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LOS SENADORES Y DIPUTADOS DEL PJ COMPITIENDO
POR EL NOBEL AL PAPELON
Escenas para el documental de Solanas Una reflexión sensata en medio
del escándalo: mayorías y minorías. La denuncia de Roggero
y trazas de su biografía. Lamberto, no llores por mí. Senadores
al borde del ataque de nervios. Economía y el vaso medio lleno. Bombas
de tiempo de todo precio y color.
Por Mario Wainfeld /PAGINA12
- "Todos somos minoría": Ocurrió en medio de dos sesiones
que ahondaron -lo que de por sí ya es un milagro– la decadencia y pésima
reputación del Parlamento argentino. Alguien dijo una verdad, interesante
por añadidura. Fue Luis Zamora, respondiendo a las invectivas, llenas
de macartismo, machismo, ilustrativas de un fascismo primitivo y barrial que
suele ser el núcleo constitutivo del peronismo legislativo, cuando abandona
su domicilio existencial de la última década, ese pragmatismo
ramplón e ignorante que lo llevó a abrazar las relaciones carnales.
"Ustedes dicen que son mayoría –espetó Zamora a la ululante
barra brava del PJ, ofendida por la astuta, teatral, efectiva, irrefutable movida
de Alicia Castro– pero solamente son mayoría acá dentro, en el
recinto. Allá (y señaló hacia afuera, a la Plaza del Congreso,
o quizá a esa sociedad fragmentada en cien o mil) todos somos minoría".
Vaya si lo son. Y vaya si lo merecen. Vaya problema de la sociedad argentina
que necesita, como siempre, más que nunca, de la política como
núcleo ordenador de un colectivo que no tiene brújula, ni proyecto
común, ni moneda, ni plata en los bancos.
- Los sueños del Gringo: Acodado en su banca, con estudiada bronca in
crescendo, Humberto Roggero mencionó a Calderón de la Barca, a
William Shakespeare. Lo hizo para darle tono literario a una denuncia que bien
podía haber sido urdida por Jorge Luis Borges, después de una
indigestión: Castro no había producido un hecho político
sino una actuación para un documental de Pino Solanas. Lo que ocurrió
no ocurrió, fabuló Roggero, era un argumento, un simulacro.
Envolviéndose en los pliegues de una –virtual, lector, no se alarme–
enseña patria el Gringo de Río Cuarto llenó sus labios
de verba antiimperialista para fundar el debate de una ley que el gobierno de
los Estados Unidos y el FMI con el desparpajo que cunde en el siglo XXI, reclaman
todos los días. Ebrios de patriotismo, sus compañeros de bancada
lo abrazaron y vitorearon. Luego levantaron sus manos, para Anne Krueger que
los mira por CNN.
La retórica parlamentaria tiene dotes que superan muy largamente al alcohol:
fomenta la excitación y la amnesia. Muchos de los que integraban la claque
–y el propio Gringo– no fueron extras sino actores de reparto o principales
en la entrega del patrimonio público de los argentinos, la entrega de
YPF, la desaparición de la moneda nacional, el nombramiento de la Corte
de Justicia, la política de entrega y de disgregación que azotó
estas pampas durante una década infame a fuer de frívola.
Roggero dijo respetar a "don Pino Solanas". Si fuera dado a la reflexión
y no a las operaciones podría meditar que el director de cine bien o
mal (cada lector dirá) pero siempre con pasión, técnicas
de avanzada y compromiso, viene desde hace décadas (cual un personaje
de Borges también) filmando muchas películas que son, bien miradas,
una sola película: la crónica de la lucha del pueblo argentino
en pro de ser una nación. Muchas cosas han pasado, casi todas terribles,
Pino Solanas sigue siendo Pino Solanas. Y a mucha honra.
Mientras, él, Roggero, está muy lejos de ser, como fue en los
lejanos 70, un pibe militante que se daba manija viendo en algún escondrijo
La Hora de los Hornos. Hoy encarna, (con sobrado derecho) a uno de los villanos
a los que Pino le dará como en bolsa en un documental que, cámara
en mano, filma pulsado por una pasión argentina que Roggero dejó
arrumbada en el altillo donde moran también su pobreza y su decoro de
años ha.
Roggero lucía a sus anchas mostrando al compadrear su cuero picoteado.
Se ve que se ha resignado a seguir en la Cámara. Su anhelo en los últimos
meses, ser embajador en España, se frustró. La Madre Patria, beneficiaria
de tantas privatizaciones escandalosas, no lo quiere por allá. Es consecuencia
de una patética operación que llevó a Roggero a querer
meterse con el Juez Baltazar Garzón, allá en Madrid. Roggero fue
adefender a ultramar los indultos y la impunidad a los genocidas, consagrados
por Carlos Menem. Terminó corrido por los guardias civiles e interdicto
para ser embajador. Pino Solanas no filmó esa historia de peronistas
haciendo de representantes vicarios de Videla en lujosos hoteles madrileños.
