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19 de mayo del 2002
El FMI asumió el gobierno de Argentina
Juan Gaudenzi
Radio Netherland
Sin necesidad de una operación militar estilo Yugoslavia ni de
un golpe de Estado como el frustrado en Venezuela, el director del Fondo Monetario
Internacional (FMI), Horst Kohler, y la subdirectora, Anne Krueger, han asumido
el gobierno de la República Argentina.
Como no tienen ninguna intención de hacerlo físicamente y difícilmente
podrían hacerlo sin el apoyo de la fuerza, se conforman con gobernar
a control remoto mientras el presidente provisional, Eduardo Duhalde, simula
que tiene algún poder y los argentinos, sin una alternativa propia, simulan
que es él quien que manda. En realidad, no todos los argentinos: "Duhalde
ya no es el Presidente", advirtió Elisa Carrio, la dirigente política
con mayor credibilidad, según las encuestas.
Más que la imposibilidad de este país de pagar los intereses de
la deuda externa, los factores que facilitaron la intervención de los
Estados Unidos y sus aliados en el G/7 - los verdaderos dueños del FMI-
fueron el vacío de poder que se produjo después del derrocamiento
del presidente Fernando de la Rúa, a finales del 2001, y la renuncia
del "establishment" argentino a la soberanía nacional.
Después de enviar a su jefe de Operaciones Especiales, Annop Singh, para
recoger información detallada sobre la voluntad de rendición de
los lideres de los partidos mayoritarios (peronista y radical) y la improbabilidad
de una resistencia popular unificada y consistente, el FMI decidió no
sólo asumir directamente los poderes Ejecutivo y Legislativo (el Judicial
no existe desde hace bastante tiempo) sino también terminar con cualquier
vestigio de independencia entre ellos. En consecuencia, ordenó la sanción
de un nuevo marco jurídico con un doble propósito: otorgar impunidad
a los culpables del terrorismo económico practicado contra la Nación
durante las últimas décadas y facilitar el control de las escasas
empresas nacionales existentes por parte de sus acreedores extranjeros.
Con la devaluacion del peso los activos de las empresas perdieron dos terceras
partes de su valor en dólares. En cambio, sus pasivos en pesos se multiplicaron
por tres, salvo en el caso de las deudas con los bancos locales que el gobierno
aceptó "pesificar" a un dolar=un peso. Por lo tanto, los analistas y
empresarios coinciden en que el proceso de extranjerización se acentuará
porque la mayoría de las grandes empresas argentinas está fuertemente
endeudada en dólares con acreedores externos. La ley de quiebras, aprobada
al iniciarse el mandato de Duhalde pretendía impedir esa extranjerizacion.
Uno de los objetivos del gobierno del FMI es, precisamente, el contrario: profundizarla.
Operacion Impunidad
Hasta la madrugada del jueves 9 la estrategia general marchaba sobre rieles:
aún no se sabe a cambio de qué o de cuánto los gobernadores
de las principales provincias Córdoba y Santa Fe, especialmente actuaron
como confiables "correa de transmisión" y vencieron las débiles
resistencias de Duhalde; este terminó cumpliendo dócilmente las
instrucciones de Washington para que el Congreso introdujera modificaciones
a la Ley de Subversión Económica, de 1974, y a la Ley de Quiebras.
Y la mayoría de la Cámara de Senadores en una votación
que enriquecerá la historia de la infamia en Argentina superó
todas las expectativas de Kohler y Krueger, derogando la primera en lugar de
enmendarla.
En circunstancias económicas y sociales internas menos dramáticas
difícilmente esta estrategia intervensionista hubiese llegado tan lejos
sin provocar una incontenible oleada de repudio popular. Actualmente, con las
dos terceras partes de la población luchando denodadamente por la sobrevivencia,
la primera trinchera de la dignidad nacional parece haber quedado reservada,
por el momento, para una minoría de políticos, sindicalistas e
intelectuales y activistas de centro-izquierda o izquierda, opositores al gobierno
del FMI y a una medida que, de ser convalidada por la Cámara de Diputados,
significaría una amnistía para no menos de cincuenta peligrosos
delincuentes de "cuello blanco" (banqueros o financistas) que actualmente se
encuentran detenidos o procesados, según explicó el juez federal,
Julio Cruciani.
Mientras tanto, apoyados por algunos de los medios de prensa más importantes
del país, como radio "Mitre" y el matutino "Clarín", los diputados
de esa orientación reaccionaron a la altura de semejante violación
de los principios del Derecho nacional e internacional. El acalorado debate
de las reformas a la Ley de Quiebras en la Cámara Baja, degeneró
en un tumulto con intercambio de golpes y se interrumpió después
que Alicia Castro, del Frente para el Cambio, colocó una bandera de Estados
Unidos en el escritorio del titular del organismo, el peronista, Eduardo Caamaño.
Al cierre de esta nota resultaba difícil prever el desenlace de la sesión.
La Ley de Subversión Económica
La ley especial 20840 fue sancionada en 1974 por el gobierno de Maria Estela
Martínez de Perón con el propósito fundamental de contar
con una cobertura jurídica para la represión militar y paramilitar
desatada entonces contra el sindicalismo combativo e independiente del oficialismo,
los intereses patronales y la llamada "burocracia sindical" asociada con ellos.
