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9 de mayo del 2002
Propuestas para el debate hacia la Comisión de Enlace con respecto a la constitución de la Comuna de San Cristóbal
Decididamente, que se vayan todos!
Describir la situación actual del país es ubicarlo al borde
del precipicio o en caída libre por ese precipicio. Se afirma esto solo
para no reiterar descripciones que surgen de los índices económicos
o sociales que oficialmente se difunden, ni para repetir o comentar las aparentes
opciones o soluciones que promueve la "clase política" y los grupos de
poder en la Argentina.
Ante esta realidad que dicen querer resolver o administrar las mismas personas
o sectores que fueron los constructores del camino que nos trajo a esta situación,
cada uno de los habitantes del país vemos nuestro presente o nuestro
futuro en caída libre. En las jornadas del 19 y 20 de Diciembre sentimos
que nuestra participación genera algún tipo de poder y, desde
entonces, podríamos señalar que, si existe alguna expectativa
o esperanza solo podemos depositarla en nosotros mismos, en nuestra acción.
En este contexto, las asambleas populares o vecinales son la experiencia mas
interesante que se esta desarrollando para confrontar con el proyecto de país
que se viene imponiendo desde hace 26 años: 1°/ Al proyecto de una Argentina
que sistemáticamente excluye a la mas amplia mayoría de la población,
las asambleas vecinales proponen la inclusión de todos; no solo ya para
resistir a la política de exclusión, también para diseñar
y construir un país distinto, un país que nos incluya a todos.
2°/ Las asambleas le dan protagonismo y participación al vecino como
persona, y por lo tanto un poder a su presencia distribuido democrática
y proporcionalmente. Puede sentirse un sujeto (incluso histórico) y no
un objeto estadístico o un cliente de la política. 3°/ Las asambleas
generan ámbitos de debate y decisión transparentes, incentivando
y respetando la participación, la unidad y la solidaridad desde la base
popular misma. 4°/ La asamblea contiene y unifica en torno a tareas y proyectos
autopromovidos por los vecinos, lo que se transforma en una acción política
de resistencia a las políticas del "establishment" y a la vez es una
construcción política vecinal. 5°/ La asamblea es la forma mas
democrática que podemos concebir: la democracia directa.
Hace casi cuatro meses, los vecinos venimos viviendo la experiencia de las asambleas
vecinales, decidiendo diariamente el camino y preguntándonos, individual
o colectivamente, hacia donde van o debemos ir las asambleas. Es aquí
donde el gobierno de la Ciudad Autónoma de Bs.As presenta su proyecto
de Ley Electoral que, fundamentalmente, garantiza la representación de
los ciudadanos a través de los partidos políticos, aunque intenta
contener y condicionar a las asambleas vecinales con una propuesta de representación
que nos aleja del sentido original, particularmente en nuestra asamblea, donde
venimos encaminando nuestra discusión hacia formas de democracia directa
y participativa.
Las asambleas deberíamos acelerar la discusión de cómo
nos encaminemos hacia una política alternativa a esa ley, no tanto porque
el gobierno de la Ciudad de Bs.As. quiera imponernos reglas y tiempos, lo que
perfectamente podemos ignorar, sino porque deberíamos dar urgentemente
señales claras al resto de los vecinos de cómo y desde donde nos
proponemos construir un barrio y una Argentina distinta.
En la practica y debate sobre hacia donde vamos las asambleas vecinales es útil
demostrar como posible que un proyecto de país promovido por las asambleas
será una construcción debatida, diseñada, implementada
y defendida por todos los vecinos. Esta es la garantía fundamental para
diseñar otra Argentina con un futuro digno para todos sus habitantes.
En este proceso que la mayoría de las asambleas no ignoran, la interrelación
entre asambleas surgió como una necesidad para aunar esfuerzos y ser
mas efectivas en las acciones. Sin embargo, ninguna asamblea esta dispuesta
ni debe ceder su independencia y autonomía.
El desafió parece ser construir otro país donde las formas de
construcción están íntimamente relacionadas con el contenido
de lo que se construye: Entre todos y para todos.
