|
21 de mayo del 2002
El grito de los cerros y de los piqueteros
Francisco Hidalgo Flor
Especial para *Gramsci e o Brasil*
El nuevo momento del auge de la acción social directa en Latinoamérica
queda refrendado en apenas cinco meses, entre Diciembre del 2001 en Buenos Aires
y Abril del 2002 en Caracas, por un lado el despliegue de las movilizaciones argentinas,
el denominado "Cacerolazo", que provocaron que por primera vez en la historia
de ese país una amplia movilización popular, de capas medias y pobres,
fuera el factor decisivo en la caída de un Gobierno, aquel de De la Rúa,
y horas mas tarde de otro presidente transitorio; y por otro lado la insurgencia
de los ranchos de Venezuela, la decisiva movilización de los sectores marginados
de la ciudad y de soldados del ejército venezolano, que logró derrotar
una intentona golpista derechista, de empresarios y altos mandos militares, con
el apoyo de Washington. Así la política retorna a los escenarios
de las calles y plazas, porque el protagonismo vuelve a los sectores populares.
"Nos querían quitar nuestro Presidente, que es del pueblo, y nosotros lo
rescatamos y ganamos", es la definición política de un ciudadano
caraqueño, la agencia AFP añade que esto lo expresó: "Rubén
Rizo, quien vive con sus dos hijos y su mujer, hacinado en cuatro metros cuadrados,
en la populosa barriada de El Valle. Sentado en la puerta de su "rancho", construido
con trozos de madera y plástico, Rubén recuerda que bajó
hasta Miraflores para sumarse a la manifestación que exigía, a una
sola voz, la vuelta al poder de su Presidente Hugo Chavéz". Así
queda retratado el comportamiento del pueblo venezolano en los acontecimientos
del 13 de Abril. Chávez lo llamó el "contra contragolpe", una insurgencia
de los ranchos, las barriadas marginales, que dio al traste con la intentona golpista
del 11.
En las expresiones de este hombre de los sectores más pobres de Venezuela,
resalta una voluntad política de cambio, de transformación, que
le pretende ser negada a los pueblos de todo el mundo, por el discurso de gobernabilidad
en la globalización, acuerdos entre élites para garantizar la eliminación
de los obstáculos a la libre circulación de los capitales, y que
excluyen a quienes no forman parte de la institucionalidad, esos que en el mundo
suman entre 800 o 1000 millones de seres humanos que viven hacinados en cuatro
metros cuadrados, en medio de trozos de madera y plásticos, con ingresos
de apenas uno o dos dólares, o quizás menos, por día.
Este es en sí ya un primer logro a destacar, los que no existen para la
economía del mercado, que jamás son considerados por los millonarios
medios de comunicación, hicieron sentir en las calles de Caracas, su existencia
real, su peso político específico, existen, pueden y saben luchar
en defensa de sus derechos. Así queda evidenciado en otro relato testimonial:
"la presión popular ha sido un elemento determinante en la vuelta de Chavez
a su cargo... los habitantes salieron a las calles masivamente, a pesar del miedo
y sin saber lo que estaba pasando en los cuarteles, es decir arriesgando su propia
vida, pues no se sabía si el ejército tenía la orden de reprimirlos,
y la gente empezó a llegar... se fue concentrando cada vez mas frente al
palacio, frente al Fuerte Tiuna, el cuartel principal".
Por su parte un periodista ecuatoriano testigo presencial de los acontecimientos
de Caracas en ese agitado fin de semana del 13 y 14 de Abril, relata que, apenas
llegado al centro de la capital, el sábado por la mañana, vio a
la gente correr con desesperación, cerrando sus comercios, mientras volaba
el rumor: "vienen los chavistas", eran esos miles de gentes humildes que bajaban
de los cerros para "rescatar a su Presidente". A su vez el semanario Líderes
titulaba: "el fallido golpe de estado empresarial nunca esperó una resistencia
popular organizada".
Mas también es necesario reconocer que en el proceso venezolano hay una
polarización política muy fuerte, pues las burguesías lograron
alinear a la burocracia sindical y a un segmento importante de las clases y capas
medias, afectadas por la crisis económica y distantes del discurso populista,
mientras que los sectores mas pobres de la sociedad, junto a campesinos e indígenas,
hicieron suyo el discurso bolivariano de Chávez, asumieron una esperanza
en el proyecto que este encarna, y percibieron acciones y gestos a favor de sus
intereses desde este gobierno nacionalista.
