VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
La Lucha continúa

26 de marzo del 2002

24 de marzo: a 26 años del golpe militar
Un lanzallamas de memoria, repudio y sueños en Plaza de Mayo

Madres de Plaza de Mayo

Discursos fuertes preludiados por La Internacional. Clases públicas para conocer los detalles de la política criminal de los dictadores. Paneles, volantes, cuadernillos para no olvidar a los genocidas y tampoco a todos sus cómplices. La jornada de las Madres en Plaza de Mayo repasó los tiempos desde el golpe militar hasta estos días de hoy. Pasión para renovar el compromiso, los sueños y conducir a la revolución toda esta rebeldía.

Bajo la lluvia torrencial y el pleno sol repartidos por partes iguales a lo largo de toda la jornada, la Asociación Madres de Plaza de Mayo realizó en su Plaza un acto muy emotivo y de gran contenido ideológico y simbólico para repudiar al último golpe militar, recordar claramente a los cómplices civiles de la dictadura y reivindicar la lucha de los 30000 desaparecidos, "nuestros amados hijos guerrilleros", como ellas los recuerdan.
La jornada de memoria fértil comenzó bien temprano en la mañana del domingo 24. Mientras un grupo de compañeros colgaba las banderas y pasacalles, otro refugiaba bajo techo varios parlantes y cajas de sonido ante la inminencia de la lluvia, anunciada por sordos truenos. A las once en punto, hora en la que estaba previsto el comienzo de la actividad, alrededor de quince paneles con fotos, recortes de diarios y documentos de las Madres (una mínima muestra de su inagotable archivo histórico) estaban ubicados en el centro de la Plaza de Mayo, listos para ser consultados por los manifestantes. Entre otras informaciones, allí podían ser leídas las declaraciones públicas a favor de la dictadura hechas por notorios dirigentes políticos y sindicales, intelectuales y periodistas.
Al igual que en otras jornadas organizadas por las mujeres del pañuelo blanco, fueron colocados varios puestos de la Universidad Popular, la Librería y Café Literario, y de los familiares de los presos políticos, además de los puestos de las Madres, donde ellas mismas entregaban gratuitamente ejemplares de sus periódicos y demás documentos de su historia de lucha.

Clases públicas

Además de los discursos finales, el hecho fundamental de la jornada consistió en las clases públicas dictadas por varios docentes de la Universidad de las Madres. El primero fue Eduardo Barcesat, quien dio su charla bajo una carpa que lo protegía de la tormenta. A pesar de la lluvia, muchos compañeros cubiertos con paraguas y bolsas de nylon sobre sus remeras mojadas lo escucharon disertar sobre el golpe del '76 y destruir con sólidos argumentos jurídicos el circo radical de la CONADEP y los Juicios a las Juntas.
Una vez terminada la clase de Barcesat, y cuando la lluvia incesante había dado paso a un sol agotador, intervino Osvaldo Bayer, célebre historiador y entrañable amigo y compañero de las Madres. Su clase enfocó la complicidad para con los genocidas por parte de los gobiernos constitucionales de radicales y peronistas.
Tras él dijeron lo suyo Claudia Korol y Gregorio Kazi, y más tarde Inés Vázquez y Néstor Kohan, todos ellos destacados docentes de la Universidad de las Madres. La penúltima clase fue dictada por el psicoanalista Alfredo Grande, quien apuró su palabra para que intervenga como cierre de la jornada de conocimiento y crítica el director académico de la Universidad, Vicente Zito Lema. Durante su charla desmenuzó la filosofía y la práctica de la generación del '70, sus deseos y sueños. El escritor y periodista consideró a aquellos jóvenes como "revolucionarios" y reclamó que "quien diga de ellos lo contrario miente, y callar lo que eran y lo que querían es otra forma de la muerte".

Los desocupados y la unidad

El principio del final de la jornada fueron los discursos. Bajo el telón de fondo azul, con el pañuelo blanco y una inscripción que decía "Gracias Madres por ser siempre el ejemplo en la lucha popular", fueron sucediéndose los oradores. En primer término, Alfredo Usac, de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, agradeció a las Madres por el espacio que les cedieran en el acto a "todos los que con toda dignidad estamos defendiendo el legítimo derecho al trabajo y a la vida".
"Nosotros entendemos que hoy quienes nos explotan y dominan tienen la suficiente capacidad para dividirnos, pero creemos que sólo a través de la unidad, bajando las banderas y no las banderas de la lucha, vamos a poder avanzar y recuperar todo lo que hemos perdido a través de estas últimas décadas", señaló el delegado de los piqueteros y luego avisó a los que amenazan "con una represión violenta" que "nosotros estamos dispuestos a salir a la ruta y a resistir, y nos vamos a plantar de frente para no permitirles dar el paso que quieren dar para sacarnos lo poco que nos queda".
"Están militarizando el país, todos los días vemos cómo ponen un milico nuevo en los trenes y cada vez más en las calles, y nosotros necesitamos organizarnos ante esto porque hoy la resistencia se viene dando pero en forma muy dispersa", dijo entre aplausos y enseguida predijo que "la historia no se va a repetir, el pueblo tiene que haber entendido quiénes son los que nos gobiernan y qué planes tienen".
También habló un representante de la Coordinadora de Unidad Nacional y la FTC de la zona sur, quien remarcó que "hay dos caminos: el camino de las elecciones y el camino de la revolución. Y nosotros planteamos el camino de la revolución, de la insurrección y de la rebelión". En consonancia con el otro desocupado que lo antecedió en el discurso, reclamó que "en este proceso es necesaria la unidad, la unidad para generar justicia por los desaparecidos y por los caídos el 20 de diciembre". "¡El Che Guevara jamás ha muerto, compañeros!", dijo el piquetero para despedirse, levantando un murmullo de pasión y aplausos.

