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5 de mayo del 2002
Condena a Cuba en Ginebra
La verdad
Angel Guerra Cabrera
La Jornada
Cuba y Venezuela desafían el discurso dominante según el
cual no existe hoy otra opción político-social que la emanada
del Consenso de Washington. Esa es la única razón de la condena
a la isla en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y del frustrado
golpe de Estado en Caracas, ingredientes de un mismo plan de la administración
de George W. Bush. Su objetivo es liquidar a las fuerzas que se oponen en América
Latina a la globalización neoliberal: los zapatistas en México,
la guerrilla colombiana, los movimientos indígenas y populares de Ecuador
y Bolivia, el MST de Brasil, e impedir en este último país la
victoria electoral de Luiz Inacio Lula da Silva y así aislar la rebelión
argentina.
Pero la prioridad es quitar del medio a los regímenes de Fidel Castro
y Hugo Chávez. Al primero, porque prueba que es posible la resistencia
prolongada a la agresión imperialista y el avance por el rumbo socialista
en un pequeño país situado en las narices de Estados Unidos. Al
segundo, porque demuestra que un gran productor de petróleo en América
Latina puede, aun en el marco de la democracia burguesa y el capitalismo, impulsar
un proyecto alternativo al neoliberalismo si el Estado conserva el control del
hidrocarburo y si canaliza sus beneficios y la recaudación fiscal prioritariamente
al pueblo en lugar de destinarlos casi únicamente al enriquecimiento
de una minoría, al pago de la deuda externa y a la subvención
de bancos y grandes empresas. Añádase la reanimación por
Chávez de la OPEP y la venta asegurada a Cuba de la tercera parte del
petróleo que consume. Pese a las diferencias en su madurez y objetivos,
los procesos cubano y venezolano constituyen un ejemplo de rebeldía que
resulta intolerable para el proyecto de hegemonía mundial absoluta y
de recolonización de América Latina en exclusiva del grupo de
Bush.
En este espacio se ha denunciado desde meses atrás la designación
del cubano- estadunidense Otto Reich -prominente miembro de la contrarrevolución
cubana de Miami y enemigo jurado de Chávez- al frente del cargo más
importante para América Latina en el Departamento de Estado, junto a
la de otros veteranos del Irán-contras y la guerra sucia de Reagan contra
los pueblos centroamericanos en puestos clave relacionados con la región.
Tales nombramientos apuntaban a una conducta muy agresiva e injerencista al
sur del río Bravo. Ahora importantes diarios de Estados Unidos y más
descarnadamente de su aliado especial Inglaterra, como The Guardian y The Observer,
lo han confirmado. Reportan la connivencia de Washington y su embajador en Venezuela
con el complot mediático-empresarial, la activa participación
junto a los conspiradores de los agregados militares yanquis en ese país
y la comunicación que durante su fugaz mandato sostuvo el golpista Pedro
Carmona con Reich. Algo parecido ocurre con la condena de Cuba en Ginebra.
Un reportaje de los enviados a la ciudad suiza del diario montevideano La República
demuestra fehacientemente quién es el verdadero autor de la propuesta
uruguaya aprobada en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, cuyos
términos no pueden ser más fieles al memorando circulado en octubre
de 2001 a las cancille-rías latinoamericanas por el secretario de Estado
Colin Powell. La República revela cómo el proyecto llevado a Ginebra
por el gobierno de Jorge Battle y otros, supuestamente redactados por cancillerías
latinoamericanas y abortados anteriormente, son casi un calco al carbón
de un modelo de resolución también circulado en la región
por la diplomacia estadunidense en febrero de 2002. En la dirección electrónica
http://www.diariolarepublica.com se encuentran copias de los documentos, el
relato de cómo Bush, Powell y Reich intervinieron personalmente en el
patrocinio por varios países latinoamericanos de la resolución
anticubana y de las brutales presiones ejercidas por funcionarios estadunidenses
sobre renuentes estados africanos, con las que consiguieron al final la exigua
mayoría de votos para condenar a Cuba.
Basándose en la resolución de Ginebra, Lino Gutiérrez,
otro integrante de la mafia cubana de Miami y segundo de Reich en el Departamento
de Estado, declaró pomposamente que "los países latinoamericanos"
han llegado a la conclusión de que "llegó la hora" de instaurar
la democracia en Cuba. Ya sabemos a qué democracia se refiere. La misma
de los golpistas venezolanos. Antes de hablar con los periodistas, Gutiérrez
haría bien en tomarse un Valium.
guca@laneta.apc.org