De esta manera los mas empobrecidos de la sociedad, junto con soldados y la oficialidad
de las fuerzas armadas, mas una tibia condena internacional, dieron al traste,
por lo menos temporalmente, con una ofensiva ultra derechista, que no era solo
una intentona golpista de empresarios neofascistas, sino un acto de fuerza que
aplicaba a América Latina las políticas segregacionistas, reduccionistas
e imperiales de la "guerra prolongada contra el terrorismo" decretada por la administración
Bush desde Septiembre del 2001.
La argumentación de las grandes cadenas de medios norteamericanas y del
gobierno de Washington para desgastar internacionalmente al gobierno de Chávez
giraron en torno a su apoyo al gobierno de Cuba, sus visitas a los regímenes
de Irak, Libia e Iran, su condena a la ofensiva militar contra Afganistán,
y el posicionamiento por la consolidación de la OPEP, a ello se sumaron
montajes de supuesto respaldo a la guerrilla colombiana. Estos hechos por si solos
le convertían en un aliado del "eje del mal" y blanco de la "guerra santa"
de la Casa Blanca.
Además estaba el hecho de la trascendencia de Venezuela como el tercer
proveedor mas importante de petróleo a los Estados Unidos, en condiciones
de una creciente recesión que requiere cada vez mas energía barata,
en un contexto de empeoramiento del conflicto Israel- Palestina que compromete
al mundo árabe.
Esta compleja tramoya fue derrotada por la decisión de los sectores populares
de actuar directamente, rodeando y presionando sobre los centros de poder político
y militar. Con todas sus limitaciones ahí esta una experiencia concreta,
valerosa y ejemplar, de constitución de una voluntad colectiva, en plena
"era de la globalización", confrontada con aspectos ideológicos
y estructurales del llamado "Consenso de Washington". Se evidencia la conformación
de una voluntad colectiva contrahegemónica en estos sectores, una decisión
política, mas una identidad cultural, junto a una actitud ética
de dignidad, añadiendo la adhesión a un líder carismático,
que encarna un proyecto de reivindicaciones nacionales y regionales.
Este proyecto paso su primera prueba, pero el escenario regional y mundial es
muy adverso, su discurso está a plena contracorriente y las demandas imperialistas
por el petróleo venezolano son muy grandes. También tiene internamente
límites fuertes pues su estructuración en organización es
pequeña, su propuesta para construir solidaridades y apoyos a nivel global
es emotiva, y todavía se maneja en el filo de la navaja, de negociar con
unos y otros.
Los elementos claves de esa voluntad colectiva construida en más de una
década son: i) el pueblo venezolano es el protagonista principal de su
historia, ii) es asumido como pueblo- ciudadano y no como pueblo-masa, con capacidad
de revocatoria sobre sus propias delegaciones de autoridad o representatividad,
iii) el ideario bolivariano es reproducido desde su sentido de independencia y
soberanía, iv) el pueblo tiene, no solo conciencia de su protagonismo,
sino memoria de su pasado y presente, proyectándose al futuro, memoria
de la barbarie de la que ha sido objeto, conciencia de que si es posible aceptar
la idea de cambio.
Un elemento primordial, que resultó clave para legitimar el proyecto bolivariano,
fue la decisión de valerse de la propia constitucionalidad y juridicidad
del Estado venezolano, la redacción de una Nueva Carta Magna, gestada en
el seno de una Asamblea Nacional Constituyente, con la autenticidad de representación
que deriva de las consultas populares y referéndum.
A ello se añade la conciencia de que la legitimidad del poder reside en
el pueblo y que la estructura normativa de un Estado sólo responde a la
voluntad de ese "soberano", a ello sumado la recuperación del sentimiento
de arraigo del pueblo venezolano, de pertenencia a una historia, la tierra como
patria.
Precisamente esta experiencia venezolana, de la propuesta de un proyecto bolivariano,
vuelve vigente aquella conclusión de que: "una ideología política
se presenta no como fría utopía, ni como doctrinario raciocinio,
sino como una creación de fantasía concreta que actúa sobre
un pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar en él la voluntad
colectiva" (Antonio Gramsci. Cuaderno 13: "Notas sobre Maquiavelo").