Avanzar en la unificación de acciones entre asambleas, acercar mas vecinos
a las asambleas y constituir muchas mas asambleas en el mismo barrio que garanticen
mayor participación de vecinos, poder debatir con detenimiento y todo
lo necesario para unificar propuestas y criterios entre los vecinos y entre
las asambleas, parece ser el desafió para organizar otro país.
En tal sentido, nuestra comisión de enlace debería avanzar hacia
la constitución de una Comuna de San Cristóbal propiciando la
discusión en todas las asambleas vecinales de nuestro barrio.
La Constitución de la Ciudad de Bs.As. contempla la creación de
Comunas, pero los distintos proyectos de reglamentación para las Comunas
tienen criterios completamente distintos a la concepción de organización
política que venimos discutiendo en nuestra asamblea. En principio la
Comuna de San Cristóbal debería servir para relacionar a las asambleas
populares o vecinales entre si, organizando el recorrido que se vayan proponiendo
a fin de ser mas contundentes en las acciones políticas que emprendan
y unificando las tareas sociales comunes que se impongan a si mismas. Es decir
que la función principal de la Comuna debería ser potencializar
a las asambleas: 1°, permitiendo que el esfuerzo que realice una se expanda
al resto. 2°, sumando y unificando las acciones, proyectos y documentos que
acuerden en conjunto. 3°, multiplicando la cantidad de asambleas vecinales en
el mismo barrio y relacionando entre si a todos los vecinos que realicen acciones
en el barrio.
Hay tareas que la asamblea quiere emprender en el barrio y que no puede por
falta de brazos o que las realiza con gran esfuerzo o parcialmente. Sin embargo,
entre todas las asambleas de San Cristóbal muchísimas de esas
acciones se concretarían con mayor efectividad y menor esfuerzo. Esto,
que resulta obvio, supone un grado de acuerdo y una frecuencia en el debate
que no puede atentar con la independencia y autonomía de cada asamblea.
La Comuna debe fortalecer el ejercicio de democracia directa y participativa
de las asambleas unificando y organizándolo, pero bajo ningún
aspecto debe trasformarse en una estructura que condicione a las asambleas.
Esta es la diferencia central con los actuales proyectos de reglamentación
de las Comunas, que las conciben como una estructura que relacione a los vecinos
con el gobierno de la ciudad, a fin de contener y encausar la inquietud vecinal
en una estructura de representación política. Es decir, las conciben
como una forma de institucionalizar a los punteros políticos, dándole
representatividad a los CGP. Por eso piensan en las Comunas en función
de las secciones y circuncipciones electorales y no con relación a los
barrios y su territorialidad histórica. Nosotros concebimos a las asambleas
como la forma de relacionar a los vecinos con la acción política
por medio de la participación y la democracia directa, y por lo tanto
deberíamos pensar en la comuna como un ámbito de afianzamiento
y crecimiento de las asambleas populares.
No es menor esta diferencia entre lo que pretenden los profesionales de la política
y los vecinos que hacemos política. Son concepciones totalmente contrapuestas
y condicionantes para la existencia o continuidad de unos y otros. Por tal razón,
suponer que puede ser posible una propuesta de democracia participativa emanada
de quienes dependen existencialmente de la democracia representativa, es aun
mas utópico que implantar en la práctica formas de organización
de democracia directa.
En las asambleas populares tienen voz y voto no solo los que tienen voto para
la ley electoral, ya que participan los habitantes del barrio, no solo los ciudadanos.
El desafió de la Comuna seria: ¿Podemos solo con voluntad y decisión
organizar desde las asambleas (desde abajo) una instancia de democracia directa
que nos unifique y multiplique en el barrio a fin de ser capaces de disputar
e imponer un proyecto político propio hacia nuestra territorialidad barrial?
Las asambleas no deben constituirse en un "frente político" o institucionalizarse
dentro de un rol que les asigne el estado. Son la organización básica
de los vecinos y cualquier instancia que las reúna debe afianzar este
carácter. Se deben reunir para tener mas capacidad, no menos.