Qué argumento te perdiste, Pino.
- La bandera del adversario: Así designó Eduardo Camaño,
presidente de la Cámara de Diputados, a la de Estados Unidos que Castro
dejara sobre su estrado. Lo hizo tras estar tildado un buen rato, carente de
reflejos y sobre todo de argumentos. La expresión "adversario"
empezó a usarse en la cotidianeidad política local cuando se quiso
establecer que la democracia repudiaba la dialéctica "amigo-enemigo".
"Este viejo adversario" dijo, precursor, Ricardo Balbín en
ese mismo Congreso para llorar, a su manera, a "su amigo" Juan Perón.
Camaño estaba en un bardo serio. No quería añadir ningún
gesto al gol que acababa de hacerle Castro, no quería quedar mal con
los Estados Unidos, pero tampoco quería tener sobre su escritorio las
pruebas de la infamia. Apeló a esa frase, poco feliz desde donde se la
mire. Lo cierto es que los Estados Unidos, como en general los poderes fácticos
no están incluidos en la lógica democrática que rige (que
debería regir) la relación entre los legisladores electos por
el pueblo. Los poderes son, eso, poderes y no deberían estar representados
en el Parlamento argentino. La política está para controlarlos,
ponerles límites, privilegiar ante ellos los intereses locales. Viejas
sabidurías que peronistas y radicales algunas vez tuvieron y hoy han
traspapelado.
Estados Unidos no es el adversario del PJ desde hace añares. De eso Guido
Di Tella sabía más que Camaño que –puesto a disciplinarse
ante los poderes fácticos– no es manco pero no puede, tan siquiera, verbalizar
con elegancia y precisión su real relación con ellos.
- Lamberto, el cocodrilo: Oscar Lamberto lagrimeó ante sus pares, aseguró
que estaba dispuesto a renunciar pero que desistió a pedido de Carlos
Reutemann. La suya fue una de tantas expresiones de pasiones desbordadas que
produjeron los senadores del PJ. A diferencia de sus compañeros diputados
no volcaron su riqueza temperamental hacia Castro o Zamora, sino entre ellos,
dando cuenta de su falta de argamasa política, de conducción y
de buen gusto.
Lamberto debería sosegar su alma. La vergonzosa derogación de
la ley de subversión económica no es incongruente con su trayectoria
previa. Es improbable que cualquier observador neutral detecte una mancha más
en el atigrado lomo de los legisladores justicialistas. Es cierto, como bromeaba
ante Página/12 un allegado a Roberto Lavagna, que se pusieron a la derecha
del Ministerio de Economía. También que fueron a la cola de dos
partidos procesistas. Nada que no hayan hecho tantas veces o que no estén
dispuestos a volver a hacer.
La angustia de Lamberto no testimonia una conciencia desdichada de quien ha
enfeudado históricas banderas sino la desazón de seres políticos
carentes de conducción. Puestos a ser piadosos consigo mismos, los senadores
oficialistas aseguran que dieron media sanción a ese engendro de ley
corridos por el reloj, porque si no la hacía en esa apremiante madrugada
"se incendiaba el país". Soslayaban, distraídos que
docenas de leyes tremendas, pésimamente redactadas, huérfanas
de estudio en las comisiones, se han aprobado en estos últimos meses
y el incendio es cada vez más voraz.
La delirante sesión del miércoles a la noche demostró que
Luis Barrionuevo carece de las dotes mágicas que le atribuyeron algunos
teóricos del oficialismo. El senador y ministro de Trabajo consorte no
consiguió ordenar al bloque. El Ejecutivo brilló por su ausencia
en esos ratos de vértigo, aunque la senadora bonaerense Mabel Müller
ostentaba un "celular rojo" que –se supone– ordenaba votar lo que
fuera. EduardoDuhalde, sumando su enésimo zigzag verbal, recriminó
a los senadores que suponían haberle sido fieles el jueves. El viernes
los alabó.
En la Rosada colocan en el haber el saldo parlamentario de estos días.
Parece demasiado optimismo: el bloque peronista de senadores quedó pulverizado
y poco dispuesto a votar quiebras.
- "750 millones es mucha guita". Una verdad de Perogrullo, máxime
si de dólares se habla. Un dato relevante si se sabe que la frase, también
pronunciada en Economía, alude a la plata, fresca, minga de asientos
o de Lecops, que Argentina pagará en la semana que empieza mañana
al Banco Mundial "para no salirse del mapa". En Economía seguían
especulando de poder zafar del pago, en base a algunos "deberes hechos".
Pero todo indica que el Banco Central deberá retirar un container lleno
de dólares de sus reservas para atender al compromiso.