Resignificación de las luchas callejeras y rebelión popular
La experiencia argentina es igualmente trascendente, también fruto de un
proceso de luchas particulares y tipos de organización nuevos, en ellos
parecieran ganar protagonismo los jóvenes desocupados, que se agrupan como
"piqueteros", las asociaciones de jubilados, y poblaciones de la periferia, cuyas
revueltas se caracterizan por constantes cortes de ruta y confrontación
directa con los cuerpos represivos. Los unos sin una perspectiva laboral, los
otros condenados a pensiones de miseria, y los terceros sufriendo la quiebra y
el abandono del Estado, estos sectores vienen luchando desde inicios de los noventa,
a ellos poco a poco se suman otros sectores, universitarios, trabajadores, profesores
y finalmente las capas medias afectadas por el "corralito".
Todos estos sectores se lanzan a la lucha, cada cual con distinta intensidad,
pero confluyen en los "Cacerolazos", en Diciembre del 2001 y Enero del 2002, que
en el contexto de una crisis de hegemonía de las clases dominantes provoca
en los sectores movilizados procesos de concientización como el relatado
por uno de los miles de protagonistas: "... en el camino me encontré con
un joven, que yo no conocía, se me pegó todo el trayecto, 49 cuadras
a Plaza de Mayo, me contó que era remisero y que hace años estaba
ahorrando para comprarse un auto propio, y ahora el dinero se lo incautaban. 'Estaba
viendo Crónica TV en la cama y cuando ví que la gente iba a la Plaza
de Mayo me levanté. Mi madre me preguntó ¿vas a ver a tu novia?,
Ma que novia vieja, voy a la Plaza a ver si recupero lo mío, si no no tendré
novia, ni mujer, ni nada.' Ahora estaba al lado mío, lo dejé hablar
sin influenciarlo, para ver que pensaba, y a medida que pasaba de su programa
personal al general, él solo iba deduciendo un programa de transición
y ya estaba en el punto de que había que echar a la Corte Suprema de Justicia"
(Francisco Sobrino, Revista Herramienta, Argentina).
Es que es en estas revueltas populares, que empatan con momentos de fragilidad
y crisis del poder, que el sentido político de las masas se metamorfosea,
abandona el encuadramiento institucional, el orden impuesto, y vuelve a confiar
en su capacidad de acción, de que sólo uniéndose, agrupándose,
protestando, resistiendo, será capaz de defender sus derechos. En este
gran escenario de la agitación social que los pueblos "aprenden en horas
lo que en otras circunstancias les tomaría años".
Entre los logros está precisamente la resignificación de las luchas
callejeras y la rebelión popular, que fueron satanizadas por la ideología
liberal, a ello se añade el rechazo a los politiqueros de los partidos
burgueses y los transadores de siempre, los diputados, los jueces, los ministros
de estado, y también el señalamiento a los organismos internacionales,
el Fondo Monetario y el Banco Mundial.
Otro gran logro es la consolidación de la unidad popular, romper con la
fragmentación, la dispersión y el aislamiento entre clases, capas
y sectores populares, dando paso a la fraternización en medio de la acción
directa: "Durante la marcha del 28, cientos de vecinos de la capital bajaron de
sus edificios para repartir jarras de agua fresca a los piqueteros que caminaron
40 kilómetros; otros, sobre todo mujeres, les llevaron naranjas, ciruelas
y sándwiches caseros. Hasta los porteros, especimenes de piel dura, abrieron
las mangueras de sus edificios para refrescar a los marchantes. Grupos de jubilados
les entregaron galletitas y gaseosas. Fueron iniciativas individuales, aunque
algunos barrios hicieron sus colectas para aportar alimentos y bebidas" (Relato
recuperado por Raúl Zibechi, Brecha, Uruguai).
Una experiencia valiosa de la lucha social argentina del 2002, es la constitución
de las Asambleas Barriales: "embrionarias, estas asambleas parecen buscar - a
tropezones, con contradicciones, siempre con declaraciones de vocación
democrática - una nueva forma representación política", la
expresión mas frecuente en ellas es: "queremos discutir por nosotros mismos",
"estamos discutiendo qué tipo de democracia queremos".