Hoy, la comisión de enlace entre las asambleas del barrio cumple el rol
de unificar y organizar nuestras tareas y acciones. Que la comisión de
enlace inicie o profundice relaciones con las cooperadoras y direcciones de
las escuelas y hospitales, con los comedores barriales, con los clubes y sociedades
de fomento, con toda instancia o grupo que desarrolle alguna acción social
en el barrio, sería constituir la Comuna de San Cristóbal. La
Comuna debe ser una instancia mayor de participación de los vecinos para
debatir y accionar sobre las distintas problemáticas barriales, unificándolas
e incentivando la creación de nuevas y muchas asambleas populares. Las
asambleas del barrio discuten sobre educación y crearon sus comisiones
de educación, las que avanzan con cuestionamientos y propuestas que deben
debatirse al menos con la comunidad educativa para poder desarrollarlas o al
menos ser implementado un plan de acción que busque concretarlas. Por
ejemplo, la comunidad educativa debe discutir el ALCA, que prevé a la
educación publica como competencia desleal respecto de la educación
privada; sin embargo son aun pocos los docentes y miembros de las cooperadoras
escolares que participan en las asambleas barriales. El planteo debería
ser: si la comunidad educativa no viene a las asambleas, las asambleas deben
ir a la comunidad educativa, y este ir debe ser a buscar la participación
por una interrelación con los vecinos. La Comuna debe ser también
la que unifique y organice estas relaciones. No se le debe tener miedo al desorden,
se le debe tener miedo a la falta de participación activa.
La Comuna de San Cristóbal, como la mesa de enlace entre las asambleas
de San Cristóbal, debe estar integrada por representantes de cada asamblea,
con el mandato y por el termino que cada asamblea considere. Cada asamblea eleva
sus resoluciones a la Comuna, que a su vez remitirá como propuesta a
todas las asambleas del barrio para su debate y resolución. Toda aquellas
resoluciones que no sean aceptadas en forma mayoritariamente notoria, deberían
plebiscitarse entre todos los vecinos.
La Comuna tendrá comisiones de salud, educación, justicia, vivienda,
trabajo y toda aquella que las asambleas puedan sostener con integrantes. Las
comisiones también elevaran resoluciones que las asambleas deberán
refrendar.
El objetivo de la Comuna de San Cristóbal debe ser relacionarse e involucrarse
con el accionar social del barrio para integrarlo con la acción política
de las asambleas. Por esto debe constituir: 1°. Consejos de Administración
en cada hospital del barrio, integrados por la Comisión de Salud de la
Comuna, la dirección del Hospital y las comisiones internas de los gremios
o representantes de cada sector de los trabajadores. 2°. Consejos administrativos
en cada escuela del barrio, integrado por la dirección, los gremios y
la cooperadora (quien debe tener una actitud de participación activa
en la discusión de los planes de estudio y contenidos de la educación,
no solo de resolver los problemas económicos de las escuelas) en el caso
de las primarias, y también los estudiantes, en el caso de secundarias
o terciarias. 3°. Un tribunal de Justicia barrial, integrado por dos jueces
legos elegidos por el voto directo de los vecinos por el término de un
año y por un abogado de probado accionar garantista (por ejemplo: que
haya desarrollado tareas en organismos de derechos humanos), ya que su accionar
debe contenerse, por sobre la constitución y las leyes, en la declaración
universal de los derechos del hombre y la mujer. 4°. Una red de seguridad solidaria,
ya que la seguridad del barrio debe estar en manos de las personas mas respetadas
de la cuadra. La autoridad la debe dar el respeto y no un arma. 5°. Una red
o comisión de planificación barrial o urbana integrada por los
consorcios de edificios, entidades que reúnan a los inquilinos, comerciantes
del barrio y arquitectos.
La prioridad de la Comuna debe ser la participación de los vecinos, haciendo
docencia al demostrar que solo la acción de los vecinos resolverá
los problemas de los vecinos, sin delegar. La Comuna debe incentivar permanentemente
la creación de nuevas asambleas, tantas como sean posibles para estar
en todos los rincones del barrio en todos los días de la semana. Todos
los puestos de representación en la Comuna deben ser voluntarios y adhonoren,
revocables únicamente por la asamblea que lo designo.