Además, como el gobierno, las Fuerzas Armadas y los organismos de Seguridad,
las corporaciones extranjeras y la embajada de Estados Unidos sospechaban que
ciertos sectores de la llamada "burguesía nacional" conspiraban contra
el gobierno y/o colaboraban financieramente con algunos de las organizaciones
insurgentes que operaban en el país, incluyeron en dicha ley sanciones
penales para comportamientos empresariales considerados dolosos.
Reestablecida la democracia después del "Proceso" (dictadura) militar
que se extendió entre 1976 y 1983, en 1984 dicha ley fue modificada para
despojarla de sus aspectos más claramente violatorios de los derechos
políticos y sindicales. No obstante se mantuvieron vigentes artículos
referidos al vaciamiento de empresas y otros delitos económicos específicos,
independientemente de los tipificados y sancionados por el Código Penal.
Leyes similares a la 20840 después de su depuración existen en
varias naciones desarrolladas como España y Alemania, inclusive con penas
más severas, sin que al FMI o a alguna otra instancia de poder de Estados
Unidos o el G-7 se le ocurra considerarlas un obstáculo o una amenaza
para la libre empresa y las inversiones extranjeras, como lo vienen haciendo
en Argentina.
Para entender por qué en este país el gobierno Kohler Krueger
ha hecho de la reforma de esta ley una cuestión de principios no tiene
nada que ver con los principios sino con aspectos puntuales como la relación
entre los propietarios del desaparecido Banco General de Negocios (BGN), los
hermanos Carlos y José Rohm (procesado y encarcelado por la ley de Subversión
Económica el primero; prófugo el segundo) con personajes del sector
financiero como los presidentes del Credit Swiss-First Boston, el JP Morgan
y el Dresdner AG, todos ellos ex integrantes del directorio del BGN. Y de la
política internacional como Henry Kissinger.
Los hermanos Rohm, hombres de confianza del ex presidente Carlos Menem, también
son sospechosos de haber canalizado a través del BGN las "coimas" de
un sonado fraude entre IBM y el Banco de la Nación Argentina y de haber
"lavado" dinero proveniente de la venta ilegal de armas del Ejército
argentino a Ecuador y Croacia.
La jueza federal María Servini de Cubría, quien ordenó
la detención de Carlos Rohm, en enero de este año bajo la acusación
de enviar dinero al exterior durante la vigencia del "corralito", no dudó
en afirmar que en caso de derogación de la ley de Subversión Económica,
el procesado recuperaría inmediatamente la libertad..... " Y desaparecería
como su hermano José".
El consabido doble discurso
Los delitos cometidos presuntamente por los hermanos Rohm son apenas una muestra
de la magnitud y cantidad de los ilícitos cometidos en Argentina, señalados
con frecuencia e invariable tono admonitor por la Presidencia de Estados Unidos,
los Departamentos de Estado y del Tesoro y el propio FMI. La más reciente
queja por los altos niveles de corrupción en este país estuvo
a cargo de secretario de Estado, Collin Powell.
Efectivamente, a los aproximadamente 100 mil millones de dólares que
sin haber declarado al fisco los empresarios y funcionarios argentinos transfirieron
al exterior hasta finales de los años 90 un monto que superaba los depósitos
en el sistema bancario nacional y multiplicaba por cuatro las reservas del Banco
Central -, se estima que podrían haberse sumado otros 10 mil millones
poco antes del "corralito" y, sobre todo después de su instalación.
Pero ante este fenómeno es necesario tener en cuenta dos cuestiones claves:
a) Los especialistas coinciden en que el "muy respetado e impresionante" sistema
financiero internacional se nutre en gran parte de esos fondos de dudoso origen.
O no tan dudoso, porque se sabe que en el caso argentino un elevado porcentaje
estuvo representado por los sobornos pagados por las empresas beneficiarias
de las privatizaciones. "Los capitales simétricos y los asimétricos
no son incompatibles. El capitalismo sólo es posible a partir de la coexistencia
equilibrada entre ambos", según el escritor Víctor Ego Ducrot.
Por lo tanto, la legislación estadounidense y la banca internacional
de primer nivel mediante sus sucursales "off shore" en los paraísos fiscales
favorecen esa fuga y el lavado de capitales (buena parte de ellos provenientes
del narcotráfico). Si no que lo diga el City Bank, la institución
emblemática de este tipo de operaciones.
b) Por lo visto, el FMI ha decidido apoderarse del gobierno argentino para facilitar
la operatividad de los delincuentes financieros y económicos de su confianza,
liberando a los detenidos, amnistiando a los procesados, "blanqueando" a los
sospechosos. Y allanándoles el camino mediante todas las reformas jurídicas,
económicas y políticas necesarias para una nueva fase de saqueo.
El que aún prefiera creer que lo que está en juego es el saneamiento
de las finanzas públicas, un plan de recuperación económica
"sustentable", la moralidad gubernamental y la reinserción de Argentina
en el mundo, está en todo su derecho.
(*) En 1976, poco antes del golpe militar, este corresponsal fue despedido,
junto con varios otros colegas, de la empresa periodística argentina
donde trabajaba, bajo la acusación de estar encuadrado en la ley 20840.