Es posible hablar de un proceso de constitución de una voluntad colectiva
en el pueblo argentino a lo largo de una década, acentuada en los años
recientes, alimentada por una percepción de desamparo ante la liquidación
suicida del Estado, el abandono de los derechos colectivos, una oposición
al sistema político vigente, a la par que se va confrontando al establecimiento
constituido recuperando conciencia de que las clases populares también
tienen la capacidad de discutir e implementar nuevas formas de expresión
política y de dignidad, de recrear sus lazos de solidaridad y tienen el
poder de cambiar los rumbos de la vida de su país.
Las formas de lucha de unos y otros se interpenetran, y "se encuentra a las clases
medias haciendo piquetes, a los desocupados haciendo escarches, y a los jóvenes
tomando lo mejor de cada sector social" (Raúl Zibechi, cit.).
Voluntad colectiva y totalidad del sujeto político
En esta rápida lectura de las recientes revueltas populares en Latinoamérica
en el inicio del siglo XXI, que ya por su frecuencia y magnitud llaman la atención,
hemos puesto un acento en la construcción de la voluntad colectiva, ahora
intentaremos establecer nexos con uno de los aspectos medulares: sus incidencias
en la lucha por una nueva hegemonía, en los escenarios actuales de globalización
y exclusión.
La experiencia venezolana nos refresca el valor que en nuestros pueblos tienen
los principios de soberanía, de afirmación nacional, de reforma
popular, la persistencia en el imaginario popular de los discursos y las experiencias
históricas de nuestra primera independencia, del ingreso de las masas a
la construcción histórica, de mano de acontecimientos que se sintetizaron
en personajes paradigmáticos como Bolívar, Martí o Zapata
con su llamamiento a la inclusión de los campesinos y de reforma agraria.
La experiencia argentina nos demuestra la vitalidad del reencuentro y la alianza
entre las clases y capas medias junto a los obreros y los desocupados, construida
al calor de la lucha contra el neoliberalismo y el atraco del sistema financiero,
en la decisión de hacer política con su acción directa, en
las calles y plazas, en los cierres de ruta y los paros, junto a ello la convicción
de ir construyendo una democracia directa, con formas propias, que la voz popular
se haga escuchar sin delegaciones, ni sustituciones.
Cada una de estas experiencias de voluntad colectiva está acompañada
de expresiones organizativas particulares: los círculos bolivarianos, las
asambleas barriales, los encuentros de piqueteros, y también expresiones
programáticas, no solo como elaboraciones teóricas, sino como formas
de conciencia social.
Cuando en las calles de Caracas las masas se lanzan a defender un gobierno, que
encarna una propuesta denominada bolivariana y un proceso político que
incluye mecanismos de participación y decisión, como una Asamblea
Constitucional y una Constitución, se expresa un programa.
De manera similar cuando en las barriadas populares de Buenos Aires y otras ciudades
argentinas se reúnen los pobladores para discutir planteamientos en defensa
de sus derechos y evitar que el país termine por caer en la quiebra total,
sé esta construyendo un programa.
Pero Argentina y Venezuela son solo los puntos de mayor conflictividad en el momento
presente, en ellos se hacen visibles procesos de lucha, concientizacion, organización
y propuestas, que dan pistas certeras del devenir en el continente, mas existen
otros procesos igualmente trascendentes, como la consolidación de los movimientos
indígenas y campesinos en varios países, como en México y
Ecuador, el acrecentamiento de conflictos armados y la presencia cada vez mas
directa del imperialismo, como en Colombia, agravamiento de la dependencia y fragmentación
de los estado-nación, en varios puntos del continente.
Son importantes también la persistencia y ampliación de foros de
debate continental e incluso mundial, cuyo escenario está en Latinoamérica,
como el Foro de Partidos Políticos y el Foro Social Mundial.
¿Cuáles se avizoran como los desafíos y retos del movimiento popular
latinoamericano? Desde nuestro punto de vista son las visiones parcializadas y
fragmentadas del proceso que estamos viviendo y las construcciones unilaterales
del sujeto y del discurso crítico que se presenta.
En primer lugar cabe subrayar que los conflictos sociales que se agudizan tienen
como eje la profundización de la polarización en la nueva división
mundial del trabajo, presentada como globalización, y consecuentemente
el agudizamiento de la exclusión social de poblaciones, países y
subregiones. Cada vez son mayores las repercusiones por la implementación
de la globalización, así en Argentina y otros países observamos
el peso de las privatizaciones, la deuda externa y los capitales especulativos,
mientras que en Venezuela y otros países resalta el peso de las exigencias
de las grandes potencias y transnacionales por energía y petróleo
baratos, el ahogamiento a los países productores de materias primas y recursos
naturales.