La Comuna debe ser el pueblo en la calle decidiendo su presente y haciendo su
futuro. El 25 de Mayo es la fecha para inaugurarla o constituirla con un gran
festival artístico y solidario, con escarapelas, banderas argentinas
y chicos con guardapolvos blancos, en el centro geográfico de San Cristóbal:
San Juan y Jujuy. Que los vecinos hagan música, bailen y actúen,
que los chicos dibujen en las veredas y cuenten que país esperan. Que
todos vayamos con sillas, termos y mates a relacionarnos, que se pongan mesas
y vendan las comidas o artesanías que producimos, que disfrutemos como
simples vecinos ser los motores de un proyecto de barrio y de país que
nos tiene como protagonistas.
También:
..."Las asambleas son un lugar de investigación práctica. Allí
se está elaborando. Por eso, porque este es el valor de la experiencia,
no hay peligro mayor que caer en la ilusión de ser una "alternativa de
poder".
Si no somos capaces de crear nuevas opciones, seremos testigos de una nueva
frustración. Y nada nos garantiza que este no sea el destino del proceso.¿Cómo
evitar que el movimiento caiga en polarizaciones fáciles y sea absorbido
completamente en el juego de la política "seria", que no ve nunca más
allá de lo que pasa a nivel de dirigentes y gobiernos? Las preguntas
sobre las formas de sostener este movimiento abierto, activo y ligado a la multiplicidad
de aspectos que constituyen nuestra existencia, se vuelven cuestiones fundamentales
de esta experiencia.
Si de lo que se trata es de recorrer este espacio de libertad que se nos ha
abierto, la forma de este recorrido no puede perder su radicalidad de origen.
De aquí, entonces, la permanencia de la consigna "que se vayan todos",
y su insistente aclaración, "que no quede ni uno solo". Aún sin
tener un sentido único, en las asambleas esta consigna va tomando una
significación clara. No se trata, como podría interpretarse ligeramente,
de una consigna "negativa", sino de un rechazo cuya potencia surge de lo que
logra "abrir".
"Que se vayan todos" quiere liberar un terreno, un tiempo y la posibilidad de
una forma radical de practicar la experiencia del lazo social .Y esta experiencia
práctica, de pretensiones fundadoras, es lo que interesa, porque implica
una puesta en juego muy exigente de cada uno de nosotros. Pues para ser realmente
fieles a lo que se juega en este proceso, hay que empezar por admitir hasta
qué punto "no sabemos".
Las asambleas son un proceso de reelaboración colectiva sobre las formas
actuales de la emancipación. Por esto, una condición fundamental
para el desarrollo de esta experiencia asamblearia es la constatación
de que "no hay línea correcta": la única "línea" posible
es la búsqueda, la elaboración puesta en práctica al interior
de las asambleas y los piquetes. Pero afirmar que "no hay línea" no quiere
decir que no hay nada que hacer.
Al contrario: sólo nos indica que este "hacer" actual tiene que ser capaz
de asumir cuanto hay de inédito y de incierto en esta búsqueda.
Una vez que nos hemos decidido a abandonar las formas clásicas de la
política, las luchas y las experiencias que producen nuevas formas de
existencias sociales e individuales se ven despojadas de toda vieja garantía,
de todo saber "abstracto" sobre "qué hacer" y de toda forma tradicional
de pensar, para arribar a un suelo en donde las creaciones están a la
orden del día.
Es este el tiempo que fue invocado durante las jornadas de los días 19
y 20 de diciembre. Las asambleas no adoptan tampoco una forma al azar. Se organizan
como verdaderas operaciones prácticas por medio de las cuales se están
verificando -y nos estamos apropiando de- las condiciones en las que nos toca
actuar.
Sabemos que las cosas han cambiado: esas transformaciones se expresan en alteraciones
en la política, la economía, en las subjetividades, en fin, en
todo los campos de la existencia. Pero estos cambios no pueden ser excusa para
la inacción. El discurso de la "complejidad", que nos dice que este mundo
posmoderno es "inentendible" salvo para los "técnicos", oculta que ni
siquiera para ellos el mundo es "manipulable".
Así, bajo la ilusión que unos pocos manejan el mundo, el discurso
de la "complejidad" es un llamado a la pasividad de cada uno de nosotros. Las
cosas son "demasiado complejas" para esta ideología "tecnicista" que
nos condena a la impotencia impidiendo una acción de reapropiación
de nuestra situación, de nuestra capacidad de pensar y de actuar en ella.
El proceso asambleario abre la posibilidad de abandonar toda pasividad. Sobre
todo, la pasividad que se deriva de la "posición de víctimas".
