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2 de mayo del 2002
La biotecnología y el modelo rural en los orígenes de la catástrofe argentina
Jorge Eduardo Rulli
Rel-Uita, Uruguay
1. La crisis actual de la Argentina es una crisis absoluta en que se
desploman los fundamentos mismos de nuestra identidad como Nación y donde
el extendido desarraigo agrega una generalizada desolación en la población.
Estamos pensando y operando como grupo, conscientes de vivir en una situación
de catástrofe social y cultural de consecuencias imprevisibles. Además
y como si fuese un maleficio, advertimos que el común de los argentinos
continúa viéndose a sí mismos como habitantes del país
de las vacas y las mieses. Y por lo tanto deducen que el problema es de inequidad
y de falta de distribución. Las causas reales del desastre permanecen
a salvo en la penumbra de la invisibilidad social.
2. El modelo rural que se nos impuso es sencillamente de exportación
de "commodities", de concentración de tierras y de exclusión de
poblaciones. 20 millones de hectáreas de las mejores tierras agrícolas
están hoy en manos de no más de 2.000 empresas. En los años
90 se produjo la mayor transferencia de campos de toda la historia del país,
siendo reemplazada la vieja oligarquía vacuna por una nueva clase empresarial
oligopólica y prebendaria. En los inicios de esa década alguien
del equipo económico emitió una profecía autocumplida,
la desaparición de la mayor parte de los pequeños productores.
Actualmente registramos una cifra de alrededor de 300 mil productores expulsados
y más de 13 millones de hectáreas embargadas por deudas hipotecarias
impagables. A esta situación de catástrofe social agropecuaria
deberíamos sumar la emigración masiva de los obreros rurales.
Solo en el Chaco cada máquina reemplazó a 500 braseros. Los pooles
de siembra que concentraron tierras convirtieron a los productores en rentistas
de sus propios campos. Los nuevos paquetes tecnológicos constituidos
por los sistemas de siembra directa con enorme maquinaria importada, los herbicidas
de Monsanto y las sojas transgénicas RR (1) no demoraron en modificar
el paisaje instalando una agricultura sin agricultores. La extendida telaraña
de contratistas de maquinaria y de repuestería rural, así como
las distribuidoras locales de insumos y toda la vida cultural y social que acompañaba
a la pequeña agroindustria desaparecieron dejando inmensos territorios
vacíos.
3. Nuestro país pareciera ser un laboratorio donde se experimenta la
extinción de la vida rural. Se registran actualmente más de 500
pueblos abandonados o en vías de desaparición. Posiblemente, la
mayor proporción en el mundo de este fenómeno de emigración
hacia los cinturones de pobreza urbana. Los efectos de esta pérdida progresiva
de la cultura y del arraigo, tienen efectos directos sobre la vida política
y social del resto de la Argentina y se refleja en un debilitamiento progresivo
de la vida ciudadana que con un esfuerzo enorme tratan de remontar las movilizaciones
populares a partir del 19 y 20 de diciembre.
4. En verdad estamos ocupados por las transnacionales de las semillas. Cargill,
Nidera y Monsanto nos convirtieron en un país inviable, productor de
sojas transgénicas y exportador de forrajes. Producimos lo que a todos
le sobra y lo que cada vez vale menos. Y cuanto más producimos más
pobres somos y menos población queda en el campo. La apropiación
sistemática de los patrimonios genéticos nos ha transformado en
dependientes de las semillas transnacionales que nos obligan a tributar a quienes
hacen una industria de patentar la vida. Mientras tanto nuestros propios bancos
de germoplasma están sujetos a las políticas biotecnológicas.
5. En el año anterior intensas lluvias produjeron la prolongada inundación
de más de 5 millones de hectáreas sólo en la provincia
de Buenos Aires. En general se manipuló a la opinión pública
para enfrentar las consecuencias de la emergencia y los modos de paliarla, pero
se evitó cuidadosamente analizar las causas. Nosotros creemos que las
inundaciones fueron el resultado de un modelo agrícola extractivo, casi
minero, que expandió la frontera agropecuaria sojera a zonas de bosque
nativo y que saturó los suelos de glifosato poniendo en serios riesgos
su vida microbiana. De hecho las estadísticas demuestran que sobre poco
más de 10 millones de hectáreas de cultivos transgénicos
se están aplicando cerca de 80 millones de litros de herbicidas anuales.
En algunos lugares se ha experimentado la práctica desaparición
de las Azotobacter (2) del suelo y la acumulación de los barbechos que
al no ser procesada su celulosa tienden a momificarse, tomando un color muy
particular que muestra la interrupción de los ciclos biológicos.
Esta conversión del suelo en substrato similar a cenizas o arena impide
la retención del agua y provoca el crecimiento de las napas superficiales
que son las que terminan inundando las zonas bajas.