La respuesta de los organismos internacionales, de los bancos y empresas transnacionales,
es cínica y brutal, cuando en Diciembre caía la economía
argentina el Director del FMI exclamó:
"los argentinos tienen que aprender a sufrir", en Abril cuando Wall Street pensó
que Chávez estaba derrocado llamó a sus accionistas: "lucrar con
la transición".
Ante una perspectiva de acentuamiento de la crisis en Latinoamérica, e
incluso del conjunto de las periferias, los antes llamados "tercer" y "cuarto"
mundos, es indispensable ir superando las perspectivas que reducen la conflictividad
a un problema solo nacional, o incluso a la solución parcial de temáticas
de empleo o pobreza para un sector de la población afectada.
En segundo lugar cabe advertir de tendencias a una construcción unilateral
del sujeto social y político. Si en décadas anteriores el acento
fue una perspectiva economicista y corporativa, la clase y el gremio, como los
ejes del proceso, desconectando al sujeto de sus demás articulaciones estructurales
y superestructurales, en los tiempos presentes pareciera girar el acento en una
perspectiva que unilateraliza la diversidad y la diferencia, desconectando al
sujeto de sus articulaciones estructurales, y de universalidad con los demás
explotados y oprimidos.
Un ejemplo actual sobre lo mencionado puede ser aquello que viene aconteciendo
con el movimiento indígena ecuatoriano en el año 2002, sus fraccionamientos
internos y su desconexión con los demás sectores populares.
En tercer lugar vale la pena indicar la construcción fragmentada del discurso
crítico, desde una perspectiva que solo mira lo económico, o lo
cultural, y que reduce lo político a una gestión de administración,
o de participación electoral.
Es prioritario la recuperación del discurso de lo político como
uno de los espacios claves donde la praxis puede transformar decisivamente procesos
económicos y culturales, es el espacio de construcción del sentido
de la acción pública y directa de las colectividades, de disputa
del poder, de la confrontación a la hegemonía dominante y la posibilidad
de construir una nueva hegemonía desde abajo.
Abandonar el espacio de la política, del poder y del gobierno, o solo mirarlo
desde la perspectiva de gestión de lo local, de la participación
electoral para alcanzar escaños de representación, o solo de la
sociedad civil, es conceder a los sectores hegemónicos, el imperialismo
y las oligarquías todo el espacio de la estrategia de los procesos sociales
y políticos.
Algo de esto pareciera estar sucediendo con el Foro de Porto Alegre, donde cobran
fuerza las voces que lo proclaman como el encuentro de la sociedad civil y los
movimientos sociales, separándolo de las corrientes expresamente partidarias.
Uno de los desafíos centrales con seguridad es recuperar una perspectiva
integral de la praxis política, con una visión de la totalidad,
estructuras y superestructuras indisolublemente articuladas. Darle potencialidad
política al grito de los cerros, de los piqueteros, de los runas.
A esa enorme, valerosa y enriquecedora voluntad colectiva de cambio, de transformación,
que emerge en Latinoamérica, unir los procesos organizativos que ya están
hoy presentes, y los debates sobre el programa alternativo, superando los unilateralismos
gremialistas o culturalistas, asumiendo los desafíos de una perspectiva
global, no solo local o nacional, quizás empezando por regiones mas abarcativas,
aquellas previas a nuestra fragmentación en países pequeños,
construyendo las alternativas con una visión de praxis política
y de disputa de poder.
Marie-Christine LACOSTE, CNRS/GRAL
Coordinadora de "RUMBOS"
Lista de Informacion Cientifica y Red de Investigadores sobre y de America Latina
- Ciencias Humanas y Sociales -
Lenguas de Circulacion : Espanol, Frances, Ingles, Portugues
e.mail : lacoste@univ-tlse2.fr
CNRS/GRAL (Groupe de Recherche sur l'Amérique Latine)
Maison de la Recherche, Université de Toulouse-le-Mirail 5, Allées
Antonio Machado - 31058 Toulouse Cedex (France)
Téléphone : 05 61 50 43 08 50
http://www.univ-tlse2.fr/amlat/
Francisco Hidalgo Flor es sociólogo y director de la revista ecuatoriana
Espacios
e.mail : espaciosec@yahoo.es