Con la activación de este movimiento, la cuestión de la apropiación
de las condiciones personales y colectivas puede ser tratado de otra manera,
estableciendo formas de soberanía sobre las capacidades y los recursos
que el proceso mismo brinda. Es en este sentido que tanto las asambleas como
los piquetes tienden a desbordar lo que la militancia política clásica
pretende de ellos. Pero afirmar este desborde implica un trabajo: un rechazo
contundente de los "bajadores profesionales de línea". Estos grupos de
excesiva "luz" no pueden más que empobrecer la asamblea en la misma medida
en que no las respetan como lugar de procesamiento y reflexión. No hacen
el proceso con el resto. Ellos "ya saben", desde "antes", lo que conviene y
lo que no. Sus intervenciones -a diferencia de quienes aportan sus conocimientos
al conjunto- comienzan por destruir toda posibilidad de socializar experiencia
alguna.
Las asambleas trabajan, investigan, elaboran. Y al interior de este proceso
se van desplegando posiciones diferentes. Lejos de preocuparse por esta situación,
la asamblea sabe hasta qué punto estas diferencias son parte esencial
del proceso de pensamiento. La discusión que divide para unir, y luego
une para volver a dividir va produciendo sus propias estabilidades, sin congelar
a nadie en posiciones definitivas, evitando así rupturas inútiles,
movidas por diferencias narcisistas, puramente imaginarias.
No se trata de lograr consensos fáciles, ni menos aún, de disputar
hegemonías. Estas formas de discusión reproducen las formas del
poder que se está rechazando tan radicalmente. Y nada sería más
triste que construir pequeños espacios burocratizados llenos de minúsculos
poderes a la medida de "tiranos de barrio".
Dominar una asamblea es anularla. En cambio, los verdaderos "dirigentes", son
siempre situacionales: son quienes mejor trabajan al interior del piquete o
de la asamblea, organizando el pensamiento colectivo, desde el interior, colaborando
a que el conjunto se potencie a sí mismo, y nunca separándose
de él, para subordinarlo.
El desafío es pensar al movimiento piquetero y al asambleario como experiencias
que se pueden desarrollar mucho mejor sin "centros", sin lugares privilegiados
de organización, ni de dirección. Contestando a siglos de creencias
en la superioridad de las estructuras centralizadas y en la separación
entre la teoría y la práctica, sabemos hoy que la inteligencia
atraviesa todo el cuerpo, y no vive encerrada en el cerebro. Las ideas no fluyen
de un centro director, sino que dependen de toda una red sensible y perceptiva.
Lo mismo es pensable con respecto al cuerpo asambleario o piquetero. Sería
realmente nocivo que cristalizasen lugares de "dirección" o de "conciencia"
de los movimientos, con respecto a los "dirigidos", "los de abajo", los "puramente
prácticos".
La experiencia de la asamblea interbarrial de Parque Centenario, por ejemplo,
es un momento esencial de la organización del movimiento. Pero hay que
tener cuidado que no sea el lugar por donde se cuelen, nuevamente, las tendencias
a la centralización que sustituyan el protagonismo de las asambleas.
Es importante, entonces, ir viendo cómo circulan saberes situacionales,
de contrapoder, entre las diversas experiencias de resistencia. No se trata
de simples "articulaciones" políticas, sino de verdaderos espacios de
"composición", de intercambios de experiencias, de pensar juntos, de
iniciativas concretas.
La unidad no puede ser una consigna abstracta sino unidad de lo múltiple.
Lo que implica toda una labor consistente en crear espacios, territorios y tiempos
propios del piquete y de la asamblea, que permitan substraerse de las interpelaciones
del periodismo, del gobierno y de los partidos, para pasar a asumir cada aspecto
de la coyuntura desde -exclusivamente- la propia potencia de los movimientos
y la propia percepción de los desafíos y problemas que se enfrentan.
Las asambleas y los piquetes son verdaderos experimentos de contrapoder, bajo
la forma de desarrollos de foros populares de discusión, de intercambio,
de investigación y de acción directa. Su fuerza es, precisamente,
la multiplicidad. Se juegan aquí formas nuevas y radicales de practicar
la libertad.
Enviado por Angel