Por los presos políticos

La jornada de memoria, repudio y sueños incluyó la reivindicación de la lucha de los presos políticos y la exigencia de libertad para todos ellos. En representación de los familiares de los encarcelados por sus luchas, Mónica Romero, madre de Diego Quintero, detenido en la misma causa junto a Carlos Bértola, eligió leer un fuerte documento para "poder expresar todo lo que tengo y no ahogarme como pasa muchas veces; las 'Viejas' me enseñaron que para llorar hay que hacerlo a solas, cuando estamos en casa, y cuando estamos afuera hay que seguir luchando".
En su discurso condenó a los que "intentan confundir e igualan a nuestros presos con Seineldín, diciendo que se necesitan patriotas". "¿De qué patriotas nos hablan, compañeros?", preguntó a la multitud y enseguida se respondió afirmando que "nunca serán iguales nuestros presos, a aquel que fue cómplice del crimen de 30000 desaparecidos, que hizo un levantamiento para defender a los asesinos de nuestros 30000 compañeros; no son lo mismo todos los que lucharon y son solidarios con las luchas de los países hermanos, que aquel que instruyó en la tortura y la desaparición de personas a una Contra que destruyó a Nicaragua. Por eso nuestros presos políticos deben estar lo más rápido posible en libertad; deben estar pronto con su pueblo, en la calle, y para eso debemos entender que únicamente lo lograremos luchando todos juntos, son ustedes la esperanza de ellos, pero asumamos como propia la no diferenciación de los presos entre 'sociales' y 'políticos', porque lo social es a veces político, y con política se resuelve lo social".

Contra la burocracia sindical

Antes de Hebe de Bonafini, oradora final del acto, tomó el micrófono un trabajador de la construcción, de la seccional Quilmes del sindicato UOCRA, cuyo secretario general nacional es Gerardo Martínez, alineado junto a los "gordos" de la CGT. El albañil, que junto a otros compañeros de su seccional se mantuvo encadenado en Plaza de Mayo como forma de protesta, denunció que "en la UOCRA de Quilmes los trabajadores han sido patoteados no por trabajadores sino por barras bravas compradas con la guita que sólo les sirve para pagar patotas; ellos son iguales a la policía: reprimen a los compañeros que nos estamos organizado para sacarlos". En otro tramo de su palabra combativa, el compañero destacó que "ellos (la dirección del sindicato) siempre han buscado el interés de un negocio propio y hoy todos los compañeros nos estamos damos cuenta. Nosotros luchamos por un movimiento sindical clasista, que defienda los intereses de los trabajadores. Por eso reivindicamos la lucha de las Madres de Plaza de Mayo como una lucha digna, clasista, para que en el día de mañana los trabajadores tengamos nuestros sindicatos y estemos en el gobierno". También recordó otras luchas y reivindicó "a los compañeros de Zanón en Neuquén y Brukman en Capital".

Hebe de Bonafini: "El otro soy yo"

