MANO DURA. EL DESALOJO DE LA ESCUELA FUE TAN VIOLENTO QUE DEJO ONCE HERIDOS.
UNA MUJER DEBIO SER INTERNADA EN UN HOSPITAL.
Con palos, gases y trompadas, la Policía desalojó ayer por la tarde
a un grupo de docentes, que por la mañana se había atrincherado
en la Escuela Coronel Vicente de Uriburu, donde en la dirección, se encontraba
refugiado el director general de EGB, Enrique Vanetta, y la directora de Polimodal,
Carmen de Estrada.
Los funcionarios habían llegado a notificar a los maestros que "se les
van a descontar los días de huelgas", que por 48 horas cada semana iniciaron
hace siete días con asistencia a los lugares de trabajo y sin alumnos,
en defensa de la escuela pública como Docentes Autoconvocados.
Antes de las tres de la tarde, un comisario de apellido Carrizo ingresó
al establecimiento salteño -que ya estaba custodiado por policía
en la calle y en el interior- y ni bien concluyó con la lectura de la orden
de desalojo emitida por el juez Nelson Aramayo, la infantería atropelló
a las mujeres golpeándolas con los bastones , a trompadas y tomándolas
de los pelos.
Las maestras atinaron a defenderse de los golpes cubriendo sus rostros con las
carpetas, libros y portafolios, mientras otras corrían por el patio de
la escuela (construida en el primer gobierno de Juan Domingo Perón).
Fue entonces cuando los dos funcionarios fueron escoltados a la vereda por los
Policías y subidos a un patrullero que los alejó del lugar.
Entre el griterío y quejidos de dolor de las maestras, la policía
seguía reprimiendo indiscriminadamente, cuando una de ellas, Marisa Sosa,
esposa de un policía que estaba de franco, cayó al suelo desmayada
por los golpes recibidos en el estómago. El ataque le afectó una
reciente intervención quirúrgica, por lo que debió ser llevada
al hospital donde -hasta el cierre de esta edición- permanecía internada.
La represión, que en esos momentos era transmitida en directo por un canal
local, duró unos 15 minutos y provocó que un millar de vecinos,
de distintos puntos de la ciudad, acudieran presurosos e indignados en defensa
de los maestros.
Cuando los policías quisieron salir de la escuela, ya con la situación
aparentemente controlada, la gente los esperó en la calle y los apedreó.
Para cubrir la retirada, los uniformados lanzaron gases lacrimógenos y
dispararon balas de goma para intimidar a la multitud, que terminó corriendo
a los policías. Al final del enfrentamiento se estima que quedaron unos
doce heridos entre policías, docentes y padres.
"No me explico por qué la Policía actuó así", dijo
a Clarín Madi Corte de Arce, la directora del establecimiento, y agregó
sorprendida que la infantería "ni siquiera les dio un plazo a los maestros,
al menos de 30 minutos, para que se retiren de la escuela".
Como ocurrió la semana anterior, hoy se cumplía con el segundo día
de protesta. Fue entonces cuando Vanetta se presentó a las 9 de la mañana,
y "sin saludar" (según indicaron los maestros), se dirigió directamente
a la dirección. Luego salió y no quiso atender a los docentes que
intentaron dialogar con él.
Acompañados por una decena de padres, los maestros insistieron en la calle
y no permitieron que arranque su camioneta. Quince minutos después, el
funcionario accedió al pedido. Volvió a la escuela con la condición
de
hablar "sólo 10 minutos".
La reunión comenzó en el salón de actos, y Vanetta les aseguró
que "no había ningún acta para sancionar a los que hayan realizado
el paro". Entonces, varios padres hablaron con la directora y le solicitaron que
muestre el libro de actas donde ya estaba pegada la notificación firmada
por el propio Vanetta.
Esto generó el enojo de los presentes que al grito de "mentiroso" increparon
a Vanetta y le dijeron que no lo dejarían salir de la escuela hasta tanto
no anule el acta.
"Yo no puedo hacer nada. Lo que está escrito está", esgrimió
el funcionario para deslindar responsabilidades, y solicitó que se le permitiera
hablar con el ministro de Educación, Juan José Fernández.
"Es él quien tiene la facultad de anular la medida", dijo.
El funcionario ingresó a la dirección acompañado de la directora
de Polimoldal, y "lo primero que hizo fue llamar a la Policía", comentó
una madre. Después, los enviados no salieron hasta ser apoyados por la
Infantería, seis horas más tarde.
Lo de ayer, para la gente de Tartagal, no tiene explicación. Los docentes
llamaron a un paro general en repudio a lo acontecido.
En el pizarrón de carteleras, como un mudo testigo, quedó incompleta
una frase: "...siendo joven, a Mariquita Sánchez de Thompsom sus padres
le impusieron un casamiento con un destacado señor español....".