En Economía, insisten en ver el vaso "medio lleno". El dólar
no se movió, arguyen, y las "dos leyes", a trancas y barrancas,
avanzan. Ya son siete las provincias que firmaron el compromiso con las Nación,
incluyendo la primera entre las "grandes": Córdoba. Carlos
Reutemann, el presidenciable, firmaría entre lunes y martes y Felipe
Solá, el más bichoco entre los grandes, terminaría poniendo
su rúbrica antes del viernes, se ilusionan en Economía aunque
reconocen que con el bonaerense hay que limar algunas aristas.
En junio o julio –rematan– llegará el acuerdo con el FMI, ese acuerdo
que iba a firmarse en marzo, luego en abril y más luego en mayo. La raya
siempre se corre, filosofó Lamberto horas antes de prorrumpir en llanto,
nos piden que nos bajemos los lienzos y luego nos corren la raya. Lavagna y
su gente confían en alcanzarla más pronto que tarde.
- "Hay feriado bancario por 15 días". La especie cundió
la tarde del viernes. Entre paréntesis (qué densos son los viernes
en la Argentina en este siglo).
El rumor recorrió transversalmente la Capital, entrando por igual en
empinados despachos y en la rutina de personas del común, que fieles
al adagio epocal "de casa al cajero automático y del cajero automático
a casa" se agolparon en pos de sus chirolas. En Balcarce 50 y en Economía,
primero entraron en pánico, luego lo negaron y atribuyeron la ola de
rumores, que detallaban cierres de varios bancos, a jugarretas urdidas desde
el sector financiero. Es que los banqueros están pulseando con el gobierno
y, fieles a sí mismos, nada quieren ceder.
"El impacto fiscal de las medidas (plan Bonex, CER, corralito) es aún
más alto de lo que pensábamos" arguyó Lavagna en duras
reuniones con banqueros muy poco dispuestos a pagar uno, uno solo de todos los
platos rotos. Ni ahí quieren aportar una garantía para el pago
de los bonos, algo que el Gobierno exige para aliviar en algo sus cargas futuras.
La contienda asoma despareja. Es que "el adversario" como suelen hacerlo
los adversarios juega con cartas marcadas, hace fouls, obra de mala fe y no
tiene mayor interés en algunas variables tales como la paz social, la
equidad o la estabilidad democrática. Los números en estas comarcas
son en verdad aproximaciones. Con esa salvedad podría decirse que el
sistema financiero local trafica un dólar por cada cinco que tenía
hace un par de años. La reducción del sector es una ley del capitalismo
que nadie podrá obviar del todo. Ese reacomodamiento, salvaje, se está
obrando y –en tales circunstancias– los "adversarios" saben ser impiadosos
aún entre ellos.
Frente a ellos tambalea un Gobierno que no sabe cómo manejar a su propia
tropa y no parece un antagonista de temer. Casi no parece un antagonista.
- Las bombitas de tiempo: En los albores de su gestión Duhalde definió
al corralito como una bomba de tiempo. El tiempo pasa, nos vamos volviendo viejos,
el artefacto sigue sin desactivar y –si se mira bien– existen ensu derredor
varias nuevas bombitas de tiempo. Unas pocas bastarán como muestra:
- La ley de San Luis que dispone desactivar la bomba para los nativos de esa
provincia entra en vigencia.
- El juicio político a la Corte parece muerto, pero tal vez esté
sólo cataléptico.
- La investigación sobre el complot contra Fernando de la Rúa,
un dislate desde el vamos, pero que el juez Norberto Oyarbide, tal como adelantó
el periodista Sergio Moreno en este diario, puede transformar en un escándalo
nacional si decide indagar a primeras figuras del actual oficialismo.
La inestabilidad política y la crisis de legitimidad constituyen una
bomba atómica. Duhalde pareció tener atisbos de conciencia sobre
eso cuando despuntó su gobierno. Algunas de sus medidas, por caso la
convocatoria a la Mesa de Diálogo aludían, limitada pero inequívocamente,
a generar ámbitos o debates a la altura de la crisis.
La Moncloa criolla naufragó quizá por su babélica concepción,
quizá porque ese tipo de convocatoria es más viable después
de una guerra civil que en medio de una anarquía.
Como fuera, Duhalde, que confiesa sentirse cada vez más solo, viene virando
vigorosamente hacia el útero, hacia la relación con su más
estrecho séquito bonaerense que no garantiza casi nada, ni siquiera alineamiento.
"Todos somos minoría" dijo bien Zamora. Saberlo (¿quién
no lo sabe?) debería espabilar las conciencias de una corporación
política cada día más repudiada que debe alumbrar algo
parecido a una Argentina vivible para la mayoría de sus habitantes. Pero
la autodestrucción, el autismo, la incapacidad para organizarse, una
feroz vocación de veto sumadas a una homérica falta de autocrítica
(de la que Lamberto y Roggero son buenas muestras) siguen siendo moneda corriente
entre quienes tienen que desactivar bombas de tiempo y sólo saben inventar
una nueva cada semana