El final de las palabras estuvo a cargo de la presidenta de las Madres. Apenas fue presentada por el locutor, Hebe de Bonafini llegó hasta el lugar del micrófono levantando su puño izquierdo al ritmo de La Internacional. Coreada junto a los miles de manifestantes, las estrofas de la legendaria marcha revolucionaria convirtieron a ese instante en el punto más alto de la emotiva jornada. Tras la música, empezó su discurso. "26 años del golpe, ¿quién lo hubiera dicho? Aquí en la Plaza, los que somos capaces de cantar La Internacional, los que no nos avergonzamos de ser revolucionarios, de amar la revolución, de cantar la marcha con toda la voz, de levantar la bandera roja, las banderas del Che, las banderas del socialismo. ¡Qué satisfacción, compañeros, hace 26 años, carajo, nadie lo hubiera imaginado! ¡Estos hijos de mil puta no pudieron, están encerrados en sus cuevas, no pueden salir. Y si tienen ganas de volverse a juntar e intentan dar un golpe, moriremos todos los que sean necesarios por la revolución, por la patria, por el socialismo, pero no volverán, no pasarán, no entrarán a la casa de gobierno, eso lo tenemos que jurar hoy, aquí, en esta Plaza, a 26 años del golpe!", dijo Hebe con voz trabajada por la lluvia y sol, con la afonía típica de los días de mucha pasión y resistencia.
"¡No alcanza con cantar la marcha, no alcanza con levantar el puño, no alcanza con traer banderas rojas, no alcanza con traer las banderas del Che, no alcanza con ponerse la camiseta; alcanza con que cada mañana nos planteemos qué carajo hacer para que estos hijos de puta no hablen más, no salgan más y no entren más a la casa de gobierno!", gritó enseguida, y más adelante se esperanzó reconociendo el movimiento de asambleas barriales: "Me da ilusión cuando los escucho hablar, me da esperanza, siento que las muertes de tantos nunca son inútiles, y esa noche, la del 19 de diciembre, aquí, en esta Plaza, yo pensaba 'el estado de sitio nos movió a todos', ¡qué bueno, hijos míos, qué bueno que el 19 vinimos todos y le dijimos no al estado de sitio, qué días gloriosos el 19 y el 20 de diciembre, cuando todos pusimos el cuerpo y no importó los palos de los hijos de puta, porque más nos pegan y más fuerte estamos".
Después, Hebe explicó las motivaciones que llevaron a las Madres a exponer en paneles la historia oscura de varios civiles que apoyaron a la dictadura. "Esta mañana, cuando llegamos, parecía que andaban por ahí (los desaparecidos) y nos decían: 'Dale vieja, que vas bien, traé todo lo que sea necesario para denunciar no sólo a los milicos, también a los políticos, a los burócratas sindicales, a los vendidos, a los corruptos, y sobre todo a los traidores'", razonó la presidenta de las Madres y luego agregó: "En cada uno de ustedes vive uno de los 30000, porque no importa cuántos estemos acá, no importa que la marcha no sea la más grande, es la más fuerte, la más valiente, la más convencida, la más revolucionaria, la que no traiciona, la que no se junta con los políticos corruptos, ni con los sindicalistas vendidos".
Tampoco faltó en la palabra de la líder de las Madres de Plaza de Mayo una párrafo de apoyo concreto a otros pueblos en lucha en todo el continente. Entre aplausos y ayes de la multitud, afirmó que "aquí estamos los que reivindicamos la lucha de los queridos y amados guerrilleros, que son nuestros hijos, que son los que pelean en toda Latinoamérica. ¡Vivan los compañeros de las FARC que están peleando en Colombia; vivan los Sin Tierra que ocuparon la casa de Cardoso; vivan los compañeros cocaleros bolivianos; vivan los compañeros paraguayos, esos compañeros silenciosos, que luchan en la tierra; vivan los compañeros piqueteros de este país!".
"Tenemos que pelar para que no mueran más niños, pero que no sea una cosa de lástima, que sea verdad, no puede ser que en este país se mueran 100 niños todos los días, no lo podemos permitir, tenemos que acompañar las luchas, tenemos que sentir de una vez por todas que el otro soy yo, y eso es lo que decían los chicos todos los días: 'Mamá, cuando el pueblo entienda que el otro también es él, recién ahí vamos a avanzar.' ¡El otro soy yo!", explicó en otro segmento de su discurso.
Ya en el final de una jornada agotadora pero inmensa en conciencia y proyectos, Hebe de Bonafini marcó que "esta plaza que nos dio el nombre, que la amamos tanto como a nuestros hijos, nos va a seguir conteniendo cada vez que sea necesario, todos los jueves a las tres y media, y todos los viernes, cuando vengamos a pelar por distintos motivos pero contra un mismo enemigo: el Fondo Monetario, las grandes multinacionales y los sirvientes que hay en este país". "Como decía el poeta: es mucho más delito abrir un banco que robarlo, cuando sea necesario robaremos bancos. Gracias".

Una gran marcha al final

Tras el último discurso del acto, las Madres encabezaron la marcha hacia su sede, frente a la Plaza Congreso. En sentido contrario a la movilización convocada por el coro de organismos de derechos humanos, sindicatos reformistas y partidos socialdemócratas, la columna de las Madres atravesó todo el recorrido de la Avenida de Mayo, desde la Plaza y hasta la Universidad Popular. En el trayecto fueron aclamadas a gritos por miles de manifestantes de las asambleas barriales que, a pesar de levantar la consigna "que se vayan todos", marchaban detrás de los políticos "progresistas" y los sindicalistas de poses más críticas, aunque en el fondo negociadores. La contradicción de estos asambleístas que no entendían por qué las Madres combativas y revolucionarias se iban de la Plaza, cuando en realidad habían permanecido allí durante toda el día, desde la mañana temprano, demostró el efecto de los ninguneos y aislamientos con que los medios masivos de comunicación someten a la Asociación Madres de Plaza de Mayo, ocultando sistemáticamente toda su tarea política y sus convocatorias. No obstante ello, en el haber de la jornada quedó la emoción por la contundencia del evento revolucionario más importante del primer trimestre del año. Habrá más.
c