey del "futebol",
Pelé. Ante tales manifestaciones, no sólo me imagino a veces que
Francia ha vencido finalmente sus sueños de una presencia antártica.
A menudo parece que Brasil se hubiera establecido a las orillas del Sena.
Sin duda, Francia ha desarrollado brillantemente su juego desde ese final decisivo
de 1998. Les bleus ganaron la Copa Europea, y siguieron sin ser derrotados hasta
la debacle del sábado pasado contra Bélgica –durante la cual,
se apresuran a decir los fieles, Zidane estaba eludiendo los puntapiés
de otro defensor: su recién nacido. Como los socialistas en 1997, les
bleus demostraron que su sorprendente victoria fue un experimento que se podía
repetir fuera del laboratorio –a pesar del escepticismo general. Seguramente
el gusto por la revancha ha sido un elemento dramático tanto en el deporte
como en el arte. Por cierto, hay muchas cosas que justificarían que el
deporte fuera clasificado como un arte: considerando el sitio, el jugador y
el equipo, y, especialmente, el acto de coronar a un héroe.
Aun si Brasil derrota a Francia, todavía hay tiempo para una sólida
solidaridad y colaboración política. En tales momentos, es el
espíritu internacionalista el que lleva el espíritu deportivo
a la política.
27 de mayo de 2002
Francia juega contra Senegal el viernes 31 de mayo, y abre la Copa Mundial de
Fútbol 2002 de la FIFA.
Brasil enfrenta a Turquía el 3 de junio.
Norman Madarasz escribe desde Río de Janeiro. Su correo: normanmadarasz@hotmail.com.
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