6. Con la despoblación del campo, las inundaciones y la creciente pobreza
subsidiamos de hecho la producción de carnes estabuladas en Europa. Nos
hemos especializado en proveer de insumos a los países productores de
proteínas animales. Se nos impuso el productivismo junto a los paquetes
tecnológicos, y con ello una competencia despiadada para bajar los costos
de producción y un pensar siempre en aumentar las cantidades y nunca
la calidad. Las consecuencias son la primarización de la economía,
la falta de manufacturas agropecuarias, la extinción de la vida rural
y las crisis de superproducción en paralelo a enormes carencias alimentarias
de la población.
7. El sistema imaginó al asistencialismo como un modo de compensar el
modelo de exportación de "commodities" y de despoblamiento rural. La
mitad de la población argentina se encuentra actualmente por debajo de
los niveles de pobreza y cinco millones sufren hambre. Los bolsones de comida
que se distribuyen a los hambrientos son en gran medida provenientes de la importación,
con lo cual se transforma la protesta en funcional al modelo ya que la importación
de alimentos golpea aún más todavía sobre los pequeños
productores residuales. Mientras tanto continúa la polémica entre
los planes trabajar que propone el gobierno, los subsidios al empleo que propone
la oposición y otros modos de paliar la situación y de discutir
siempre lo accesorio. La mirada de la izquierda urbana muere en el perímetro
de la ciudad, mientras la máquina de producir pobres se mantiene protegida
en la invisibilidad social.
8. Ahora la agudización de la crisis y la carencia extrema de las arcas
del Estado obligan a implantar retenciones a los exportadores de granos. Estas
medidas instalan la crisis del modelo en un campo más vasto de conflictos
políticos. Los exportadores eluden las retenciones y amparados en antiguas
leyes de la dictadura militar secuestran las divisas para que se dispare el
dólar, mientras proponen calmar el hambre de los indigentes con raciones
de soja transgénica forrajera. Las milanesas de soja transgénica
que se nos propone representan hoy las migajas de un banquete de los grandes
productores y exportadores sojeros, pero son también y sobre todo el
soborno con que se asegura la continuación del modelo.
9. Nosotros como Grupo de Reflexión Rural hemos disentido públicamente
con ciertas campañas de Greenpeace Argentina a favor del Biodiesel, que
parecen priorizar ciertas ecuaciones energéticas pero que no tienen en
cuenta el modelo agrario y el tipo de semillas con que se fabricaría
ese combustible vegetal. De hecho varios municipios del sur de la provincia
de Santa Fe, en el corazón del dominio biotecnológico, están
embarcados en un proyecto de gasoil verde que cierra absolutamente con el modelo.
El negocio de las transnacionales está en la venta de insumos, de Glifosatos
y de semillas OGMs, y también en la apropiación del territorio,
pero las sojas transgénicas tienen problemas de comercialización.
Por otra parte, es evidente que cultivos industriales destinados a biodiesel
sólo se justificarían con una agricultura de gran escala y donde
no habría mayores objeciones al uso de transgénicos dado que no
serían destinados los granos a la alimentación. Entonces cultivaríamos
soja o girasol para producir combustibles, que a su vez usaríamos para
cultivar soja y girasol, con lo cual haríamos combustible, etc., etc.
Creemos que estas razones son más que suficientes para no insistir en
la campaña del biodiesel al menos desde posiciones ecologistas.
10. Estamos inmersos en la crisis terminal del sistema político. Actualmente
y debido al intento de colocar retenciones a las exportaciones, los principales
gobernadores realizaron lobbies desembozados a favor del complejo sojero-aceitero.
La reciente renuncia del Secretario de Agricultura es la consecuencia de estas
tensiones y expresa una vez más la capitulación de la política
ante los poderes concentrados.
11. La solución a la crisis es la de cambiar el modelo rural y repoblar
el campo para volver a producir alimentos sanos. Necesitamos hacer de la Soberanía
Alimentaria un capítulo de la nueva Constitución Nacional que
reclaman las Asambleas de Vecinos. Asimismo necesitamos con urgencia terminar
con las regulaciones a las pequeñas producciones agropecuarias, para
establecer un escalón libre de impuestos que posibilite los mercados
y los Desarrollos Locales. Frente al chantaje de los exportadores amparados
en las leyes de facto de la Dictadura es preciso asimismo nacionalizar el Comercio
Exterior, recuperando instituciones reguladoras del Estado como fueran el IAPI,
Instituto Argentino de Promoción del Intercambio en los años 50
y la Junta de Granos hasta mediados de los años 90. Sólo de esta
manera será posible para la Argentina remontar la situación en
la que nos encontramos. Mientras tanto y mientras tratamos de hacer de la crisis
una oportunidad para nuestras propuestas de agricultura alternativa, quisiéramos
que nuestra historia de sumisión a las transnacionales de la biotecnología
sea tomada como ejemplo por los demás hermanos latinoamericanos para
no repetir nuestro camino.
Notas
(1) Soja resistente al herbicida glifosato.
(2) Bacteria fijadora de nitrógeno.